“Cuando
rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos
es
Dios quien habla con nosotros”.
(San
Agustín de Hipona)
SAN AGUSTÍN DE HIPONA
Obispo de
Hipona y Doctor de la iglesia (354-430)
Uno de los cuatro doctores más reconocidos de la Iglesia Latina.
Llamado "Doctor de la Gracia".
Uno de los cuatro doctores más reconocidos de la Iglesia Latina.
Llamado "Doctor de la Gracia".
Su fiesta se celebra el 28 de agosto
San Agustín es considerado el
más grande de los Padres de la Iglesia, un gran filósofo y teólogo; la
obra de este santo fue fundamental para el posterior desarrollo de la
filosofía, la teología y el pensamiento en general en Occidente.
“Deseaba venir a venerar los restos
mortales de san Agustín, para rendir el homenaje de toda la Iglesia católica a
uno de sus “padres” más destacados, así como para manifestar mi devoción y mi
gratitud personal hacia quien ha desempeñado un papel tan importante en mi vida
de teólogo y pastor, pero antes aún de hombre y sacerdote”. (Benedicto XVI ante
la tumba de San Agustín, 21 de abril de 2007)
VIDA
Agustín nació en Tagaste (Argelia)
el 13 de noviembre del año 354. Su padre, Patricio, era pagano. Su
madre, Santa Mónica, fue un modelo acabado de esposa y madre cristiana:
sus virtudes ejemplares, su sufrimiento y su oración conseguirían, primero,
la conversión de su marido, quien se bautizó a la hora de la muerte, y,
después, la de sus hijos.
Santa Mónica ejerció sobre Agustín
una influencia decisiva. Éste nos ha dejado en sus Confesiones el mejor
elogio de su madre. Sin embargo, como él mismo relata en dicha obra, la
juventud de Agustín se distinguiría por una conducta de libertinaje, junto
con una búsqueda incesante de la verdad.
Cursó estudios en su ciudad natal,
Tagaste, y posteriormente en Manila y Cartago. A los 17 años se procuró
una concubina, con la que tuvo un hijo. La lectura del Hortensio, de Cicerón,
despertó en él la vocación filosófica. Fue maniqueo puritano desde
los diecinueve años hasta los veintinueve.
Decepcionado por el maniqueísmo, que
concebía al mundo como una oposición sostenida entre los principios del bien y
del mal, fue a Roma en el año 383, abrió escuela de retórica y se
entregó al escepticismo académico.
Al año siguiente ganó la cátedra
de Retórica de Milán. En esta ciudad acudió a escuchar los sermones de San
Ambrosio, quien influyó mucho en la vida de Agustín al hacerle cambiar de
opinión sobre la Iglesia católica, la fe, la exégesis y la imagen de Dios.
Tuvo contacto con un círculo de
neoplatónicos de la capital, uno de cuyos miembros le dio a leer las obras
de Plotino y Porfirio, que determinaron su conversión intelectual.
CONVERSIÓN
La conversión del corazón sobrevino
poco después, en septiembre de 386, de un modo inopinado. Al año siguiente, su
madre, Santa Mónica, quien tanto influyera con su oración y sufrimiento en
la conversión de su hijo, murió en Ostia, Italia. Su fiesta se celebra el
día anterior a la de su hijo, el 27 de agosto.
Deseoso de ser útil a la
Iglesia, Agustín volvió a su continente natal, África, y comenzó a planear
una reforma de la vida cristiana. Tres años más tarde fue ordenado presbítero
en Hipona para ayudar a su anciano obispo Valerio. Éste, en 396, le
consagró obispo, y a su muerte el año siguiente Agustín le sucedió en la sede
episcopal. Bajo su orientación la Iglesia africana, derrotada, recobró la
iniciativa.
Agustín fue desarmando y
desenmascarando las herejías que estaban más difundidas en la época. Los
últimos años de su vida se vieron turbados por la guerra. Los vándalos sitiaron
su ciudad y tres meses después, el 28 de agosto de 430, murió en pleno uso
de sus facultades y de su actividad literaria.
Era de constitución fuerte y
sana, como lo demuestran sus actividades, trabajos, viajes y serena ancianidad;
sus enfermedades se debieron a constantes excesos de fatiga, ascesis y
apostolado. La ilusión de su vida fue la verdad para todos los hombres.
Pendiente de sus circunstancias, vivió luchando, aunque era de carácter sereno
y apacible. Convirtió su pequeña diócesis en corazón de la cristiandad.
Hoy sus restos mortales descansan en Pavía. Comúnmente es representado con
traje de obispo o de monje, llevando en la mano un libro, un corazón o una
iglesia.
