Se trata de una bellísima Novena de autor anónimo
y bastante extensa ya que incluye secciones históricas donde se detallan los
principales sucesos acaecidos durante las apariciones. Escrita para el uso de
los miembros de una cofradía dedicada a esta advocación de la Virgen, su
práctica está abierta a todo el mundo y desde aquí se invita a su rezo. El
ejemplar de donde se ha tomado esta novena data de 1907.
Esta novena se realiza desde el día 2 al 10 de
febrero, siendo la festividad de Nuestra Señora de Lourdes el día 11 de
febrero.
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
ORACIONES INICIALES
LA
SEÑAL DE LA CRUZ
✞ Por la señal de
la Santa Cruz,
✞ de nuestros enemigos,
✞ líbranos Señor,
Dios nuestro.
✞ En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y
Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las
cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis
todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor,
que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por
medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para
alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con
vuestra gracia no volver a cometer. Amén.
ORACIÓN
PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena
con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de
la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro
pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y
solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi
indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido
vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo,
acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar
mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de
la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos
(y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.
Leer a continuación las lecturas y oraciones del día que
corresponda (dadas al final).
ORACIONES
FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Tres AVEMARÍAS,
añadiendo después de cada una la siguiente jaculatoria: "VIRGEN, DE
LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS".
ORACIÓN
DE SAN BERNARDO
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y
reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos; animado con esta
confianza a Vos también acudo, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana; no desechéis, Madre de
Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y dignaos acogerlas benignamente.
Amén.
ORACIÓN
FINAL
Inmaculada
Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres,
dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa
Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras
influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de
Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para
remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles
aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi
espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.
ORACIONES
PARA CADA DÍA DE LA NOVENA
DÍA PRIMERO
MEDITACIÓN
Los designios de Dios son incomprensibles. Precisamente en un siglo de soberbia
y orgullo, en un siglo de racionalismo, que pretendía haber concluido con todo
lo sobrenatural y divino; en una nación donde más se trabajaba por extender y
propagar todos los errores, que tiene por fundamento no admitir más que el
orden puramente natural, razón por la cual se negaba no sólo el pecado
original, sino hasta la elevación de la naturaleza humana; donde no se quería
admitir la intervención divina en las cosas de. los hombres; precisamente en
esa época y en esa nación, es donde Dios Nuestro Señor quiso destruir el
fundamento de todos los errores; y para ello, se sirvió del instrumento al
parecer más despreciable. De una niña pobre, débil e ignorante, que no sabía
otra cosa que rezar el Sto. Rosario, es de quien se valió Dios para vencer al mundo,
confundir a los soberbios, humillar a los sabios y conseguir tan señalada
victoria. En Lourdes el hecho sobrenatural es permanente, puesto que la fuente
misteriosa que allí brota y los efectos asombrosos que sus aguas producen lo
evidencian; allí ha recibido el naturalismo su más rudo golpe y la fe una
confirmación maravillosa. Guardémonos de todos los errores, que puedan
mancillar en lo más mínimo nuestra fe, avivémosla más y más cada día y
repitamos con el Profeta respecto de la Iglesia, lo que él decía de Jerusalén:
¡Séquese, Señor mi mano derecha y quede pegada mi lengua al paladar antes que
dejar de amarte y alabarte, oh Iglesia Santa!
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
Hace pocos años apenas era conocida en el mundo una población situada en la
falda de los Pirineos; nadie la nombraba, permaneciendo en la oscuridad del
olvido y entre las nieves que coronan sus montañas.
Pero
¡qué cambio más asombroso no se ha verificado! Hoy su nombre corre de boca en
boca, ha traspasado los montes, ha salvado las distancias, y es pronunciado con
entusiasmo y amor en América como en Europa, en África como en Asia, y en la
dilatada Oceanía, y singularmente en Filipinas. ¿Qué prodigo se ha obrado?
Era
el once de febrero de mil ochocientos cincuenta y ocho, cuando una sencilla y
humilde niña, por nombre Bernardita, al intentar pasar el Gave que corre al
oeste de Lourdes para recoger, como su hermana María y otra amiga de ésta, un
poco de leña, entre las sinuosidades de las rocas de Massabielle, oyó un ruido
como de suave brisa, que lentamente agitaba las ramas de los árboles. Levanta
su vista, y sus ojos no distinguen objeto alguno; se reproduce la agitación en
las ramas y vuelve a mirar; a sus ojos aparece entonces una visión celestial.
Una Señora rodeada de una claridad que brilla más que el sol, pero que ni daña
ni ofusca como éste, sino que por el contrario atrae y admira; una Señora de
incomparable hermosura, cubierta con un velo blanquísimo, más que la nieve que
se halla en la cima de las próximas colinas, y ceñida con un cinturón azul. Los
pies de tan admirable hermosura descansan en la roca, rozando ligeramente el
ramaje de un rosal silvestre, dejando ver sobre cada uno de ellos una rosa de
oro. Sus manos cruzadas tenían un rosario, cuyas cuentas de alabastro,
engarzadas con cadena de oro, se deslizaban entre sus dedos, guardando, sin
embargo, un silencio misterioso. Los ojos de la excelsa Señora se habían fijado
llenos de benignidad en la niña, que se hallaba asombrada, extasiada y como
fuera de sí. Aquella hizo la señal de la cruz, y la niña entonces tomando su
rosario, empezó a rezarlo, durando la visión celestial hasta que lo terminó; y
concluido, la celestial Aparición volvió a la eterna morada, de donde había
venido, dejando en pos de sí un rayo luminoso, que al poco tiempo también se
desvaneció.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Oh Inmaculada María! Os pido humildemente la gracia de que se acreciente más y
más cada día nuestra fe, y que obtengáis un rayo de luz divina para los que
están sentados en las tinieblas del pecado. Extended más el reino de Dios,
desterrad de entre nosotros todos los errores, y haced que Filipinas, y esta
ciudad principalmente, tengan siempre como su mayor gloria vivir en la fe de
vuestro Smo. Hijo y que sus habitantes permanezcan unidos a la Santa Iglesia
Romana hasta el último suspiro. Con este objeto os rezamos las siguientes
Avemarías y deprecaciones.
