"Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo".
San Juan María Vianney (santo cura de Ars).
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
festividad 7 de octubre
Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
festividad 7 de octubre
Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
El origen, una práctica de oración:
(Extractado de L. Rivas, Jesús habla a su pueblo nº 8.
Fiestas y Solemnidades de la Virgen, 129-131)
Así como los clérigos y religiosos recitaban el
Salterio de la Biblia, los 150 salmos, los que no estaban obligados o no sabían
leer acostumbraban rezar 150 padrenuestros. En cierto momento, por influjo de
la devoción mariana, se originó el Salterio de la Virgen María que consistía en
repetir 150 veces el saludo del Ángel y el de Isabel a María (Lc 1,28 y40). De
esta práctica hay testimonios en el siglo XI.
Luego se le cambió el nombre de Salterio por el
Rosario, del latín rosarium que significa florilegio, antología o compendio. Se
entendía entonces el rezo del Rosario como un "obsequio de rosas" a
la Virgen.
Más adelante se le agregan la meditación de los misterios
y se completó el avemaría. Lo cierto es que a fines del S. XV o principios del
siglo XVI ya existía el rezo del Rosario de modo muy similar al actual.
Santo Domingo busca las ovejas perdidas
La Madre de Dios, en persona, le enseñó a santo Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara
esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los
enemigos de la Fe.
Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que
fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia
por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó
todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los
albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el
cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También negaban los sacramentos y la verdad de que
María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus
propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos
de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También había
factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos
desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró
convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a
pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una
orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba
en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta
capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues
sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen acude en ayuda de Santo Domingo de Guzmán
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano
sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara
por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y
obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en
la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albingenses
volvieron a la fe católica.
Lamentablemente la situación entre albingences y
cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa
llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a
la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el
rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en
Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y
el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la
primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave
peligro de extinción. Sabemos, por las promesas de Jesucristo, que eso no puede
ocurrir pero, humanamente, no había solución para la amenaza del Islam. Los
Musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo.
Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del
Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y
muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron
completamente. Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y
Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de
la Virgen de Covandonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes
católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente expulsar a los moros de
la península en el 1492. ¡La importancia de esta victoria es incalculable ya
que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de América y la fe se comienza a
propagar en el nuevo continente! La batalla de Lepanto.
Recomendado por la Virgen en diversas apariciones
A la Virgen María le encanta el rosario. Es la oración de los sencillos y de los grandes. Es tan simple, que está al alcance de todos; se puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial. La Virgen llevaba un rosario en la mano cuando se le apareció a Bernardita en Lourdes. Cuando se les apareció a los tres pastorcitos en Fátima, también tenía un rosario. Fue en Fátima donde ella misma se identificó con el título de "La Señora del Rosario".
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