"Pues si de los ángeles hizo la soberbia demonios,
¿qué no hará de los hombres ?”
FRANCISCO DE QUEVEDO
OBRAS ASCÉTICAS : “LA VIRTUD MILITANTE”.
“SOBRE LA SOBERBIA”
(Comentario sobre la parábola del juez inicuo)
"Había un juez en una ciudad que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda, y venía a él diciendo: Véngame de mi contrario. Él, por muchos días, no lo quiso hacer ; más después desto dijo entre sí : “Aunque ni temo a Dios ni respeto a los hombres, empero porque me cansa esta viuda le haré justicia”. Que este juez era soberbio antes, no puede dudarse, pues Cristo Nuestro Señor dice en la parábola que se preciaba de no temer a Dios ni respetar a los hombres, dos cosas que son el mismo furor de la soberbia humana. La parábola fue predicada para exhortar a la oración continua con esperanza de conseguir misericordia por su medio, y el Hijo de Dios puso el ejemplo deste abominable juez, que lo que negaba a Dios y a los hombres, hizo por la importunación de los ruegos. De lo que se colige que los soberbios no lo son menos en el bien que hacen que en el que dejan de hacer, pues a mi juicio éste fue peor soberbio, y despreció más a Dios y a los hombres en hacer justicia a la viuda porque no le cansase ; pues en esto no sólo despreció a Dios y a los hombres con la omisión, sino que con la obra prefirió su comodidad al temor de Dios y al respeto de los hombres. Por esto dijo Cristo dél : “Oíd lo que dice el juez de la maldad”. ¿Cuál nombre pues hallaremos, si a éste le llama Cristo juez de la maldad, para dar a conocer a aquel juez que, no temiendo a Dios ni reverenciando a los hombres, aun no hace justicia ni por librarse de la importunación? Porque éste tiene por descanso el trabajo del que sin fruto le ruega. Dice Jesús que en una ciudad había un juez de aquéllos , porque si hubiera dos dejara de ser ciudad. No dice que en una ciudad había un juez destos que, aun por librarse de la importunación, no hacen justicia, porque con uno sólo déstos, la ciudad fuera desierta, y todo un reino ruina y desolación. Muchas veces anda la soberbia en tan buen hábito que, no conociéndola, pasa por virtud.”
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“Es el soberbio el monstruo más horrendo del mundo, el más formidable y desemejante que puede fabricar el delirio ; porque quiere ser cielo, siendo infierno, serafín y gusano, humo y sol, Dios y demonio”.
“Dice el soberbio que es grande ; desmiéntele la muerte diciendo que es nada.
Dice el mundo que es rico ; dícele la muerte que es pobre.
Dice el soberbio que es todopoderoso ; dice la muerte que miente, que todo es miseria y flaqueza.
Dice el mundo que da contento, y cargos, y posesiones, y gloria ; dice la muerte que miente, que no da nada, que todo lo presta y lo vuelve a quitar con dolor y lágrimas.
Dice el soberbio que nadie es como él, que él es como Dios, que solo él lo es todo ; dice la muerte que miente, que él, por querer ser como Dios, es un demonio ; que todo lo que es, es solamente ceniza y pecado, ruinas y escándalo.”
“!Cuántos oyen de buena gana que son sumamente sabios, y justificadísimos en todo; que su poder no tiene límite, que su hermosura es incomparable, que su riqueza es inmensa, que su felicidad no tiene fin y que su dicha es incontrastable! Juzguen si digo verdad los que cada instante lo oyen, los que sabiendo que mienten lo afirman, y no se hallará quien me contradiga”.
“Es el soberbio el monstruo más horrendo del mundo, y el más formidable que puede fabricar el delirio ; porque quiere ser cielo siendo infierno, serafín y gusano, humo y sol, Dios y demonio. Pues si de los ángeles hizo la soberbia demonios, ¿qué no hará de los hombres ?”.
Dice S. Juan Clímaco : “La soberbia es adversaria de Dios, puerta de disimulación, firmamento de los demonios, artífice de dureza y crueldad, ignorancia de compasión y misericordia, juez inhumano…… . Y es tal, dice más adelante : Que de Dios se dice que resiste a los soberbios ; no se dice esta palabra de los demás pecadores”.
Y añade S. Cipriano , (Epíst. LV) : “La exaltación, la hinchazón, la arrogancia, la fanfarronería, no son del magisterio de Cristo, que enseñó la humildad; antes nacen del espíritu del Anticristo”.
“La soberbia fue fundadora de los primeros herejes, y los primeros herejes fueron los ángeles soberbios. Fue tan agradable a Dios su vencimiento que, al arcángel soberano que como capitán suyo le derribó, desmintiéndolos con la palabra “Quién como Dios”, se la dió por nombre y blasón. Eso quiere decir “Michael” en la lengua sagrada.
A San Miguel, porque venció esta batalla, le encomendó su pueblo y le tiene nombrado para la postrera que tendrá contra el Anticristo. Sepan todos los que como valientes católicos se opusieron a los herejes, que tienen de su parte a San Miguel, que acabó con los primeros en Lucifer y su séquito, y acabará con los últimos en el Anticristo y sus secuaces. El primer solar de la guerra fue el cielo. El mundo empezó con guerra, y con guerra acabará, y guerra es la vida en él. No hace a la guerra noble esta antigüedad, sino temerosa. El pecado fue ocasión de la guerra en el ángel y en el hombre. Por eso Cristo, Dios y hombre, que vino a librarnos del pecado, nació pregonando paz por la boca de los ángeles, y mandó a sus discípulos que la fuesen repartiendo por donde fuesen. Y cuando iba al Padre, dijo que nos daba su paz y que nos la dejaba. De aquí se colige que la guerra fue invención de la soberbia, y la paz de la humildad.
Oración a san Miguel Arcángel
del Papa León XIII
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.
(Aunque no es obligación, se puede continuar con gran provecho la práctica de rezar esta oración después de la Santa Misa como se hacía antes del Conc. Vat. II.)
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