NOVENA A SANTIAGO APÓSTOL
El apóstol Santiago, primer apóstol mártir.
Patrón de España.
Se reza del 17 al 25 de julio, aunque puede hacerse en cualquier tiempo, siempre que las necesidades espirituales o temporales así lo indiquen.
✞ Por la señal de la Santa Cruz,
✞ de nuestros enemigos,
✞ líbranos Señor, Dios nuestro.
✞ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
✞ líbranos Señor, Dios nuestro.
✞ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Dios y Señor infinitamente
Misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos y nada valen nuestras obras,
dignaos, Señor, concedérmele, para que os sea agradable este culto que deseo
rendir a vuestro amado Discípulo y glorioso Patrón de España, a quien debemos
la Fe con que os adoramos los Españoles. No miréis, Señor piadosísimo, a la
gravedad de mis culpas, que humildemente os confieso. Perdonádmelas, Señor, por
la Pasión y Muerte de vuestro Santísimo Hijo y dulcísimo Redentor mío, por las
lágrimas de su Purísima Madre, y por el martirio de nuestro Apóstol, pues de
todo corazón me pesa de haberos ofendido, por ser quien sois infinitamente
amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir que haber agraviado a vuestra
inmensa Majestad: propongo firmísimamente enmendarme con vuestra gracia, que
espero de vuestra misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y
morir como hijo de la Santa Madre Iglesia, y de mi padre y maestro el Apóstol
Santiago, y merecer alabaros con él eternamente en la Gloria. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Fidelísimo Discípulo del Divino
Maestro Jesucristo, que mereciste os escogiese por una de las primeras columnas
de su Iglesia, y por fundador y Patrono de las de España, que por vuestra
predicación y merecimientos recibió la Fe Católica, y espera mantenerla hasta
el fin del mundo. ¡Oh Padre y protector de todos los fieles, especialmente los
Españoles, a quienes dejasteis por prenda de vuestro paternal amor el tesoro
preciosísimo de vuestro sagrado cuerpo gloriosamente depositado en la magnífica
Basílica de Compostela, a cuya espada debe España sus triunfos, en cuyo Bordón
tiene su seguro arrimo, y por cuyos respetos franquea Dios la puerta de sus
misericordias con tanta Indulgencia para la remisión de sus culpas: Bendito
seáis de todas las naciones naturales y extranjeras: aclamado seáis y venerado
de todas por ínclito Patrón nuestro. Gózome, Santo mío, de que de todas las
partes del mundo concurran a venerar vuestras sagradas reliquias, y os pido
rendidamente me alcancéis parte de los merecimientos de tantos devotos
peregrinos, como con tanta fatiga, mortificación y penitencia buscan vuestro
amparo, y veneran vuestro patrocinio. Con todos ellos os amo, con ellos os
venero, y con ellos quisiera ir publicando por tantas partes del Orbe, cuantas
pasan en su dilatada peregrinación vuestras excelentes prerrogativas y vuestro
glorioso nombre. Confirmadme, Santo mío, en la Santa Fe que os debo, y en el
Santo temor de Dios que tanto necesito. Concededme del Todopoderoso el favor
que os pido en esta Novena, para tener ese motivo más de daros las gracias en
la Gloria. Amén.
ORACIÓN
DE CADA DÍA
(Al final podrás encontrar la oración
para cada día de esta novena.)
Aquí se pedirá la gracia que se
desea obtener, se rezarán tres Padre nuestro y tres Ave María, en reverencia de
la vocación, predicación y martirio del Santo.
