Por:
Pbro. León Crisóstomo
El Ángel caído reclama para él, el
culto de adoración
Esta
situación es completamente distinta con el Ángel caído que traicionó su
ministerio porque efectivamente se acerca al ser humano pero con la intención
de alejarlo de Dios mediante la instigación al abuso de la libertad para romper
la comunión con Dios, haciendo que este si no se arrepiente abre la posibilidad
de verse privado de la contemplación del Padre perdiéndose para siempre en el
castigo del infierno. Y no solamente hace esto sino que una vez que ha
instigado al hombre a romper su comunión con Dios, él asume ese lugar que le
corresponde al Señor, exigiendo el culto de Latría o adoración para él, pues
exige al ser humano que se postre y lo adore, un culto que es perverso y
diabólico porque solo Dios es merecedor, al igual que el Cordero de Dios.
Por eso resulta
un tanto simpática la petición que le hace Satanás, el ángel caído a Jesús en
el relato de las tentaciones en el desierto, pues ahora resulta que la criatura
le pide al Creador hecho carne (Jn 1,3.14), que se postre ante él, que le
adore, con la tentación de que le dará todo los reinos del mundo (Mt 4,9),
instigación que está fuera de lugar porque todas las cosas han sido hechas por
el Logos eterno del Padre (Col 1,16), y es dueño y heredero de todo el universo
(Heb 1,2), y no sólo de las visibles que le ofreció el mentiroso del Diablo
pues se presentó como el legítimo dueño, pues nada es de él a menos que lo haya
robado y se haya apoderado de eso de manera ilegítima como ocurrió a la
humanidad en razón del pecado, sino también de las invisibles con todas sus
jerarquías existentes (Col 1,15-17). Fue una auténtica estupidez pedirle al
Señor del cielo y de la tierra, al Creador de todo el universo, a su propio
dueño que se postrara ante él, pobre miserable que tenía una profunda necesidad
de reconocimiento y narcisismo, propio de la conducta perversa y diabólica de
los ángeles caídos, pues no busca la gloria de Dios, el postrarse humildemente
ante el Señor, por eso es la encarnación de la soberbia, del orgullo y de la
desobediencia.
Observemos con
detenimiento el móvil en sus dos direcciones porque es la clave para aprender a
descubrir, desenmascarar, denunciar y rechazar al ángel caído y a todos sus
ángeles seguidores: el sacar a Dios del horizonte humano y la sustitución por
alguno de ellos, básicamente por su líder Satanás. Esto lo podemos aplicar en
el culto que está proliferando por los ángeles, obviamente popularizado por la
New Age, sólo que mucha atención, los únicos nombres de ángeles que fueron
revelados por el Espíritu Santo son Rafael, Gabriel y Miguel como ya lo vimos
anteriormente, también dijimos que la tradición judía habla de siete ángeles
que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor, según el
testimonio dado por el ángel Rafael a Tobías (Tob 12,15), pero no encontramos
esos nombres en ningún libro canónico, es decir, en los libros que tanto la
tradición judía como cristiana reconocieron como inspirados por el Espíritu
Santo.
La literatura apócrifa responde a la
curiosidad acerca de los Ángeles
Fue la literatura
apócrifa, la no autorizada, la que quiso responder a la inquietud y curiosidad
de las personas por saber acerca de los cuatro ángeles restantes mencionados en
la lista del Ángel Rafael, y los podemos encontrar en el libro de Enoc:
<> (Libro de Enoc, cap. 20), y finalmente Gabriel.
