¡Ámame!
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Oración
Mi Señor Jesucristo, por el dolor que sentiste en la llaga
del hombro donde cargaste la pesada cruz, por el dolor que sentiste en su
llagada espalda donde recibisteis los azotes que, al quitarte la túnica, quedó
desprendida la piel y por el dolor que sentiste en tus llagados pies y manos y
por la llaga de tu costado y por el dolor que sentiste cuando te pusieron la
corona de espinas y por la sangre que derramaste y por el dolor que sintió tu
santísima madre al pie de la Cruz, viéndote morir, te pido la paz del mundo, la
salvación de las almas y que me concedas la gracia que te pido:____. (Pida
también por todos los que meditamos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo y le seguimos con la cruz)
Meditación
Piense que Jesucristo está con los brazos abiertos esperando
que llegue el alma arrepentida de todos sus pecados; haga una buena confesión a
la luz de las enseñanzas de la Iglesia y comulgue. No lo deje para mañana que
será tarde. Por lo menos oiga misa los domingos y días de precepto y ame al prójimo
como a sí mismo, si tiene hijos, enséñeles a amar a Dios sobre todas las cosas
y estará en el camino de la felicidad. Sea apóstol de Jesucristo propagando que
todo aquél que carece de bautismo, comunión o confirmación, lo reciba. Los
matrimonios que sean en la Iglesia. Todos debemos tener nuestras almas
preparadas
-Esta oración fue tomada de un periódico de La Habana,
década 1950.
En la ruta Compostelana que pasa por la provincia Española de
Cantabria, se encuentra la Villa de Limpias, famosa por el Santuario del
Santísimo Cristo de la Agonía.
El nombre de Limpias proviene de las aguas térmicas que
brotan en su término y que eran conocidas como Aguas de Limpias. La villa es
pequeña pero tiene una hermosa Iglesia Parroquial en honor a San Pedro.
En el altar mayor se venera una prodigiosa imagen del Cristo de la Agonía. El
crucifijo es una meditación de los sufrimientos de Nuestro Señor que presenta a
Jesús en los momentos finales de Su agonía. La imagen del Cristo es de tamaño
natural. Mide seis pies de altura y está colocada sobre una cruz de 2.30 metros
de alto. Los brazos aparecen blandos y relajados como los de un hombre que los
abriera sin esfuerzo y su dedo índice y angular, en ambas manos están
extendidos como si estuvieran dando la bendición final...
Su rostro tiene una expresión indescriptible, de una belleza
particular: posa su mirada hacia el cielo y, según el punto de vista de donde
se mire, la expresión es distinta, no solo de dolor, sino de oración y
contemplación al Padre. Colocadas a ambos lados del Cristo se encuentran otras
dos imágenes: La Virgen Madre Dolorosa y San Juan, el Evangelista.
Apenas se conoce el origen de esta preciosa imagen. Se cree
fue venerada en Cádiz en la Iglesia de los padres Franciscanos y que al esta
ser derrumbada por unas inundaciones, la imagen del Cristo pasó al oratorio de
Don Diego de la Piedra, caballero profeso de la Orden de Santiago. Cuentan que
un maremoto amenazó la ciudad de Cádiz, el pueblo cristiano sacó en procesión
las imágenes más veneradas en la ciudad, las aguas se detuvieron y comenzaron a
retroceder solo ante la Santa imagen del Cristo de la Agonía. En vista del
prodigio, el pueblo agradecido pidió que la imagen del Santo Cristo fuera
puesta en veneración en alguna de las Iglesias de Cádiz.
Don Diego fallece para el año 1755 no sin antes otorgar en su
testimonio diversas cláusulas en las que recuerda a su villa natal de Limpias:
"Mando ensolar la Parroquia de San Pedro de Limpias, costeando su retablo
mayor y su dorado, colocando en el tres imágenes: la de Nuestro Redentor
agonizando en la Cruz, la de Su Madre Santísima y la del Evangelista San
Juan... Por eso esta parroquia se convierte en el Santuario Del
Santísimo Cristo De La Agonía.
A partir del 30 de marzo, de 1919 se corrió
a los cuatro vientos que en Limpias sucedían eventos extraordinarios. Decían
que la hermosa imagen del Santo Cristo movía sus ojos, dando la sensación de un
cuerpo vivo, que palidecía, sangraba y sudaba. El nombre de Limpias se hizo
famoso y sus calles fueron visitadas por peregrinos que provenían de todas
partes del mundo.
