"El gran peligro
del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo
que se cree" (San Antonio).
"Era poderoso en
obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra pero su alma
vivía en el cielo" (biógrafo de su tiempo).
San Antonio
de Padua
Festividad
el13 de junio
Fraile
franciscano, Doctor de la Iglesia (1195-1231).
Etim:
Antonio: "Defensor de la Verdad".
Patrón
de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le
invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen esposo/a. Es
verdaderamente extraordinaria su intercesión.
Adaptado de la Vida de los Santos de
Butler
BIOGRAFÍA
San
Antonio nació en Portugal, pero adquirió el apellido por el que lo conoce el
mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía se veneran
sus reliquias.
León
XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y
devoción se encuentran por todas partes.
Llamado
"Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas
del año.
Vino
al mundo en el año 1195 y se llamó Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo,
nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores,
por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones titulares de la
capilla en que recibió el hábito franciscano. Sus padres, jóvenes miembros
de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la Catedral de Lisboa se
encargaran de impartir los primeros conocimientos al niño, pero cuando éste
llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado de los canónigos
regulares de San Agustín, que tenían su casa cerca de la ciudad. Dos años
después, obtuvo permiso para ser trasladado al priorato de Coimbra, por
entonces capital de Portugal, a fin de evitar las distracciones que le causaban
las constantes visitas de sus amistades.
No
le faltaron las pruebas. En la juventud fue atacado duramente por las pasiones
sensuales. Pero no se dejó vencer y con la ayuda de Dios las dominó. Él se
fortalecía visitando al Stmo. Sacramento. Además desde niño se había
consagrado a la Stma. Virgen y a Ella encomendaba su pureza.
Una
vez en Coimbra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias a su
extraordinaria memoria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los más
amplios conocimientos sobre la Biblia. En el año de 1220, el rey Don Pedro
de Portugal regresó de una expedición a Marruecos y trajo consigo las reliquias
de los santos frailes franciscanos que, poco tiempo antes habían obtenido allá
un glorioso martirio. Fernando que por entonces había pasado ocho años en
Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y
nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la vida por Cristo.
Poco
después, algunos frailes franciscanos llegaron a hospedarse en el convento de
la Santa Cruz, donde estaba Fernando; éste les abrió su corazón y fue tan
empeñosa su insistencia, que a principio de 1221, se le admitió en la
orden. Casi inmediatamente después, se le autorizó para embarcar hacia
Marruecos a fin de predicar el Evangelio a los moros. Pero no bien llegó a
aquellas tierras donde pensaba conquistar la gloria, cuando fue atacado por una
grave enfermedad (hidropesía), que le dejó postrado e incapacitado durante
varios meses y, a fin de cuentas, fue necesario devolverlo a Europa. La
nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a parar
en Messina, la capital de Sicilia. Con grandes penalidades, viajó
desde la isla a la ciudad de Asís donde, según le habían informado sus hermanos
en Sicilia, iba a llevarse a cabo un capítulo general. Aquella fue la gran
asamblea de 1221, el último de los capítulos que admitió la participación de
todos los miembros de la orden; estuvo presidido por el hermano Elías como
vicario general y san Francisco, sentado a sus pies, estaba presente. Indudablemente
aquella reunión impresionó hondamente al joven fraile portugués. Tras la
clausura, los hermanos regresaron a los puestos que se les habían señalado, y
Antonio fue a hacerse cargo de la solitaria ermita de San Paolo, cerca de
Forli. Hasta ahora se discute el punto de si, por aquel entonces,
Antonio era o no sacerdote; pero lo cierto es que nadie ha puesto en tela de
juicio los extraordinarios dones intelectuales y espirituales del joven y
enfermizo fraile que nunca hablaba de sí mismo. Cuando no se le veía
entregado a la oración en la capilla o en la cueva donde vivía, estaba al
servicio de los otros frailes, ocupado sobre todo en la limpieza de los platos
y cacharros, después del almuerzo comunal.
Mas
no estaban destinadas a permanecer ocultas las claras luces de su
intelecto. Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los
candidatos franciscanos y dominicos se reunieron en el convento de los Frailes
Menores de aquella ciudad. Seguramente a causa de algún malentendido,
ninguno de los dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la
acostumbrada alocución durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos
se sentía capaz de llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que
fuese a hablar y que dijese lo que el Espíritu Santo le inspirara. El
joven obedeció sin chistar y, desde que abrió la boca hasta que terminó su
improvisado discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados,
embargados por la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor
y la sabiduría de que hizo gala el orador. En cuanto el ministro
provincial tuvo noticias sobre los talentos desplegados por el joven fraile
portugués, lo mandó llamar a su solitaria ermita y lo envió a predicar a varias
partes de la Romagna, una región que, por entonces, abarcaba toda la
Lombardía. En un momento, Antonio pasó de la oscuridad a la luz de
la fama y obtuvo, sobre todo, resonantes éxitos en la conversión de los
herejes, que abundaban en el norte de Italia, y que, en muchos casos, eran
hombres de cierta posición y educación, a los que se podía llegar con
argumentos razonables y ejemplos tomados de las Sagradas Escrituras.
En
una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus
sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan
la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la
tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y
miles de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel
milagro se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que
ceder.
A
pesar de estar muy enfermo de hidropesía, San Antonio predicaba los 40 días de
cuaresma. La gente presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos del hábito,
hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo
después de los sermones.
Además
de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus
hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden
Franciscana cumplía con aquella función. En una carta que, por lo
general, se considera como perteneciente a San Francisco, se confirma este
nombramiento con las siguientes palabras: "Al muy amado hermano
Antonio, el hermano Francisco le saluda en Jesucristo. Me complace en
extremo que seas tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que
esos estudios no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de
acuerdo con nuestra regla". Sin embargo, se advirtió cada vez con mayor
claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en el
púlpito. Por cierto que poseía todas las cualidades del
predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de persuasión, un ardiente
celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien timbrada que llegaba muy
lejos. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de
obrar milagros y, a pesar de que era de corta estatura y con cierta inclinación
a la corpulencia, poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi
magnética. A veces, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de
rodillas a sus pies; parecía que de su persona irradiaba la santidad. A donde
quiera que iba, las gentes le seguían en tropel para escucharle, y con eso
había para que los criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes,
pidiesen confesión. Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para
asistir a sus sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes
del alba o permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar
cerca del púlpito. Con frecuencia, las iglesias eran insuficientes para
contener a los enormes auditorios y, para que nadie dejara de oírle, a menudo
predicaba en las plazas públicas y en los mercados. Poco después de la
muerte de San Francisco, el hermano Antonio fue llamado, probablemente con la
intención de nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna. En
relación con la actitud que asumió el santo en las disensiones que surgieron en
el seno de la orden, los historiadores modernos no dan crédito a la leyenda de
que fue Antonio quien encabezó el movimiento de oposición al hermano Elías y a
cualquier desviación de la regla original; esos historiadores señalan que el
propio puesto de lector en teología, creado para él, era ya una innovación. Más
bien parece que, en aquella ocasión, el santo actuó como un enviado del
capítulo general de 1226 ante el Papa, Gregorio IX, para exponerle las
cuestiones que hubiesen surgido, a fin de que el Pontífice manifestara su
decisión. En aquella oportunidad, Antonio obtuvo del Papa la autorización
para dejar su puesto de lector y dedicarse exclusivamente a la predicación. El
Pontífice tenía una elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien cierta
vez llamó "el Arca de los Testamentos", por los extraordinarios
conocimientos que tenía de las Sagradas Escrituras.
