ORACIONES
DIARIAS
ORA ET LABORA
«Pedid,
dice el Señor, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y Se os abrirá. Porque
todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá».
San Agustín, nos dice que Dios no nos manda cosa alguna que sea imposible; porque nos manda hacer lo que podamos, y pedir lo que no podamos hacer; y con su gracia nos ayuda a pedirlo; supone, pues, claramente haber cosas que son imposibles sin la oración; y ésa es la conclusión que deduce el Catecismo romano: «la oración nos fue dada como el instrumento necesario para alcanzar lo que desearemos; realmente hay cosas que no podemos conseguir sino con ayuda de la oración».
Tal es la regla impuesta por el mismo Señor nuestro: «Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura».
Es la oración una audiencia que el Creador se digna concedernos, una conversación con nuestro Padre celestial, en la cual le rogamos tenga a bien oírnos y atender nuestras súplicas y, al tiempo mismo que le rogamos nos escuche y hable con nosotros.
El primer paso para una oración bien hecha es ponerse en presencia de Dios, con la humildad y respeto que una criatura debe a su Creador y Soberano, y mantenerse en esa actitud todo el tiempo de nuestra oración.
¿Cómo debe ser nuestra oración para que sea agradable al Señor?
Pues como la definición de oración decía, ésta ha de tener dos partes, por una parte, la adoración, en la que la criatura se anonada ante el Creador y le alaba por su inmensa Bondad, y por otro, la petición, el pedirle con el respeto más absoluto que nos conceda todo aquello necesario para alcanzar la santidad.
Por eso Nuestro Señor advertía a sus discípulos en el evangelio según san Mateo capítulo 6, versículos del 7 al 9:
“Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo”.
Ciertamente, son muchos, demasiados los que, desechando las oraciones establecidas por la Santa Madre Iglesia, creen que teniendo largas conversaciones con el aire van a ser escuchados más y mejor.
Por eso todos ellos se van con sus manos vacías a casa.
Porque el Señor, como afirma Nuestra Señora el Evangelio según san Lucas capítulo 1 versículos del 51 al 53, el Señor:
“Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.
Pero ustedes hermanos no deben proceder de ese modo. Las oraciones que propone y enseña la Santa Iglesia Católica no son suyas, sino del propio Espíritu Santo. ¿Y quién va a decir en su sano juicio que sus oraciones son mejores que las del mismísimo Dios?
Ya nuestro Señor lo afirmó en el Evangelio según San Mateo, capítulo 6 versículos del 9 al 15:
Vosotros, pues, orad así: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; Venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal».
Que si se paran a pensar la mitad de esas oraciones compuestas por Dios mismo son alabanzas a Dios y la otra mitad peticiones, como sucede con el Ave María, compuesta por el Espíritu Santo, y demás oraciones de la Santa Madre Iglesia. El propio Santo Rosario, es todo él alabanzas y peticiones encadenadas.
Todas nuestras oraciones, para ser agradables al Señor deben comenzar con un acto de adoración hacia su Infinita Majestad, por su grandeza, de la que ha de brotar necesariamente nuestra sincera acción de gracias por todos sus beneficios (como el Gloria in excelsis Deo o el Te Deum).
En el estado de naturaleza caída hay aún otro deber, que es el de la expiación y reparación. Hartas veces hemos ofendido a la infinita majestad divina con nuestros pecados, usando de sus mismos dones para agraviarla. Injusticia es ésta que exige la más perfecta reparación que pudiéremos, la cual consiste en tres actos principales: La humilde confesión de nuestras culpas [con el yo pecador me confieso], la contrición sincera [Con el Señor mío Jesucristo], la generosa aceptación de todas las pruebas que tuviere Dios a bien enviarnos; y, si quisiéremos ser aún más generosos, la ofrenda de nosotros mismos, como víctimas de expiación, en unión con la víctima del Calvario. Entonces podremos humildemente implorar y esperar el perdón y pedir además otras gracias.