El primero en ver el prodigio fue el Padre Antonio López, un
profesor del Colegio San Vicente de Paúl que se encontraba en la villa.: "Un
día en el mes de agosto de 1914, fui a la iglesia con el motivo de instalar una
iluminación eléctrica en el altar mayor. Me hallaba solo en la iglesia subido
en una escalera apoyada sobre un andamio improvisado recostado sobre la pared
que sirve de trasfondo a la imagen del Cristo Crucificado, y después de dos
horas de trabajo, empecé a limpiar la imagen de forma que esta pudiera verse más
claramente. Mi cabeza quedaba al mismo nivel que la del Cristo, a poco menos de
dos pies de distancia; hacía un día muy hermoso y por la ventana atravesaban
rayos de luz que iluminaban completamente el altar, sin notar la más leve
anormalidad y después de un largo rato de trabajo, detuve mi vista en los ojos
de la imagen y observe que los tenía cerrados. Por varios minutos lo vi con
toda claridad de manera que dudé si habitualmente los tenía abiertos. No podía
creer lo que mis ojos contemplaban, empecé a sentir que las fuerzas me
faltaban; perdí el balance, desfallecí y caí de la escalera del andamio hasta
el suelo, sufriendo un gran golpe. Al recobrar el sentido pude confirmar desde
donde me encontraba que los ojos de la imagen del crucifijo permanecían
cerrados... Abandoné rápidamente la iglesia contando el hecho a mi comunidad.
Minutos después de abandonar la iglesia, me encontré con el sacristán quien se
disponía a sonar las campanas para el Ángelus. Al verme tan agitado me preguntó
si me ocurría algo. Le relaté todo lo sucedido lo cual no lo sorprendió puesto
que ya había escuchado que el Santo Cristo había cerrado sus ojos en más de una
ocasión."
Pensando que el movimiento que había visto en sus ojos se
debía a algún tipo de mecanismo, el sacerdote profesor le restó importancia a
la visión y se dio a la tarea de examinar la imagen minuciosamente. Pudo
confirmar que esta no posee ningún mecanismo y que sus ojos están tan
firmemente fijos, que ni siquiera el presionarlos fuertemente pudo hacer que se
movieran. Esto lo comprobó una y otra vez.
A petición de sus superiores, el Padre Antonio escribió el
relato de todo lo acontecido manteniendo prudencia por orden de su director
espiritual. No fue hasta el 16 de marzo, de 1920, un año
después de los tantos milagros de 1919, que esta declaración se hizo pública.
A principios del año 1919 se llevaron a cabo las misiones en
la Parroquia de Limpias. En el último día de la misión, mientras el sacerdote
celebraba la Santa Misa, dando una Homilía basada en las palabras de Prov.
23:26, otros dos sacerdotes se encontraban en los confesionarios. Una niña de
12 años entró en el confesionario y comunicó al sacerdote que la imagen del
Santo Cristo tenía los ojos cerrados. El sacerdote pensando que esto era
producto de la imaginación de la niña, ignoró lo acontecido hasta que otros
niños se le acercaron relatando el mismo acontecimiento. Al terminar su homilía
el sacerdote celebrante, éste otro sacerdote se le acercó para notificarle lo
que estaba sucediendo. Ambos sacerdotes miraron el crucifijo sin encontrar que
algo inusual le ocurriera. Simultáneamente uno de los fieles que se encontraba
entre la feligresía, grito: "Miren el crucifijo". En pocos
minutos la gente confirmó con entusiasmo lo que los niños habían visto. Las
personas allí presentes empezaron a llorar, otros gritaban que habían
presenciado un milagro y otros cayeron de rodillas orando a Dios por
misericordia.
Para verificar el fenómeno, cuando se logro desalojar el
templo subió el párroco con una escalera de mano hasta la Santa Imagen tocando
el rostro y el cuello con un pañuelo y pudo comprobar que la imagen perspiraba,
confirmando el hecho mostrando a los allí presentes sus dedos humedecidos.
La segunda manifestación ocurrió el 13 de abril, de
1919 en Domingo de Ramos cuando dos hombres prominentes de Limpias se
acercaron al altar dudosos de lo que allí acontecía y considerando los hechos
de histeria colectiva y alucinación; al acercarse pudieron presenciar los ojos
y la boca del Cristo moverse. Simultáneamente cayeron de rodillas pidiendo
perdón y clamando por misericordia.
La tercera manifestación tuvo lugar el 20 de abril de
1919, un Domingo de Resurrección en presencia de un grupo de Hermanas
religiosas de la orden de Las Hijas de la Cruz quienes presenciaron los ojos
y la boca de Santo Cristo moverse mientras rezaban el Santo Rosario.