Desde
aquel momento, el lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una ciudad
donde anteriormente había trabajado, donde todos le amaban y veneraban y donde,
en mayor grado que en cualquier otra parte, tuvo el privilegio de ver los
abundantísimos frutos de su ministerio. Porque no solamente escuchaban
sus sermones multitudes enormes, sino que éstos obtuvieron una muy amplia y
general reforma de conducta. Las ancestrales disputas familiares se
arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron en libertad y muchos de
los que habían obtenido ganancias ilícitas las restituyeron, a veces en
público, dejando títulos y dineros a los pies de San Antonio, para que éste los
devolviera a sus legítimos dueños. Para beneficio de los pobres, denunció
y combatió el muy ampliamente practicado vicio de la usura y luchó para que las
autoridades aprobasen la ley que eximía de la pena de prisión a los deudores
que se manifestasen dispuestos a desprenderse de sus posesiones para pagar a
sus acreedores. Se dice que también se enfrentó abiertamente con el
violento duque Eccelino para exigirle que dejase en libertad a ciertos
ciudadanos de Verona que el duque había encarcelado. A pesar de que no
consiguió realizar sus propósitos en favor de los presos, su actitud nos
demuestra el respeto y la veneración de que gozaba, ya que se afirma que el
duque le escuchó con paciencia y se le permitió partir, sin que nadie le
molestara.
Después
de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, la salud de San
Antonio comenzó a ceder y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los
bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días
estaban contados y entonces pidió que le llevasen a Padua. No llegó vivo
más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la
habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió
los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Stma. Virgen y sonriendo
dijo: "Veo venir a Nuestro Señor" y murió. Era el 13
de junio de 1231. La gente recorría las calles
diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo! Al morir tenía
tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se
produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le
tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el
tesoro más preciado.
San
Antonio fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte;
en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor
optime" en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la
fecha del año 1946, cuando el Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor
de la Iglesia".
Se
le llama el "Milagroso san Antonio" por ser interminable la lista de
favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el
momento de su muerte. Uno de los milagros más famosos de su vida es el de
la mula: Quiso uno retarle a san Antonio a que probase con un milagro que
Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin
comer, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de
pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La
mula dejó el pasto y se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.
ICONOGRAFÍA
Por
regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a san Antonio con el
Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y
que ocurrió cuando san Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En
un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba,
arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus
brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece san
Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a
las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio
en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló
ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud de la mula fue
el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese en la presencia
real.
San
Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se dan
para obtener su intercesión, se llama "pan de san Antonio"; esta
tradición comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación
satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los
objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un
suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV
Generalium" (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó
un valioso salterio que utilizaba san Antonio; el santo oró para que fuese recuperado
su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible
y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.
En
Padua hay una magnífica basílica donde se veneran sus restos
mortales.
BIBLIOGRAFÍA
Butler, Vida
de los Santos.
Salesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos.
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día.
Salesman, P. Eliécer, Vidas de los Santos.
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día.
NOVENA
BREVE A SAN ANTONIO
Es
famoso por sus milagros
San
Antonio obtenme de la Misericordia de Dios esta gracia que deseo
(mencione el favor que pide).
Como tú eres tan bondadoso con los pobres pecadores, no mires mi falta de virtud antes bien considera la Gloria de Dios que será una vez más ensalzada por ti al concederme la petición que yo ahora encarecidamente hago.
Glorioso
San Antonio de los milagros, padre de los pobres y consuelo de los afligidos,
te pido ayuda.
Has venido a mi auxilio con tan amable solicitud y me has aliviado tan generosamente que me siento agradecido de corazón.
Acepta
esta ofrenda de mi devoción y amor.
Renuevo
la seria promesa de vivir siempre amando a Dios y al prójimo.
Continúa defendiéndome benignamente con tu protección y obtenme la gracia de poder un día entrar el Reino de los Cielos, donde cantaré enteramente las misericordias del Señor. Amén.
ORACIÓN
DE LIBERACIÓN DE SAN ANTONIO DE PADUA
Haciendo
la señal de la cruz dirás con mucho fervor:
He
aquí la Cruz del Señor,+
Huid,
potestades enemigas:+
El
león Judà, descendiente de David,+
Ha
vencido. Aleluya.