Se rezan las oraciones finales.
DÍA SEGUNDO
MEDITACIÓN
Uno de los documentos más importantes de la vida cristiana es la práctica de la
oración. Ella es el medio ordinario que Dios ha puesto en manos del hombre para
conseguir el remedio de todas sus necesidades. Sube al cielo nuestra oración y
baja sobre nosotros la divina compasión y misericordia en forma de mil favores
y gracias soberanas. "Pedid y recibiréis," nos tiene dicho nuestro
Divino Salvador, "Buscad y encontraréis, llamad, y se os abrirá."
No
hay cosa que así purifique de ignorancias el entendimiento y de afectos
desordenados el corazón como la oración, la cual inflama a este con el fuego
del divino amor y llena a aquel de divina claridad y luz celestial: es agua de
bendición, cuyo riego hace reverdecer y florecer las plantas de los buenos
deseos, y lava nuestras almas de las pasiones que tiene el corazón.
"Oremos"
dijo Bernardita "y pasemos el rosario". Oremos también nosotros con
ella y seamos constantes en la oración, pues sólo así podremos vernos libres de
los lazos y asechanzas que continuamente nos está armando nuestro infernal enemigo.
Oremos sin intermisión, como nos lo aconseja el Apóstol, y oremos con fervor,
porque los tiempos en que vivimos son malos, y la tempestad arrecia por
momentos y sólo con la oración podremos salir ilesos de entre tantos peligros a
que estamos expuestos.
Medítese sobre lo leído y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta novena.
PARTE
HISTÓRICA
El domingo siguiente al primer día de la aparición, habiendo obtenido el
permiso la niña Bernardita de su piadosa madre, para volver a la gruta, se
dirigió a ella a la hora de medio día, acompañada de su hermana y otras niñas.
El grupo juvenil comenzó por entrar en la Iglesia para orar un instante y
llenar de agua bendita un frasquito que llevaban preparado.
Pónense
después en camino y llegan al sitio tan deseado; el sol estaba radiante:
"Oremos", dijo Bernardita, "y pasemos el rosario…" De
repente, su rostro aparece transfigurado, su mirada se ilumina, se conmueven
sus facciones: era que la maravillosa aparición acababa de manifestarse a sus
ojos. Veía a la misma Señora resplandeciente de una gracia celestial, de una
belleza sin igual. Sus pies descansaban en la roca dentro del nicho.
"Mirad,
exclama Bernardita, ahí está". Pero ¡ay! a sus amigas no les era dado
contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba a Bernardita.
Recibiendo ésta de una de sus amigas el agua bendita, roció a la Aparición,
diciendo: "Si venís de parte de Dios, acercaos". A estas palabras, la
Virgen graciosamente se inclina varias veces y se adelanta casi hasta el borde
de la roca, pareciendo que se sonreía.
"Si
venís de parte de Dios, acercaos!" repetía Bernardita; y luego
prosternándose, como subyugada por aquella inefable hermosura, continuó rezando
el rosario, que la Virgen parecía escuchar, deslizando ella también el suyo
entre sus dedos. Concluido el rosario, la visión desapareció.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Oh Virgen Inmaculada, Santísima Madre mía! Ya veo las lecciones de vida eterna
que me dais en la gruta de Lourdes. Me enseñáis la práctica de la oración tan
recomendada por vuestro Santísimo Hijo; y en la especial complacencia con que
pasáis las cuentas del rosario que pende de vuestras manos, mientras Bernardita
pasa devotamente las del suyo, me dais a entender el agrado con que miráis esta
hermosa devoción y cuánto os place que vuestros siervos os honren e invoquen
con ella. Así lo haré Señora, y desde hoy me propongo no pasar día alguno sin
rezar una parte al menos del santo rosario. Os ruego me mantengáis constante en
este mi propósito y que lo rece siempre con fervor y devoción, os saludo ahora
con las siguientes Avemarías y deprecaciones.
Se rezan las oraciones finales.
DÍA TERCERO
MEDITACIÓN
Grande y sublime es el interés y solicitud de María para con los hombres.
