EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

viernes, 12 de junio de 2015

El Sagrado Corazón de Jesús, manso y humilde


"Venid, adoremos al corazón de Jesús, herido por nuestro amor".


La Fiesta de “El Sagrado Corazón de Jesús”, nos invita a mirar a Cristo y a aprender de su ejemplo; “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11, 29). Nuestro amor cristiano puede ser de diversas maneras, pero cuanto más nos acerquemos al de Cristo, será más transparente y cristalino. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo 5,8).

 El corazón, símbolo y parábola de nuestra personalidad
 Lucas escribe en su Evangelio: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lucas  2,19), también refiriéndose a María dice que: conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lucas  2, 51). En muchos versículos Lucas se refiere a los sentimientos que tenían los hombres como sentimientos que nacían y se cuidaban en el corazón, es así como también escribe: “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas  12). Todos estos versículos, nos ayudan de buena manera a comprender de algún  modo la interioridad de María y de Jesús, junto con la de los protagonistas de los relatos evangélicos, como por ejemplo en este relato; “Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor (Lucas  9,47).

En otras palabras, podemos afirmar, que tanto en las Sagradas Escrituras como en los escritos de la vida cotidiana, todo aquel que desee describir como son los sentimientos de alguien determinado, se refiere al corazón, por lo que este órgano humano es todo un símbolo y parábola de nuestra personalidad y allí se atesoran las cosas buenas; “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Lucas  12,34), después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia (Lucas  8,15), o allí se manifiestan nuestros miedo; ¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? (Lucas  24,38).


El Corazón de Jesús
Al cristiano, le enternece hablar desde el corazón, del Corazón de Jesús. En efecto, a todos nos conmueve y nos emociona profundamente, porque sabemos que esta figura nos habla de un amor dotado de hermosura, porque no nos cabe ninguna duda que el Corazón de Jesús, es para nosotros el mas bello emblema del amor. Su corazón fue colmado de amor total al Padre y a los hombres. Es tan importante en todos nosotros, que para aprender a amar a los demás de gran forma, tratamos de de comprender algo del amor de Cristo Jesús a todos los hombres.
Los Evangelios, nos hablan del corazón de Jesús, mostrándonos un corazón humano y al mismo tiempo con el misterio de un amor humano-divino. El corazón humano de Cristo está unido a su divinidad, es así como podemos decir que el amor de Dios se ha encarnado en el amor humano de Cristo y el nos pide; “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Lucas  10,27), porque él es “El Señor, nuestro Dios, es el único Señor” (Marcos  12,29), y cuando el “escriba” le dijo a Jesús, “El es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón (Marcos  12, 32), le dijo que; “No estás lejos del Reino de Dios” (Marcos  12, 34).
Con todo, Jesús, tuvo también un corazón muy humano y sensible, como lo demuestra en el relato de la resurrección de Lázaro; “Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente… y  Jesús se echó a llorar (Juan  11, 33-35). Luego de que Jesús entregó su espíritu en la cruz, el Corazón de Jesús se detuvo y cesó de latir, y luego al resucitar, “no ha cesado nunca, ni cesará ya jamás de palpitar con un apacible e imperturbable latido” (HA 28). Como lo demuestra Juan, quien sintió su latidos al reposar sobre el pecho (el Corazón) de Jesús, cuando escribe el amoroso dialogo de amor entre Pedro y su Maestro; “dice Jesús a Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?” (Juan  21,15).


El corazón de Dios, amor hacia el hombre
El amor de Dios hacia el hombre existe desde siempre y para toda la eternidad; “De lejos el Señor se me apareció y me dijo; Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti” (Jeremías  31, 2). Es así, como San Juan Evangelista que conoció a Jesús íntimamente descansando sobre el pecho (corazón) de Jesús, tanto que fue el discípulo amado, exclama; “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. (Juan  3, 16-17), es decir, un amor extremo, que llevo a su propio Hijo a la Cruz por amor a los hombres, revelado el mismo Jesús; “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos” (Juan  15, 12-13).
Esto nos revela el gran corazón de Dios; “mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Romanos  5,8), así como también Jesús nos muestra su gran corazón, su sufrimiento y muerte en cruz son una muestra de su amor por nosotros, como lo declara San Pablo; “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas  2,20).
“El Señor se prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les tiene” (Deut 7,6-11). Dios no nos ama por lo que somos o tenemos, sino que al amarnos nos regala y nos bendice. Es un amor gratuito y misericordioso, que toma la iniciativa constantemente. “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (1Jn 4,7-16). “Venid a mí los que estáis cansados” (Mt 11,25-30). Frente a los fariseos, que cargaban fardos pesados e insoportables sobre la gente, obligándoles a cumplir meticulosamente la Ley, Jesús afirma que su yugo es llevadero y ligero. Acoger a Cristo es recibir su amor, que lo hace todo fácil. Por eso seguir a Jesús no es una carga pesada, sino encontrar en Él nuestro descanso. Él toma nuestro cansancio y alivia nuestros agobios porque en la cruz ha tomado el peso del pecado que nos destruía.
“Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él”, (Ez 34,11-16). Frente a los malos pastores de Israel, que se aprovechaban de las ovejas, Dios anuncia que Él mismo en persona saldrá en busca de sus ovejas. Es lo que ha hecho en la encarnación de su Hijo. No ha dado por perdidas a las ovejas obstinadas y rebeldes, sino que las ha buscado hasta las puertas mismas del infierno. La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores (Rom 5,5-11), es lo que llena de asombro y gratitud el corazón de Pablo, el haber sido amado siendo pecador, siendo incluso perseguidor de la Iglesia. “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido” (Lc 15,3-7). Es sorprendente escuchar la alegría de Dios por la conversión del hombre. Jesús no acusa ni reprocha; al contrario, se alegra indeciblemente cuando alguien acepta dejarse encontrar y volver al redil. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. La gloria de Dios es que el hombre viva, que se deje vivificar en plenitud, hasta la santidad. ¿Cuántas alegrías estoy dispuesto a dar a Jesucristo que lo ha entregado todo por mí?


La Devoción al Sagrado Corazón

La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.
El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz.  Santa Margarita  escuchó a Nuestro Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor." Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. 

Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

Jesús le dio a santa Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón el medio por el cual podrían hacer reparación, la Devoción de los primeros nueve viernes  a la que dotó con doce promesas para aquellos devotos que la realizasen.




Acto de Confianza en el Corazón de Jesús
Oh, Corazón de Jesús, Dios y Hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían; Tú nos dices amablemente: Vengan a Mí; y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados, y a la mujer enferma: Confía, hija, tu fe te ha salvado, y a los Apóstoles: Confíen, Yo Soy, no teman.
Animado con estas palabras acudo a Ti con el corazón lleno de confianza, para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús en Ti confío.
Sí, Corazón de mi amable Jesús, confío y confiaré siempre en tu bondad; y, por el Corazón de tu Madre, te pido que no desfallezca nunca esta confianza en Ti, a pesar de todas las contrariedades y de todas las pruebas que Tú quisieras enviarme, para que habiendo sido mi consuelo en vida, seas mi refugio en la hora de la muerte y mi gloria por toda la eternidad. Amén.



Invocaciones al Sagrado Corazón de Jesús
AMOR del Corazón de Jesús, 
Abrasad mi corazón.
HERMOSURA del Corazón de Jesús,
Cautivad mi corazón.
BONDAD del Corazón de Jesús, 
Atraed mi corazón.
CARIDAD del Corazón de Jesús, 
Derramaos en mi corazón.
CLEMENCIA del Corazón de Jesús, 
Consolad mi corazón.
DOMINIO del Corazón de Jesús, 
Sujetad mi corazón.
DULZURA del Corazón de Jesús, 
Penetrad mi corazón.
EQUIDAD del Corazón de Jesús, 
Reglad mi corazón.
ETERNIDAD del Corazón de Jesús, 
Llenad mi corazón.
FIDELIDAD del Corazón de Jesús,
Proteged mi corazón.
FUERZA del Corazón de Jesús, 
Sostened mi corazón.
GLORIA del Corazón de Jesús, 
Ocupad mi corazón.
GRANDEZA del Corazón de Jesús, 
Confundid mi corazón.
HUMILDAD del Corazón de Jesús, 
Anonadad mi corazón.
INMUTABILIDAD del Corazón de Jesús, 
Fijad mi corazón.
JUSTICIA del Corazón de Jesús, 
No abandonéis mi corazón.
LIBERALIDAD del Corazón de Jesús, 
Enriqueced mi corazón.
LUZ del Corazón de Jesús, 
Iluminad mi corazón.
MISERICORDIA del Corazón de Jesús, 
Perdonad mi corazón.
OBEDIENCIA del Corazón de Jesús, 
Someted mi corazón.
PACIENCIA del Corazón de Jesús, 
No os canséis de mi corazón.
PRESENCIA del Corazón de Jesús, 
Aficionad mi corazón.
PROVIDENCIA del Corazón de Jesús, 
Velad sobre mi corazón.
REINO del Corazón de Jesús, 
Estableceos en mi corazón.
SABIDURÍA del Corazón de Jesús, 
Conducid mi corazón.
SANTIDAD del Corazón de Jesús, 
Purificad mi corazón.
SILENCIO del Corazón de Jesús, 
Hablad a mi corazón.
CIENCIA del Corazón de Jesús, 
Enseñad a mi corazón.
PODER del Corazón de Jesús, 
Asegurad mi corazón.
VOLUNTAD del Corazón de Jesús, 
Disponed de mi corazón.
CELO del Corazón de Jesús, 
Devorad mi corazón.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!


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