ORACIONES
FINALES
GOZOS A SANTIAGO APÓSTOL (con su antífona)
Santiago,
Apóstol glorioso
De la España esclarecida
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
De la España esclarecida
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Al punto
que habéis oído
A Jesús que os ha llamado,
Del mar del mundo arriesgado,
Las redes echáis a olvido:
A su interés engañoso
Disteis pronta despedida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
A Jesús que os ha llamado,
Del mar del mundo arriesgado,
Las redes echáis a olvido:
A su interés engañoso
Disteis pronta despedida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Viendo que
de celo lleno,
Serías Rayo inflamado,
Y Jesús os dio el señalado
Título de hijo del Trueno:
De nombre tan misterioso
Se vio la verdad cumplida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Serías Rayo inflamado,
Y Jesús os dio el señalado
Título de hijo del Trueno:
De nombre tan misterioso
Se vio la verdad cumplida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
El secreto
os confió,
Señal de su amor bien fija,
Cuando a la difunta hija
De Jairo resucitó:
Así premia amoroso
Vuestra lealtad conocida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Señal de su amor bien fija,
Cuando a la difunta hija
De Jairo resucitó:
Así premia amoroso
Vuestra lealtad conocida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Cuando en
el Tabor notoria
Hizo su inmensa grandeza,
Parte quiso su fineza
Daros en aquella gloria:
Para todo lance honroso
Su dignación os convida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Hizo su inmensa grandeza,
Parte quiso su fineza
Daros en aquella gloria:
Para todo lance honroso
Su dignación os convida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
De su
agonía en el Huerto,
Por testigo os ha escogido,
Siendo, estando Vos dormido,
Su amor con Vos más despierto:
No hay sudor, ni afán penoso,
Que de estimaros le impida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Por testigo os ha escogido,
Siendo, estando Vos dormido,
Su amor con Vos más despierto:
No hay sudor, ni afán penoso,
Que de estimaros le impida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Digno
vuestro valor fue
De que os fiase la hazaña
De conquistar toda España,
Para el reino de la Fe:
Dejasteis, Rayo fogoso,
La gentilidad rendida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
De que os fiase la hazaña
De conquistar toda España,
Para el reino de la Fe:
Dejasteis, Rayo fogoso,
La gentilidad rendida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Por premiar
vuestros desvelos
Desde Jerusalén fina
Vino a España peregrina
La Emperatriz de los Cielos:
Templo le hicisteis famoso,
Que acredita su venida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Desde Jerusalén fina
Vino a España peregrina
La Emperatriz de los Cielos:
Templo le hicisteis famoso,
Que acredita su venida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Después de
tanta proeza,
De los Apóstoles fuisteis
El primero que ofrecisteis
Por la Fe vuestra cabeza:
Llevais en esto dichoso
Primacía distinguida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
De los Apóstoles fuisteis
El primero que ofrecisteis
Por la Fe vuestra cabeza:
Llevais en esto dichoso
Primacía distinguida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Vivo
siempre en la caricia
Con que la queréis honrar,
Muerto ya, le volvió a dar
Vuestro cuerpo alma a Galicia:
No hay con honor tan glorioso,
Nación más engrandecida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Con que la queréis honrar,
Muerto ya, le volvió a dar
Vuestro cuerpo alma a Galicia:
No hay con honor tan glorioso,
Nación más engrandecida.
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Santiago, Apóstol
glorioso
De la España esclarecida
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
De la España esclarecida
En la muerte y en la vida
Sed nuestro Patrón piadoso.
Antífona: Oh Bienaventurado Apóstol, que
escogido entre los primeros fuiste el primero de los Apóstoles que mereciste
beber el Cáliz del Señor. Oh glorioso reino de España, fortalecido con tal
Patrón, y enriquecido con la prenda de su Santo Cuerpo, por cuya intercesión te
hizo tan grandes favores el Todopoderoso.
℣. Ruega por nosotros, Bienaventurado Santiago.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN FINAL
Señor, santificad y proteged a
vuestro pueblo, a fin de que ayudado por la asistencia de vuestro Apóstol
Santiago, os sea agradable por su conducta y os sirva en perfecta tranquilidad
de espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
℣. Nuestra Señora del Pilar.
℟. Ruega por nosotros.
℣. María, Reina de los apóstoles.
℟. Ruega por nosotros.
℣. Santiago Apóstol.
℟. Ruega por nosotros.
En el
nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
PRIMER DÍA
Gloriosísimo Apóstol y amantísimo
Patrón nuestro Santiago, que a la primera voz con que el Divino Maestro os
llamó para discípulo suyo, os resolvisteis prontísimamente a seguirlo,
abandonando con ánimo generoso las conveniencias y esperanzas del mundo, y aún
a vuestro padre, por entregaros enteramente a la voluntad y servicio del Señor:
infinitas gracias doy a su Majestad por este singular beneficio que os hizo, y
a Vos os ensalzo y engrandezco por la puntualísima obediencia y fidelidad con
que le habéis correspondido. Bien veis, Santo mío, cuán metido me hallo en las
redes de mis pasiones, preso de mi amor propio, y atado a mis temporales
intereses, que me impiden seguir a Dios y atender a sus amorosos llamamientos.
Alcanzadme del Señor una alentada resolución como la vuestra, para romper estos
lazos y desembarazarme de todos los cuidados que me estorben el servicio de
Dios, y dadme una rendida atención a sus divinas inspiraciones para aplicarlas
y obedecerlas, como Vos lo hicisteis. Promoved y fomentad la Fe, la Religión, y
aun la felicidad temporal de la Iglesia, y particularmente de la España que por
Patrón os venera, para que imitándoos en seguir a Cristo acá en la tierra, os
acompañemos también en gozar de su vista en la Gloria. Amén.