De esta forma, una vez nos hemos humillado y alabado la inmensa Majestad de Dios, en seguida ha de brotar en nuestros corazones la vergüenza por nuestras culpas por pequeñas que sean, porque con todas ellas hemos ofendido a un Dios que tanto ha hecho por nosotros. Por eso es necesario no solo reconocer nuestras culpas ya confesadas y renovar nuestra contrición por ellas, sino aceptar como expiación por las mismas las cruces que Dios quiera enviarnos, por enfermedad, circunstancias, o lo que sea y ofrecernos a nosotros mismos como ofrenda viva por el perdón de nuestros pecados, los del mundo entero y por el bien de las almas del purgatorio. Con esto estaremos haciendo la mayor obra de caridad existente y cumpliendo con nuestro deber de orar como Dios manda. Hecho todo esto, podemos proceder con la última parte de la oración: la petición.
Peticiones: En la oración de la mañana le pediremos que nos permita pasar el día en su Santa Presencia, y que nos conceda las virtudes que más necesitamos para ese día que comienza.
Por la noche, haremos otro instante de oración para dar gracias a Dios por otro día en su presencia. Será el tiempo adecuado para hacer alguna lectura espiritual y en especial para hacer el examen de conciencia de todo nuestro día. Será muy útil anotar las faltas que cometamos ya que nos ayudará a detectar nuestra pasión dominante y a luchar contra ella, día tras día hasta vencerla.
ORACIONES
DE LA MAÑANA
En la oración de la mañana le pediremos que nos permita pasar el día en su Santa Presencia, y que nos conceda las virtudes que más necesitamos para ese día que comienza.
Señor, que yo vea; Señor, que me conozca y te conozca; Ven Espíritu Santo, ven en mi ayuda.
1-ACTO DE ADORACIÓN A DIOS
Oraciones
de Fátima
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y
te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te
aman! (Rezar tres veces). Amén.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los
Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón
de María, te pido la conversión de los pecadores. (Rezar tres veces) Amén.
2-ACTO DE ACCIÓN DE GRACIAS
(Elegir una de estas dos oraciones)
Gloria in excelsis
Gloria a Dios en las alturas.
Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Alabámoste.
Bendecímoste.
Adorámoste.
Glorificámoste.
Gracias
te damos por tu inmensa gloria.
Oh Señor
Dios, Rey Celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor
Dios, Hijo unigénito, Jesucristo.
Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre.
Tú que
quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Tú que
quitas los pecados del mundo, recibe nuestras suplicas.
Tú que
estás sentado a la diestra del Padre, ten misericordia de nosotros.
Pues, Tú
solo eres Santo.
Tú solo
Señor.
Tú solo
Altísimo, oh Jesucristo.
con el
Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Te
Deum
A Ti, oh Dios, te alabamos; a Ti,
Señor, te reconocemos.
A Ti, Eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del Universo.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A Ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
A Ti te ensalza la multitud admirable de los Profetas,
A Ti te ensalza el blanco ejército de los Mártires.
A Ti la Iglesia Santa extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo Paráclito.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana, sin desdeñar el seno
de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el Reino del Cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como Juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa Sangre.
Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus Santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su Pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos.
Y alabamos tu Nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti.
En Ti, Señor, confié, no me vea defraudado para siempre. Amén.
3-CONFESIÓN DE NUESTRAS CULPAS
Yo pecador me confieso
Yo, pecador, me confieso
a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al
bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los
santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que
pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a
vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
4- ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo
Señor mío, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío,
por ser Vos quién sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.
5-OFRECIMIENTO
DE NOSOTROS MISMOS
Ofrezco, Señor, mi vida, obras y
trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados y así como lo suplico, así confío en
vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonareis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y
muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor
y servicio,
hasta el fin de mi vida.
Amén.
6-PETICIONES
Aquí mencionaremos las intenciones particulares de cada día.
Dado el tiempo en el que vivimos también es muy recomendable hacer una consagración de nuestra familia implorando la protección del Inmaculado Corazón de María.
7-CONSAGRACIÓN DEL HOGAR Y LA FAMILIA
AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
¡Oh Virgen María!, queremos
consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan a vuestro Purísimo Corazón.
Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y
felicidad por:
- el cumplimiento de la voluntad de Dios,
- la práctica de la caridad,
- y el abandono a la Divina Providencia,
¡Que
nos amemos todos como Cristo nos enseñó! Ayúdanos a vivir siempre
cristianamente y envuélvenos en tu ternura.
Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los
libres de todo mal y peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu
Corazón Inmaculado. Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un
pequeño cielo, consagrados todos a vuestro Corazón Inmaculado. Amén.
¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos!
