Hoy, 28 de marzo de 2015, Conmemoración del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús de Ávila, Doctora de la Iglesia.
VIDA PASION Y MUERTE
436 Me sucedió que, estando un día en el oratorio, vi
una imagen que se había buscado para una fiesta que se hacía en casa, y la
habían traído para guardarla allí. Era de Cristo muy llagado, y tan devota,
que cuando la miré, toda me turbé de verle tal, porque representaba muy bien lo
que sufrió por nosotros (V 9, 1).
437 En especial me hallaba muy bien en la oración del
Huerto (V 9, 4).
438 Porque pensar y reflexionar en lo que el Señor pasó
por nosotros nos mueve a compasión y es sabrosa esta pena y las lágrimas que de
aquí proceden (V 12, 1; CN 2).
439 Pues volviendo a lo que decía de pensar en en la
Columna, es bueno discurrir un rato y pensar en las penas que allí tuvo y en el
amor con que las pasó. Mas que no se canse en andar a buscar esto, sino que
esté allí con El, callado el entendimiento (V 13, 22; CN 3).
440 Y veo yo claro y he visto después, que para agradar
a Dios y para que nos conceda grandes mercedes, quiere que sea por manos de
esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad que se deleita (Mt 3, 17)
(V 22, 6; CN 12).
441 Cuando en medio de nuestras ocupaciones y en las
persecuciones y sufrimientos y sequedades no se puede tener tanto sosiego, es
muy buen amigo, porque le miramos hombre, y le vemos con flaquezas y
padecimientos, y nos hace compañía.
442 Si uno se acostumbra, con mucha facilidad se lo
encuentra al lado; aunque llegarán momentos o temporadas, en que el alma ni
gozará de contemplación ni podrá ponerse junto a . En estos casos vale lo que
he dicho: no buscar consuelos espirituales, sino abrazarse con la cruz, venga
lo que viniere. Es gran cosa. Desierto quedó el Señor de todos los consuelos;
en los sufrimientos le dejaron solo (V 22, 10; CN 12).
443 Me dijo que cada día hiciese la oración sobre un
misterio de la Pasión, y que le sacase jugo, y que sólo meditara en la
Humanidad de (V 23, 17).
444 Que siempre comenzase la oración meditando un
misterio de la Pasión (V 24, 3).
445 Casi siempre se me representaba el Señor Resucitado,
incluso cuando se me aparecía en la Hostia, menos algunas veces, cuando
estaba en tribulación, que me mostraba las llagas para fortalecerme; algunas
veces, pocas, en la cruz y en el huerto y la corona de espinas; y algunas veces
en momentos de necesidades mías y de otras personas, también llevando la cruz,
mas siempre con la carne glorificada (V 29, 4).
446 Cuando iba a la oración y miraba a en la
cruz, tan pobre y desnudo, no podía soportar ser rica y le rogaba con lágrimas
que me hiciera pobre como El (V 53, 3).
447 Se me apareció como otras veces y me comenzó a
enseñar la llaga de la mano izquierda, mientras con la otra sacaba un clavo
grande que en ella tenía metido. Al sacar el clavo, sacaba también la carne. Se
notaba que le producía un gran dolor, que me lastimaba mucho; y me dijo que no
dudara de que quien había sufrido aquello por mí, mejor haría lo que le pidiera
(V 39, 1).
448 ¡Oh, Señor mío, cuántas veces os hacemos pelear a
brazo partido con el demonio! ¿No bastaba que os dejaseis llevar en sus brazos
cuando os llevó al pináculo para enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas,
ver aquel Sol al lado de las tinieblas, y qué miedo tendría aquel desventurado,
sin saber por qué!, pues no permitió Dios que conociese el misterio, y cómo
merecía por tal atrevimiento que creara Dios un infierno nuevo para él. Bendita
sea tanta piedad y misericordia.
449 Qué vergüenza habíamos de tener los cristianos de
hacer luchar a Jesús cada día, como he dicho, a brazo partido con tan sucia
bestia. Fué muy necesario, Señor, que tuvieseis los brazos tan fuertes, mas
¿cómo no se os quedaron desfallecidos de tantos tormentos como sufristeis en la
cruz? (C 16, 7).
