"Al final mi Inmaculado Corazón triunfará".
Un artículo que publicamos en 2015, relativo a un suceso que
ocurrirá el día 23 de este mes de septiembre.
¿Apocalipsis ya? Otra señal importante aparece en los cielos
[Nota del autor: En
el siguiente artículo me propongo exponer una serie de hechos y observaciones
sin llegar a una conclusión definitiva. Sin embargo, estos hechos y
observaciones son de una naturaleza tal que se prestan a ser malinterpretados
cuando se observan y se informa de ellos. Quiero dejar claro que en el presente
artículo no pretendo vaticinar nada. Me limito a hacer unas observaciones sobre
unos fenómenos que se avecinan, tanto por parte del cielo como de los hombres,
que pueden resultar interesantes y de los que habría que estar al tanto.]
El
23 de septiembre de 2017 se verá la constelación de Virgo con el sol
ascendiendo exactamente por detrás (la mujer vestida de sol). Esto tendrá lugar
durante el centésimo aniversario de las apariciones de la “Mujer vestida de
sol,” Nuestra Señora de Fátima en 1917. ¿Qué significa esto?
La gran señal en el cielo
Si
el Señor nos diera una señal, ¿seríamos capaces de reconocerla? Y si Él, como
ya ha hecho en otras ocasiones, nos pusiera una gran señal en el cielo, un presagio
de grandes y terribles sucesos, ¿nos daríamos cuenta? ¿Estamos tan ocupados
como muchos que nos han precedido, que ni nos molestamos en mirar hacia arriba?
Si el Señor nos enviara esa señal hoy mismo, ¿la veríamos? Y si llegásemos a
verla, ¿nos importaría o la desecharíamos como una tonta superstición?
¿Qué
pasaría si les dijera que se aproxima un portentoso suceso astronómico que en
cuanto a precisión, contexto y momento se asemeja a la señal descrita en el
Apocalipsis? ¿Levantarían la mirada?
APOCALIPSIS 12,1-5
“y
una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol y con la luna
bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas,
la
cual, hallándose encinta, gritaba con dolores de parto y en las angustias del
alumbramiento.
y
vióse otra señal en el cielo y he aquí un gran dragón de color de fuego, con
siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas.
su
cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la
tierra. el dragón se colocó frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin
de devorar a su hijo luego que ella hubiese alumbrado.
y ella dio a luz a un hijo varón, el
que apacentará todas las naciones con cetro de hierro; y el hijo fue arrebatado
para dios y para el trono suyo“.
La Estrella de Belén
Antes
de comenzar, es importante dejar claro el contexto. Es una parte innegable e
incontestable de nuestra fe que hace 2000 años el Señor se valió de un suceso
astronómico para comunicarse con el hombre: la Estrella de Belén. Muchas personas,
al imaginar la Estrella de Belén, si es que la imaginan, piensan en una enorme
estrella que brilló sobre Belén, tan obvia para todos que hizo que los magos
emprendieran un largo viaje para conocer al rey prometido.
Sabemos
que esa versión es incorrecta porque cuando los Magos llegaron a Jerusalén, a
tan sólo 8 kilómetros de Belén, tuvieron que explicar lo que vieron y por qué
lo interpretaron de esa manera. El rey Herodes, su corte y el resto de
Jerusalén ignoraban en buena parte lo de la Estrella de Belén. La gente de
aquella ciudad, como nosotros, estaban ocupadas trabajando para sus familias y
en sus quehaceres diarios. Aunque esa gran señal que anunciaba el nacimiento
del Salvador, el propio Hijo de Dios, la tenían encima de su cabeza, no la
notaron ni les importó.
Para
comprender el contexto de la señal de Apocalipsis 12, es útil examinar más a
fondo la Estrella de Belén. ¿Qué era la Estrella de Belén y por qué la vieron
los magos cuando nadie más la había visto? Pues muy sencillo: porque prestaban
atención.
Hay
un supuesto convincente que sostiene que la Estrella de Belén fue una serie de
sucesos astronómicos normales que dieron lugar a conjunciones muy excepcionales
que anunciaban simbólicamente el nacimiento de un rey. Es importante resaltar
que esto no tiene nada que ver con la astrología.
La
astrología se define en alguna enciclopedia como:
“Arte
de adivinación que intenta predecir acontecimientos terrestres y humanos
mediante de la observación e interpretación de estrellas fijas, el Sol, la
Luna, y los planetas. Sus partidarios creen que entendiendo la influencia de
los planetas y estrellas sobre los asuntos de la tierra permite vaticinar el
destino de las personas, sociedades y naciones e influir en ellos”.
