Visto en Catolicidad.
Nada que ver con los
errores de pentecostales y carismáticos.
Ante
todo, ¿quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente
levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que
es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre;
Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y
peculiares.
Hacia
Él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia Él
tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para
ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y
natural.
Él
es fuente de santidad, luz para la inteligencia; Él da a todo ser racional como
una luz para entender la verdad.
Aunque
inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo
llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no
ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su
energía según la proporción de la fe.
Simple
en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en
todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen de Él, pero él
permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien
disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la
tierra entera y el mar.
Así
el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo
Él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa;
todo disfrutan de Él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la
criatura, pero no en la proporción con que Él podría darse.
Por
él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles,
por Él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es Él quien
ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los
vuelve espirituales.
Como
los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un
rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las
almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y
transmiten la gracia a los demás.
De
esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la
penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de
los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene
aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de
aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede
desear: que el hombre llegue a ser como Dios (N. de la R.: al participar de la
vida divina comunicada por medio de la gracia santificante)."
NOTA: Pocos textos podemos encontrar que hablen tan bien y tan completo de lo que hace el Espíritu Santo en el creyente que se deja guiar por Él. Lee varias veces, despacio, muy despacio, el texto de san Basilio que te hará mucho bien.
Del libro de san Basilio
Magno, obispo, sobre el Espíritu Santo, Cap 9, núms 22-23.
* El Espíritu Santo solo actúa a través de la Iglesia Católica y nunca anunciará novedades desconocidas y/o contrarias a la enseñanza de siempre.
-El único y verdadero Espíritu bajó sobre la Iglesia Católica, y solo y únicamente sobre Ella, el día de Pentecostés, con la efusión de sus gracias y dones.
-A través de la Iglesia Católica, y solo a través de Ella, busca la glorificación y exaltación de N. S. Jesucristo: "Él me glorificará, porque recibirá de lo mío, y os lo dará a conocer" (Jn 16:14).
-A través de la Iglesia Católica, y únicamente por su medio, se limita a inculcar las verdades enseñadas por Cristo, sin salirse nunca de ellas, sin anunciar novedades desconocidas en las edades anteriores.
-No se vale de sectas ni falsas religiones creadas por el hombre como medios de salvación.
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