La Coronilla de la
Misericordia
Origen de la devoción
Nuestro
Señor Jesucristo, se le apareció a Santa Faustina entre el 13 y 14 de septiembre
de 1935 el Vilna (Polonia) y le dictó personalmente esta oración.
He
aquí el extracto del diario en el que la Santa describe esta revelación:
“Por
la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel ejecutor de la ira de Dios. Tenía
una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la
nube salía rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y
alcanzaban la tierra.
Al
ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente
cierto lugar, por los justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al
ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi
súplica era nada comparada con la ira de Dios.
En
aquel momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró
profundamente y no me atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante
sentí en mi alma la fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme
cuenta de esta gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de
Dios. Oh que grande es el Señor y Dios nuestro e inconcebible su santidad. No
trataré de describir esta grandeza porque dentro de poco la veremos todos, tal
como es.
Me
puse a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mí. Cuando
así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo
que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia
interior como entonces.
Las
palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes:
«Padre
Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu
Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo
entero. Por su dolora Pasión, ten misericordia de nosotros.»
A
la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla, oí esta voz interior:
«Cuantas
veces entres en la capilla reza en seguida esta oración que te enseñé ayer (…)
la rezarás con un rosario común de modo siguiente:
Primero
rezarás una vez el Padre Nuestro, Ave María y el Credo, después, en las cuentas
correspondientes al Padre nuestro, dirás estas palabras:
Padre
Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu
Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y
los del mundo entero.
Con las
cuentas del ave maría, dirás las siguientes palabras:
Por su dolorosa
Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Para
terminar, dirás tres veces estas palabras:
Santo Dios,
Santo Fuerte, Santo Inmortal,
ten
misericordia de nosotros y del mundo entero.»”.
(Diario,
474-476)
Promesas
El mismísimo
Jesucristo le dijo a Santa Faustina:
“Defenderé
como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o
cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo
perdón. Cuando cerca de un agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la
ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las
entrañas de Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo”. (Diario, 811)
“Hija
mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen
esta coronilla, me complazco en darles lo que me pidan.
Cuando
la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su
muerte será feliz.
Escríbelo
para las almas afligidas: cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus
pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria
en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos
de mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas
tienen prioridad en mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia en mi
Misericordia.
Proclama
que ningún alma que ha invocado mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha
sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi
Bondad.
Escribe:
Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y
el alma agonizante no como el Juez Justo sino como el Salvador Misericordioso”.
(Diario, 1541)
“A
las almas que recen esta coronilla, mi Misericordia las envolverá en la vida y
especialmente a la hora de la muerte”. (Diario, 754)
“Por
el rezo de esta coronilla acercas a Mi la humanidad”. (Diario, 929)
“Reza
la coronilla que te he enseñado (…) a través de ella obtendrás todo, si lo que
pides está de acuerdo con mi Voluntad”. (Diario, 1731)
Es
imposible cuantificar las gracias que son otorgadas por el rezo de la Coronilla
de la Divina Misericordia, tal como el Señor ha pedido. Por tanto, no dudemos
en acoger esta devoción como un arma de salvación para nosotros y para el
mundo.
Rezo de la Coronilla
Se utiliza un
rosario común de cinco decenas.
Se comienza
con la Señal de la Cruz:
✞ Por la señal de la Santa Cruz,
✞ de nuestros enemigos,
✞ líbranos Señor Dios Nuestro.
✞ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
Nos ponemos
en presencia de Dios y pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas
diciendo:
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío,
Por ser Vos quien sois, Bondad
Infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón el haberos
ofendido.
Ayudado de vuestra Divina Gracia,
propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que
me fuera impuesta para el perdón de los pecados. Amén.
Como Jesús
mismo ha especificado (Diario, 476), se prosigue con el rezo de un Padre
Nuestro:
Padre nuestro, que estás en el Cielo.
Santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad en la tierra como
en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Un Ave María:
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es Contigo.
Bendita Tú eres entre todas las
mujeres,
y bendito es el Fruto de tu Vientre,
Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Y un Credo:
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso,
Creador del Cielo y de la tierra, de
todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los
siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre por
quien todo fue hecho,
que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.
