Cuando hablamos de San José, hay un silencio que envuelve a su persona;
silencio que vivió toda su vida. Su misión fue, después de la Santísima Virgen María,
la mas importante que Dios le haya encomendado a criatura alguna, y al mismo tiempo la mas
escondida: salvaguardar "los tesoros de Dios" --Jesús y María--y proteger con
su silencio, presencia y santidad el misterio de la Encarnación y el misterio de la
Santísima Virgen María.
En la primera venida del Hijo de Dios al mundo, las vidas de María y José fueron
radicalmente escondidas; ahora --en estos momentos tan difíciles de la historia-- han
salido a relucir para dar a los hombres testimonio del amor de Dios por la humanidad, y de
lo que hace en los corazones de aquellos que son fieles a Su voluntad. Y así vemos como
se ha despertado en estos tiempos, un nuevo interés en la persona de San José, en su
santidad, en su misión y en su intercesión.
Los papas y San José: el Papa León XIII escribe "Quamquam Pluries"
reafirmando su patrocinio sobre toda la Iglesia. El Papa Pío XII instaura la fiesta de
San José, Obrero, el día 1 de mayo. Papa Juan Pablo II escribe"Redemptoris
Custos"; habla de la misión de San José especialmente en estos tiempos donde la
Iglesia enfrenta grandes peligros. De manera particular, Dios quiere hacer relucir la persona y misión de San José en su
relación con los Sagrados Corazones de Jesús y María. La primera indicación de ello
fue dada en las apariciones de la Virgen de Fátima, en Portugal. En la última aparición
de la Virgen, el 13 de octubre, San José aparece junto con el Niño Jesús y bendice al
mundo. Sor Lucía, la principal vidente, relata lo sucedido:
"Mi intención [en gritar a la gente que miraran hacía arriba,]no era llamarles
la atención hacia el sol, porque yo no estaba consciente de su presencia. Fui movida a
hacerlo bajo la dirección de un impulso interior. Después que Nuestra Señora había
desaparecido en la inmensidad del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús
y a nuestra Señora envuelta en un manto azul, al lado del sol. San José y el
Niño Jesús aparecieron para bendecir al mundo, porque ellos trazaron la Señal de la
Cruz con sus manos. Cuando un poco mas tarde, esta aparición desapareció, vi a
nuestro Señor y a la Virgen; me parecía que era Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro
Señor apareció para bendecir al mundo en la misma manera que lo hizo San José. Esta
aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez mas, esta vez como Nuestra
Señora del Carmen."
Ese día en Fátima se hicieron presente los Dos Corazones y San José. Dios nos revela
los Corazones de Jesús y María pues ellos son la esperanza de la humanidad. Es el amor y
la misericordia de estos Dos Corazones la que salvara al mundo del pecado y de la muerte.
Pero el misterio de la presencia de San José revela que, unido al amor de los Dos
Corazones, Dios espera y busca el amor y la respuesta del hombre para con su hermano. El
hombre, con su amor, intercesión y reparación, sumergidos en el amor de Jesús y María,
también debe alcanzar gracias de conversión para la humanidad. Dios salvará la
humanidad por medio del amor: el amor de Jesús y María y de todos aquellos que,
como San José, se unan y vivan dentro de este amor.
I. La Unión del Corazón de San José con los Dos Corazones
Así, como por designio de Dios, el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está
unido "indisolublemente al Corazón de Cristo", de manera que estos Dos
Corazones permanecieran unidos para siempre y por ellos nos llegara la salvación, así
mismo, por designio de Dios, el corazón que mas de cerca vive en alianza con
éstos Dos Corazones es el corazón de San José.
Cuando contemplamos el corazón de San José, contemplamos un corazón puro, que dirige
todos sus afectos y acciones hacia aquellos que le fueron encomendados, cuya grandeza él
supo leer y entender. Todos los movimientos del corazón de San José tenían un solo
objetivo: el amor de los Dos Corazones. Por ellos trabajó; por ellos obedeció; por ellos
sufrió; a ellos los defendió y protegió sin interrupción. Su vida era para amar,
consolar, proteger y cuidar a los Dos Corazones. Hay que recordar que San José no era
Dios hecho hombre, ni tampoco fue concebido inmaculado; el nació con el pecado original
igual que todos nosotros. Pero su corazón se hizo uno con el Corazón de María y a
través de ella, con el Sagrado Corazón de Jesús. Veamos como se da en San José esta
misteriosa unidad.
El Corazón de San José unido al Corazón de María, su Esposa
El corazón de San José vivió en plena comunión con el Inmaculado Corazón de
María. Ella fue para el, igual que lo es para todos nosotros, el camino que lo condujo al
misterio del Dios hecho Hombre. En el sueño del ángel, oyó éstas palabras: "No
temas tomar contigo a María tu mujer porque lo nacido de ella es del
Espíritu Santo." (Mt 1: 20) Con esto, es introducido no solamente en el misterio de
la Encarnación, sino también en el misterio del corazón excepcional de la Virgen
Santísima, escogida para ser Madre de Dios. San José se dio cuenta que el Mesías y
Salvador, tan esperado por su pueblo, había de llegar al mundo a través del seno
maternal de María, la mujer a quien Dios le había dado por esposa.