"No sólo no me opongo", le dice a Bernardita, "a que vengan
contigo tus compañeras, sino que deseo venga mucha gente". La criatura mas
excelsa, la Reina de los Cielos, la Madre de Dios, llama a los hombres, les
invita y desea que se le acerquen y le expongan sus necesidades con la más viva
confianza, porque poderosa es ante su Santísimo Hijo para obtener el remedio de
todas ellas. Hijos de los hombres ¿os negaréis a acudir al llamamiento de tan
amorosa madre? Si vuestra inteligencia está ofuscada por las tinieblas del
error, si vuestra voluntad está aficionada a objetos pecaminosos, si vuestro
corazón es juguete de viles y abominables pasiones, si os halláis en grandes
necesidades y aflicciones o gemís bajo el peso de molestas e importunas
tentaciones, ¿por qué no acudís a María que os llama con aquellas dulcísimas
palabras de su Divino Hijo: "Venid a mí todos los que trabajáis y estáis
cansados, que yo os aliviaré?
Mas
aunque la Virgen Santísima llama a todos los hombres, y a todos los ama, Ella
ha manifestado especial predilección por los congregantes que la honran
conformando su vida con las reglas de las Asociaciones o Cofradías a que
pertenecen;. y ciertamente pueden prometerse de Ella especiales favores y más
particular protección. Afiliados a sus banderas, mostrémonos en todo tiempo
verdaderos siervos suyos, no nos avergoncemos jamás de parecer devotos de esta
Señora ni de ostentar visiblemente en las ocasiones oportunas el distintivo de
tales, pues en verdad no nos rebaja ni envilece, antes sí nos ensalza y
dignifica. Ella lo ha dicho: "Yo amo a los que me aman. Los que me
esclarecen, obtendrán la vida eterna."
Medítese
sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta
Novena.
PARTE
HISTÓRICA
Después de oír la Santa Misa el día 18 de Febrero a las seis de la mañana,
Bernardita se dirigía a la Gruta con una señora de Lourdes y una joven de la
Congregación de María. Llegada primera la niña, se arrodilla, empieza a rezar
el Rosario, y al poco tiempo ve una luz clarísima que iluminaba el hueco de la
peña, y al momento la celestial Visión. Oye la voz que llama, y ve que la
aparición con su mano le hace señas para que se aproxime. "Ahí está, dice
a sus compañeras, (que ya lo habían imaginado, al ver su rostro transfigurado
por el éxtasis) y me hace señas para que me acerque". "Pregúntala si
le molesta que estemos aquí contigo".
Bernardita
mira a la Virgen y después de breve rato contestó: "Podéis quedaros".
Las dos mujeres se arrodillaron y encendieron un cirio bendito, que habían
llevado consigo. Adelantándose la niña, a instancia de sus compañeras,
recibiendo de éstas el papel, la tinta y la pluma que le daban presentó estos
objetos a la Aparición, diciéndole: Señora mía, si tenéis algo que comunicarme,
quisiera que tuvieseis la bondad de escribir en este papel quién sois y qué
deseáis. La Virgen se sonrió al oír tan sencilla petición y entreabriendo sus
labios dijo: "Lo que tengo que deciros no es necesario escribirlo. Hacedme
únicamente el favor de venir aquí durante quince días." Os lo prometo,
respondió Bernardita.
"Y
yo a mi vez te prometo hacerte dichosa, repitió la Virgen, no en este mundo,
sino en el otro". Bernardita, sin perder de vista la Aparición, se volvió
hacia sus compañeras, pero notó que la Virgen fijó su mirada y detuvo largo
rato su vista con complacencia en la joven que pertenecía a la Congregación de
María. "La Señora te mira en este momento." Antonia, así se llamaba
la joven, oyó con sumo gozo y como enajenada estas palabras y vivió siempre con
este recuerdo.
"Pregúntala
si la molestará que vengamos a acompañarte."
"Pueden venir contigo, respondió la Santísima Virgen, no sólo ellas sino
otras personas; deseo ver aquí mucha gente."
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Virgen Santísima de Lourdes! agradecido a los innumerables beneficios que por
vuestra mediación he recibido, y especialmente al de haber descendido del cielo
a la tierra para llamarme, me ofrezco de nuevo a vuestro servicio, y os
consagro mis potencias y sentidos, prefiriendo mil veces morir antes que
ofender a vuestro divino Hijo, mi Redentor y todo mi bien. Confirmad Señora
este mi buen deseo, y haced que sea fiel devoto vuestro en la tierra, para
reinar eternamente con vos en el cielo. Y a fin de alcanzar este favor, os
saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones.
Se rezan las oraciones finales.
DÍA CUARTO
MEDITACIÓN
Deseo grande es el de la Santísima Virgen, que se ruege por los pecadores. Y
ciertamente no puede menos de ser así: creado el mundo por Dios para su gloria;
hecho el hombre a su imagen y semejanza, y redimido después a costa de la
sangre preciosísima de su Santísimo Hijo, está en el deber de honrarle,
servirle y reverenciarle; pero, ¡oh dolor!, los hombres se han vuelto contra su
Dios y Señor y continuamente le ofenden. No se puede oír sin angustiarse tantas
blasfemias horribles; no se puede mirar, sin exhalar un grito de dolor, la
profanación de los santos días del Señor, convertidos hoy por la perversión de
los hombres, en días de labor, de bacanales inmundas y orgías sangrientas. Las
naciones se han levantado contra Cristo y su Iglesia: el error y la impiedad
dominan por todas partes, y la sensualidad sube como una ola, sobre la
generación presente, amenazando sumergirla. ¿Qué hacer? Rogar a Dios... Se
pierden tantas almas todos los días… y ¿ habremos de estar ociosos? Este es uno
de los fines de esta Cofradía; pedir a Dios por los pecadores. ¿ Lo cumplimos
fielmente? ¿Dedicamos todos los días un rato de oración por la disminución de
las culpas? Meditemos en la tristeza que demostró en esta Aparición la
Santísima Virgen, y propongámonos disminuir los pecados en nosotros y en
nuestros prójimos y especialmente la blasfemia y la profanación de los días
festivos.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
La noticia de las apariciones, así como la promesa que había hecho Bernardita
de ir al lugar de las manifestaciones durante quince días, se había extendido
por toda la comarca. De todas partes acudían a la Gruta, y millares de personas
al salir el sol, el día 21 de Febrero se hallaban reunidas, esperando ver lo
que en las rocas de Massabielle se verificaba.
