Los
Mártires de Uganda prefirieron morir
que
cometer el pecado de la homosexualidad,
proclamaron
su fe y defendieron su castidad.
San Carlos Lwanga y 21 compañeros.
Fiesta el 3 de junio.
Todos ellos de edades comprendidas
entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes
nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, y siendo neófitos o seguidores de
la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca homosexual
murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos.
Estos son algunos de sus nombres:
Carlos Lwanga, Mbaya Tuzinde, Bruno Seronuma, Jacobo Buzabaliao, Kizito,
Ambrosio Kibuka, Mgagga, Gyavira, Achilles Kiwanuka, Adolfo Ludigo Mkasa, Mukasa
Kiriwanvu, Anatolius Kiriggwajjo y Lucas Banabakintu.
Fueron decapitados o desmembrados,
torturados y quemados vivos por la tiranía política del rey homosexual, por
rechazar el acoso sexual. Además, se le reprochaba a este rey vender a su
pueblo para el comercio de esclavos.
El Rey Muanga, adquirió el vicio de la
homosexualidad Influenciado por algunas de sus amistades árabes, el nuevo rey
empezó a practicar la homosexualidad. Y cuando el jefe del personal de
mensajeros del palacio José Makasa, se convirtió al catolicismo le hizo saber
al jefe que la Biblia condena y prohíbe totalmente la homosexualidad y que la
llama una “aberración”, o sea algo abominable, que va contra la Ley Divina y
que estotalmente impropio de la persona humana. Y que el Libro Sagrado dice que
“la homosexualidad es un pecado merecedor de la muerte” (Levítico 18) y “algo
que va contra la naturaleza (Rom. 1,26) y que los que lo cometen no poseerán el
Reino de Dios (1 Cor. 6,10). Esto indignó tanto al reyezuelo, que ordenó
asesinar a José Makasa el 15 de noviembre de 1885, y así este llegó a ser el
primero de los 26 mártires de Uganda. Otra de las causas del asesinato de
José fue haber reprendido al rey por el asesinato de dos misioneros.
Sus últimas palabras fueron: “un
cristiano que da su vida por Dios no tiene miedo de morir”.
Esta persecución contra jóvenes
cristianos, duró dos años y acabó con el martirio de cuarenta y cinco de
ellos.
Muchos de ellos fueron castrados.
Uganda recuerda el 3 de junio como el
día de más martirios. La lista de cuarenta y cinco asesinados
entre católicos y protestantes incluye sólo aquellos que podían ser
formalmente contabilizados, muchos más fueron asesinados, pero no fueron denunciados
y no se les hizo un expediente de registro.
Uno de los pajes, Mukasa Kiriwanu no
había sido aún bautizado pero se unió a sus compañeros cuando se les preguntó
si eran cristianos. Recibió aquel día el bautismo de sangre. Murieron
proclamando el nombre de Jesús y diciendo “Pueden quemar nuestros cuerpos pero
no pueden dañar nuestras almas”.
Oración a San Carlos Lwanga y
compañeros:
Mártires de Unganda, rueguen para que nosotros, inspirado por vuestra fe, seamos capaces de mantenernos fieles en medio de cualquier prueba y de entregar nuestras propias vidas. Ayuden a aquellos que viven hoy bajo persecución. Amén.
Santos mártires de Uganda:
Os encomendamos a los jóvenes de nuestro tiempo para que sepan defender valientemente su pureza contra todos los corruptores, y para que nunca jamás se dejen robar por nadie su fe católica.
San Carlos Lwanga, catequista
líder, que se convirtió del paganismo al catolicismo, un joven atleta africano,
tenía 21 años, que defendió el don de la castidad en contra del rey
Mwanga que seducía a los jóvenes de 13 años a 30 años, para
cometer actos homosexuales. Carlos Lwanga bautizo a muchos jóvenes dentro de la
fe, y todos prefirieron morir que cometer el pecado de inmoralidad sexual,
además se les quería forzar a cometer apostasía (negar su fe), su memorial es
el 3 de junio.
En mayo de 1886 el rey
le preguntó a un joven porque el evitaba tener relaciones sexuales y el
respondió porque estaba recibiendo instrucción religiosa de Dionisio Sebuggwawo
que el sexo homosexual era errado.
En el lugar de
Munyonyo, en Uganda, san Dionisio Ssebuggwawo, mártir, el cual, a los dieciséis
años de edad, al reconocer ante el rey Mwanga que había enseñado los rudimentos
de la fe cristiana a dos personas de su corte, fue traspasado con una lanza por
el mismo rey, el 25 de mayo de 1886.
“Moriremos juntos por Jesús…”.
26 de mayo de 1886. El rey ordena a Carlos reunir a todos los pajes en el patio del palacio. Un centenar de verdugos lo llenan. Apenas Carlos se presenta con los suyos, un huracán de alaridos se desencadena. El rey grita: “Los que no van a rezar más, pónganse a mi lado. Los que persistan en hacerlo, que se pongan junto a la empalizada”. Luanga se levanta decidido y se separa del grupo. Kizito se precipita hacia él. Cogidos de la mano como habían convenido, se dirigen a la empalizada.