Este
exorcismo usado frecuentemente por San Antonio es muy eficaz contra las
tentaciones del demonio, como lo prueban muchísimos ejemplos. Constituyen esas
palabras el breve o carta de San Antonio que él mismo escribió y entregó a una
devota suya para librarla de una fuerte y tenaz tentación.
ORACIÓN
A ti, Antonio, dechado de amor a Dios y a los hombres que tuviste la dicha de estrechar entre tus brazos al Niño-Dios, a ti lleno de confianza, recurro en la presente tribulación que me acongoja………….
Te pido también por mis hermanos más necesitados, por los que sufren, por los oprimidos, por los marginados, por los que hoy más necesiten de tu protección.
A ti, Antonio, dechado de amor a Dios y a los hombres que tuviste la dicha de estrechar entre tus brazos al Niño-Dios, a ti lleno de confianza, recurro en la presente tribulación que me acongoja………….
Te pido también por mis hermanos más necesitados, por los que sufren, por los oprimidos, por los marginados, por los que hoy más necesiten de tu protección.
Haz
que nos amemos todos como hermanos, que en el mundo haya amor y no odios.
Ayúdanos a vivir el mensaje cristiano.
Tú,
en presencia ya del Señor, no ceses de interceder por El, con El, y en El, a
favor nuestro ante El Padre. Amén.
TRECE
MARTES EN HONOR DEL GLORIOSO
SAN
ANTONIO DE PADUA.
Os
ruego bendito San Antonio, que me hagáis partícipe de las incontables
misericordias que concedéis a cuantos os invocan con devoción y confianza.
Martes
1.- Amoroso San Antonio, que despreciasteis las vanidades del mundo, haced que
ame a Dios y me dedique a las cosas de su servicio. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes
2.-Angélico San Antonio, lirio de incontable pureza, logradme del Señor que
venza todas las tentaciones. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 3.- Bendito San Antonio, amigo de la penitencia, alcanzadme que con voluntarios sacrificios, satisfaga por mis faltas. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 3.- Bendito San Antonio, amigo de la penitencia, alcanzadme que con voluntarios sacrificios, satisfaga por mis faltas. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes
4.- Admirable San Antonio, espejo de obediencia, obtenedme que sepa conformarme
a la voluntad de Dios. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 5.- Serenísimo San Antonio, joya de pobreza, atended por amor de Jesús y de María a mí y a los necesitados.(Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 6.- Compasivo San Antonio, ejemplo de humildad, alcanzadme la firme sujeción a la iglesia y a todo superior. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 7.- Amable San Antonio, consolador de los afligidos, rogad por cuantos sufren para que se vean libres de sus males o se resignen en su desgracia. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 5.- Serenísimo San Antonio, joya de pobreza, atended por amor de Jesús y de María a mí y a los necesitados.(Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 6.- Compasivo San Antonio, ejemplo de humildad, alcanzadme la firme sujeción a la iglesia y a todo superior. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 7.- Amable San Antonio, consolador de los afligidos, rogad por cuantos sufren para que se vean libres de sus males o se resignen en su desgracia. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes
8.- Celoso San Antonio, defensor de la inocencia y castigador del vicio,
alcanzadme que os sea agradable. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 9.- Amantísimo San Antonio, horno de ardiente caridad, alcanzadme vivas ansias de trabajar por la gloria del Señor. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 9.- Amantísimo San Antonio, horno de ardiente caridad, alcanzadme vivas ansias de trabajar por la gloria del Señor. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes
10.- Incomparable San Antonio, lumbrera que ilumina a los pecadores, obtenedme
que jamás ofenda a Dios. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 11.- Inocente San Antonio, celador de la justicia, libradme de las asechanzas del demonio, y de todo mal. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 12.- Perfectísimo San Antonio, que hacèi hallar las cosas perdidas, obtenedme que lleve mi cruz y gane el cielo. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 11.- Inocente San Antonio, celador de la justicia, libradme de las asechanzas del demonio, y de todo mal. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes 12.- Perfectísimo San Antonio, que hacèi hallar las cosas perdidas, obtenedme que lleve mi cruz y gane el cielo. (Padre Nuestro y Avemaría).