DOCTOR DE LA IGLESIA
Sus numerosas obras nos han llegado
casi en su totalidad y en buen estado. En ellas trata muy diversos temas, desde
los que hablan de su propia vida, como las Confesiones y los Soliloquios, hasta
varias obras de tema moral y ascético, pasando por otras de carácter exegético
y muchas apologéticas —entre ellas La Ciudad de Dios— y con argumentos
contra el maniqueísmo y las principales herejías de su tiempo.
La vocación de San Agustín, su
misión, consistió en recoger, coordinar, asimilar y transmitir dos
culturas, la grecorromana y la judeocristiana. Lorealizó tan perfectamente, que
se constituyó en genio de Europa. Marcó una nueva ruta al pensamiento y su
influjo en la espiritualidad cristiana ha sido notable.
Tenía grandes cualidades
humanas: inteligencia poderosa para la síntesis y el análisis, voluntad
ardiente e indomable, sensibilidad tierna y viril, vitalidad exuberante,
imaginación creadora, iniciativa inagotable, estilo encantador, sentido
del humor y del ridículo.
Fue el primer filósofo que
adaptó una teología racional a los tres problemas radicales de la existencia,
la verdad, el ser y el bien; y casi el primer teólogo que confió en una
filosofía crítica, frente a los dogmatismos y fideísmos ilusorios, considerando
el entendimiento como revelación natural.
Hombre de una sola pieza, unificó su
vida, sus obras y sus intenciones en un sistema vivo y dialéctico, a veces
implícito. Teoría y práctica son en él dos formas de una sola postura, si
bien es exagerado decir que sus teorías son generalizadoras de sus
experiencias. Cada tesis tiene valor desde su fundamento, pero el fundamento
florece en cada tesis. Su obra podría definirse como antropología
teológica, y, en este sentido, podría hablarse de un humanismo cristiano:
la condición humana es su punto de partida, incluso para demostrar la
existencia de Dios.
La posteridad ha venerado siempre a
este gran genio, y muchas ciencias humanas encuentran en su pensamiento muchas
de sus bases y postulados de fondo. Se le ha reconocido el ser un pensador
evolutivo, teológico y católico.
CONCLUSIÓN DE SU VIDA
En 430 San Agustín se enfermó y
falleció el 28 de agosto de ese mismo año. Su cuerpo fue enterrado en Hipona, y
fue trasladado posteriormente a Pavia, Italia. San Agustín ha sido uno de los
más grandes colaboradores de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia
Católica. El es un ejemplo para todos nosotros – un pecador que se hizo santo y
que nos da esperanza a todos. San Agustín es actualmente uno de los treinta y
tres doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.
PENSAMIENTOS DE SAN
AGUSTÍN
"Amad a esta Iglesia, permaneced en esta Iglesia, sed
vosotros esta Iglesia".
"Ama a Dios y haz lo que quieras: si callas, calla por
amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas,
perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz no
puede brotar sino el bien". –Sermón acerca de Juan 1, 7:8.
“Nada
conquista excepto la verdad y la victoria de la verdad es el amor.” -Sermones
358, 1. “Victoria veritatis est caritas.”
“El amor es
la belleza del alma”.
“Tarde te amé, Oh Belleza siempre
antigua, siempre nueva. Tarde te amé. Tú me has llamado, y me has llamado
insistentemente, y has suprimido mi sordera. Tú has brillado con luz y has
puesto mi ceguera a volar! Tú has emanado fragancia, y me he quedado sin
aliento, y he suspirado por ti. Te he conocido, y he tenido hambre y sed de Ti.
Tú me has tocado, y he sido encendido por tu paz” (Confesiones, Capítulo 1).
"¡Oh
verdad, verdad, cómo suspiraba ya entonces por ti desde las fibras más íntimas
de mi corazón!".
"¡Pobre de
mí, que me creí apto para el vuelo, abandoné el nido y caí antes de poder
volar!".
"La medida del amor es el amor sin medida".
"La medida del amor es el amor sin medida".
"¿Los hombres salen a hacer turismo para admirar las crestas de los montes, el oleaje de los mares, el copioso curso de los ríos, los movimientos de los astros. Y, sin embargo, pasan de largo de sí mismos".
"No busques que dar. Date a ti mismo".
"Conocerse de verdad a uno
mismo no es otra cosa que oír de Dios lo que él piensa de nosotros".
"El hombre bueno es libre, incluso cuando es esclavo".
"Si queréis recibir la vida del
Espíritu Santo, conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad para
llegar a la eternidad".
"Dos amores hicieron dos ciudades. El amor de sí mismo, hasta
despreciar a Dios, hizo a la ciudad terrenal, el amor de Dios, hasta despreciar
a sí mismo, hizo la ciudad celestial".
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