Tercera
Parte
Tema:
CONOCIMIENTO DE MARÍA
Los
actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus
virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega,
su continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza
incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y
su sabiduría divina: <<siendo esto>> como dice san Luis María
Grignion de Montfort, <<las diez virtudes principales de la santísima
Virgen>>.
Tenemos
que unirnos a Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción;
por tanto, San Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a
fondo para adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra
soberana y nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora. Esforcémonos,
pues, en conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de esta
maternidad, así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o
consecuencias de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en
donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y
disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María,
o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los
misterios de Jesucristo y su unión con El.
ORACIONES
QUE SE REZARÁN DESDE EL DÍA 20º AL 26º,
Letanías del Espíritu Santo
Señor, ten piedad (bis)
Cristo, ten piedad (bis)
Señor, ten piedad (bis)
Cristo, óyenos (bis)
Cristo, escúchanos (bis)
Cristo, ten piedad (bis)
Señor, ten piedad (bis)
Cristo, óyenos (bis)
Cristo, escúchanos (bis)
Responderemos: Ten misericordia de nosotros
Dios Padre Celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
Dios Padre Celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
Responderemos: Ilumínanos
y santifícanos.
Espíritu que procede del
Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las
aguas las fecundaste,
Espíritu por inspiración
del cual han hablado los profetas,
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,
Espíritu que das testimonio de Cristo,
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,
Espíritu que das testimonio de Cristo,
Espíritu de verdad que nos
instruyes sobre todas las cosa,
Espíritu que sobreviene a María,
Espíritu que sobreviene a María,
Espíritu
del Señor que llena todo el orbe,
Espíritu de Dios que habita en nosotros,
Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de misericordia,
Espíritu de fuerza, de dilección (amor reflexivo) y de sobriedad,
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz,
Espíritu de humildad y de castidad,
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu de multiforme gracia,
Espíritu que escrutas los secretos de Dios,
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
Espíritu en el cual renacemos,
Espíritu de Dios que habita en nosotros,
Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de misericordia,
Espíritu de fuerza, de dilección (amor reflexivo) y de sobriedad,
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz,
Espíritu de humildad y de castidad,
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu de multiforme gracia,
Espíritu que escrutas los secretos de Dios,
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
Espíritu en el cual renacemos,
Espíritu
por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste,
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos,
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste,
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos,
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
Responderemos: Líbranos, Señor
De todo mal,
De todo pecado,
De tentaciones e insidias del demonio,
De la presunción y desesperación,
De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Del espíritu de fornicación,
De todo espíritu del mal,
De todo mal,
De todo pecado,
De tentaciones e insidias del demonio,
De la presunción y desesperación,
De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Del espíritu de fornicación,
De todo espíritu del mal,
Responderemos:
Te rogamos, óyenos.
Por Tu eterna procesión del Padre y
del
Hijo,
Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
Por Tu advenimiento sobre los discípulos,
En el día del juicio, nosotros pecadores,
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él,
Para que reacordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne,
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios,
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz,
Para que no creamos a todo espíritu,
Para que probemos a los espíritus si son de Dios,
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud,
Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano,
Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
Por Tu advenimiento sobre los discípulos,
En el día del juicio, nosotros pecadores,
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él,
Para que reacordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne,
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios,
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz,
Para que no creamos a todo espíritu,
Para que probemos a los espíritus si son de Dios,
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud,
Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano,
Cordero de Dios, que quitas el pecado
del Mundo, perdónanos,
Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo, ten piedad de nosotros.
Asístanos, te pedimos Señor, la
virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones y
nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Letanías de Nuestra Señora
Señor, ten piedad.
(bis)
Cristo, ten piedad. (bis)
Señor, ten piedad. (bis)
Cristo, óyenos. (bis)
Cristo, escúchanos. (bis)
Cristo, ten piedad. (bis)
Señor, ten piedad. (bis)
Cristo, óyenos. (bis)
Cristo, escúchanos. (bis)
Responderemos: Ten misericordia de nosotros.
Dios Padre Celestial.
Dios Hijo Redentor del Mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa un solo Dios.
Responderemos: Ruega por nosotros.
Dios Hijo Redentor del Mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa un solo Dios.
Responderemos: Ruega por nosotros.
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre inviolada,
Madre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Esclava del Señor,
Espejo de justicia,
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso honorable,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David.
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin mancha original,
Reina asunta a los cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre inviolada,
Madre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Esclava del Señor,
Espejo de justicia,
Trono de sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso honorable,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David.
