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miércoles, 24 de mayo de 2023

María Auxiliadora, historia de la dovoción


“Propaguen la devoción a María Auxiliadora y verán lo que son los milagros”. San Juan Bosco.

HISTORIA DE LA DEVOCIÓN A MARÍA AXILIADORA


La advocación Auxiliadora no es nueva y ya era conocida en los primeros siglos de nuestra era por las primeras comunidades cristianas. El primero que llamó a la Virgen María con el título de Auxiliadora fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en el año 345 d.C., en el que la proclama: Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios.

En el año 532 San Sabas narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada Auxiliadora de los enfermos, por las muchas curaciones que obraban.

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: María Auxiliadora, rogad por nosotros.
En el año 1030 se daba el nombre de Auxiliadora en Ucrania (Rusia) a la virgen María por haber liberado la región de la invasión de tribus paganas. Desde entonces se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre.
En el año 1571, bajo el pontificado del Papa Pío V, se pidió a todos los cristianos que rezaran e incluyeran en las letanías la advocación María Auxiliadora, rogad, por nosotros, porque en ese año los turcos dirigían un poderoso ejército con el fin de conquistar Europa. El 7 de octubre se libró la batalla de Lepanto. La flota naval deJuan de Austria venció a las naves turcas compuesta de 282 barcos y 88.000 soldados. Para los cristianos la detención de la invasión fue interpretada como el enfrentamiento entre dos religiones. Por consiguiente el triunfo de los católicos se debía a la intervención de la Virgen que había venido en auxilio de los cristianos.
Sobre el año 1600 los católicos del sur de Alemania se vieron amenazados por el avance del luteranismo e hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.
En 1683 los turcos atacan Viena. Capitaneados por el visir Kará Mustafá sitió Viena, capital del imperio. Los católicos al obtener la inmensa victoria contra los enemigos de la religión tres veces superiores, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países.

En 1806 las aspiraciones ambiciosas de Napoleón que quería imponer al Papa exigencias de bloquear a Inglaterra a lo que el Papa se negó, e hizo que Francia invadiera Italia obligando al destierro al Papa Pío VII. En su cautiverio, que duró 5 años, el pontífice prometió a la Virgen que si recuperaba su libertad y volvía a Roma, declararía ese día como solemne en honor a María Auxilio de los cristianos. El emperador francés fue derrotado y Pío VII pudo encaminarse hacia la ciudad de Roma, donde en medio de una alegría general entró el día 24 de mayo de 1814. De este acontecimiento, viene la tradición de la Solemnidad a María Auxiliadora cada 24 de mayo.

Pero sin duda fue San Juan Bosco con el que esta advocación mariana encontró la popularización de la invocación de María como Auxilio de los cristianos. Es el santo educador de Turín, quien veía el florecimiento de sus obras apostólicas y educativas entre los jóvenes como obra de la Virgen María. En 1860 se le aparece la Virgen y le manifiesta su deseo de ser honrada con el título de Auxiliadora, y señala el sitio para que se le construya un templo.

En 1863, no sin graves dificultades, Don Bosco comienza la construcción de la hoy Basílica de María Auxiliadora con apenas un capital de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde el 9 de junio de 1868 se consagró el templo ya terminado. Lo que sorprendió primero a Don Bosco y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia.

En la Basílica está la obra que mandó pintar Don Bosco al maestro italiano Tomás Lorenzone, en la cual aparece la Virgen con el Niño como figuras centrales veneradas por los doce Apóstoles, otros santos y los ángeles. Esta obra se considera como el icono principal de las representaciones artísticas de María Auxiliadora. La idea fue de Don Bosco que dijo al artista:

En alto María Santísima entre los coros de los ángeles, después el coro de los profetas, de las vírgenes, de los confesores. Por tierra los emblemas de las grandes victorias de María y de los pueblos del mundo en el acto de alzar las manos hacia ella pidiendo su auxilio.

Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María.


OFRECIMIENTO

Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.

Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.

Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.


ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.

Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.

Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.

Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea.




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