Santa
Teresa de Jesús fue la verdadera promotora de la
devoción a san José
Santa Teresa de Jesús, se encomendó a san José en el transcurso de una
enfermedad, y fue así como se convirtió en una gran devota de este santo. Los
textos del capítulo VI del Libro de la Vida de santa Teresa sobre san José han
tenido "una influencia incomparable en la historia de la piedad
cristiana", como dice Canals, que añade que con estos textos Santa Teresa
"marca el comienzo de una nueva época en la historia de la Iglesia".
De estos textos parte la costumbre, antes inexistente, de poner el nombre de
José y de Josefa a los hijos como indicador de la universalización de esta
devoción y patrocinio. (Francisco Canals Vidal: San José en la fe de la
Iglesia, pág, 90).
Selección
de textos de Santa Teresa sobre san José
“Y
tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad
como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me
libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle
suplicado nada que no me lo haya concedido”.
“Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y
de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros
santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero
a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el
Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues
como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo
hace cuanto le pide”.
“Y esto lo han comprobado
algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por
experiencia; y aun hay muchas que han comenzado a tenerle devoción, habiendo
experimentado esta verdad”.
“Procuraba yo celebrar su
fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu,
queriendo que se hiciese bien y con muchos detalles, aunque con buena intención”.
“Querría yo persuadir a
todos que fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que
tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido a nadie que le tenga
verdadera devoción y le haga particulares servicios, que no lo vea más
aprovechado en la virtud; pues ayuda mucho a las almas que a él se encomiendan.
“Creo que ya hace algunos
años que el día de su fiesta le pido una cosa y siempre la veo cumplida; si la
petición va algo torcida, él la endereza para más bien mío”.
“Quien no hallare maestro
que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino.
No quiera el Señor que haya yo errado atreviéndome a hablar de él; porque
aunque publico que soy devota suya, en servirle y en imitarle siempre he
fallado. Pues él hizo, como quien es, que yo pudiera levantarme y no estar
tullida; y yo, como quien soy, usando mal de esta merced”.
“No me hartaba de dar
gracias a Dios y al glorioso Padre mío san José, que me pareció que él lo había
traído, porque fray Pedro era Comisario General de la Custodia de san José, a
quien me encomendaba mucho, y a nuestra Señora”.
“Un día, después de
comulgar, Su Majestad me mandó con mucha insistencia que lo intentara con todas
mis fuerzas, y me hizo grandes promesas de que se haría el monasterio, y que
Dios se glorificaría mucho en él, y que su título fuese de san José, que él nos
ampararía en una puerta y nuestra Señora en la otra”.
“Una vez estaba en un
apuro del que no sabía cómo salir, pues no tenía dinero para pagar a unos
albañiles, y se me apareció san José, mi verdadero padre y señor, y me dijo que
no faltaría dinero y que los contratara; y así lo hice, sin un céntimo. Y el
Señor de modo maravilloso que asombraba a los que lo oían, me proveyó”.
“Al glorioso san José no vi con tanta claridad, aunque vi muy bien que estaba allí, como en las
visiones que he dicho que no se ven”.
“Mas ¡ay, hijas!,
encomiéndenme a Dios y sean devotas de san José, que puede mucho”.
“Ya entonces yo oraba
mucho a nuestro Señor, suplicándole que no
me fuese sin dejarles casa (en Sevilla), y hacía que las hermanas se lo
pidiesen y al glorioso san José, y hacíamos muchas procesiones”.
“Las hermanas habían pedido mucho a san José que para su día tuviese casa
(en Burgos), y sin pensar que la tendrían tan pronto, se lo cumplió”.
“Los días primeros de pascua, u otros días de
solemnidad, podrán cantar Laudes, en especial el día del glorioso de san José”.
“Aunque
tenga muchos santos por abogados, tengan particularmente a san José, que alcanza
mucho de Dios”.
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