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del cielo.
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin mancha original,
Reina asunta a los cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios, para que nos hagamos dignos de las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo.
Te
pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y
cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de
las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.
AVE, MARIS
STELLA
Salve, estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios,
Quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo,
Pues recibiste aquel Ave, de labios de Gabriel,
ciméntanos en la paz, trocando el nombre a Eva.
Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos,
ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes,
Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias,
el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.
Virgen singular, sobre todos suave,
Haz que libres de culpas, seamos suaves y castos.
Quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo,
Pues recibiste aquel Ave, de labios de Gabriel,
ciméntanos en la paz, trocando el nombre a Eva.
Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos,
ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes,
Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias,
el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.
Virgen singular, sobre todos suave,
Haz que libres de culpas, seamos suaves y castos.
Danos una vida pura, prepara una senda segura,
Para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.
Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén.
Para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.
Gloria sea a Dios Padre, loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT
DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT
¡Salve,
María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve, María, madre admirable del Hijo;
salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada
Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi
corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por
justicia, pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero
en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
Si
algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y
hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y
aniquilar en mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir
todo lo que os guste.
La
luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el
lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi
fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria,
el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío;
cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi
adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible,
que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender
sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y
glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con
amor puro y con amor ardiente como Tú.
No
pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales.
Para Ti el
ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el
triunfar gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a
los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el
disponer, en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Esta es,
divina María, la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará,
que es para mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el
experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir
con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y
sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin interés, como el más
vil de los esclavos. La sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que
en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén
(así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que
haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en
ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y
en la eternidad. Amén.
Rezar El Santo Rosario
Al menos cinco misterios
Día 20º Leer: San
Lucas, capítulo 2, versículos 16-21;
2:16 Fueron rápidamente y
encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
2:17 Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
2:18 y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
2:19 Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
2:20 Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
2:21 Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
2:17 Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
2:18 y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
2:19 Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
2:20 Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
2:21 Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Y versículos 42-52
2:42 Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de
costumbre,
2:43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
2:44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
2:45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
2:46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
2:47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
2:48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados".
2:49 Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?"
2:50 Ellos no entendieron lo que les decía.
2:51 Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
2:52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
2:43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
2:44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
2:45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
2:46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
2:47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
2:48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados".
2:49 Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?"
2:50 Ellos no entendieron lo que les decía.
2:51 Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
2:52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
Día
21º La verdadera devoción a la Virgen
Para subir y unirse a Él, preciso es
valerse del mismo medio de que Él se valió para descender a nosotros, para
hacerse hombre y para comunicarnos sus gracias; y ese medio es una verdadera
devoción a la Santísima Virgen.
Hay
muchas devociones a la Virgen Santísima y verdaderas que no hablo aquí de las
falsas.
Consiste la primera en cumplir con los
deberes de cristiano, evitando el pecado mortal, obrando más por amor que por
temor, rogando de tiempo en tiempo a la Santísima Virgen y honrándola como
Madre de Dios, sin ninguna otra especial devoción para con ella.
La segunda tiene para la Virgen más altos
sentimientos de estima, amor, veneración y confianza; induce a entrar en las
cofradías del santo Rosario y del Escapulario, a rezar la corona o el santo
Rosario, a honrar las imágenes y altares de María, a publicar sus alabanzas, a
alistarse en sus congregaciones. Y esta devoción (con tal que nos abstengamos
de pecar) buena es, santa y laudable; pero no tan a propósito como la que sigue
para apartar a las almas de las criaturas y desprenderlas de sí mismas a fin de
unirlas a Jesucristo.
La tercera devoción a la Santísima Virgen,
de muy pocas personas conocida y practicada; es almas predestinadas, la que os
voy a descubrir.
Consiste en darse todo entero, como
esclavo, a María y a Jesús por Ella; y en hacer todas las cosas con María, en
María, por María y para María.
Hay que escoger un día señalado para
entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha de ser voluntariamente y por
amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva alguna; cuerpo y alma, bienes
exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a
saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones.
(Tomado del Libro El
Secreto de María por San Luis María Grignion de Montfort. núms.23 y 24)
Día 22º Sus caracteres
Interior: La verdadera devoción
a Nuestra Señora es interior: es decir, debe partir del espíritu y del corazón;
nace dicha devoción de la estima que se hace de la Virgen, de la alta idea que
uno se ha formado de sus grandezas y del amor que se la tiene.