La
niña por su parte, cumpliendo la promesa hecha a la Señora, y atravesando por
medio de la multitud, sin afectación pero también sin perturbarse, llega a las
proximidades del nicho. A los pocos momentos desfigúrase su rostro, volviéndose
radiante; todas sus facciones se elevan, y como si penetrase en una región
superior, expresaban sentimientos que no son de este mundo. La boca
entreabierta, estaba como petrificada de admiración; sus ojos fijos y
bienaventurados contemplaban una hermosura divina que ningún otro veía pero que
todos presentían, viéndola, por decirlo así, en la reverberación de la cara de
la niña.
A
su lado se hallaba el Dr. Dozous y al verla en esta situación, la observa
detenidamente, la toma el pulso, y después de un rato exclama: "No, esta
no es la rigidez de la catalepsia; aquí no hay excitación febril, ni el éxtasis
inconsciente de los alucinados; aquí hay un hecho extraordinario completamente
para la medicina."
En
aquel momento, la niña arrodillada da algunos pasos, y avanza en esta actitud,
hacia el interior de la Gruta. La Madre de la misericordia pareció recorrer con
mirada triste la tierra. Bernardita, al verla llena de dolor, exclama: ¿Qué
tenéis? ¿Qué es preciso hacer?
Responde
la excelsa Madre de Dios: "Rezar por los pecadores". Entretanto el
corazón de la inocente pastorcilla se llena de amargura, por ver el dolor que
manifiesta la santísima Virgen; y la fisonomía que antes aparecía radiante, se
cubre de una indecible tristeza, al tiempo que de sus ojos se desprenden dos
gruesas lágrimas que ruedan por sus mejillas, donde se detienen sin caer hasta
la tierra.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Oh Madre del amor hermoso, del temor y de la santa esperanza! A vuestros pies
vengo lloroso, avergonzado y confuso. Yo soy el que con mis pecados llené de
amargura vuestro corazón y de tristeza vuestro rostro. Mas no quiero desesperar
sabiendo que sois toda benigna y que recibís con entrañas de misericordia a
todo el que acude a Vos arrepentido. A Vos acudo, Señora, con el corazón
desgarrado por el dolor de mis culpas y resuelto a morir mil veces antes que
volver a cometerlas. Volved hacia mí esos vuestros ojos misericordiosos y
salvadme. Mirad también compasiva a todos los pecadores y atraedlos a la gracia
de vuestro Santísimo Hijo. Por la conversión y salvación de ellos os rezo las
siguientes Avemarías y deprecaciones:
Se rezan las oraciones
finales.
DÍA QUINTO
MEDITACIÓN
Ya nos lo tiene dicho Jesucristo. "Si el mundo os aborrece, sabed que
antes me aborreció a Mí." Todo el que quiera vivir y ser de Cristo, ha de
pasar por la tribulación y por las amarguras de la persecución. El mundo no
puede conformarse con las máximas del Señor porque son opuestas a las suyas. De
aquí las ironías y escarnios de que son objeto de parte de los mundanos los que
se entregan a la devoción, y procuran santificar su alma llevando una vida
conforme a los principios del Evangelio. No obstante, en esta lucha del mal
contra el bien, no habemos de desmayar; si el mundo nos critica, nos ridiculiza
y zahiere, tenemos en cambio en nosotros mismos el testimonio de la buena
conciencia y la aprobación y complacencia de Dios y de toda la corte celestial.
Nunca
miró la Virgen a Bernardita con ojos más benignos y complacientes, que cuando
la vio perseguida y calumniada.
El
Señor envía a sus siervos las tribulaciones para probar su fidelidad, para
purificarlos más y más de sus imperfecciones y para darles ocasión de ganar
mayores méritos para la vida eterna. Las penas y trabajos de esta vida son como
el sello de las complacencias de Dios sobre un alma. Nadie amó a Dios en el
mundo ni de Dios fue tan amado como Jesús y María, pero nadie tampoco sufrió en
esta vida tanto como ellos sufrieron.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
Los sucesos acaecidos en la Gruta eran tan públicos y extraordinarios que nadie
pudo permanecer indiferente. La impiedad, viendo progresar el entusiasmo
religioso, y deseosa de concluir con aquella manifestación de lo sobrenatural,
que eran su palmaria condenación, quiso valerse de la fuerza y de la amenaza,
como en efecto lo hizo llevando a Bernardita por los tribunales y conminándola
con penas y castigos incluso con encerrarla en la cárcel. A la edad que tenía
la niña, bien podía creer la impiedad seguro su triunfo; pero ignoraba lo que
es el poder y la gracia de Dios, que se complace en escoger la más débil para
confundir lo más fuerte según el mundo. Así es, que a pesar de las
prohibiciones que se habían hecho a la niña, sintiendo ésta una fuerte
inspiración que la llamaba hacia la gruta, en la mañana del veintitrés de
febrero, se dirigió a ella. Arrodillada, con un cirio en una mano y el rosario
en la otra, empezó a rezarlo, cuando al poco tiempo, la multitud advierte la
súbita transformación de su rostro. La augusta Soberana del Paraíso detuvo
sobre la pobre niña una mirada llena de inexplicable ternura, pareciendo amarla
más desde que había sufrido. Luego la llamó amorosamente por su propio nombre:-
"¡Bernardita! -Aquí estoy", respondió la niña Y la Virgen Sma.