Como dijimos en la
angeología judía existe la firme creencia de que existen los siete espíritus de
Dios, una idea que aparece en el libro del profeta Isaías cuando habla de las
características con las que estará revestido el Mesías de Dios (Is 11,1-4), es
decir de la plenitud del Espíritu de Yahveh. Esta idea fue retomada por el
autor del libro del Apocalipsis pues en la parte que corresponde a los
remitentes del libro de las revelaciones, aparece el Espíritu: de parte
de los siete Espíritus que están ante su trono (Ap 1,4), los
mismos que el vidente declara haber visto cuando fue arrebatado hasta el trono
mismo de Dios: Delante del trono arden siete antorchas de fuego, que
son los siete Espíritus de Dios (Ap 4,5). Según el vidente en el cielo
existe uno sentado en el trono que es sin duda alguna la imagen de Dios y a
quien no nombra de manera directa por la magnificencia de su ser, sólo lo
representa como una realidad bellísima a partir de la mención de las piedras
preciosas (Ap 4,1-3), para después hablar que del mismo trono, en la parte
ubicada en frente de él <>, y finalmente se hace presente el Cordero
degollado, y toda la corte celestial realiza el culto de adoración para ellos.
Esta
celebración litúrgica la realizan todos los demás personajes presentes en el
cielo: Los veinticuatro Ancianos y los cuatro Vivientes que parecen ser
ángeles, pero no se habla de los <siete ángeles>> que están ante la
Gloria del Señor según la tradición judía, ya que no aparecen, a menos que sean
esas siete llamas que se desprenden del trono y están en la parte frontal, pero
la mayoría de los exégetas reconoce que esto es la simbología propia del
Espíritu Santo, por lo que no hay que buscarlos en ese texto, simplemente no
aparecen en ese contexto de la visión del trono. Sin embargo, el mismo vidente
es heredero de esa tradición y lo plasma de una manera clara en las siete
cartas que el Espíritu dirige a las iglesias en donde se piensa hay un ángel al
frente de ella, pensamos que en sus dos sentidos, pues para algunos
especialistas, el término no significa una realidad espiritual, sino que
estaría haciendo referencia a los pastores de las iglesias mencionadas que
tienen una función de ángeles en cuanto que son los que las cuidan y las
conducen; pero también puede ser para los ángeles del cielo que fueron
designados por Dios y que están protegiendo a esas comunidades (Ap 2-3), como
también se hace mención de los siete ángeles elegidos por Dios para derramar
las siete copas del furor de Dios sobre la tierra (Ap 16,1ss).
El Mal espíritu distorsiona y
contradice lo dicho por Dios en las Escrituras
Vamos a situarnos
una vez más en el contexto de las tentaciones, en el marco del relato de la
caída de nuestros primeros padres en el jardín (Gén 3,1-7), y son su
paralelismo del relato de las tentaciones a Jesús en el desierto en la versión
del evangelista San Mateo (Mt 4,1-11). En ambos relatos aparece la misma
realidad angelical que <>. No olvidemos que la tiene como punto de
partida y vimos que va subiendo cada vez más de tono conforme hace más
puntiagudo su ataque: tiene como punto de partida la misma Palabra de Dios para
darle la apariencia que es parte del contenido de la fe…hasta llegar a la
cumbre del descaro con la negación abierta de las verdades reveladas a las que
califica de mentiras y por tanto, dignas de ser corregidas por él, naciendo así
la verdadera sabiduría. Cuando el ángel caído atacó a Eva por primera vez
-estamos desde el lenguaje propio de una batalla espiritual- ella se defendió
bastante bien al citar y aferrarse fielmente a la Palabra de Dios… pero en
cuanto dio más cabida al pensamiento del ángel caído se vio envuelta perdiendo
de vista lo que ya sabía por la revelación divina, y terminó siendo instigada y
seducida por la palabra del Maligno en quien ella depositó su entera confianza,
dejando de escuchar y obedecer a la Palabra de Dios.
