Relato del nacimiento del niño Jesús según la visión de la Beata Ana Catalina Emmerich (Alemania , 1820)
VISIÓN DE LA NATIVIDAD
"He visto que la luz que envolvía a la Virgen se hacía
cada vez más deslumbrante, de modo que la luz de las lámparas encendidas
por José no eran ya visibles. María, con su amplio vestido desceñido,
estaba arrodillada con la cara vuelta hacia Oriente. Llegada la
medianoche la vi arrebatada en éxtasis, suspendida en el pecho. El
resplandor en torno a ella crecía por momentos. Toda la naturaleza
parecía sentir una emoción de júbilo, hasta los seres inanimados. La
roca de que estaban formados el suelo y el atrio parecía palpitar bajo
la luz intensa que los envolvía. Luego ya no vi más la bóveda. Una
estela luminosa, que aumentaba sin cesar en claridad, iba desde María
hasta lo más alto de los cielos. Allá arriba había un movimiento
maravilloso de glorias celestiales, que se acercaban a la Tierra, y
aparecieron con claridad seis coros de ángeles celestiales. La Virgen
Santísima, levantada de la tierra en medio del éxtasis, oraba y bajaba
las miradas sobre su Dios, de quien se había convertido en Madre. El
Verbo eterno, débil Niño, estaba acostado en el suelo delante de María".
"Vi a Nuestro Señor bajo la forma de un pequeño Niño
todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado
sobre una alfombrita ante las rodillas de María. Me parecía muy
pequeñito y que iba creciendo ante mis ojos; pero todo esto era la
irradiación de una luz tan potente y deslumbradora que no puedo explicar
cómo pude mirarla. La Virgen permaneció algún tiempo en éxtasis; luego
cubrió al Niño con un paño, sin tocarlo y sin tomarlo aún en sus brazos.
Poco tiempo después vi al Niño que se movía y le oí llorar. En ese
momento fue cuando María pareció volver en sí misma y, tomando al Niño,
lo envolvió en el paño con que lo había cubierto y lo tuvo en sus
brazos, estrechándole contra su pecho. Se sentó, ocultándose toda ella
con el Niño bajo su amplio velo, y creo que le dio el pecho. Vi entonces
que los ángeles, en forma humana, se hincaban delante del Niño recién
nacido para adorarlo. "
"Cuando había transcurrido una hora desde el nacimiento
del Niño Jesús, María llamó a José, que estaba aún orando con el rostro
pegado a la tierra. Se acercó, lleno de júbilo, de humildad y de fervor.
Sólo cuando María le pidió que apretase contra su corazón el Don
Sagrado del Altísimo, se levantó José, recibió al Niño entre sus brazos,
y derramando lágrimas de pura alegría, dio gracias a Dios por el Don
recibido del Cielo. "
"María fajó al Niño: tenía sólo cuatro pañales. Más
tarde vi a María y a José sentados en el suelo, uno junto al otro: no
hablaban, parecían absortos en muda contemplación. Ante María, fajado
como un niño común, estaba recostado Jesús recién nacido, bello y
brillante como un relámpago. "iAh, decía yo, este lugar encierra la
salvación del mundo entero y nadie lo sospecha !".
"He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos,
una insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He
visto los corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por
un ansia, plena de alegría, y en cambio, los corazones de los perversos
llenos de temores. Hasta en los animales he visto manifestarse alegría
en sus movimientos y brincos. Las flores levantaban sus corolas, las
plantas y los árboles tomaban nuevo vigor y verdor y esparcían sus
fragancias y perfumes. He visto brotar fuentes de agua de la tierra. En
el momento mismo del nacimiento de Jesús brotó una fuente abundante en
la gruta de la colina del Norte. "
"A legua y media más o menos de la gruta de Belén, en el
valle de los pastores, había una colina. En las faldas de la colina
estaban las chozas de tres pastores. Al nacimiento de Jesucristo vi a
estos tres pastores muy impresionados ante el aspecto de aquella noche
tan maravillosa; por eso se quedaron alrededor de sus cabañas mirando a
todos lados. "
"Entonces vieron maravillados la luz extraordinaria
sobre la gruta del pesebre. Mientras los tres pastores estaban mirando
hacia aquel lado del cielo, he visto descender sobre ellos una nube
luminosa, dentro de la cual noté un movimiento a medida que se acercaba.
Primero vi que se dibujaban formas vagas, luego rostros, y finalmente
oí cantos muy armoniosos, muy alegres, cada vez más claros. Como al
principio se asustaron los pastores, apareció un ángel entre ellos, que
les dijo: "No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría para todo
el pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es Cristo, el Señor. Por señal os doy ésta: encontraréis
al Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre". Mientras el ángel
decía estas palabras, el resplandor se hacía cada vez más intenso a su
alrededor. Vi a cinco o siete grandes figuras de ángeles muy bellos y
luminosos. Oí que alababan a Dios cantando:
"Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los
hombres de buena voluntad". Más tarde tuvieron la misma aparición los
pastores que estaban junto a la torre. Unos ángeles también aparecieron a
otro grupo de pastores cerca de una fuente, al Este de la torre, a unas
tres leguas de Belén. Los he visto consultándose unos a otros acerca de
lo que llevarían al recién nacido y preparando los regalos con toda
premura. Llegaron a la gruta del pesebre al rayar el alba."
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