450 Si estáis con sufrimientos o triste, miradle camino
del huerto; ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma!; pues siendo la misma
paciencia, la manifiesta y se queja de ella.
451 miradle cargado con la cruz, que ni siquiera
respirar le dejaban. Y os mirará El con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos
de lágrimas, y olvidará sus dolores para consolar los vuestros, solamente
porque vais a consolaros con El y porque volvéis la cabeza para mirarle (C 26,
5).
452 Pues, si cuando iba por el mundo sólo con tocar sus
vestidos curaba a los enfermos, ¿por qué hemos de dudar que hará milagros
estando tan dentro de nosotros? (C 34, 8).
453 Me parece que tiene razón el buen Jesús al pedir
esto para Sí, porque ya sabemos cuán cansado estaba de esta vida, cuando dijo
en la última Cena a sus Apóstoles: "¡cuánto he deseado cenar con vosotros
esta Pascua!" (Lc 22, 15), que era la última de su vida. De lo cual se
deduce cuán cansado debía de estar ya de vivir, y hoy no se cansan los que
tienen cien años, porque siempre tienen deseo de vivir más. En verdad, no pasamos
la vida tan mal ni con tantos trabajos, como Su Majestad la pasó, ni tan
pobremente. ¿Qué fue su vida más que una contínua muerte, teniendo siempre
delante de los ojos la que le habían de dar tan cruel? (C 42, 1).
454 Pensando en la sagrada Pasión, pensamos muchas más
cosas de fatigas y tormentos que allí debía de padecer el Señor, de las que los
evangelistas escriben (Mdt C 1, 8).
455 Me parece a mí que habla con tercera persona. Y es
la misma, que da a entender que en hay dos naturalezas, una divina y
otra humana (Mdt C 1, 10).
456 Acordaos de cómo dejó el mundo a nuestro
Señor, y qué ensalzado lo había tenido el día de Ramos (Mdt C 2, 13).
457 Mirad que dice el buen Jesús en la oración del
Huerto: "La carne es flaca", y acordaos de aquel tan admirable y
lastimoso sudor. Pues si aquella carne divina y sin pecado, dice Su Majestad
que es flaca, ¿cómo queremos que sea la nuestra tan fuerte, que no sienta la
persecución que le puede venir y los trabajos? Nuestro buen Jesús muestra la
flaqueza de su Humanidad antes de los sufrimientos y en el golfo de ellos tuvo
gran fortaleza, que no sólo no se quejaba, sino que no hizo ni un gesto en el
semblante que demostrara que padecía con flaqueza. Cuando iba al Huerto, dijo:
"Triste está mi alma hasta la muerte"; y estando en la cruz, que era
ya estar pasando la muerte, no se quejaba. Cuando en la oración del Huerto, fue
a despertar a los Apóstoles. Pues con más razón se hubiera quejado a su Madre,
cuando estaba al pie de la cruz, y no dormía, y padecía en su alma y estaba
muriendo dura muerte. Pues siempre nos consuela más quejarnos a los que sabemos
que sienten nuestros trabajos y nos aman (Mdt C 3, 8-9).
458 Y que vea y goce el fruto que sacó Jesu nuestro
Señor de su Pasión, regando este árbol con su sangre con tan admirable amor
(Mdt C 5, 7).
459 Pues si nunca le miramos ni consideramos lo que le
debemos y la muerte que pasó por nosotros, no se cómo le podemos conocer ni
hacer obras en su servicio. Porque la fe sin obras y sin estar entroncadas en
los méritos de Jesu, bien nuestro, ¿qué valor puede tener ni quién nos
despertará a amar a este Señor? (II M 1, 12).
460 El tormento que sufre y ha sufrido cierta alma que
conozco, de ver ofender a nuestro Señor, tan insufrible que mucho más quisiera
morir que sufrirlo, y pensando que si un alma con tan poquísima caridad
comparada con la de -que se puede decir ninguna en su comparación-,
sentía este tormento tan insoportable, ¿cuál sería el sentimiento de nuestro
Señor Jesu y qué vida debía de pasar, pues tenía todas las cosas presentes y
estaba siempre viendo las grandes ofensas que se hacían a su Padre?
