Meditaciones
para la Cuaresma. Tomado de "Meditaciones para
todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. André
Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del
Cardenal Cheverus).
EVANGELIO SEGÚN SAN
MATEO (21, 1-9)
En
aquel tiempo, acercándose a Jerusalén, luego que llegaron a la vista de la
Betfagé, al pie del monte de los Olivos, despachó Jesús a dos discípulos
diciéndoles: “Id a esa aldea, que se ve enfrente de vosotros, y sin más
diligencia, encontraréis un asna atada y su pollino con ella; desatadlos y
traédmelos; y si alguno os dijere algo, respondedle que los ha menester el
Señor, y al punto os lo dejarán llevar”. Todo esto sucedió en cumplimiento de
lo que dijo el profeta: “Decid a la hija de Sion: ‘Mira que viene a ti tu Rey,
lleno de mansedumbre, sentado sobre un asna y su pollino, hijo de la que está
acostumbrada al yugo’”. Idos los discípulos, hicieron lo que Jesús les mandó. Y
trajeron el asna y su pollino, y los aparejaron, con sus vestidos, y le hicieron
sentar encima. Y una gran muchedumbre de gente tendía por el suelo sus
vestidos; otros cortaban ramas u hojas de los árboles y las ponían por donde
había de pasar, y tanto la gente que iba delante como la que venía detrás
clamaba diciendo: “¡Hosanna, salud y gloria al hijo de David; bendito sea el
que viene en nombre del Señor; hosanna en lo más alto de los cielos!”.
Meditaremos
sobre el evangelio del día y consideraremos: 1º Por qué Jesús entró triunfante
a Jerusalén, sabiendo que iba a ser allí crucificado; 2º Cuáles son los
caracteres de su triunfo.
—Tomaremos
en seguida la resolución 1º De renovar en nosotros el deseo de agradar a Dios,
aun cuando esto nos crucifique; 2º De hacer mejores nuestras Comuniones,
recibiendo con alegría a Jesús en nosotros como a triunfador que viene a tomar
posesión de todo nuestro ser. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras
del Profeta: “Decid a la hija de Sion: ‘Mira que viene a ti tu Rey, lleno de mansedumbre’”.
Transportémonos
en espíritu delante del Salvador, cuando entraba en triunfo a Jerusalén;
juntémonos al pueblo que le aclama y digámosle con él: “¡Hosanna al hijo de
David! ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!”
¿POR QUE JESÚS ENTRO
TRIUNFANTE EN JERUSALÉN?
Es un
hecho bien extraño que Nuestro Señor, que toda la vida había huido de la gloria
y del brillo para ocultarse en la oscuridad, acepte los honores de un triunfo
con todas las demostraciones de estimación pública, y esto en la víspera de su
muerte, cuando sabía que iba a ser crucificado. ¿De dónde viene esta diferencia
de conducta? ¿Por qué acepta hoy lo que siempre ha rehusado? Lo hace así: 1º
PARA MOSTRARNOS CUÁNTO AMA LA VOLUNTAD DE SU PADRE. Toda su vida, empleada en
agradarle, había sido, sin duda, un brillante homenaje rendido a su voluntad
adorable; pero para una ocasión solemne de llevar hasta el más sublime heroísmo
este perfecto amor, su Padre le pide el sacrificio de su libertad, de su honor,
de su vida. “¡Oh Padre mío!, vedme aquí —exclama— vengo a cumplir vuestras
órdenes, vengo, no con la paciencia que se resigna, sino con la alegría que
triunfa, a enseñar al mundo cuán amable es vuestra voluntad, sobre todo, cuando
crucifica; cómo el deseo de agradaros entusiasma, especialmente, cuando
inmola”. 2º JESÚS TRIUNFA, PORQUE VA A DARNOS LOS DOS MÁS GRANDES TESTIMONIOS
DE SU AMOR: EL UNO EN LA CENA, haciendo el Sacrificio y el sacramento de su
amor; EL OTRO EN EL CALVARIO, muriendo por nosotros. Desde largo tiempo deseaba
el uno y el otro con un ardor increíble. El momento tan deseado llega; tanta
felicidad bien vale una marcha triunfal; yendo a la Cena, es un buen padre, que
va, lleno de alegría, a legar a sus hijos la más rica herencia; yendo al
Calvario es un Rey Salvador, que va entrando en combate con los poderes
infernales, con el mundo, la carne y el pecado. Le costará toda la sangre de
sus venas, su vida misma; ¡Eso nada le importa! A este precio nos salvará,
queda contento y por eso triunfa. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá a este divino
triunfador y no clamará con todo el pueblo: ¡Hosanna al hijo de David!? 3º
JESÚS TRIUNFA, PARA ENSEÑARNOS EL PRECIO DE LA CRUZ Y DE LOS PADECIMIENTOS. El
mundo hace consistir la felicidad en alegrías que pasan, en honores que se
desvanecen. Para vencerlos, Jesús huyó cuando se le quiso hacer Rey. Se retiró
a solas cuando quiso transfigurarse, y cuando se le presentaron regocijos, se
ocultó; pero cuando se trató de verse humillado y de padecer, “¡Ea, vamos
adelante!” —Exclamó—; “La Cruz me espera; es mi gloria, iré a buscarla en
triunfo; la llevaré sobre mis hombros, como ha dicho el profeta”. ¡Hermoso
ejemplo, que ha hecho correr a la muerte a dieciocho millones de mártires,
entonando cánticos de gozo! ¿Cómo, después de esto, colocaremos nuestra gloria
en la reputación; nuestra felicidad en los placeres; nuestra vergüenza en las
humillaciones, en lugar de decir con el Apóstol: “Me complazco en la
humillación, en la persecución y en los padecimientos por Jesucristo”?
CARACTERES DEL TRIUNFO
DE JESUCRISTO
1º ESTE
ES UN TRIUNFO HUMILDE Y LLENO DE MANSEDUMBRE. “Hija de Sion, dice el Profeta,
tu rey viene a ti humilde y pobre; pero con una bondad arrebatadora, una
dulzura inapreciable”. Es tan humilde, que ha elegido a los pobres y a los
niños para cantar sus alabanzas; es tan manso, que no opone sino palabras
suaves al orgullo de los fariseos, que le piden haga callar las aclamaciones de
la multitud. Por esta humildad sencilla, por esta mansedumbre siempre igual se
reconoce al Rey de los reyes, y éstos son también los rasgos por los que han de
conocerse sus discípulos. 2° EL TRIUNFO DEL SALVADOR ES FIGURATIVO DE LAS
DISPOSICIONES CON QUE NOSOTROS DEBEMOS ACOGERLE CUANDO VIENE, EN LA SAGRADA
COMUNIÓN, triunfante de amor, a nuestros corazones. Esas vestiduras tendidas
por tierra bajo sus pies, figuran el despojo de los malos hábitos de que
nuestra alma está como revestida. Esas ramas de árboles con que el pueblo cubre
el camino figuran el desasimiento de los mil deseos, apegos y voluntades
propias que Nuestro Señor pide que se le sacrifiquen. Esas palmas que llevan en
las manos representan las palmas de victoria que debemos alcanzar sobre
nuestras pasiones y ofrecer al Salvador en cada Comunión. En fin, los cánticos
de triunfo que resuenan alrededor son el símbolo de los santos transportes de
gozo con que debemos acogerle a su llegada a nuestros corazones. ¿Son éstas las
disposiciones que llevamos a nuestras Comuniones?
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