“Y tomé por abogado y señor
al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro
que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el
alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me
acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido (V 6,6)”. (Santa Teresa de Jesús)
Marzo es
el mes de San José en la tradición católica.
SAN
JOSÉ
DEVOCIÓN DE LOS 30 DÍAS (1)
¡Oh
amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor
y ansiedad, os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro solio
del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre
de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los
desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y
de tu santa Esposa.
Por
eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis
lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis
esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen
una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una
necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres
queridos.
Y
para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré
durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que vivisteis
en la tierra con Jesús y María, y os lo pediré, urgente y confiadamente,
invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí y todos los
motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y
remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que
al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que
os pido, y deseo.
1.-
Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y
nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del
Hombre, Dios con el Hombre.
2.-
Os lo suplico por vuestra ansiedad de sentiros obligado a abandonar a vuestra
santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.
3.-
Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un
pesebre para palacio y cuna de. Dios, nacido entre los hombres, que le
obligan a nacer entre animales.
4.-
Os lo imploro por la dolorosísima y humillante circuncisión de vuestro Jesús,
y por el santo y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno
para consuelo, amor y esperanza nuestra.
5.-
Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada
contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedentísima huida a Egipto, por las
penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro, y por
vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.
6.-
Os lo pido por vuestra aflicción dolorosa de tres días al perder a vuestro
Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el templo; por
vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús
y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.
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.- Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la
víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por
nuestros pecados y nuestra redención.
8.-
Os lo demando por la dolorosa previsión, que os hacía todos los días
contemplar aquellas manos infantiles, taladradas un día en la Cruz por agudos
clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre vuestro pecho,
coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro
corazón, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz; aquel último
momento en que le veíais expirar y morir por mí, por mi alma, por mis
pecados.
9.-
Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús
y María. y vuestra entrada en el Limbo de los Justos en el cielo, donde
tenéis vuestro trono de poder.
10.-
Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la
Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono
de Rey inmortal de los siglos.
11.-
Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a
vuestra santísima Esposa, resucitada, y ser subida a. los cielos por ángeles,
y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro como
Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.
12.-
Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades
y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y gloria feliz
bienaventuranza en el Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa
María.
¡Oh
mi buen San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de
sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano,
siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y
suplicaros y esperar me obtengáis ,de Dios la grande y extraordinaria gracia
que voy a poner ante este tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder
en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.
(Aquí,
levantado el corazón a lo alto, se le pedirá al Santo con amorosa instancia
la gracia que se desea.)
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1. Esta devoción está tomada de un folleto impreso en Buenos Aires bajo la firma del sacerdote jesuita J. Santillana. En él se puede leer lo siguiente acerca de la misma: "Basta la lectura de esta Oración para tenerla como muy cristiana y teológica y como muy recomendable y eficaz para conmover ese poder y bondad del Santo Patriarca y para alcanzar por su medio las gracias más difíciles y extraordinarias.
Las razones de esta
afirmación son las siguientes:
a) La materia doctrinal
de esa Oración es la más teológica y completa.
b) El fin general de
ella, el más devoto y grato al Santo: honrar la memoria de los treinta años que
vivió con Jesús y María en la tierra.
e) Los títulos que se
invocan, poderosísimos para mover el corazón del Santo.
d) La forma ferviente en
que está escrita es de fe vivísima, de ternura sensible, y de urgente e
irresistible instancia... Es el alma toda la que en todas sus frases pide y
suplica, gime y llora, conmueve y triunfa de las resistencias del mismo Dios.
e) Y si a todo se añade la
insistencia y perseverancia durante treinta días en tan larga y vehemente
súplica del alma, no será temerario afirmar según el dogma católico que es una
oración teológica y cristiana, eficaz e irresistible.
f) No hay en ella nada de
superstición o revelación o infalibilidad o algo imposible o impropio. Por el
contrario lo que se pide y se confía conseguir es sencillamente algo muy
conveniente y necesario; aunque difícil y extraordinario; pero nada de milagros
infalibles y a plazos fijos y por modos y prácticas supersticiosas. Todo está
fundado en el dogma católico de la oración e intercesión de los Santos, y en la
creencia y confianza del pueblo cristiano en el poder y bondad del Santo
Patriarca.
En Buenos Aires se está
propagando prodigiosamente y obteniéndose gracias extraordinarias.
La práctica de esta
devoción ha de ser muy sencilla. Récese la oración treinta días consecutivos, y
será más eficaz rezarla ante la imagen o altar del Santo; pero cuando eso no
sea posible, puede rezarse en la casa particular. Se recomienda mucho la
comunión, al menos los miércoles de esos treinta días. Finalmente se ruega que
se dé cuenta de las gracias obtenidas".
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