ORACIONES DE LA NOCHE
Por la noche, haremos otro instante de oración para dar gracias a Dios por otro día en su presencia. Será el tiempo adecuado para hacer alguna lectura espiritual y en especial para hacer el examen de conciencia de todo nuestro día. Será muy útil anotar las faltas que cometamos ya que nos ayudará a detectar nuestra pasión dominante y a luchar contra ella, día tras día hasta vencerla.
1-ACCIÓN
DE GRACIAS
Dios
mío, Jesucristo: Te doy gracias por todos los beneficios que me has dispensado
en este día. Te ofrezco mi sueño y todos los momentos de esta noche y te pido
me conserves en ella sin pecado. Por esto me pongo dentro de tu santísimo
Costado y bajo el manto de mi Madre, la Virgen María. Asístanme y guárdenme en
paz los santos Ángeles y venga sobre mí tu Bendición.
2-EXAMINA AHORA BREVEMENTE TU CONCIENCIA, MEDITANDO SOBRE LOS PUNTOS SIGUIENTES:
Pensamientos:
¿Consentí voluntariamente en algún mal
pensamiento, en el deseo o complacencia de alguna cosa impura?
Palabras:
¿Pronuncié malas palabras, juramentos,
murmuraciones?
¿Tuve conversaciones deshonestas?
Obras:
¿Omisión de la Misa en días de
precepto? ¿Desobediencias, impaciencias, hurtos? ¿Malas miradas o acciones
impuras? ¿Excesos en comidas o bebidas, juegos y diversiones demasiado mundanos?
¿Cómo he cumplido mis deberes?
3-ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los
pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón el haber pecado
porque he merecido el infierno y perdido el cielo, y sobre todo porque con
ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente con tu gracia, enmendarme
y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder
el perdón de mis culpas. Amén.
4-OFRECIMIENTO AL ETERNO PADRE
Eterno
Padre te ofrezco el Sagrado Corazón de Jesús con todo su amor, todos sus
sufrimientos, y todos sus méritos:
1-Para
reparar los pecados que he cometido en este día y durante toda mi vida.
2-Para
purificar el bien que he hecho con negligencia en este día y durante toda mi
vida.
3-Para
suplir a las buenas obras que debería haber hecho y que descuidé en este día y
durante toda mi vida.
Gloria
al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo, como era en el principio
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las Misas celebradas hoy día a través del mundo, por todas las Benditas Ánimas del Purgatorio, por todos los pecadores del mundo, por los pecadores en la Iglesia Católica, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia, Amen.
6-LA DEVOCIÓN DE LAS TRES AVE MARÍAS
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo! Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
7-POR
LA CONVERSIÓN DE LAS ALMAS
Inmaculado Corazón
de María, ofrece al Padre Eterno la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor
Jesucristo, para la conversión de los pecadores, sobre todo, (nombra el
alma).
ANTES DE IRSE A DORMIR
1-ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Dulce Madre, no te alejes,
tu vista de mí no apartes,
ven conmigo a todas partes
y solo nunca me dejes:
ya que Tú me quieres tanto
como verdadera madre,
haz que me bendigan el Padre.
el Hijo y el Espíritu Santo.
2-ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA
Ángel de Dios, ángel de Dios: ya que la soberana Piedad a Ti me encomendó, ilumíname, rígeme, guárdame y gobiérname en esta noche. Amén.
Visita, Señor, esta habitación y ahuyenta de ella todas las asechanzas del enemigo. Estén aquí tus santos Ángeles, que nos guarden en paz, y Tú danos tu Santa Bendición, por los méritos de Cristo Nuestro Señor. Amén.
3-ORACIÓN
A JESÚS SOLITARIO EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
¡Oh Divino Jesús! que durante la
noche estáis solitario en tantos tabernáculos del mundo, sin que ninguna de
vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón,
deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos,
Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor
misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.
¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús
solitario!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y
arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero
mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los
pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu
consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor
servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario... donde vives en la
soledad y el silencio de la noche.
Sea siempre bendito, alabado,
adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los
Sagrarios del mundo. Amén.
No olvidar el rezo del Santo Rosario todos los días, a poder ser
las tres partes; la Coronilla a la Divina Misericordia; la Coronilla a San
Miguel Arcángel y la Súplica Ardiente a los Santos Ángeles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario