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"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

sábado, 28 de febrero de 2015

Naturaleza e importancia del examen particular



Meditaciones para la Cuaresma. Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus).

Meditaremos: 1º Sobre la naturaleza y la importancia del examen particular; 2º Sobre la manera de hacerlo. 

—Tomaremos la resolución: 1º De ser desde ahora muy fieles a este ejercicio; 2° De hacerlo según las reglas de los maestros de la vida espiritual. Conservaremos como ramillete espiritual las palabras de Jeremías: "Yo os he establecido para destruir y edificar, para arrancar y plantar". 
       
Adoremos a Nuestro Señor que, en el deseo que tiene de hacernos perfectos, nos enseña, por los maestros de la vida espiritual, el ejercicio del examen particular como uno de los medios más poderosos de salvación. Agradezcámosle su benevolencia, siempre atenta a lo que puede ser útil para nuestra alma. 


NATURALEZA E IMPORTANCIA DEL EXAMEN PARTICULAR
      
Entre el examen general y el particular hay la diferencia de que el primero abraza todos los pecados que se hayan cometido en el día o en el espacio de tiempo a que se refiere, mientras que el examen particular tiene por objeto un punto especial, sobre todo la pasión dominante, que es el lado débil, por el cual estamos más expuestos a perdernos. Este ejercicio es de una grande importancia: 1º Porque, ante todo, es justo defender el lugar por donde peligra nuestra salvación, pues cada hombre tiene en su alma un lado débil por donde el demonio le ataca principalmente, imitando en esto al general de ejército que, para tomar una ciudad, estudia el sitio más débil y hacia ese punto dirige todos sus esfuerzos; 2º Porque nuestra atención, diseminada sobre todas nuestras miserias a la vez obrará con menos eficacia que si se concentra toda la energía, sobre un punto particular; 3º Porque, una vez domado el vicio principal, fácilmente concluiremos con los otros, como se pone fácilmente en derrota a un ejército al cual le han muerto el jefe. Examinemos aquí nuestra conciencia: ¿Hemos apreciado como debemos el examen particular? ¿Lo hacemos fielmente cada día? ¿Ponemos en él toda la atención necesaria para buscar y conocer nuestras menores faltas sobre la materia del examen? ¿No lo hacemos algunas veces con mucha negligencia porque no apreciamos toda su importancia? ¿No se nos ha metido en la imaginación el que una averiguación exacta de nuestras menores fallas nos haría escrupuloso y que bien podemos dispensarnos de ella?


MANERA DE HACER BIEN EL EXAMEN PARTICULAR


Para hacer bien este examen es preciso: 1º Señalar o determinar el asunto, escogiendo el vicio o pasión que es el origen más común de nuestras tentaciones y de nuestras faltas, o la virtud más opuesta a este vicio, por ejemplo: la humildad, para los orgullosos; la caridad fraterna, para los que están más expuestos a faltar a ella; la mortificación, para las almas demasiado delicadas consigo mismas; la mansedumbre y la paciencia, para los caracteres difíciles; la castidad, para las almas tentadas; la conformidad con la voluntad de Dios, la perfección en las acciones comunes y demás prácticas, según las necesidades de cada uno. Entremos aquí en nosotros mismos: ¿Tenemos una materia de examen particular bien adecuada a las necesidades de nuestra alma? Si no la tenemos, determinémosla desde hoy mismo; 2° Una vez escogida la materia, es preciso dividirla en partes o en relaciones, examinándonos algún tiempo, por ejemplo, sobre las palabras contrarias a la humildad o a la caridad, o a la paciencia; más tarde, sobre los actos opuestos a estas virtudes; más tarde, aún, sobre los pensamientos y sentimientos contrarios; 3º Después de habernos examinado, es preciso anotar por escrito, o a lo menos retener bien en la memoria, el número de faltas, e imponernos una penitencia proporcionada al número de caídas, por ejemplo, una ligera limosna, reservada para darla a tiempo; esto será, además de una buena obra, un medio fácil de conocer nuestras faltas; 4º Este examen, hecho así, bajo la mirada de Dios y en presencia de Jesucristo, nuestro Juez, nos hará detestar nuestras faltas, pedir perdón de ellas, tomar resoluciones de vigilarnos mejor en adelante y orar para obtener la gracia de nuestra conversión. ¿Es así como hacemos cada día el examen particular?


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