461 Sin duda yo creo que fueron unos dolores mucho
mayores que los de su sacratísima Pasión; porque entonces ya veía el fin de
estos dolores y con eso, y con el contento de ver nuestro remedio con su muerte
y de demostrar el amor qu tenía a su Padre padeciendo tanto por El, se le
atenuarían los dolores. Igual que les ocurre en esta vida a los que con las
fuerzas del amor hacen grandes penitencias que casi no las sienten y aún
quisieran hacer más y más y todo les parece poco. (V M 2,14).
462 Mirad lo que le costó a nuestro Esposo el amor que
nos tuvo que, por librarnos de la muerte, la murió tan penosa como muerte de
cruz V M 3, 12).
463 Le dijo el mismo Crucificado consolándola, que El le
daba todos los dolores y trabajos que había sufrido en su Pasión, que los
considerase propios para ofrecerlos al Padre (VI M 5, 6).
464 O comenzamos en la oración del Huerto, y no para el
entendimiento hasta que está puesto en la cruz; o tomamos un misterio de la
Pasión, por ejemplo el prendimiento, y vamos considerando en este misterio por
menudo, las cosas que hay que pensar en él y que sentir; así en la traición de
Judas con la huída de los Apóstoles y todo lo demás. Y es admirable y meritoria
oración (VI M 7, 10).
465 Ni es posible que el alma que tanto ha recibido de
Dios, olvide las muestras de amor tan preciosas, porque son vivas centellas
para encenderla más en el que tiene a nuestro Señor, sino que no se entiende,
porque entiende el alma estos misterios más plenamente, y es que se los
representa el entendimiento y se graban en la memoria, de manera que sólo de
ver al Señor caído con aquel espantoso sudor en el Huerto, le basta no sólo
para una hora, sino para muchos días, mirando con una sencilla mirada quién es
y cuán ingratos hemos sido a tan gran pena; luego acude la voluntad, aunque no
sienta ternura, a desear servir en algo tan gran merced y a desear padecer algo
por quien tanto padeció, y a otros afectos semejantes, en los que ocupa la
memoria y el entendimiento (VI M 7, 11).
466 Pues créanme y no se ensimismen tanto, como ya he
dicho en otra parte, que es larga la vida y hay en ella muchos trabajos y hemos
menester mirar a nuestro dechado cómo lo pasó, y aun a sus apóstoles
y santos, para llevarlo con perfección (VI M 7, 13).
467 Cuando nuestro Señor quiere regalar más a esta alma
le manifiesta claramente su sacratísima Humanidad de la manera que quiere, o
como cuando vivió en el mundo, o después de Resucitado; y aunque es con tanta
rapidez que lo podríamos comparar a la de un relámpago, queda tan esculpida en
la imaginación esta imagen gloriosísima, que tengo por imposible olvidarla
hasta que la vea donde sin fin la pueda gozar (VI M 9, 3).
468 Poned los ojos en el Crucificado, y se os hará todo
poco. Si Su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos,
¿cómo queréis contentarle con sólo palabras? (VII M 4, 9).
469 Que aunque no fuera más que ver a su Maestro tan
aborrecido, era intolerable sufrimiento. Pues los muchos que después sufrió en
la muerte del Señor, tengo para mí que, el no haber recibido martirio, fue por
haberlo sufrido viendo morir al Señor (VII M 4, 15).
470 Mucho me sirve, mas gran cosa es seguirme desnudo de
todo como yo me puse en la cruz (Cc 56ª).
471 El día de Ramos, acabando de comulgar, quedé con
gran suspensión, de manera que aun no podía pasar la Forma y,
teniéndola en la boca, verdaderamente me pareció cuando volví un poco en mí,
que toda la boca se me había llenado de sangre; y me parecía que también el
rostro y toda yo estaba cubierta de ella, como si entonces acabara
de derramarla el Señor. Me parece que estaba caliente, y era excesiva la
suavidad que entonces sentía, y me dijo el Señor: "Hija, yo quiero que mi
sangre te aproveche, y no tengas miedo de que te falte mi misericordia; Yo la
derramé con muchos dolores, y tú la gozas con gran deleite, como ves; bien te
pago el convite que me hacías este día" (Cc 12ª, 1).
