Si a san Juan Bautista le mandan a cortar la cabeza no es por "acoger y acompañar" al pecador, o por guardar silencio, sino por advertir a los pecadores de su pecado y llamarlos al arrepentimiento y la conversión.
EL
MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
Señor:
te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y
concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de
enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los
pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la
perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno
prefiera morir antes que pecar.
AÑO
30
El
evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran
precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan
Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías,
esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión
libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir
con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a
Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un
profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al
oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
"Pero
llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a
todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y
bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento:
"Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi
reino".
La
muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella
le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a
donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una
bandeja, la cabeza de Juan Bautista".
El
rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se
imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que
fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le
cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la
muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y
le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
Herodes
Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque está muy
prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la
esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba
mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran
muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en
cara sus errores.
Herodes
al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un
gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar
en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que
era pecado esa vida que estaban llevando.
Cuando
pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque
estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le
oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no
quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en
verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga
a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al
santo precursor.
Este
es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y
Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del
adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
Juan
murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta
Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que
no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que
llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su
concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de
morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral.
Fue un verdadero mártir.
Una
antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un
río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo
se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es
que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina.
Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse
con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo
enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.
Fuente: EWTN
LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO
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