¿Cuál fue la respuesta de San José? "Despertado José del sueño, hizo como el
Ángel del Señor le había mandado, y tomo consigo a su mujer" (Mt 1:24). En otras
palabras, San José se consagrá a María, a su persona, a su corazón, y
a su misión. Accedió a la voluntad de Dios quien designó que el, y todo el genero
humano, había de recibir al Redentor por manos de María. Mucho mas que todas las
generaciones que llamarán bendita a la Virgen por las maravillas que Dios ha hecho en
ella (cf. Lc 1:48-49), San José las supo ver, ponderar, y amar, levantandose así en su
corazón, un profundo deseo de protegerla.
San José vivó en perfección la consagración al Inmaculado Corazón de María. Es
él, el perfecto devoto de la Virgen, y nosotros debemos aprender de él. El es el primer
ejemplo del mensaje que San Juan Eudes escuchó del Corazón Eucarístico de Jesús:
"Te he dado este admirable Corazón de Mi Madre, que es Uno con el Mío, para ser Tu
verdadero Corazón también...para que puedas adorar, servir y amar a Dios con un corazón
digno de su Infinita Grandeza".
Debemos pedirle que nos enseñe como amar con todo nuestro corazón a la Santísima
Virgen, a quien amó con todas las fuerzas de su corazón y de quien recibió, con
profundo agradecimiento, el Sagrado Corazón de Jesús, el Salvador.
El Corazón de San José unido al Corazón de Jesús
Después del de la Virgen, el corazón de San José es el que mas cerca estuvo del
Corazón del Redentor. San José amaba con verdadero amor paternal a Cristo. Su corazón
estaba unido de tal forma al de Jesús, que mucho antes que San Juan se recostara sobre el
pecho del Señor, ya San José conocía plenamente los latidos del Corazón de Cristo y
aún mas, Cristo conocía perfectamente los latidos del corazón de su padre virginal,
puesto que toda su niñez la pasó recostado del pecho de su padre, San José.
En esta comunión de "corazón a Corazón", ¿qué secretos insondables
habrá descubierto San José en el Corazón de su Hijo? El Ángel le había revelado en
sueño que el Hijo de María era quien "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt
1:21). Entendió que el Corazón del Emmanuel era un corazón humilde, misericordioso y
redentor. Era el Corazón de Dios, formado por el Espíritu Santo, que vino a salvar a su
pueblo. No para una salvación meramente temporal, sino mucho mas profunda; era la
salvación del mal que había entrado en el corazón humano: el egoísmo, el desamor, la
división, la injusticia.... el pecado.
Estos secretos insondables fueron conocidos plenamente por San José, por la intimidad
de contemplación de los corazones de Jesús y María. Lo encontramos al lado de la
Santísima Virgen en los misterios gozosos del Santo Rosario. Al convivir y contemplar lo
que se desarrollaba en la vida de Jesús y en la vida de su esposa, su corazón crecía en
admiración y amor a Dios y en ardientes deseos de participar plenamente en su obra.
II. San José y el Triunfo de los Dos Corazones
La presencia de San José en dos de las apariciones de la Santísima Virgen aprobadas
por la Iglesia --Knock y Fátima-- muestran el deseo de Dios de que se reconozca a San
José. En la aparición de Fátima vemos como Dios no dejó duda alguna de la importancia
de San José en su plan para la conversión del mundo a través del Inmaculado Corazón de
María. Fue la misma Virgen María la que anunció, en su aparición del día 13 de
septiembre, de que en octubre no solo haría un milagro para que todo el mundo creyera,
sino que San José vendría con el Niño Jesús a bendecir al mundo. La Virgen le dijo:
"Continúen rezando el rosario para obtener el fin de la guerra. En
octubre, Nuestro Señor vendrá, así como nuestra Señora de los Dolores y Nuestra
Señora del Carmen. San José aparecerá con el Niño Jesús y bendecirá al mundo."
¿Por qué Dios hizo de la presencia de San José en Fátima, un elemento visible en el
misterio del triunfo que se avecina? Porque San José es el modelo para toda la humanidad
de unión con los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Y ademas, lo que fue su
misión en la tierra, continúa siendolo en el cielo: él fue y es el protector de los Dos
Corazones. Él protegió el Corazón Inmaculado de María y el Sagrado Corazón de Jesús,
que latía en el seno de la Virgen. Los protegió celosamente y por eso ellos triunfaron
en su corazón. ¿Cómo no va a ser ahora quien los proteja, asegurando su triunfo
en los corazones de todos los hombres?
San José, dado como protector de los Dos Corazones en el principio, es ahora
encomendado por Dios como protector de toda la familia humana. De forma particular, San
José es protector de todos aquellos que aman a los Dos Corazones, que se han unido a
ellos y que promueven su pronto Reinado en la humanidad.
Es San José el que enseña de forma mas plena a los apóstoles de los Dos Corazones, a
tener plena unidad interior con el corazón de Jesús y el de María, porque fue
precisamente él, el tercer corazón, que se unió a ellos en amor, en servicio y en
fidelidad.
Son los apóstoles de los Dos Corazones los que de una manera nueva deben acogerse a la
protección de San José y pedirle a él que les enseñe a amar, a servir, a sacrificarse
y a permanecer unidos a éstos Dos Corazones como él lo hizo toda su vida.
¡San José, Custodio de los Dos Corazones.... Ruega por nosotros!
Por Hna. María José Socías, sctjm
Por Hna. María José Socías, sctjm
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