Tierna: Es tierna, es decir,
llena de confianza en la Santísima Virgen, como la de un niño para con su buena
madre. Esta devoción es la que hace que un alma recurra a Ella en todas sus
necesidades de cuerpo y espíritu con mucha sencillez, confianza y ternura.
Santa: Esta devoción a nuestra Señora es santa: es
decir, que conduce a un alma a evitar el pecado y a imitar las virtudes de la
Santísima Virgen, en particular la humildad profunda, la fe viva, la ciega
obediencia, la continua oración, su universal mortificación, la pureza
incomparable, la caridad ardiente, la heroica paciencia, la dulzura angelical y
la divina sabiduría. Tales son las diez principales virtudes de la Santísima
Virgen.
Constante: Es constante, es decir, afirma a un alma en
el bien y la lleva a no abandonar fácilmente las prácticas de devoción; la hace
animosa para oponerse al mundo, y a sus costumbres y sus máximas, a la carne
con sus apetitos y sus pasiones, y al demonio en sus tentaciones; de modo que
una persona verdaderamente devota de la Santísima Virgen no es mudable,
melancólica, escrupulosa ni medrosa.
Desinteresada: La verdadera devoción a la Santísima Virgen
es desinteresada; es decir, inspira a un alma que no se busque a sí misma; sino
sólo a Dios en su Santísima Madre. Un verdadero devoto de María no ama a esta
augusta Reina por espíritu de lucro y de interés, ni por su bien temporal ni
espiritual, sino únicamente porque merece ser servida, y Dios sólo en Ella.
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera
Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort.
Núms.105-110)
Día 23º En qué
consiste la perfecta consagración a Jesús por María.
Toda vez que nuestra perfección consiste en
estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de todas
las devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, une y consagra más
perfectamente a este acabado modelo de toda santidad; y pues que María es entre
todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre
todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor,
es la devoción a la Santísima Virgen, su Santa Madre, y cuanto más se consagre
un alma a María, más se unirá con Jesucristo, y, he aquí por qué la perfecta
consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera
consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo
enseño; o con otras palabras, una perfecta renovación de los votos y promesas
del santo Bautismo.
Consiste, pues, esta devoción en entregarse
enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de Jesucristo por medio de
María. Es menester entregarle: primero, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y
sus miembros; segundo, nuestra alma con todas sus potencias; tercero, nuestros
bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; cuarto, nuestros
bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y
nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras; en una palabra: todo lo que
tenemos en el orden de la naturaleza y en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos
a tener en lo porvenir en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la
gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de
la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar
ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la
honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable
Señora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las
criaturas.
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera
Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort.
Núms.120-121)
Día 24º
Esta devoción es un camino fácil, corto,
perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios que es la perfección
cristiana.
Es un camino fácil: Es un camino que
Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que no se encuentra ningún
tropiezo para llegar a El. Es verdad que es posible llegar a la unión con Dios
por otros caminos, pero será pasando por muchas más cruces y extraños
desfallecimientos, y al través de muchas más dificultades, penosísimas de
vencer.
Es un camino corto: Esta devoción a la
Santísima Virgen es un camino corto para hallar a Jesucristo, ya sea porque en
él no hay extravíos, ya sea porque, como acabo de decir, por él se camina con
más gozo y facilidad y, por tanto, con más prontitud. Se avanza más en poco
tiempo de sumisión y de dependencia de María, que en años enteros de propia
voluntad y de apoyo sobre sí mismo.
Es un camino perfecto: Esta devoción a la Santísima Virgen
es un camino perfecto para ir a unirse a Jesucristo, toda vez que la divina
María es la más perfecta y la más santa de las puras criaturas, y que
Jesucristo que vino perfectamente a nosotros, no tomó otro camino para su
grande y admirable viaje.
El Altísimo, el Incomprensible, el
Inaccesible, El que es, ha querido venir a nosotros, pequeños gusanos de la
tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado esto? El Altísimo ha descendido
perfecta y divinamente por María hasta nosotros sin perder nada de su divinidad
y de su santidad, y por María deben los más pequeños subir perfecta y
divinamente al Altísimo sin temor alguno.
Es un camino seguro: Esta devoción a la
Santísima Virgen es un camino seguro para ir a Jesucristo y adquirir la
perfección uniéndose a Él. Porque esta práctica que enseño, no es nueva; es tan
antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y no se la podría condenar sin
trastornar los fundamentos del cristianismo. Consta, pues, en conclusión, que
esta devoción no es nueva, y que si bien no es común, cosiste esto en que es
demasiado preciosa para ser saboreada y practicada por todo el mundo. Esta
devoción es un medio seguro para ir a Nuestro Señor, porque es propio de la
Santísima Virgen el conducirnos seguramente a Jesucristo, como lo es de
Jesucristo llevarnos seguramente al Padre Eterno.