entabló con ella una conversación íntima, y aun pudiera decirse familiar. En
aquella misteriosa intimidad le reveló un secreto para ella sola. "Y
ahora," le dijo, "id a decir a los sacerdotes que quiero se me
edifique aquí una capilla." Y al pronunciar estas palabras, la fisonomía
de la Virgen Sma., su mirada y su ademán parecían prometer que allí repartiría
gracias sin cuento. Bernardita cumplió fielmente el encargo que se la había
hecho.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Santísima Virgen María, Madre mía! A vos me llego fatigado y sin fuerzas de
tanto luchar con las adversidades de la vida. Mi corazón, cual frágil
navecilla, es llevado por los vientos de las tribulaciones a merced de las olas
desenfrenadas de los vaivenes del mundo y corre a cada momento peligro de dar
en los escollos del pecado o en el abismo de la desesperación. A vos levanto
mis ojos que sois la Estrella de los mares; mostradme el rumbo seguro, guiad
vos misma la nave para que no naufrague en el mar proceloso de las tentaciones
y trabajos, sino que llegue al feliz puerto de la salvación eterna. Para
conseguir esta gracia os saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones:
Se rezan las oraciones finales.
DÍA SEXTO
MEDITACIÓN
Después de recomendarnos la Sma. Virgen que roguemos por los pecadores nos
recomienda también que nos arrepintamos y hagamos penitencia de nuestros
pecados. Es muy digna de consideración aquella insistente repetición de la
palabra: "Penitencia, penitencia, penitencia." Es como el grito
amoroso de alarma salido del corazón de una madre, que ve en grave peligro a su
amado hijo. Viendo en efecto desde la eterna morada los pecados e iniquidades que
continuamente se cometen en el mundo; oprimido su corazón, de un lado por las
ofensas que se hacen a Dios, y de otro por los castigos a que se hacen
acreedores los hombres; viendo ya la divina diestra levantada para descargar el
golpe sobre los miserables pecadores, se adelanta, baja a la tierra y nos
advierte con solicitud maternal que hagamos penitencia de nuestros pecados,
pues sólo haciéndola muy humilde y dolorosa, podremos vernos libres de los
castigos que nos amenazan. Tal vez a ninguna otra época se puedan aplicar con
más propiedad que a la presente las palabras del Bautista: "Haced
penitencia, porque ya está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol
que no lleve buen fruto será cortado y arrojado al fuego." Grabemos en
nuestro corazón estas palabras del Bautista, y hagamos una verdadera y digna
penitencia de nuestros pecados.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
Los sucesos milagrosos se imponían a todos en Lourdes y sus cercanías. La
multitud que acudía continuamente a la Gruta y las admirables transformaciones
que se referían de Bernardita, habían excitado la curiosidad aún de aquellos
que hasta entonces por un soberano desdén hacia lo que ellos llamaban
superstición, no habían querido mezclarse con la multitud para examinar de
cerca los hechos; resolvieron, pues, acudir en adelante a la Gruta, siquiera
fuese para presenciar la decepción popular. Uno de esos espíritus fuertes o
librepensadores, que no creía en nada de lo sobrenatural acudió a la Gruta el
día siguiente a aquel en que la Santísima Virgen había encargado se le
edificase una capilla. El mismo nos va a referir sus impresiones nada
sospechosas.
"Llegué,"
dice el Sr. Estrada, "muy dispuesto a examinarlo todo, y para ser franco a
burlarme y reírme, esperando encontrarme con una comedia o con una farsa
grotesca. Una inmensa multitud se iba reuniendo poco a poco alrededor de
aquellos lugares, admirándome interiormente la sencillez de tantos necios y
riéndome de la credulidad de una porción de mujeres que se habían arrodillado
devotamente delante de las rocas. A la hora acostumbrada, hacia la salida del
sol llegó Bernardita. Gracias a los esfuerzos que hice, pude, no sin harto
trabajo, ponerme en primera fila, cerca de ella. Arrodillóse con naturalidad
sin turbarse ni aturdirse por la muchedumbre que la rodeaba, sacó un rosario y
principió a rezarlo. Bien pronto sus ojos parecieron recibir y reflejar una luz
desconocida, quedándose fija, y deteniéndose maravillada, extasiada, radiante
de felicidad, en la abertura de la roca. Miré en aquella dirección y nada vi, a
no ser las desnudas ramas del rosal silvestre. Y no obstante ¿qué os diré? Ante
la transfiguración de la niña, todas mis preocupaciones anteriores, todas mis
objeciones filosóficas, todas mis negaciones preconcebidas cayeron de un golpe,
haciendo lugar a un sentimiento extraordinario que me sobrecogió a mi pesar.
