EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

sábado, 4 de abril de 2015

Enseñanza que nos da la sepultura de nuestro Señor




Meditaciones para la Cuaresma. Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus).

Meditaremos en los grandes misterios del día, de los que hacemos profesión en el símbolo de los Apóstoles: 1° La sepultura del cuerpo adorable de Nuestro Señor; y 2° El descendimiento de su alma al seno de Abrahán. 

— Recogeremos las enseñanzas que nos dan estos dos misterios, y tomaremos la resolución: 1° De prepararnos con un fervor especial a la Comunión de hoy; 2° De ejercitarnos en el espíritu de humildad y desprendimiento que nos predica la sepultura de Nuestro Señor. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del Apóstol: “Estáis muertos, y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. 

Unámonos a la devoción con que María y el discípulo amado, Magdalena y las santas mujeres, recogieron en sus brazos el cuerpo de Jesús, bajado de la Cruz por José de Arimatea y Nicodemo. ¡Con qué ternura y amor considera María todas sus llagas, mira todos sus huesos dislocados, besa todas sus heridas! Y el discípulo amado, ¡Cómo lo arroja todo en aquel sagrado pecho sobre el cual había reposado la noche antes! ¡Cómo lo besa! Y, viéndole abierto, ¡cómo desea penetrar en él! Y Magdalena, ¡Cómo abraza los sagrados pies, donde había obtenido su perdón; como los lava con sus lágrimas y los enjuga con sus cabellos! Entremos en los piadosos sentimientos de estas almas santas.

    
ENSEÑANZA QUE NOS DA LA SEPULTURA DE NUESTRO SEÑOR 

Este misterio nos enseña: 1° CÓMO DEBEMOS COMULGAR. Después que el cuerpo adorable fue bajado de la Cruz, Nicodemo trajo cien libras de un perfume precioso, compuesto de mirra y de áloe, para embalsamarlo. José de Arimatea ofreció para envolverlo un lienzo blanco, y para encerrarlo, una sepultura nueva, tallada en la roca, donde aún no se había puesto ningún cadáver; después se cerró la entrada del sepulcro con una piedra, se puso allí el sello de la autoridad pública y se estableció una guardia de soldados para custodiarlo. CUANDO EL CUERPO DE NUESTRO SEÑOR VIENE A NOSOTROS EN LA SAGRADA COMUNIÓN, DEBEMOS TAMBIÉN EMBALSAMARLO CON EL PERFUME DE LOS SANTOS DESEOS, CON LOS AROMAS DE LAS BUENAS OBRAS, Y PRESENTARLE UN CORAZÓN BLANCO COMO LA INOCENCIA, FIGURADA EN AQUEL LIENZO SIN MANCHA; UNA VOLUNTAD FIRME EN EL BIEN, COMO LA PIEDRA DEL SEPULCRO; UNA CONCIENCIA ENTERAMENTE RENOVADA POR LA PENITENCIA; Y, DESPUÉS DE LA COMUNIÓN, DEBEMOS CERRAR LA ENTRADA DE NUESTRO CORAZÓN CON LA PIEDRA Y EL SELLO DEL SANTO RECOGIMIENTO, Y OPONER LA MODESTIA, LA MESURA Y LA ATENCIÓN EN NOSOTROS MISMOS, COMO GUARDIAS VIGILANTES PARA IMPEDIR QUE NOS ARREBATEN EL TESORO PRECIOSO QUE HEMOS RECIBIDO. ¿Es así cómo lo hacemos? Este misterio nos enseña: 2° LOS TRES CARACTERES QUE CONSTITUYEN LA MUERTE ESPIRITUAL A QUE ESTÁ LLAMADO TODO CRISTIANO, según la doctrina del Apóstol: “Estimaos como muertos; porque muertos estáis y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. El primero de estos caracteres es AMAR LA VIDA OCULTA; ser como muertos, con relación a todo lo que se puede decir o pensar de nosotros, sin buscar ni ver el mundo, ni ser vistos de él. Jesucristo, en la noche de su sepultura, nos da esta lección. Que el mundo nos olvide y que aún nos pisotee, poco nos importa. No debemos inquietarnos por esto, más de lo que se inquieta un muerto. La felicidad de un alma cristiana es esconder su vida con Jesucristo en Dios. Nuestra perversa naturaleza se complacerá en recrearse, querrá ser alabada, amada, distinguida, ser ídolo de la reputación y de la amistad: No le hagamos caso; cuanto más sensible y extremosa sea en el aprecio de los demás, tanto más indigna se hace de que la halaguemos y mayor necesidad hay de privarla de ello. Que se nos quite la reputación, que para nada nos tomen en cuenta, que ni piensen en nosotros, que nos miren con horror. ¡Hágase, Señor, vuestra santa voluntad! El segundo carácter de la muerte espiritual ES USAR DE LOS BIENES SENSIBLES POR NECESIDAD SIN DARLES NINGUNA IMPORTANCIA; no complacernos ni en la molicie, ni en los goces de la vida, ni en los placeres de la gula, ni en las satisfacciones de la curiosidad, que quiere ver y saberlo todo; estar, en una palabra, como muertos respecto de los placeres de los sentidos, A este segundo carácter es preciso AGREGAR EL ABANDONO DE SÍ MISMO A LA DIVINA PROVIDENCIA, abandono por el cual, a semejanza de un cuerpo muerto nos dejamos llevar, sin razonar y sin querer ni desear nada, indiferentes a todas las cosas y a todas las ocupaciones, ¿cuándo cesaré de amarme desordenadamente? ¿Cuándo morirá todo en mí, para no vivir sino en Vos? 


ENSEÑANZA QUE NOS DA EL DESCENDIMIENTO D
EL ALMA DE JESUCRISTO AL LIMBO


Este misterio nos enseña: 1º EL AMOR DE JESUCRISTO A LOS HOMBRES. Al salir del sagrado cuerpo, su santa alma pudo haberse retirado al seno de Dios para descansar allí de todos sus dolores; pero su amor a los hombres le inspiró descender al limbo para consolar a los Patriarcas y anunciarles que, dentro de cuarenta días le acompañarían al paraíso. Así es como el amor de Jesucristo no ha tenido reposo. Después de su muerte, como en su vida, hace a los hombres todo el bien que puede. Gracias, ¡oh Jesús!, mil veces gracias por este empeño en hacernos bien. Este misterio nos enseña: 2° EL AMOR DE NOSOTROS HACIA JESÚS. A la vista de esta alma santa, los justos detenidos en el limbo no pueden contener sus transportes y lo demuestran con cánticos de alabanza, de agradecimiento y de amor, y sus corazones se dan todos al Dios libertador. He ahí nuestros modelos: ¿Por qué tendríamos menos gratitud y amor, puesto que Jesús ha muerto tanto por nosotros como por ellos, cuando nos ama como les ama a ellos, y, como a ellos, nos ha prometido su Paraíso?


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