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort. Núms.152-164)
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort. Núms.152-164)
Día 25º Efectos
maravillosos de esta devoción
Persuadíos de que si sois fieles a las prácticas
interiores y exteriores de esta devoción, que os voy a marcar a continuación,
tendrán lugar los efectos siguientes:
Efecto 1º. El Espíritu Santo os dará por María, su amada
Esposa, luz para conocer lo malo de vuestro fondo, vuestra corrupción y vuestra
incapacidad para todo bien, si Dios no es su principio, como autor de la
naturaleza y de la gracia, y por consecuencia de este conocimiento os
despreciaréis y no pensaréis en vos sino con horror. Os consideraréis como un
reptil que lo mancha todo con su baba, o como un áspid que lo inficiona todo
con su veneno, o como una maliciosa serpiente que sólo procura engañar. En fin,
la humilde María os hará partícipe de su profunda humildad, la que os hará,
despreciándoos, que no despreciéis a nadie y deseéis que os menosprecien.
Efecto 2º. La Santísima Virgen os dará parte de su fe, que
fue sobre la tierra más grande que la fe de todos los Patriarcas, de los
Profetas, de los Apóstoles y de todos los Santos.
Efecto 3º. Esta Madre del Amor Hermoso quitará de vuestro
corazón todo escrúpulo, todo temor servil y desarreglado.
Efecto 4º. La Santísima Virgen os llenará de una gran
confianza en Dios y en Ella misma porque ya no os acercaréis a Jesucristo por
vosotros mismos, sino por medio de esta buena Madre.
Efecto 5º. El alma de la Santísima Virgen se os comunicará
para glorificar al Señor. Su espíritu entrará en el lugar del vuestro, para
regocijarse en Dios, su Salvador, siempre que seáis fieles a las prácticas de
esta devoción.
Efecto 6º. Si cultivamos bien a María, que es el árbol de la
vida en nuestra alma, siguiendo con fidelidad la práctica de esta devoción,
Ella dará su fruto en su tiempo, y este fruto suyo es Jesucristo.
Efecto 7º. Por medio de esta práctica, fidelísimamente
observada, daréis a Jesucristo más gloria en un mes, que de ninguna otra
manera, por más difícil que sea, en muchísimos años.
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera
Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort.
Núms.213-225)
Día 26º
Si queréis comprender a la Madre, dice un
santo, comprended al Hijo, pues es una Madre digna de Dios: Que aquí toda
lengua enmudezca. Para demostrar que la divina María ha estado desconocida
hasta ahora, y que es una de las razones por las cuales Jesucristo no es
conocido como debe serlo. Si, pues, como es cierto, el reino de Jesucristo ha
de venir al mundo, no será sino consecuencia necesaria del conocimiento del
reino de la Santísima Virgen María, que le trajo al mundo la vez primera y le
hará resplandecer en la segunda venida.
Confieso con toda la Iglesia que no siendo
María sino una pura criatura salida de las manos del Altísimo, comparada con la
Majestad infinita es menos que un átomo, o más bien es nada, puesto que sólo
Dios es quien es, y por consiguiente, confieso que este gran Señor, Ser
soberano y absoluto, ni ha tenido ni ahora tiene necesidad alguna de la
Santísima Virgen para hacer su voluntad santísima y para manifestar su gloria.
Basta que Dios quiera, para que todo se haga.
Digo, sin embargo, que así y todo, habiendo
querido Dios empezar y concluir sus más grandes obras por la Santísima Virgen
desde que la formó, es de creer que no cambiará de conducta en el transcurso de
los siglos, pues es Dios y no varía en sus sentimientos ni en su proceder.
María es la Reina del cielo y de la tierra
por la gracia, como Jesús es Rey por naturaleza y por conquista; pues el reino
de Jesucristo consiste principalmente en el corazón y en el interior del
hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está dentro de vosotros", del
mismo modo el reino de la Santísima Virgen está principalmente en el interior
del hombre, es decir, en las almas, y en las almas es en donde principalmente
está más glorificada con su Hijo que en todas las criaturas visibles, y podemos
llamarla con los santos, Reina de los corazones.
(Tomado del Libro Tratado de la Verdadera
Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort.
Núms.12-38)
Toda la información para
la Consagración al Inmaculado Corazón de María
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