"Por medio de la Santísima Virgen María vino Jesucristo al mundo y también por medio de Ella debe reinar en el mundo".
TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
PREPARACIÓN DEL REINADO DE JESUCRISTO
DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT
“María ha colaborado con el Espíritu Santo en la obra de los siglos,
es decir, la Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará
también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y
educación de los grandes santos, que vivirán hacia el final del mundo,
están reservados a Ella, porque solo esta Virgen singular y milagrosa
puede realizar, en unión del Espíritu Santo, las cosas excelentes y
extraordinarias”.
“Si honrar a la Santísima Virgen es
necesario a todos los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho
más a los que son llamados a una perfección excepcional. Creo
personalmente que nadie puede llegar a una íntima unión con nuestro
Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo sin una unión muy
estrecha con la Santísima Virgen y una verdadera dependencia de su
socorro.
Solo María halló gracia delante de Dios, sin
auxilio de ninguna criatura. Solo por Ella han hallado gracia ante Dios
cuantos después de Ella la han hallado, y solo por Ella la encontrarán
cuantos la hallarán en el futuro.
Ya estaba llena de
gracia cuando la saludó el arcángel Gabriel. Quedó sobre-abundantemente
llena de gracia cuando el Espíritu Santo la cubrió con su sombra
inefable. Y siguió creciendo de día en día y de momento en momento en
esta doble plenitud, de tal manera que llegó a un grado inmenso e
incomprensible de gracia.
Por ello, el Altísimo la ha
constituido tesorera única de sus riquezas y única dispensadora de sus
gracias para que embellezca, levante y enriquezca a quien Ella quiera;
haga transitar por la estrecha senda del cielo a quien Ella quiera;
introduzca, a pesar de todos los obstáculos, por la angosta senda de la
vida a quien Ella quiera, y dé el trono, el cetro y la corona regia a
quien Ella quiera”.
“Porque el altísimo y su santísima
Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la
mayoría de los otros santos, cuanto los cedros del Líbano exceden a los
arbustos. Así fue revelado a un alma santa cuya vida escribió de Renty”.
“Estos
grandes santos, llenos de gracia y celo apostólico, serán escogidos por
Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán por todas
partes. Tendrán una excepcional devoción a la Santísima Virgen, quien
les esclarecerá con su luz, les alimentará con su leche, les guiará con
su espíritu, les sostendrá con su brazo y les protegerá, de suerte
que combatirán con una mano y construirán con la otra.
Con
una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus
herejías, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus
idolatrías y a los pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán
el templo del verdadero Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir,
la Santísima Virgen, llamada precisamente por los Padres templo de
Salomón y ciudad de Dios. Con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a
la verdadera devoción a María. Esto les granjeará muchos enemigos, pero
también muchas victorias y gloria para Dios sólo”.
“Pero en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido"
“El
poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de
modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas
a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres hijos que Ella
suscitará para hacerle la guerra.
Serán pequeños y
pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos; rebajados y
oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo.
Pero en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les
distribuirá con abundancia; grandes y elevados en santidad delante de
Dios, superiores a cualquier otra criatura por su celo ardoroso; y tan
fuertemente apoyados en el socorro divino, que, con la humildad de su
calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán
triunfar a Jesucristo”.
PERO ¿QUÉ SERÁN ESTOS SERVIDORES, ESCLAVOS E HIJOS DE MARÍA?
“Serán
fuego encendido, ministros del Señor que prenderán por todas partes el
fuego del amor divino. Serán flechas agudas en la mano poderosa de María
para atravesar a sus enemigos: como saetas en manos de un guerrero.
Serán
hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y
muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el oro del amor, el incienso
de la oración en el espíritu, y en el cuerpo, la mirra de la
mortificación. Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo para los
pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos
orgullosos serán olor de muerte.
Serán nubes tronantes y
volantes en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse,
ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la
palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán
rayos contra el mundo, descargarán golpes contra el demonio y sus
secuaces, y con la espada de dos filos de la palabra de Dios traspasarán
a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.
Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos,
a quienes el Señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza
necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus
enemigos.
Dormirán sin oro ni plata y lo que más cuenta
sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y
clérigos. Tendrán sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para
volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de
los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y solo dejarán en pos de
sí, en los lugares en donde prediquen, el oro de la caridad, que es
cumplimiento de toda ley.
Por último, sabemos que serán
verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminarán sobre las huellas de su
pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, y
enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme el Santo
Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni
hacer acepción de personas; sin perdonar, ni escuchar, ni temer a
ningún mortal por poderoso que sea.
Llevarán en la boca la
espada de dos filos de la palabra de Dios; sobre sus hombros, el
estandarte ensangrentado de la cruz; en la mano derecha el crucifijo; el
rosario en la izquierda; los sagrados nombres de Jesús y de María en el
corazón, y en toda su conducta la modestia y mortificación
de Jesucristo.
Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero ¿cuándo y cómo sucederá esto?
¡Solo Dios sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia al Señor”.
“¡Ah! ¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso –dice
un santo varón en nuestros días, ferviente enamorado de María-, cuándo
llegará ese tiempo dichoso en que la excelsa María sea establecida como
Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al
imperio de su excelso y único Jesús?
¿Cuándo respirarán
las almas a María como los cuerpos respiran el aire? Cosas maravillosas
sucederán entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo –al encontrar a
su querida Esposa como reproducida en las almas- vendrá a ellas con la
abundancia de sus dones y las llenará de ellos, especialmente el de
Sabiduría, para realizar maravillas de gracia.
¿Cuándo llegará, hermano mío ese tiempo dichoso, ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas en el abismo de su interior, se transformen en copias vivientes de la Santísima Virgen para amar y glorificar a Jesucristo? Ese tiempo sólo llegará cuando se conozca y viva la devoción que yo enseño: ¡Señor, para que venga tu reino, venga el reino de María!”.
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