Y por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las
Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la
derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para
juzgar a vivos y muertos,
y su Reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo, recibe una
misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para
el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Se
ofrece la Coronilla por las intenciones que desee.
Se
recomienda ofrecerlo por las Benditas Almas del purgatorio, y por la conversión
de los pecadores y su salvación, pidiendo misericordia por todos nosotros y
nuestras almas.
Se
prosigue en la cuenta grande, correspondiente al Padre Nuestro en el Santo
Rosario tradicional, con la siguiente oración:
“Padre Eterno,
te ofrezco el Cuerpo y la Sangre,
el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo
Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros pecados
y los del mundo entero.”
(Diario, 476)
Se
continua recitando 10 veces, en las cuentas pequeñas correspondientes al
Avemaría, la siguiente oración:
“Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros y del
mundo entero.”
(Diario, 476)
Esta
secuencia se repite 5 veces en total hasta concluir el Rosario. Y al finalizar
las cinco decenas de la coronilla, se repite tres veces, en las tres cuentas
que se encuentran separadas y que nos conducen a la Cruz, la siguiente oración:
“Santo Dios, Santo Fuerte, Santo
Inmortal,
ten misericordia de nosotros y del
mundo entero.”
(Diario, 476)
Pese
a que no es obligatorio, se recomienda concluir la Coronilla con el rezo de la
Salve, acordándonos de Nuestra Señora, que por Cristo es Reina y Madre de
Misericordia.
Dios te salve, Reina y Madre de
Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de
Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos
a Jesús,
Fruto bendito de tu vientre.
¡Oh Clementísima, oh Piadosa, oh dulce
Virgen María!
V. Ruega por nosotros, santa Madre de
Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Igualmente,
es muy recomendable añadir las letanías a la Divina Misericordia, que se
incluyen en el apartado siguiente.
Una vez
concluida las oraciones se hace la señal de la Cruz, con el rosario en la mano:
✞
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Las
Letanías de la Misericordia
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, ten piedad de nosotros
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Señor, ten piedad de nosotros
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo,
escúchanos.
V. Dios Padre Celestial,
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Dios Hijo, Redentor del mundo,
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Dios Espíritu Santo,
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Santísima Trinidad que eres un solo
Dios verdadero,
R. Ten misericordia de nosotros.
(Diario, 949):
Misericordia
Divina, que brota del seno del Padre. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, supremo atributo de Dios. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, misterio incomprensible. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad. R.
En Ti confío.
Misericordia
Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico. R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, de donde brotan toda vida y felicidad. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, más sublime que los cielos. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, fuente de milagros y maravillas. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que abarca todo el universo. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encarnado. R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús. R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros y especialmente para los
pecadores. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, impenetrable en la institución de la Sagrada Hostia.
R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, en la institución de la Santa Iglesia. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, en el sacramento del Santo Bautismo. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, en nuestra justificación por Jesucristo. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos acompaña durante toda la vida. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte.
R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, que nos otorga la vida inmortal. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos protege del fuego infernal. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos. R. En Ti
confío.
Misericordia
Divina, insondable en todos los misterios de Dios. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos rescata de toda miseria. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que de la nada nos llamó a la existencia. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que abarca todas las obras de sus manos. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, corona de todas las obras de Dios. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, en la que estamos todos sumergidos. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, dulce consuelo para los corazones angustiados. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, única esperanza de las almas desesperadas. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, remanso de corazones, paz ante el temor. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, gozo y éxtasis de las almas santas. R. En Ti confío.
Misericordia
Divina, que infunde esperanza, perdida ya toda esperanza. R. En Ti confío.
V. Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo.
R. Perdónanos,
Señor.
V. Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo.
R.
Escúchanos, Señor.
V. Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo.
R. Ten piedad
de nosotros.
V. Las
Misericordias de Dios son más grandes que todas sus obras.
R. Por
eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.
Oración
“Oh Dios Eterno, en quien la
misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros
Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos
difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran
confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia
Mismos. Amén” (Diario, 950).
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