La
Iglesia Católica condena sin rodeos la astrología, así como toda forma de
adivinación (CIC 2116). Pero las señales como la Estrella de Belén no son
adivinaciones del destino basadas en las estrellas, sino un símbolo astronómico
regular si se tiene en cuenta que algunas veces el Señor del universo se sirve
de su creación para comunicarse con el hombre. La Biblia está llena de casos
que lo confirman. El Salmo 19 dice:
“Los cielos atestiguan la gloria de
dios y el firmamento predica las obras que él ha hecho. cada día transmite al
siguiente este mensaje, y una noche lo hace conocer a la otra. si bien no es la
palabra, tampoco es un lenguaje cuya voz no pueda percibirse. por toda la
tierra se oye su sonido, y sus acentos hasta los confines del orbe”. salmo
19,1-5
San
Pablo cita este salmo en la epístola a los Romanos, cuando afirma que los
judíos estaban al tanto de la venida del Mesías.
“La fe viene, pues, del oír, y el oír
por la palabra de cristo. pero pregunto: ¿acaso (los judíos) no oyeron? al
contrario. “por toda la tierra sonó su voz, hasta los extremos del mundo sus
palabras”.
romanos 10,17-18
romanos 10,17-18
San
Pablo deja claro que los judíos sabían sobre el Mesías porque los cielos se lo
habían dicho. Obviamente, Pablo no avala la astrología; se limita a indicar que
Dios puede servirse de los cielos para anunciar sus planes, y de hecho lo hace.
Puede decirse mucho más sobre la diferencia entre la astrología y la
comprensión de las señales en los cielos, pero de momento nos limitaremos a
señalar que buscar en el cielo la confirmación y el anuncio de los planes de
Dios es legítimo dentro de un contexto u aplicación apropiados.
Entonces,
¿qué era la Estrella de Belén? Como he dicho, hay un supuesto convincente que
sostiene que la Estrella de Belén fue una serie de sucesos astrológicos con un
simbolismo elocuente. Se puede encontrar más información [en inglés] en
BethlehemStar.net, pero intentaré resumirlo.
Entre
los años 3 y 2 a.C. ocurrió una triple conjunción entre Júpiter (el planeta
rey, en movimiento retrógrado) y Regulus (la estrella reina). Probablemente,
los Magos interpretaron esta triple conjunción como un enorme anuncio de neón
en el cielo, que titilaba como diciendo: REY-REY-REY. Todo empezó con el Año
Nuevo judío y en la constelación de Leo (el león, símbolo de la tribu de Judá).
Por lo tanto, representaba claramente al rey de los judíos, de la tribu de
Judá. La señal era muy clara para los que estuvieran familiarizados con el
Mesías. Es más, justo detrás de Leo ascendía la constelación de Virgo, con el
sol por detrás y la luna a sus pies.
Luego
de esta increíble conjunción triple, Júpiter comenzó a avanzar por el cielo
hacia el oeste, hasta ponerse en conjunción con Venus, planeta asociado con la
maternidad. La conjunción del rey de los planetas con la madre de los planetas
fue tan próxima que formaba el objeto más brillante del firmamento. Jamás se
había visto algo así.
Toda
esta simbología del rey de Judá y de la Virgen bastó para movilizar a los Magos
hacia Jerusalén, pero se puede entender que el ciudadano medio de Jerusalén no
lo notara.
Júpiter
continuó avanzando hacia el oeste hasta que se detuvo. Cuando lo hizo (visto
desde Jerusalén), lo hizo al sur, sobre el pueblo de Belén, el 25 de diciembre
del año 2 a.C. Esto se ve claramente con un programa astronómico moderno que
muestra el cielo en cualquier fecha de la historia y desde cualquier
perspectiva. Gracias a esta tecnología, no sólo podemos estudiar los cielos del
pasado sino también los del futuro.
En
el contexto que acabo de describir, dirigimos la mirada a los cielos del
futuro, que una vez más nos muestran señales muy simbólicas.
Repasemos
los primeros versículos de Apocalipsis 12.
”Y una gran señal apareció en
el cielo: una mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies y en su
cabeza una corona de doce estrellas, la cual, hallándose encinta, gritaba con
dolores de parto y en las angustias del alumbramiento.”
El
autor del Apocalipsis indica claramente que esta visión es una señal en el
cielo. ¿Qué veremos en el cielo en un futuro cercano?
El
20 de noviembre de 2016 se iniciará un suceso astronómico que durará nueve
meses y medio y culminará en una sorprendente coincidencia con la visión del
Apocalipsis 12. Si bien no soy astrónomo, mis investigaciones indican que este
suceso astronómico, en todos sus detalles, es único en la historia de la
humanidad.
El
20 de noviembre de 2016, Júpiter (el planeta rey) entrará en el cuerpo
(vientre) de la constelación de Virgo (la Virgen). Júpiter, en movimiento
retrógrado, pasará los siguientes 9 meses y medio dentro del vientre de Virgo.
Este período coincide con un período normal de gestación de un bebé.
Luego
de esos 9 meses y medio, Júpiter saldrá del vientre de Virgo. Junto con la
salida de Júpiter (nacimiento), el 23 de septiembre de 2017, veremos la
constelación de Virgo con el sol ascendiendo por detrás (la mujer vestida de
sol). A los pies de Virgo, veremos a la luna. Y sobre su cabeza encontraremos
una corona de doce estrellas, formada por las nueve habituales de la
constelación de Leo, sumadas a los planetas Mercurio, Venus y Marte.