SEGUNDO
DÍA
Invictísimo Defensor de la Fe y
señalado Patrón de España, a quien el Divino Jesús distinguió con el renombre
de hijo del Trueno, profetizando los fogosos incendios de caridad con que había
de consumir la idolatría en estos Reinos e ilustrarlos con la luz del
Evangelio, añadid a ese imponderable beneficio el de alcanzarme de Dios
eficaces auxilios para que así como Vos desempeñasteis con las obras el título
que su Majestad os ha dado, verificándolo en las incansables fatigas de vuestro
Apostólico celo, así yo desempeñe el nombre de cristiano, cumpliendo exactamente
con las obligaciones que con Él he contraído para que en el día del juicio, en
que habéis de recontar Nuestro rebaño, no me desconozcáis de oveja vuestra. Lo
mismo os pido para todos los fieles, especialmente los españoles. No levantéis
la mano del cuidado de su salvación, que os costó tanto sudor. Conservadlos en
paz exterior e interior, siempre triunfantes de sus enemigos visibles e
invisibles para mayor gloria de Dios y vuestra, y para que seamos dignos de
acompañaros en la Patria celestial. Amén.
TERCER
DÍA
Dichosísimo Apóstol, que por la fiel
correspondencia a los favores del Todopoderoso Jesús os hicisteis digno de sus
altas confianzas, y de que se acompañase de Vos para las obras de su
Omnipotencia, llevándoos consigo para testigo de la portentosa resurrección de
la hija de Jairo, yo os suplico rendidamente, por esta particular distinción
que su Majestad hizo de Vos, presentéis al Señor mi pobre alma, quizá muerta
por la culpa, o a lo menos lastimosamente débil y lánguida por su tibieza, para
que su infinita piedad la resucite a la vida de la gracia, la fomente, e
infunda un nuevo y vigoroso espíritu, con que en adelante le sirva con más
fervor y más vivo deseo de su mayor honra. Haced, amantísimo Patrón nuestro, lo
mismo con todos los infelices que están en pecado mortal, solicitando de la
Divina Clemencia una especial asistencia a estos Reinos de España, para que en
ellos florezca más y más la Fe, y la Religión que Vos le enseñasteis, y para
que nuestras almas respiren siempre aquel aliento que Vos le comunicasteis, y
lleguen vivas a la presencia del Señor y vuestra en la gloria. Amén.
CUARTO
DÍA
Dilectísimo Ministro de la Majestad
suprema de Dios y tan favorecido del Soberano Jesús, que no quiso en la tierra
manifestar la gloria de su maravillosa Transfiguración sin que vos fueseis
participante de ella, os suplico encarecidamente por aquel gozo que tuvisteis
en el Tabor, cuando visteis en él reducida a un breve Mapa la Bienaventuranza
eterna, que así como para subir a la cumbre, en que merecisteis gozarla, os
confundisteis con la abnegación de vos mismo, el desprecio del mundo y una
rendida obediencia a los Preceptos de Jesucristo, así por los mismos medios me
disponga para recibir del Señor una luz con que más claramente conozca y
contemple en esta vida sus perfecciones y altísimos Atributos, para que más y
más enamorado de aquella incomprehensible hermosura, desprecie por ella todas
cuantas delicias me pueda ofrecer la tierra, y ponga todos mis cuidados en
conseguir las del Cielo. Amén.
QUINTO
DÍA
Benignísimo Padre y Patrón nuestro,
tan tiernamente amado del Salvador del mundo, que no quiso apartaros de su lado
en las agonías que padeció en el Huerto, y le debisteis la dulce Piedad de
disimularos que estuvieseis durmiendo, mientras su Majestad, desangrándose en
sudor copioso, estaba orando; yo os suplico humildemente, que así como vos,
recobrado de aquel sueño supisteis pagar al Señor aquel descanso con las
fatigas, desvelos y sudores de vuestro Apostólico ministerio; hasta dar la vida
por Él, que la había dado por vos, así yo, considerando la gran pérdida
de tiempo que diariamente hago en estar dormido para el cuidado de mi alma, y
demasiadamente despierto para los del mundo, abra desde ahora con vuestro
ejemplo los ojos, para ver cuán lejos voy del camino que me habéis enseñado, y
conciba un propósito eficacísimo de desvelarme más por mi salvación y no
perdonarme fatiga ni sudor alguno, que me conduzca para el bien espiritual de
mi alma, por no degenerar de hijo vuestro y merecer por vos, y con vos, el
eterno descanso. Amén.