Martes
13.- Santísimo y muy generosísimo San Antonio. Sembrador de milagros,
pretejedme con vuestra intercesión en todo el curso de mi vida. (Padre Nuestro
y Avemaría).
Oración
final para todos los martes.
Caritativo
protector de los que a vos acuden, ya que habéis recibido el don de hacer
milagros, trabajad en el de mi conversión, alejad de mí y de todos los que me son
queridos, las enfermedades, las adversidades, y las desgracias, y por la virtud
de vuestras oraciones, atraed sobre mí y todos los míos las bendiciones del
cielo. Amén.
LETANÍA
DE SAN ANTONIO
(Como
devoción privada)
Señor ten
piedad.
Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Santa María, ruega por nosotros.
San Francisco, San Antonio de Padua gloria de la orden de frailes menores, mártir en el deseo de morir por Cristo, Columna de la Iglesia, Digno sacerdote de Dios, Predicador apostólico, Maestro de la verdad, Vencedor de herejes, Terror de los demonios,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los necesitados,
Guía de los extraviados,
Restaurador de las cosas perdidas,
Intercesor escogido,
Constante obrador de milagros,
Sé propicio, perdónanos, Señor,
Sé propicio, escúchanos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor,
De todo pecado,
De todo peligro de alma y cuerpo,
De los lazos del demonio,
De la peste, hambre y guerra,
De la muerte eterna,
Por los méritos de San Antonio,
Por su celo en la conversión de los pecadores,
Por su deseo de la corona del martirio,
Por sus fatigas y trabajos,
Por su predicación y doctrina,
Por sus lagrimas de penitencia,
Por su paciencia y humildad,
Por su gloriosa muerte,
Por sus numerosos prodigios,
En el día del juicio, Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos,
Que nos guíes por caminos de verdadera penitencia,
Que nos concedas paciencia en los sufrimientos,
Que nos asistas en las necesidades,
Que oigas nuestras oraciones y peticiones,
Que enciendas en nosotros el fuego de tu amor,
Que nos concedas la protección y la intercesión de San Antonio, Hijo de Dios,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.
Cristo ten piedad.
Señor ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Santa María, ruega por nosotros.
San Francisco, San Antonio de Padua gloria de la orden de frailes menores, mártir en el deseo de morir por Cristo, Columna de la Iglesia, Digno sacerdote de Dios, Predicador apostólico, Maestro de la verdad, Vencedor de herejes, Terror de los demonios,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los necesitados,
Guía de los extraviados,
Restaurador de las cosas perdidas,
Intercesor escogido,
Constante obrador de milagros,
Sé propicio, perdónanos, Señor,
Sé propicio, escúchanos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor,
De todo pecado,
De todo peligro de alma y cuerpo,
De los lazos del demonio,
De la peste, hambre y guerra,
De la muerte eterna,
Por los méritos de San Antonio,
Por su celo en la conversión de los pecadores,
Por su deseo de la corona del martirio,
Por sus fatigas y trabajos,
Por su predicación y doctrina,
Por sus lagrimas de penitencia,
Por su paciencia y humildad,
Por su gloriosa muerte,
Por sus numerosos prodigios,
En el día del juicio, Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos,
Que nos guíes por caminos de verdadera penitencia,
Que nos concedas paciencia en los sufrimientos,
Que nos asistas en las necesidades,
Que oigas nuestras oraciones y peticiones,
Que enciendas en nosotros el fuego de tu amor,
Que nos concedas la protección y la intercesión de San Antonio, Hijo de Dios,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.
V.
Ruega por nosotros oh bienaventurado San Antonio.
R.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos: Dios
Todopoderoso y eterno, Glorificaste a tu fiel confesor Antonio con el don
constante de hacer milagros. Concédenos que cuanto pedimos confiadamente por sus
méritos estemos ciertos de recibirlo por su intercesión. Te lo pedimos en
nombre de Jesús, el Señor.
R. Amén.
Fuente: Corazones.org
Fuente: Corazones.org
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