A partir del 24 de abril del mismo año las
manifestaciones se repitieron casi diariamente, y como era de esperarse la
iglesia se mantenía abarrotada de gente que deseaban presenciar el milagro.
Cuenta el Rev. Barón Von Kleist, sacerdote de la villa que muchas eran las personas
que atestiguaban que Nuestro Señor les había mirado, a unos de
forma sutil, a otros con cierta tristeza e, inclusive a
algunos con mirada penetrante y de reojo. Muchos vieron lágrimas en
Sus ojos, otros relatan haber visto gotas de sangre caer de las heridas producidas
por las espinas de Su corona. Fueron muchas y variadas las manifestaciones que
se relataron, desde ver a la imagen del Cristo mover Sus ojos de lado a
lado al momento de la Bendición y posando Su mirada cautivadora sobre toda
la asamblea allí presente, hasta mover Su cabeza coronada de espinas y
suspirar...
PEREGRINACIONES Y PROPAGACIÓN MUNDIAL
Peregrinaciones de todas partes empezaron a llegar a la villa
de Limpias. Periódicos abarrotados de relatos detallados sobre los
acontecimientos en Limpias inundaron la prensa de todas partes de España y el
extranjero. Finalmente para el año 1921, el número de peregrinos
había crecido de tal forma, que la extensión del tráfico de extranjeros en
Limpias supero la de los visitantes del Santuario de Lourdes. Principados, al
igual que dignatarios de la Iglesia de España, incluyendo obispos y cardenales,
visitaron el Santuario del Santísimo Cristo de la Agonía. Arzobispos también
llegaban desde México, Perú, Manila, Cuba y otras naciones. Son muchos los
archivos que se encuentran en la sacristía de la iglesia de Limpias que
contienen sobre 8,000 testimonios de personas que atestiguan
las manifestaciones. 2,500 de estos testimonios fueron dados "bajo
juramento". Entre los testigos se encontraban miembros de órdenes
religiosas, sacerdotes, médicos, abogados, profesores, catedráticos, oficiales,
mercaderes, ganaderos, no creyentes y hasta ateos.
CUBA
El primer obispo en ser favorecido con la gracia de
poder presenciar las manifestaciones, fue Don Manuel Ruiz y Rodríguez,
obispo de CUBA, quien fue a Limpias después de una visita a Roma. De vuelta
en su patria escribió una carta pastoral a todos los miembros
de su diócesis en las que exponía sin reservas todo lo concerniente al
crucifijo milagroso. Relató cómo los ojos del Cristo se movían de lado a lado y
como la cara, a un punto, tomo expresión agonizante. De aquí comenzó la gran
devoción que en Cuba se le tiene al Cristo de Limpias. Cuba tiene un
santuario del Cristo de Limpias (Calle Corrales 3, Habana, Cuba). En
1937 se fundó en La Habana la Cruzada del Cristo de Limpias, por la paz
del mundo y la conversión de los pecadores. Por esas intenciones se
rezaba todos los días a las 7PM el Santo Rosario y se celebraban las
fiestas en su honor el 16 de Julio (no sé en la actualidad).
El 29 de julio, de 1919, El Padre Celestino María de Pozuelo,
monje Capuchino, visitó la Parroquia de Limpias y escribió un relato que
incluía la siguiente aseveración: "El rostro presenta una
expresión viva de dolor, el cuerpo descolorido como si hubiera recibido crueles
latigazos y totalmente bañado en sudor."
El Rev. Valentín Incio, de Gijón, cuenta que visito Limpias
el 4 de agosto, de 1919. A su llegada se unió a un grupo de
peregrinos que, en ese momento estaban siendo testigos del milagro. Había
alrededor de 30 a 40 personas, otros dos sacerdotes, 10 marineros y una mujer
que no dejaba de llorar. El Padre Incio escribió:
"Al llegar contemplé a Nuestro Señor como si estuviera
vivo; mas adelante Su cabeza conservó su posición de costumbre y Su contorno la
expresión natural, pero Sus ojos estaban llenos de vida y miraban en diferentes
direcciones... A un punto, Su mirada se centró sobre los marineros a quienes
contempló por largo rato, luego miró lánguidamente hacia la sacristía por algún
tiempo. En este instante ocurre el momento más conmovedor de todos: Jesús posa
Su mirada sobre todos nosotros pero de una forma tan dulce, ¡tan suave!, tan
expresiva!, tan amorosa y divina, que todos los allí presentes caímos de
rodillas, lloramos y adoramos a Cristo...