Sentí la certidumbre de que allí se encontraba, un ser misterioso. Súbita y
completamente transfigurada Bernardita, no era ya Bernardita; era un ángel del
cielo. Su actitud, sus movimientos, sus menores ademanes, su manera, por
ejemplo, de hacer la señal de la cruz, tenían una nobleza, una dignidad, una
grandeza tan admirable, que si en el cielo se persignasen, solo pueden hacerlo
como Bernardita en éxtasis. Yo estaba profundamente conmovido; procuraba
retener el aliento para oír el coloquio entablado entre la Virgen y la niña,
expresando ésta de ordinario a la par que un profundo respeto una inmensa
alegría, aunque a veces una nube de tristeza venía a velar momentáneamente su
rostro. Durante todo aquel tiempo conservaba su rosario en la mano, ora inmóvil
abismada en la contemplación de aquel ser divino, ora pasándolo irregularmente
entre sus dedos, o ya tomando el movimiento ordinario." Hasta aquí el Sr.
Estrada.
En
un momento dado Bernardita se adelantó andando sobre sus rodillas desde el
punto donde rezaba, es decir, desde las orillas del Gave hasta el fondo de la
Gruta, que se hallaba a unos quince metros. Mientras subía aquella pendiente
algo escarpada; oyó de los labios benditísimos de la Virgen Santísima estas
palabras: "Penitencia, penitencia, penitencia," las cuales repetidas
por Bernardita, fueron oídas muy distintamente por las personas que se hallaban
a su lado.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
Postrado
ante el trono de vuestra majestad, Dios mío, yo imploro vuestra piedad y
misericordia. Vengo a Vos arrepentido, como el hijo pródigo, por haberme
alejado de Vos por el pecado, y quisiera borrar con mis lágrimas y aún con mi
sangre las ofensas que os he hecho. ¡Perdón! Señor; no lo merezco, porque
muchas veces he despreciado vuestra gracia y reincidido en las mis culpas; pero
en este día siento movido mi corazón con especial arrepentimiento de mis
pecados, y deseos de no volverlos a cometer jamás. Vos, Madre de misericordia,
que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; Vos que me
amonestáis por medio de Bernardita que haga penitencia de mis pecados, Vos
ayudadme a hacerla digna y cumplida de todos ellos. Y para que me alcancéis la
gracia de no volverlos a cometer, os rezo las siguientes Avemarías y
deprecaciones.
Se rezan las oraciones finales.
DÍA SÉPTIMO
MEDITACIÓN
Muy grande y soberano es el premio que está prometido a la obediencia. Bernardita
ve el agua cenagosa, que en pequeña cantidad manaba en el hoyo que había hecho
en la tierra; oye el mandato de la Visión de beber aquella agua y lavarse con
ella y cumpliéndolo fielmente merece que la Virgen fije en ella una mirada
benignísima pagándole así con creces el esfuerzo que hizo al cumplir su
mandato. Nada costará quizás tanto a nuestro orgullo, como habernos de humillar
a confesar nuestros pecados al ministro de Dios. Mas, ¡Oh! Si los pecadores
supiesen las delicias que están escondidas en la piscina saludable de la
penitencia, ciertamente se apresurarían a lavarse en ella y purificarse de
todas sus culpas; si conociesen el riquísimo don que Jesús les ofrece; si
acudiesen a la invitación que les hace Jesús diciéndoles: "bebed de esta agua",
se convencerían de que la alegría y paz interior que se halla en sacramento de
la penitencia, excede a toda paz y alegría humana, y que los consuelos que
proporciona, son sobre todo encarecimiento. Haced la prueba, pecadores, y lo
experimentaréis.
Que
sea el principal fruto, que saquemos de esta Novena, el hacer en obsequio a la
Virgen Sma. una buena confesión antes de terminarla.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
Cada día crecía el inmenso oleaje de personas, que acudían a la Gruta.
Arrastrados por la universal admiración habían ido muchos escépticos,
librepensadores y curiosos, con el objeto de burlarse o de hallar alguna
superchería indigna. En esta disposición de ánimo se hallaban, cuando el 25 de
febrero se presentó Bernardita, en cumplimiento de la promesa que había hecho a
la celestial Visión, de ir a la Gruta durante quince días; y sobrecogidos por
una emoción inexplicable, al ver a la niña, se descubrieron y se arrodillaron
como todos los demás. La favorecida pastorcilla, sin cuidarse de nada de cuanto
la rodeaba, y pensando sólo en la celestial Aparición, se arrodilló y se puso
en oración. Al poco tiempo su faz se transforma y todos creen ver a la
Santísima Virgen, en los rayos de luz que se reflejaban en las facciones de
Bernardita, a la manera que por los rayos de luz que iluminan las cumbres de
las montañas, conocemos que el sol está presente en nuestro horizonte.
Una
misteriosa conversación se advierte entre la Reina de los cielos y la humilde
pastorcita de la tierra, no desdeñando aquella comunicar a ésta un tercer
secreto, Y ahora, añadió la Virgen después de una pausa, ve a beber y lavarte
en la fuente y come la yerba que brota junto a ella. Bernardita se quedó suspensa
al oír la palabra fuente, y sin apartar los ojos de la Virgen, se dirigió hacia
el río, pues por aquellos parajes no había más agua que la que arrastraba el
Gave a algunos pasos de las rocas.