LA MEDIDA
DE LA CRUZ ES LA DEL AMOR
478 "¡Oh, Jesús mío! Cuán grande es el amor que
tenéis a los hijos de los hombres, que el mayor servicio que se os puede hacer,
es dejaros a Vos por su amor y ganancia..., pues con tanta sangre vemos
demostrado el amor tan grande que tenéis a los hijos de Adán (E 2).
479 ¡Cómo fue necesario todo el amor que tenéis a las
criaturas para poder sufrir tanto desatino y esperar a que sanemos y procurarlo
de mil maneras y medios! (E 12).
480 Pues, si es Dios, cómo es vendido
Y muere crucificado?
¿No ves que mató el
pecado,
Padeciendo el
inocente? (P 19).
481 ¡Oh, Hijo del Padre Eterno, Jesu, Señor nuestro, Rey
verdadero de todo! ¿Qué dejaste en el mundo, qué pudimos heredar de Vos
vuestros descendientes? ¿Qué poseísteis, Señor mío, sino trabajos y dolores y
deshonras, y aun no tuvisteis sino un madero en que pasar el trabajoso trago de
la muerte? En fin, Dios mío, que los que quisiéramos ser vuestros hijos
vedaderos y no renunciar a la herencia, no nos conviene huir del padecer.
Vuestras armas son cinco llagas. ¡Ea pues, hijas mías!, ésta ha de ser nuestra
divisa, si hemos de heredar su reino; no con descansos, no con regalos, no con
honras, no con riquezas se ha de ganar lo que El compró con su sangre (F 10,
11).
482 Y con esta luz Dª Catalina Godínez puso los ojos en
el Señor, que estaba en la cruz derramando sangre y pensó cuán maltratado
estaba, y cuán diferente camino llevaba ella llena de soberbia (F 22, 6).
RESURRECCION
Y ASCENSION
483 La visión no es de un hombre muerto, sino de Cristo
vivo, que manifiesta que es Hombre y Dios; no como estaba en el sepulcro, sino
como salió de él después de resucitado (V 28, 8).
484 Y pensando en la gloria que esperamos y en el amor
que el Señor nos tuvo y en su Resurrección se va llenando el alma de gozo (V
12, 1; CN 2).
485 ¿Quién nos impide que permanezcamos con el Señor
Resucitado, ya que lo tenemos tan cerca en el Sacramento donde está
glorificado¬? (V 22, 6; cn 12).
486 Un día de san Pablo, estando en misa, se me
representó la sacratísima Humanidad Resucitada, con tanta hermosura y majestad
como ya se la describí a usted cuando tan insistentemente me lo mandó, y me
costó muchísimo, pues no se puede decir sin que uno quede deshecho; a pesar de
todo, ya se lo dije lo mejor que supe, y no es necesario repetirlo (V 28, 3).
487 Vi a Cristo con gran majestad y gloria, manifestando
gran contento de lo que allí estaba ocurriendo; y así me lo dijo,y quiso viera
con claridad que en semejantes pláticas siempre está El presente, y lo mucho
que le glorifica cuando así se deleitan hablando de El (V 34, 17).
488 Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo
imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Con qué claridad y con qué
hermosura salió!; ¡con qué majestad, qué victorioso, qué alegre! Como el que
venció en la batalla en la que ganó un Reino tan grande que todo lo quiere para
vos, junto con él. Pues ¿es mucho pediros que volváis una vez los ojos para
mirar a quien tanto os da? (C 26, 4).
489 Se le manifestó el Señor acabando de comulgar, en
figura de gran esplendor y hermosura y majestad, como después de Resucitado
(VII M 2, 1).
490 En san José de Avila un
día, oyendo la misa al padre Francisco de Salcedo vi al Señor glorificado en la
Hostia. Me dijo que le era aceptable su sacrificio (Cc 14ª, 4).
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