Nuestro Señor continuó moviendo Sus ojos y párpados que
brillaban como si estuvieran llenos de lágrimas, y movió Sus labios suavemente
como si estuviera diciendo algo o rezando. Al mismo tiempo la mujer que
mencioné anteriormente se encontraba a mi lado y vio al Maestro tratando de
mover Sus brazos, luchando por relajarlos de la Cruz". Dando
testimonio sobre este relato estuvieron 3 sacerdotes, los 10 marineros y la
mujer.
El 15 de septiembre, de 1919, 2 obispos
acompañados de 18 sacerdotes, contaron lo ocurrido al postrarse ante el
crucifijo:
"Todos vimos entristecer aún más el rostro del Santo
Cristo. Su boca también estaba más abierta que lo usual, Sus ojos se fijaron
suavemente sobre los obispos y luego en dirección a la sacristía. Sus gestos
simultáneamente tomaron expresión como los de un hombre que está luchando por
sobrevivir."
El 24 de diciembre, de 1919, en compañía de un
grupo de personas, el Padre confesor de la Iglesia del Pilar en Zaragoza, Don
Manual Cubi, vio al Santo Cristo en agonía de muerte; "Nuestro
Señor trataba de soltarse de la Cruz con movimientos violentos y convulsivos,
luego levanto Su cabeza, movió Sus ojos y cerró Su boca. En ocasiones pude ver
Su lengua y dientes. Por aproximadamente media hora El nos mostró cuanto le
había costado nuestra salvación y cuanto había sufrido por nosotros en el
momento de Su abandono en la Cruz."
MILAGROS DE CURACIONES Y RECONOCIMIENTO OFICIAL DE LA IGLESIA
Varios reportes médicos fueron sometidos...
Las manifestaciones milagrosas del Santo Cristo no fueron las
únicas reportadas, han habido también muchas sanaciones milagrosas.
Para julio del año 1920, hubo más de 1,000 curaciones
certificadas por los médicos. Muy pocas de estas sanaciones tuvieron lugar en
Limpias, más bien cuando los peregrinos regresaban a sus casas y se ponían en
contacto con objetos que habían tocado el crucifijo.
El obispo de Santander, diócesis a la cual pertenece Limpias,
introdujo el proceso canónico el 20 de julio de 1920. Un año y un día
después, fueron
dadas indulgencias plenarias por un período de 7 años a
todos aquellos fieles que visitaran el Santo Crucifijo.
El Nuncio Papal visitó Limpias en septiembre de 1921. Oró
frente al crucifijo y lo examinó desde todos los ángulos. El nuncio manifestó
al clero y a los nativos que la imagen le había causado una impresión muy
profunda, y les honró por haber sido escogidos para que el Maestro se revelara
a Si mismo a través de esta imagen en su iglesia.
Los fenómenos públicos cesaron de una manera total varios
anos después. Una guerra nacional por medio parecía dejaría en el olvido al
Santo Cristo de Limpias, pero aquella devoción nacida del calor de unos hechos,
al parecer prodigiosos, aún perdura... Es sorprendente la existencia en
cualquier época, tanto de turistas como de peregrinaciones que siguen acudiendo
atraídos por la fama de los prodigios y la hermosura de la Santa efigie.
En la actualidad los Padres Paules se encuentran a cargo de
la Parroquia\Santuario tratando de seguir la línea de sus antecesores y dignos
párrocos del clero secular. Además de la vida ordinaria de una parroquia se
procura siempre fomentar el culto al Santísimo Cristo.
Todos estos relatos se podrían concluir con un reporte muy
breve, redactado por un periodista relatando los hechos ocurridos en su
presencia: "Pude percibir movimientos de la quijada, como si
estuviera pronunciando pocas sílabas con Sus labios. Cerré mis ojos fuertemente
y me pregunté a mi mismo: ¿Qué habrá dicho? La respuesta no se hizo esperar,
desde lo más profundo de mi corazón pude escuchar claramente estas palabras tan
significativas y ungidas,"ÁMAME".
Es por esta razón que Nuestro Señor realizó tantas maravillas
ante los ojos de creyentes y no creyentes. En Limpias EL demostró la agonía de
Su muerte y la magnitud de Su amor por nosotros, no solo para evocar
sentimientos de compasión y arrepentimiento, pero también para pedir, más bien
suplicar que Le amemos en respuesta.
En nuestra peregrinación desde Miami al Santo Cristo de
Limpias experimentamos una gran conciencia del amor de Jesús y un deseo de
responderle con todo el corazón.
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