Una
palabra y un ademán de la Aparición la detuvieron en su camino. "No es
ahí" le dijo; "yo no te he dicho que bebas en el Gave sino en la
fuente que está aquí". Bernardita empezó a escarbar en la tierra, en el
lugar que le indicaba la Aparición. De improviso el fondo de aquella cavidad
abierta por la niña tornóse húmedo. Una agua misteriosa comenzó a filtrarse
gota a gota bajo las manos de Bernardita, y a llenar aquel hueco del tamaño de
un vaso que acababa de formarse.
Aquella
agua, al mezclarse con la tierra removida por las manos de la niña, no formaba
en un principio más que barro. Bernardita trató por tres veces de llevar a sus
labios aquel cenagoso líquido; pero por tres veces fue tan fuerte su aversión,
que lo arrojó sin tener fuerzas para tragarlo. No obstante quería ante todo
obedecer a la radiante Aparición, y a la cuarta vez, venció su repugnancia,
bebió, se lavó, y comió un poco de la planta campestre que brotaba al pié de la
roca.
Cuando
Bernardita cumplió todas las órdenes que había recibido, la Virgen fijó en ella
una mirada llena de satisfacción y a los pocos instantes desapareció.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Santísima Virgen María, Madre mía! Acercándome ya al final de esta novena que
estoy celebrando en obsequio y honor vuestro, no quiero resistir más a los
llamamientos interiores que me incitan a sellarla con una buena confesión de
todas mis culpas. Sí, quiero confesarme bien para recibir dignamente a Vuestro
Santísimo Hijo el último día de la Novena. Vos, Señora que me inspiráis este
deseo, alcanzadme gracia para practicarlo, a fin de que mi confesión sea grata
a los divinos ojos, y mi alma quede enteramente purificada, y lleve en adelante
una vida perfectamente cristiana y conforme con los preceptos de la ley divina.
Con este objeto os rezo las siguientes Avemarías y deprecaciones:
Se rezan las oraciones finales.
DÍA OCTAVO
MEDITACIÓN
Digna de consideración es la manera de brotar el agua de la fuente milagrosa.
Primeramente empieza el agua a abrirse paso gota a gota, poco después es ya un
hilito apenas perceptible; y creciendo sin cesar llega a formarse una fuente
que arroja diariamente más de cien mil litros de agua. La oración tiene que ser
perseverante. Por eso dejan de recibirse muchas veces las gracias y favores que
se piden al Señor y a la Santísima Virgen, porque no se piden con constancia, pues
por razones misteriosas no se conceden de ordinario sino después de instar y de
perseverar en la oración. Las gracias que uno recibe a la manera de la fuente
milagrosa, generalmente no producen cambios repentinos, por cuya razón se ha
dicho que nadie de repente se hace santo, así como ninguno llega de un solo
golpe a ser sumamente malo. Puede Dios nuestro Señor en un solo momento
concedernos gracias eficacísimas, que produzcan en nosotros una transformación
súbita, pero de ordinario nos las concede según es nuestra cooperación y
correspondencia a ellas. En todos los días ¡cuántas veces habrá Dios tocado,
nuestros corazones!... ¿Y será posible que permanezcamos sordos y no acudamos a
sus llamamientos...? Una fuente abundante de todas las gracias tenemos en el
Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Es el Autor de todo bien, Jesús, quien
desde la sacratísima Hostia nos dice: "Venid a Mí todos."
Acerquémonos a esta fuente del amor divino para apagar la sed que sentimos por
las cosas de la tierra, y no desear sino las celestiales y eternas.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Novena.
PARTE
HISTÓRICA
El agua que al principio tan tenuemente brotaba de las entrañas de la tierra
iba paulatinamente aumentándose hasta llegar a ser una fuente caudalosa. Las
gentes, impulsadas por una secreta inspiración, acudían a beber de aquella
agua, y hasta los enfermos, reputados por la ciencia muchos de ellos,
incurables, al ser bañados, sanaban de sus dolencias. Con estos prodigios, el
entusiasmo religioso y la devoción se acrecentaban por momentos; y el pueblo, a
pesar de que la Aparición no había dicho quién era, creía que no podía ser otra
que la Madre de Dios. Bernardita, que ansiaba también saber quién era la
hermosa Señora, al verla el 25 de Marzo, como siempre, rodeada de luz
indescriptible y con una bondad sin igual, se atrevió a decirla:
"Señora,
¿tendréis la bondad de decirme quién sois y cuál es vuestro nombre?".
La
bendita Aparición sonrió sin contestar, Animada por su benevolencia, Bernardita
insistió: "¡oh Señora! ¿Queréis tener la bondad de decirme vuestro
nombre?" Los resplandores de la Aparición aumentaron, como si fuese
creciendo en alegría; pero tampoco respondió. Bernardita, extasiada ante esta
hermosura, redobló sus instancias, pronunciando por tercera vez estas palabras:
"Señora, ¿queréis tener la bondad de decirme cuál es vuestro nombre?"
A pesar de tantas instancias, la Aparición permanecía silenciosa. La niña, como
si una inspiración superior la guiara, por cuarta vez dijo: "¡Oh Señora!
os lo suplico, ¿queréis tener la bondad de decirme quién sois y cómo os
llamáis? A esta última súplica, la Aparición desplegó las manos, suspendió del
brazo derecho el rosario, abrió los brazos y los inclinó al suelo, corno para
indicar las bendiciones que derramaría sobre la tierra. Después elevándolos
hacia el cielo, pronunció con una gratitud indecible: "Yo soy la
Inmaculada Concepción."