Es
una serie de acontecimientos verdaderamente sorprendente, y tiene un llamativo
grado de coincidencia con la visión del Apocalipsis 12.
¿Cuál
es el significado de todo esto, si es que lo tiene? La respuesta es obvia: no
lo sabemos. Ahora bien, tampoco estamos lejos de un contexto posible.
Da
la casualidad de que estos sucesos tendrán lugar durante el centésimo
aniversario de las apariciones de “la Mujer vestida de sol”, Nuestra Señora de
Fátima en 1917. La culminación de estos sucesos astronómicos ocurrirá tan sólo
3 semanas antes de que se cumplan cien años del gran milagro de Fátima, en el
que el sol “bailó” (otra señal celeste), lo cual fue presenciado por millares
de personas.
Ha
transcurrido casi un siglo desde entonces, y durante ese tiempo hemos visto
cumplirse las advertencias de Nuestra Señora con gran precisión. La gente no ha
dejado de ofender a Dios, hemos visto guerras terribles, naciones devastadas,
los errores de Rusia desparramados por el mundo entero y, a decir verdad,
incluso dentro de la Iglesia. Y todavía esperamos que se cumplan sus promesas,
el triunfo de su Inmaculado Corazón y un período de paz para el mundo entero.
Lo
que no es tan conocido es que en de la historia de Fátima hay indicaciones
sobre la importancia que puede tener un período de cien años. En agosto de
1931, Sor Lucía se hospedó con una amiga en Rianjo (La Coruña, España). Nuestro
Señor se le apareció allí para quejarse porque las peticiones de su Madre no
habían sido atendidas, y dijo: “Participa a mis ministros que, en vista de que
siguen el ejemplo del Rey de Francia dilatando la ejecución de mi petición,
también lo han de seguir en la aflicción. Nunca será tarde para recurrir a
Jesús y a María.”
Y
luego en otro texto, Sor Lucía citó a Nuestro Señor diciendo “No han querido
atender mi petición… Al igual que el Rey de Francia se arrepentirán, y la
harán, pero ya será tarde. Rusia habrá esparcido ya sus errores por el mundo,
provocando guerras y persecuciones a la Iglesia. El Santo Padre tendrá que
sufrir mucho.”
Las menciones al rey
de Francia resultan interesantes con relación a lo que estamos exponiendo, ya
que refieren explícitamente a las peticiones que hizo el Sagrado Corazón al rey
de Francia el 17 de junio de 1689 por medio de Santa Margarita María Alacoque.
Luis XIV y sus sucesores no respondieron al pedido de Nuestro Señor de
consagrar a Francia al Sagrado Corazón de Jesús. Como resultado, el 17 de junio
de 1789, exactamente cien años después del día de la
petición, la Asamblea Nacional de la Revolución Francesa se adueñó del gobierno
de Francia y despojó al monarca de su poder. Más tarde, el rey perdió su cabeza
en la revolución.
No
es posible saber hasta qué punto tiene valor la alusión a este período de cien
años, o si el cronómetro ha empezado a correr y cuándo, pero es interesante y
relevante en el contexto de lo que decimos.
Y
por supuesto, muchos conocen ya la visión del papa León XIII en la que dijo
haber oído que se le concedieron a Satanás cien años para intentar destruir la
Iglesia. Inmediatamente después de esta visión, León XIII compuso la oración a
San Miguel Arcángel en la que se ruega que nos defienda en la batalla y sea
nuestra defensa contra la perversidad y acechanzas del demonio. Después agregó
las oraciones leoninas al final de la misa, las cuales suprimió el Concilio
Vaticano II.
Mientras
vivimos tiempos turbulentos dentro de la Iglesia, en que se desechan y
subestiman los cimientos de la fe y hasta las propias palabras y mandamientos
de Nuestro Señor, es imposible no recordar la visión del papa León XIII.
A
propósito de la crisis actual, en esta era de falsa misericordia debo recalcar
que la fecha en que comenzará el suceso astronómico, el 20 de noviembre de
2016, es la misma en que finaliza el Año de la Misericordia decretado por el
papa Francisco. Y es nada menos que el mismo día de la fiesta de Cristo Rey.
En
conclusión, vuelvo a insistir que no soy dueño de la verdad en cuanto al
significado del suceso astronómico descrito, si es que lo tiene. Más aún, no
afirmo conocer el futuro ni acontecimientos futuros relacionados con el
cumplimiento de las promesas de Fátima. He escrito lo anterior porque me
encuentro en una situación parecida la de los Magos de hace 2000 años. Levanto
los ojos al cielo y digo: “Señor, tienes toda mi atención.”
Patrick Archbold
[Traducción
de Marilina Manteiga. Artículo Original]
Visto
en Adelante la Fe
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