Esta misma
dinámica le pasó a Jesús en el desierto. Satanás cita la Sagrada Escritura
manipulándola en la segunda tentación, pues dice: porque está
escrito (Mt 4,6), y cita las palabras de la Escritura, pero
distorsionando completamente el sentido genuino; sin embargo, el Señor le
responde a partir de la misma Escritura pero en plena sintonía y armonía con la
intención del Espíritu de Dios: Jesús le dijo: También está
escrito (Mt 4,7). La batalla espiritual gira entonces en torno a una
interpretación del Ángel caído y a la interpretación del Hijo del hombre ungido
por el Espíritu Santo, y esto se transforma en pensamientos en la mente del
hombre de acuerdo a la fe que se le ponga en la hermenéutica angelical
diabólica o en la hermenéutica del hombre guiado y conducido por el Espíritu
Santo, y poder decidirlo está en la libertad humana.
Como podemos
percatarnos, ambos discursos que nacen a partir de la interpretación de la
Sagrada Escritura, es decir, tienen la misma fuente que es la Palabra de Dios,
no son en sentido estricto de la palabra <<discursos
antropológicos>>, inventados y fabricados por la especulación humana,
sino que es un discurso <<diabólico>> si lo realiza el Ángel caído,
y un discurso del hombre del Espíritu si lo enseña el Maestro Jesús de Nazaret;
pero lo interesante del tema es que ambos discursos tienen como punto de
partida la Palabra de Dios, por eso la hermenéutica angelical demoníaca es muy
atractiva porque tiene el ropaje de ser un auténtico lenguaje religioso. Así,
por ejemplo, es muy seductor cuando alguien enseña desde el discurso de la fe
que todas las situaciones críticas que estamos viviendo no son castigos, ni
maldiciones divinas, sino resultado del abuso de la libertad humana y de la
instigación del Demonio quien nos sedujo al pecado del cual libremente quisimos
comer. Ante este discurso alguien se acerca y comenta: que curioso; en
metafísica nos enseñan la teoría del karma y eso coincide notablemente con lo
que se enseña acerca de las consecuencias de nuestros actos de los cuales cada
uno es responsable.
La propuesta diabólica de una
interpretación <<angelical>> de la realidad
Y aquí está la fuerza y el poder del
camuflaje del ángel caído y de los ángeles malditos que presentan un
<<discurso>> alternativo que se <<perece>> mucho al
discurso revelado por Dios y que si se le permite la entrada hará que
finalmente la Palabra de Dios sea dejada fuera, bajo la idea que esa doctrina
es sabiduría y responde a las expectativas, por eso aprendamos la regla del
juego: Como Jesús de Nazaret, el verdadero Maestro autorizado del Espíritu
-nada de un iluminado más en la lista de los grandes maestros del Espíritu, y
mucho menos un gurú- quien nos enseña como desenmascarar, denunciar, sofocar y
vencer al espíritu del Maligno mediante la iluminación de la Palabra de Dios y
de la guía del Espíritu Santo, el ejemplo es muy claro cuando el ángel caído le
pide que destierre a Dios de su vida y lo ponga a él como el centro, es la
invitación a la apostasía como rechazo de Dios y de la idolatría que le rinde
culto al ángel caído, de teología se vuelve angeología, vuelve a asomarse la
más grande aspiración diabólica: ser como Dios. Y Jesús lo vence citando la
Escritura a quien le da toda la autoridad y a quien se somete en obediencia,
escuchándola, obedeciéndola fielmente, y mostrando una docilidad muy a pesar de
que es un hombre sano en su mente y su corazón no saca los criterios desde su
madurez humana, sino que humildemente se somete a la voz y a la voluntad de
Dios expresada en la Sagrada Escritura y leída desde la luz propia del Espíritu
Santo; le dijo el Señor:
“Apártate,
Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás
culto” (Mt 4,10).
Jesús teniéndolo
todo para ser la medida de las cosas, se deja guiar humildemente por la fuerza
del Espíritu Santo recibido en el Bautismo y por la luz de la Palabra de Dios
contenida en la Sagrada Escritura, y todo eso apunta precisamente al
reconocimiento de la gloria de Dios y de la adoración, expresados en la
fidelidad a su Palabra y que posibilita el fin del reino del Príncipe de este
mundo y se inaugura la construcción del Reino de Dios.
(Continuará).
Visto en Como Vara de Almendro
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