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Oh Inmaculada María; toda hermosa, pura y sin mancha desde el primer instante
de vuestra Concepción! Alcanzadme la pureza de alma y cuerpo, y la limpieza de
toda culpa, para que pueda acercarme dignamente al Santísimo Sacramento del
altar. Si el ciervo sediento corre presuroso a las aguas cristalinas para
apagar su sed, sedienta se halla mi alma, por acercarse a ese Sacramento de
bondad y de amor. Obtenedme, Virgen Santa, tal gracia al recibir mañana a
vuestro Santísimo Hijo en la comunión, que jamás llegue a echarlo de mi alma
por el pecado, porque sin Jesús, qué es mi vida, mi dicha y todo mi consuelo,
no puedo vivir, ni tener paz en mi corazón. Para conseguir esto os saludo con
las siguientes Avemarías y deprecaciones.
Se rezan las oraciones finales.
DÍA NOVENO
MEDITACIÓN
Gran consuelo es para nosotros el considerar la solicitud maternal de María
para con los hombres. Nadie puede llegar a comprender en esta vida, todo lo que
María ha hecho y hace para salvarnos. Siendo Ella la Madre de la misericordia,
como la llama la Iglesia, es el medio por donde nos vienen todas las gracias
que Dios quiere dispensarnos.
Con
gran ternura las comunica al justo, para que persevere en el servicio del
Señor; con gran solicitud las procura y se las envía al pecador, para que, aún
en medio de sus extravíos, no se endurezca su corazón, y vuelva en sí, y se
convierta y se salve. Si alguno se pierde, no eche a nadie más que a sí mismo
la culpa de su perdición, porque Dios nos ha descubierto en su Madre en estos
últimos tiempos por medio de Bernardita, todos los tesoros de su gracia y de su
amor. Nosotros que tenemos la dicha de ser el objeto de la solicitud maternal
de María y que nos hemos consagrado a Ella ingresando en su Cofradía,
conduzcámonos como verdaderos hijos y devotos suyos, cumpliendo con las
obligaciones que contrajimos al ser regenerados en las aguas del bautismo; pues
en esto consiste la verdadera y principal devoción a María. Huyamos con sumo
cuidado y diligencia de todo aquello que puede apartarnos del recto camino que
nos conduce al cielo; de las malas lecturas, de los falsos amigos, de las
reuniones peligrosas, pues guardándonos a nosotros mismos, Dios también nos
guardará y nos sostendrá para que no caigamos de su divina gracia.
Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que
desea alcanzar por medio de esta Noveno.
PARTE
HISTÓRICA
Dieciocho veces se había aparecido la Sma. Virgen a Bernardita, siendo la
última en el día que la Iglesia dedica en honor de Nuestra Señora del Carmen.
Multitud de gentes en muchas ocasiones habían presenciado la admirable
transformación, que causara en la niña la Aparición. Una fuente misteriosa
había brotado bajo las manos de la pastorcita, guiada por las indicaciones de
la Señora; muchos enfermos de alma y cuerpo habían recobrado la salud; y a
pesar de todos los librepensadores se obstinaban en negarlo todo sin someterse
a las pruebas, a que los católicos les provocaban. Siempre han sido los mismos
los impíos; ellos que tanto claman por los fueros de la razón, son los que
menos los respetan en cuanto dejan de serles favorables. Mas en, lo que a la
Aparición de la Santísima Virgen de Lourdes se refiere, aún cuando hubiesen
querido perseverar en seguir su sistema sobredicho, de nada les hubiera
servido, pues los sucesos se habían verificado de una manera tan prodigiosa,
que sin remedio tuvieron que verse humillados y confundidos sin recurso de
apelación.
Desde
el fondo de una roca desierta, y anunciada por la voz de una niña, lo
sobrenatural se había abierto camino, derribando todos los obstáculos,
arrastrando a las muchedumbres y conquistando a su paso todos los corazones que
de buena fe buscaban la verdad. El Sr. Obispo de Tarbes, después de la más
escrupulosa depuración de los hechos confirmó la verdad de las apariciones por
un decreto de 18 de Enero de 1862. Desde entonces el mundo entero católico,
ansioso de corresponder a los deseos de la Santísima Virgen, ha acudido a su
llamamiento y todos los años llegan a Lourdes muchos millares de peregrinos de
las cinco partes del mundo. Nosotros en esta Novena hemos procurado también
honrar a la que descendió de los cielos para nuestro bien.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Inmaculada y Santísima Madre de Dios! Altísimas lecciones me habéis dado en
esta Novena; saludables y amorosas invitaciones he recibido; no quiero ser
ingrato ni obstinado. Decididamente me propongo servir a Dios con fidelidad,
amarle con todo el afecto de mi alma, y honraros a Vos como a Madre mía
queridísima. Imprimid estos efectos en mi corazón para que jamás los olvide;
obtenedme la gracia de perseverar constantemente en estos Santos pensamientos
hasta exhalar el último suspiro de mi vida, mereciendo, ahora y siempre vuestra
protección, hasta que tenga la dicha de gozar en el cielo de las infinitas
delicias, que Dios tiene preparadas para los que le aman. Y a fin de que estos
mis propósitos os sean más aceptables, os saludo con las siguientes Avemarías y
deprecaciones
Se rezan las oraciones finales.