SEXTO
DÍA
Esforzadísimo Campeón de la Iglesia,
animosísimo Santiago, a cuyo generoso espíritu encomendó el Supremo Rey la
ardua empresa de hacer frente a la judaica perfidia, y sujetar a la Divina Ley
la gentílica protervia de toda España, infinitas gracias os doy por la
animosidad y la fortaleza con que habéis cumplido con este soberano encargo, y
por lo mismo os suplico rendidamente, que así como plantasteis en estos Reinos
la Fe y la verdadera Religión de Jesucristo, así en ellos, y particularmente en
mí, cuidéis de conservarla y promoverla. No ignoráis, Santo mío, que en mí, y
quizá en muchísimos, está muy apagada (o como muerta) la Fe por falta de obras
dignas del carácter de legítimos hijos vuestros. No se pierda, amantísimo
Padre, vuestro trabajo. No os avergoncemos con nuestro indigno proceder. Sacad
la Espada contra nuestros rebeldes apetitos, que nos tienen en peor cautiverio
que los moros. Rescatadnos de la mísera esclavitud de nuestras pasiones,
bárbaramente dominantes. Convertidnos, celosísimo Operario, de nuevo, para que
la penitencia y el continuo ejercicio de las virtudes acrediten que somos de la
Bandera del Grande Apóstol Santiago, así en la Militante, como en la Triunfante
Iglesia. Amén.
SÉPTIMO
DÍA
Afortunadísimo Apóstol, tan
favorecido de la Soberana Reina del Cielo, María Santísima, que le merecisteis,
aun estando ella en esta vida, viniese en persona desde Jerusalén a España a
visitaros, fortaleceros y significaros que era gusto de Dios y suyo le
erigieseis en Zaragoza un Templo, que fue el primero que en el Orbe Cristiano
se vio consagrado a la verdadera única Deidad, y a la que le dio el humano Ser;
yo os suplico por el mérito y el consuelo que tuvisteis en ejecutar tan dulce y
tan honroso precepto, consagréis también mi corazón en Templo de María
Santísima, y le hagáis firmísima Columna sobre la cual esté siempre dignamente
colocada y servida de mis potencias y sentidos, como amabilísima Madre, y
poderosísima Señora. Haced, tiernísimo devoto de esta gran Reina, que todos os
imitemos en amarla y en servirla, para que así como se dignó visitaros en vida,
así en ella, y en la hora de nuestra muerte nos visite, y asista hasta ponernos
seguros en la Gloria. Amén.
OCTAVO
DÍA
Constantísimo soldado de Jesucristo,
que por servirle leal y valerosamente, no sosegasteis hasta derramar
gustosamente vuestra sangre, y rendir por Él vuestra cabeza al cuchillo, yo os
engrandezco y alabo por esa heroica constancia; y os suplico rendidamente me
alcancéis la que necesito, para estar pronto a perder antes mil vidas que
faltar a la ley que debo a mi Dios y mi Criador. Y pues vuestro celo fue tanto,
que aun cuando os llevaba al suplicio, tuvisteis compasión de un paralítico
dándole perfecta salud, y orasteis a Dios tan eficazmente por vuestro declarado
perseguidor Josías, que le hicisteis tan amigo vuestro, que logró a vuestro
lado la corona del martirio; miradme, Santo mío, con ojos de igual piedad. En
mi alma, y en las de otros hay mucho que sanar, y no hay poco que convertir.
Sanadnos, Patrón amable, y convertidnos. Alentad nuestro espíritu y confortadlo,
para resistir firmemente los combates del enemigo, y perder cuando sea
necesario, honra, vida y hacienda, antes que perder la gracia, perseverando
siempre en ella, hasta poseer la Gloria. Amén.
NOVENO
DÍA
Suavísimo Bienhechor y Padre de los
Españoles, que en vuestra última disposición, conforme a la del Altísimo, a la
que siempre os arreglasteis, tuvisteis con ellos la Paternal atención de
dejarles el preciosísimo legado de vuestro sagrado Cuerpo, queriendo tuviese en
Compostela su descanso, su Sepulcro y su Solio, para moveros por esta sagrada
prenda a continuarnos nuestra poderosa protección: yo os alabo, os magnifico y
os rindo las gracias por esta particularísima seña de vuestro amor a los
Españoles. ¿Con qué os pagaremos, Patrón amabilísimo, este imponderable favor?
¡Oh, si supiésemos estimarlo! ¡Oh, sí acertásemos a darle aquel culto puro y
aquella álgida veneración que nos merece! No permitáis, Santo mío, en vuestros
vasallos, y en los felicísimos herederos y poseedores de vuestras Sagradas
Reliquias el feísimo vicio de la ingratitud. Todo el mundo os ame, os
reverencie y os ensalce; pero nosotros sobre todos. Dadnos, Apóstol prodigioso,
una humilde confusión de ver lo poco que hacemos en culto vuestro, a vista de
lo que tantos de tan distintas Naciones ejecutan por lograr el consuelo de
tocar respetuosamente las losas de vuestra Apostólica Basílica. Haced que
conmutemos las penalidades y gastos de la peregrinación de otros en obras de
mortificación y caridad, especialmente con los mismos peregrinos, y últimamente
proteged vuestra España; prosperad sus Monarcas, aumentad sus victorias, para
que reine hasta el fin del mundo en nosotros la Fe, la Religión y la gracia de
Dios, que por su infinita misericordia nos lleve a acompañaros en la eterna
Patria. Amén.
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