EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

miércoles, 2 de octubre de 2013

Nuestros Santos Ángeles Custodios




Festividad de los Santos Ángeles Custodios, 2 de octubre

Nuestros Guardaespaldas Celestiales

¿Quiénes son los ángeles custodios?

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)

En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda. 

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

Mensajes de la Santísima Virgen al P. Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano:

Milán, 2 de octubre de 1992
Fiesta de los Santos Ángeles Custodios

El Anuncio de los tres Ángeles

“Hoy los Ángeles de Luz de mi Corazón Inmaculado, están a vuestro lado, mis predilectos e hijos consagrados a Mí.

Es su fiesta.

Honradlos, invocadlos, seguidlos, vivid siempre con ellos que os han sido dados por el Padre Celestial como Custodios y protectores vuestros.

Hoy es su tiempo.

A este último período de la purificación y de la gran tribulación corresponde una fuerte y particular manifestación de los Ángeles del Señor.

Habéis entrado en la fase más dolorosa y difícil de la batalla entre los Espíritus del bien y los Espíritus del mal, entre los Ángeles y los demonios. Es una lucha terrible que se desarrolla en torno a vosotros y sobre vosotros. Vosotros, pobres criaturas terrenas os veis implicados y así sentís de forma particularmente fuerte las insidias que tejen contra vosotros los espíritus malos para conduciros al camino del mal y del pecado.

En consecuencia, estos son los tiempos en que debe hacerse todavía más fuerte y continúa la acción de vuestros Ángeles Custodios.

Rezadles frecuentemente, escuchadlos con docilidad, y seguidlos en todo momento.

El culto de veneración y de alabanza a los Ángeles del Señor debe llegar a ser, en la Iglesia, más extendido y solemne.

A ellos, en efecto, está reservada la misión de daros el Anuncio tan esperado de vuestra próxima liberación.

El Anuncio de los tres Ángeles sea esperado con fe por vosotros, acogido con gozo y seguido con amor.

–Vuestra liberación coincidirá con el fin de la iniquidad, con la completa liberación de toda la creación de la esclavitud del pecado y del mal.

Cuanto sucederá será una cosa tan grande, como jamás se ha visto desde el principio del mundo. Será como un juicio en pequeño y cada uno verá su propia vida y todas sus obras en la Luz misma de Dios.

Al primer Ángel le corresponde la misión de proclamar a todos este anuncio:

“Dad a Dios la gloria y la obediencia; alabadlo, porque ha llegado el momento en que Él juzgará al mundo. Arrodillaos delante de Aquél que ha hecho el cielo, la tierra, los manantiales y el mar”.

–Vuestra liberación coincidirá con la derrota de Satanás y de todo espíritu diabólico.

Todos los demonios y los espíritus de los condenados, que en estos años se han volcado por todas partes del mundo para la ruina y condenación de las almas, serán arrojados al infierno, del cual han salido, y ya no podrán dañar nunca más.

Todo el poder de Satanás será destruido.

Al segundo Ángel le corresponde la misión de dar este Anuncio: 

“Ha caído, ha caído la gran Babilonia, aquélla que había hecho beber a todos los pueblos el vino embriagador de su prostitución”.

–Vuestra liberación coincidirá sobre todo con el premio concedido a todos aquellos que, en la gran prueba, se hayan mantenido fieles y con el gran castigo dado a aquellos que se hayan dejado arrastrar por el mal y el pecado, por la incredulidad y la impiedad, por el dinero y por el placer, por el egoísmo y la impureza.

Al tercer Ángel le corresponde la misión de anunciar el gran castigo.

“Cualquiera que adora a la bestia y a su imagen y recibe su marca en la frente o en la mano, beberá el vino de la ira de Dios, escanciado puro en el cáliz de su terrible juicio, y será torturado en la presencia del Cordero y de los Ángeles santos con fuego y azufre. El humo de su tormento no acaba nunca. Quien adora a la bestia y a su imagen y cualquiera que recibe la marca de su nombre, no tiene reposo ni de día ni de noche”.

En este tiempo final de la gran tribulación, anunciado como aquél del fin de la iniquidad, de la derrota de Satanás, y del castigo de los impíos, es puesta duramente a prueba la constancia de aquellos que pertenecen al Señor, ponen en práctica los mandamientos de Dios, y permanecen fieles a Jesús.

Por esto os invito hoy a estar particularmente unidos a vuestros Ángeles Custodios en la oración, en la escucha de su voz y a acoger con docilidad su guía segura por el camino del bien y de la santidad.

En estos tiempos borrascosos, en que Satanás domina con toda su potencia tenebrosa, es misión de los Ángeles de luz de mi Corazón Inmaculado, la de conduciros por el camino de la constancia y de la fidelidad a Jesús, en la observancia de los mandamientos de Dios y en el ejercicio de todas las virtudes.

En este día, junto a vuestros Ángeles Custodios, os bendigo, con la alegría de una Madre que es consolada y cada vez más glorificada por vosotros.


Milán, 2 de octubre de 1993
Primer sábado de mes y fiesta de los Ángeles Custodios

La misión de los Ángeles Custodios

Hijos predilectos, en este primer sábado de mes, os reunís en Cenáculo para renovar la consagración a mi Corazón Inmaculado y para venerar la memoria litúrgica de vuestros Ángeles Custodios. En los tiempos de la gran prueba, os invito a volver cada vez más fuerte el lazo que os une a vuestros Ángeles Custodios.

Ellos tienen, para vosotros, una misión importante y especial que desarrollar, sobre todo en estos últimos tiempos.

Los Ángeles Custodios tienen sobre todo el encargo de ser Luz en vuestro camino.

Los días que vivís están señalados por una gran oscuridad que se hace cada vez más profunda y extendida.

Es la tiniebla de los errores que cubre las mentes de los hombres y les vuelve así víctimas de la gran apostasía; es la tiniebla de los pecados que obscurece la belleza y santidad de las almas; es la tiniebla de la impureza que afea el esplendor de vuestro cuerpo, llamado a reflejar la gloria del Dios viviente.

Así, cuántos son hoy mis pobres hijos que viven como sombras, sumergidos por las tinieblas del error, del pecado y de la impureza.

A vuestros Ángeles Custodios se ha confiado el encargo de protegeros de la gran tiniebla que os circunda para haceros caminar siempre en la luz de la verdad, de la santidad, de la pureza, de la humildad, de la confianza y del amor.

–Los Ángeles Custodios tienen el encargo de ser la defensa de vuestra vida.

Qué numerosas y disimuladas son las insidias que cada día os tienden los espíritus malignos, los demonios que ahora han afluido al mundo y obran por doquier para conducir a las almas a la eterna condenación.

Su acción ahora se ha vuelto potente porque se ha asociado a la fuerza que tienen los medios de comunicación como la prensa y la televisión.

Con un refinamiento disimulado se difunde el mal en forma de bien, el pecado como ejercicio de la propia libertad, la trasgresión de la Ley de Dios como una conquista de esta pobre y pervertida humanidad.

Qué fuertes y continuos son los ataques de los espíritus malignos, para golpearos aún en vuestra vida física con accidentes, desgracias, atentados, enfermedades, calamidades, explosiones de violencia, de guerra y revoluciones.

A los Ángeles Custodios se les ha confiado el encargo de protegeros de todos estos males, de defenderos contra estas insidias para haceros caminar en la vida bajo su segura y potente protección.

–Los Ángeles Custodios tienen en fin el encargo de combatir con vosotros la misma batalla para obtener la misma victoria.

En la gran prueba, que ya ha llegado, se vuelve cada vez más fuerte y sangrienta la lucha entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo, entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, entre Cristo y el anticristo.

Es una batalla que se desarrolla sobre todo a nivel de espíritus: los espíritus buenos contra los espíritus malignos; los Ángeles contra los demonios; San Miguel Arcángel contra Lucifer.

Vosotros estáis implicados en esta gran lucha, que os supera inmensamente.

Por tanto debéis permanecer especialmente unidos a Aquellos que están cercanos a vosotros en el gran combate, que tienen gran potencia en esta lucha, que os ayudan a combatir y os conducen hacia la segura victoria.

Mi más pequeño niño, confía a la especial protección de tus Ángeles Custodios el largo y fatigoso viaje que, dentro de algunos días, debes llevar a cabo en Malasia, Indonesia, Australia, Islas Fiji y Nueva Zelanda para hacer por doquier los Cenáculos con sacerdotes y fieles de mi movimiento.

Hoy os invito a todos a volver más asidua la oración, más fuerte el vínculo de unión, más profundo el afecto hacia estos Ángeles de Luz, que os han sido dados por el Señor para vuestra custodia y protección.

En unión con todos ellos os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”




ORACIONES
  
AL ÁNGEL DE LA GUARDA

Ángel de Dios, que eres mi custodio, ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día. Amén.

A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.

Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.


A MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES

¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!


Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas legiones para que, bajo vuestras órdenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.
¿Quién como Dios?

Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
 
 
Historia de esta oración: 

Ante el gran combate espiritual que libramos, Dios ha querido proveer por nosotros. Pero debemos rezar si deseamos su ayuda.

Escribe acerca de la Reina de los Ángeles el Venerable Luis Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María:

En 1863 un alma... sintió su mente elevada hacia la Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de los Ángeles pidiéndole las legiones santas para combatir y aplastar los poderes infernales.

–"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías enviarlas sin que os rogáramos?" 

–"No", respondió la Santísima Virgen, "la oración es condición impuesta por Dios para alcanzar las gracias". 

– "Entonces, Madre mía", dijo el alma "¿querrías enseñarme Vos la manera de rogaros?"
Y creyó escuchar la oración “Oh Augusta Reina...”

El señor Cestac fue el depositario de esta oración. Lo primero que hizo fue presentarla a Monseñor Lacroix, obispo de Bayona, quien le dio su aprobación. Inmediatamente mandó imprimir medio millón de ejemplares, que distribuyó gratis por todas partes.
No estará demás advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron dos veces. La oración a la Reina de los Ángeles se extendió rápidamente y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos. 

San Pío X concedió trescientos días de indulgencia a quienes la rezaren.

(Imprimátur del Vicario General de Buenos Aires, 29 de febrero de 1912)
-“Regina Angelorum”, publicación de la Orden de María Reina, Pascua de 1978 

Fuentes: Catholic.netSantísima Virgen

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