“¡Hermanos!, les dice Carlos. ¿Dudáis
entre Dios y Satanás, entre el Cielo y el Infierno? Venid a mi lado. Moriremos
juntos por Jesús, y juntos nos reuniremos con Él en nuestra patria”. La voz del
líder triunfa de los indecisos, y al ver que Kizito, erguido, con la mirada
sonriente, les abría sus brazos, corren junto a él confesando la misma fe.
“¡Matadlos!”, grita el rey. Sus satélites les atan pies y manos. El jefe de
ellos reconoce a su propio hijo. Le coacciona para que reniegue de la fe.
Mbaga, de diecisiete años, huye de su padre. Se refugia entre sus compañeros y
grita: “Marchemos en seguida. ¿Qué hacemos todavía aquí?”.
La sociedad de los Misioneros de África,
conocida como los Padres Blancos, formaron parte de la evangelización de África
en el siglo XIX. Después de seis años en Uganda ya tenían una comunidad de
conversos cuya fe sería un testimonio para toda la Iglesia. Los primeros
conversos se dieron a la misión de instruir y guiar a los más nuevos y la
comunidad creció rápidamente. La vida ejemplar de los cristianos inicialmente
ganó el favor del rey Mtesa pero más tarde este comprendió que los cristianos
no favorecían su negocio de venta de esclavos.
Mwanga sucedió a su padre en el trono.
Al principio la situación de los cristianos mejoró y varios tuvieron posiciones
importantes en su corte. Pero el rey, influenciado por el islam, cayó en la
tendencia homosexual. La situación de los cristianos, por no ceder a sus
demandas, se hizo muy difícil.
El lider de la comunidad católica, que
para entonces tenía unos 200 miembros, era un joven de 25 años llamado
José Mkasa (Mukasa) que ejercía como principal mayordomo de la corte de Mwanga.
Cuando Mwanga asesinó a un misionero
protestante y a sus compañeros, José Mkasa confrontó al rey por su crimen. El
rey Mwanga había sido amigo de José por mucho tiempo, pero cuando este exhortó
a Mwanga a renunciar al mal, la reacción fue violenta. El rey mandó a que
mataran a José. Cuando los verdugos trataron de amarrar las manos de José, él
les dijo: “Un cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir”.
Perdonó a Mwanga con todo su corazón e hizo una petición final por su
arrepentimiento antes de que le cortaran la cabeza y lo quemaran el 15 de noviembre
de 1885.
Carlos Lwanga, el favorito del rey,
remplazó a José en la instrucción y liderato de la comunidad cristiana en la
corte. También el hizo lo posible por evangelizar y proteger a los varones de
los deseos lujuriosos del rey. Las oraciones de José lograron que la
persecución del rey amainara por seis meses. Pero en mayo del 1886 el rey llamó
a uno de sus pajes llamado Mwafu y le preguntó porque estaba distante del rey.
Cuando el paje respondió que había estado recibiendo instrucción religiosa de
Daniel Sebuggwawo, el rey se montó en ira. Llamó a Daniel y lo mató el mismo
atravesándole el cuello con una lanza.
Entonces ordenó que el complejo real
sea sellado para que nadie pueda escapar y llamó a sus verdugos. Comprendiendo
lo que venía, Carlos Lwanga bautizó a cuatro catecúmenos esa noche, incluyendo
a un joven de 13 años llamado Kizito. En la mañana, Mwanga reunió a toda su
corte y separó a los cristianos del resto diciendo: “Aquellos que no rezan
párense junto a mí, los que rezan párense allá”. Él preguntó a los 15 niños y
jóvenes, todos menores de 25 años, si eran cristianos y tenían la intención de
seguir siendo cristianos. Ellos respondieron, “Sí”, con fuerza y valentía.
Mwanga los condenó a muerte.
El rey mandó que al grupo lo llevasen
a matar a Namugongo, lo cual representa una caminata de 37 millas. Uno de los
jóvenes llamado Mabaga era hijo del jefe de los verdugos. Este le rogó que
escapara y se escondiera pero Mbaga no quiso. Los prisioneros atados pasaron la
casa de los Padres Blancos en su camino. El Padre Lourdel más tarde relató
sobre el jóven Kizito de 13 años.
Santos Mártires de Uganda
rueguen por nuestros jóvenes para que, en esta hora de gran perversidad y
tiniebla, donde por todos lados quieren imponerle las ideologías de género,
nuestros jóvenes también sigan su valiente ejemplo y prefieran morir antes que
contaminarse con el vicio de la homosexualidad.
Preces:
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado,
Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de
los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de
los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, concédenos,
Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de
los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos, concédenos,
Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de
los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero, concédenos,
Señor, vencer las obras del mundo y de la carne. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario