Revelaciones dadas por
nuestro Señor Jesucristo a la beata Ana Catalina Emmerich, monja agustina canóniga
y mística alemana. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 3 de octubre de
2004.
LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA
«He visto personas
de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia... (AA.III.113)»
«... y he visto cerca
de ellos una horrible bestia que había surgido del mar. Tenía una cola como la
de un pez, garras como las de un león, y varias cabezas que rodeaban como una
corona una cabeza más grande. Su boca era ancha y roja. Estaba manchada como un
tigre y se mostraba muy familiar con los demoledores. Se acostaba a menudo en
medio de ellos durante su trabajo: a menudo también, ellos iban a encontrarla
en la caverna donde se escondía a veces.»
«Durante ese tiempo, vi por un lado y por otro, en el mundo entero, muchas personas buenas y piadosas, sobretodo eclesiásticos, vejados, prisioneros y oprimidos, y tuve el sentimiento de que ellos llegarían a ser mártires un día» (AA.III.113)
«Durante ese tiempo, vi por un lado y por otro, en el mundo entero, muchas personas buenas y piadosas, sobretodo eclesiásticos, vejados, prisioneros y oprimidos, y tuve el sentimiento de que ellos llegarían a ser mártires un día» (AA.III.113)
«Como la Iglesia
estaba ya en gran parte demolida, no quedando en pié más que el coro con el
altar, vi a estos demoledores penetrar en la iglesia con la bestia»
« (Los demoledores
encontraron en el templo)... una mujer llena de majestad. Me parecía que
ella estaba embarazada, ya que caminaba lentamente: los enemigos fueron presa
del pánico al verla y la bestia no pudo ya dar ni un paso adelante. La
bestia alargaba el cuello hacia la mujer con el aspecto más furioso, como si
quisiera devorarla. Pero la mujer se volvió y se posternó con el rostro contra
la tierra. Vi entonces a la bestia huir de nuevo hacia el mar y los enemigos
correr en el mayor desorden) (AA.III.113)
«Vi la iglesia de
San Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban en invertirla,
pero vi ahí también a otros que hacían reparaciones. Cadenas de trabajo
ocupadas de este doble trabajo se extendían a través de todo el mundo y me
quedé asombrada de la coordinación con la que todo ello se hacía. Los
demoledores extraían grandes fragmentos; eran particularmente sectarios en gran
número y con ellos los apóstatas. Estas personas, haciendo su trabajo de
destrucción, parecían seguir ciertas prescripciones y una cierta regla:
llevaban delantales blancos rodeados de una cinta azul y proveídos de
bolsillos, con paletas de albañil en la cintura. Ellos tenían además
vestidos de todo tipo: había entre ellos hombres distinguidos, altos y gruesos,
con uniformes y cruces, los cuales sin embargo no trabajaban directamente en la
labor, sino que marcaban en los muros con la paleta los lugares donde había
que demoler. Vi con horror que había también entre ellos sacerdotes católicos»
(AA.II.202)
«Ya toda la parte
anterior de la Iglesia estaba destruida: no quedaba en pié más que el santuario
con el Santísimo Sacramento» (AA.II.203)
«He visto la Iglesia
de San Pedro: estaba demolida con excepción del coro y del altar mayor (10 septiembre
1820). (AA.III.118)
«Vi también como, al final, María extendió su
manto por encima de la Iglesia y como los enemigos de Dios fueron ahuyentados» (AA.II.414)
«Mayo de 1823. Tuve
de nuevo la visión de la secta secreta socavando por todas partes la iglesia
de San Pedro. Ellos trabajaban con instrumentos de toda especie y corrían
por aquí y por allá, llevado piedras que habían arrancado. Fueron obligados a
dejar el altar, no pudieron quitarlo. Vi profanar y quitar una imagen de
María. (AA.III.556)
«Yo me lamentaba al Papa y le preguntaba como
él podía tolerar que hubiera tantos sacerdotes entre los demoledores. (...) Vi en esta ocasión porque la Iglesia ha sido
fundada en Roma; es porque ahí está el centro del mundo y que todos los pueblos
si vinculan con ella por diferentes relaciones. Vi también que Roma permanecerá
en pié como una isla, como una roca en medio del mar, cuando todo, alrededor de
ella, caerá en ruinas.»
«Cuando vi a los demoledores, me quedé
maravillada de su gran habilidad. Tenían todo tipo de
máquinas: todo se hacía siguiendo un plan: nada se producía por sí mismo.
Ellos no hacían ruido; ponían atención a todo; recurrían a artimañas de todo
tipo, y las piedras parecían a menudo desaparecer de sus manos. Algunos de
entre ellos reconstruían: destruían lo que era santo y grande y lo que
edificaban no era más que vacío, hueco, superfluo. Llevaban las piedras del
altar y hacían con ellas una escalinata en la entrada. (AA.III.556)
EL OSCURECIMIENTO DE LA IGLESIA
«Vi la Iglesia terrestre, es decir la sociedad de los fieles sobre la tierra,
el ejercito de Cristo en su estado de paso sobre la tierra, completamente
oscurecida y desolada» (AA.II.352)
«¡Vosotros sacerdotes, que no os movéis!
¡Estáis dormidos y el redil arde por todos lados! ¡No hacéis nada! ¡Como
llorareis por eso un día! ¡Si tan solo
hubierais dicho un Pater! (...) ¡Veo tantos traidores! No soportan que se diga:
«esto va mal». ¡Todo está bien a sus ojos con tal de que puedan glorificarse
con el mundo! (AA.III.184)
«Vi las carencias y
la decadencia del sacerdocio, así como sus causas. Vi los castigos que se
preparan» (AA.II.334)
«¡Los servidores de la Iglesia son tan laxos!
Ya no hacen uso de la fuerza que poseen en el sacerdocio» (AA.II.245)
«¡Si algún día las
almas reclaman lo que el clero les debe al ocasionarles tantas perdidas por su
incuria y su indiferencia, sería algo terrible!» (AA.II.342)
«Ellos tendrán que
dar cuenta de todo el amor, todas las consolaciones, todas las exhortaciones,
todas las instrucciones referentes a los deberes de la religión, que ellos no
nos dan; de todas las bendiciones que no distribuyen, a pesar de que la fuerza
de la mano de Jesús esté sobre ellos, por todo lo que omiten de hacer a semejanza
de Jesús (AA.II.358)
«... (Por) las
caricias hechas al espíritu de la época por parte de los servidores de la
Iglesia» (AA.II.377)
«Vi reliquias dejadas
a la aventura y otras cosas del mismo género»(AA.II.347)
«... para una infinidad de personas que tenían buena voluntad, el acceso a las fuentes de la gracia del corazón de Jesús se encontraba impedido y cerrado por la supresión de los ejercicios de devoción, por el cierre y la profanación de las iglesias» (AA.III.167)
«... para una infinidad de personas que tenían buena voluntad, el acceso a las fuentes de la gracia del corazón de Jesús se encontraba impedido y cerrado por la supresión de los ejercicios de devoción, por el cierre y la profanación de las iglesias» (AA.III.167)
«Tuve una visión concerniente a las faltas de
incontables pastores y la omisión de todos sus deberes hacia su rebaño» (AA.II.347)
«Vi muchos buenos y piadosos obispos, pero
estaban mudos y débiles y el mal partido tomaba a menudo la fuerza» (AA.II.414)
«Todo esto me hizo
conocer que la recitación de la genealogía de Nuestro Señor ante el Santísimo
Sacramento, en la fiesta del Corpus Christi encierra un grande y profundo
misterio; he conocido por ello que lo mismo, que entre los ancestros de
Jesucristo, según la carne, muchos no fueron santos y fueron incluso pecadores
si dejar de ser grados de la escala de Jacob, por los cuales Dios descendió
hasta la humanidad, por lo mismo también los obispos indignos permanecen
capaces de consagrar el Santísimo Sacramento y de conferir el sacerdocio con
todos los poderes que le están ligados» (CC.175)
«Vi en una ciudad, una reunión de
eclesiásticos, de laicos y de mujeres, los cuales estaban
sentados juntos, comiendo y haciendo bromas frívolas, y por encima de ellos
una nube oscura que desembocaba en una planicie sumergida en las tinieblas.
En medio de esta niebla, vi a Satán sentado bajo una forma horrible y,
alrededor de él, tantos acompañantes como personas había en la reunión que
ocurría debajo. Todos estos malos espíritus estaban continuamente en
movimiento y ocupados en empujar al mal a esta reunión de personas. Ellos les
hablaban a la oreja y actuaban sobre ellos de todas las maneras posibles. Estas
personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y ocupados en
conversaciones ociosas y provocantes. Los eclesiásticos eran de esos que
tienen como principio: «Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no
hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se
alegran». (AA.II.488)
«Como él (Satán)
hablaba de su derecho y como quiera que ese lenguaje me sorprendía mucho, fui
instruida que él realmente adquiría un derecho positivo cuando una persona
bautizada que había recibido por Jesucristo el poder de vencerle se libraba por
el contrario a él por el pecado libremente y voluntariamente». (AA.II.489)
«Veo una cantidad de eclesiásticos castigados
de excomunión, que no parecen inquietarse ni incluso saberlo. Y sin embargo son excomulgados cuando toman parte
en esas empresas, cuando entran en asociaciones y se adhieren a opiniones
sobre las que pesa el anatema. Veo estos hombres rodeados de una nube como
de un muro de separación. Se ve por esto cuanto Dios tiene en cuenta de los
decretos, de las órdenes y de las defensas del jefe de la Iglesia y los
mantiene en vigor cuando incluso los hombres no se inquietan de ello, reniegan de
eso o se ríen. (AA.III.148)
«Se me mostró como
los paganos de antaño adoraban humildemente a otros dioses diferentes de ellos
mismos (...) El culto (de esos paganos) valía menos que el culto de aquellos
que se adoraban a sí mismos en mil ídolos y no dejaban ningún lugar al Señor entre
estos ídolos». (AA.III.102)
«Vi cuan funestas serían las consecuencias de
esta falsificación de la Iglesia. Yo la vi crecer, vi a los heréticos de todas
las condiciones venir a la ciudad (Roma)»
«Vi acrecentarse la tibieza del clero local, vi
hacerse una gran oscuridad»
«Entonces la visión
se agrandó por todos los lados. Vi por todas comunidades católicas oprimidas,
vejadas, encarceladas y privadas de libertad. Vi muchas iglesias cerradas. Vi
grandes miserias producirse por todas partes. Vi guerras y sangre vertida. Vi
el pueblo salvaje e ignorante, intervenir con violencia.» (AA.III.103)
«... eso no durará
mucho tiempo...»
«De nuevo vi la
visión en la que la iglesia de San Pedro era minada, siguiendo un plan hecho
por la secta secreta, al mismo tiempo que era deteriorada por las tormentas»
(AA.III.103)
«Vi la iglesia de los
apóstatas crecer grandemente. Vi las tinieblas que partían de ella, repartirse
alrededor y vi muchas personas abandonar a la Iglesia legítima y dirigirse
hacia la otra diciendo: «Ahí todo es más bonito, más natural y más ordenado»
(AA.II.414)
«Vi cosas
deplorables: se jugaba, se bebía, se parloteaba, se seducía a las mujeres en la
iglesia, en una palabra se cometían allí todo tipo de abominaciones»
(AA.III.120)
«Los sacerdotes dejaban que se hiciera
cualquier cosa y decían la misa con mucha irreverencia. Vi pocos que tuvieran
todavía piedad y juzgasen sanamente las cosas. Todo eso me afligió mucho. Entonces mi Esposo
celeste me cogió por medio del cuerpo, como él mismo había sido atado a la
columna y me dijo: «Es así como la Iglesia será todavía encadenada, es así como
será estrechamente atada antes de que pueda revelarse» (AA.III.120)
«El (mi esposo
celeste) me mostró también en cuadros innumerables la deplorable conducta de
los cristianos y de los eclesiásticos, en las esferas cada vez más vastas
extendiéndose a través del mundo entero estando mi país incluido. Era un cuadro
inmenso e indeciblemente triste que es imposible describir. Me fue así mostrado
que no hay casi ya más cristianos en el antiguo significado de la palabra. Esta
visión me llenó de tristeza. (AA.III.125)
«Vi en el futuro la
religión caída muy bajo y conservándose únicamente en algunos lugares, en
algunos hogares y en algunas familias que Dios ha protegido también de los
desastres de la guerra» (AA.III.557)
« (12 de septiembre de 1820). Vi construir una iglesia extraña y al revés de todas las reglas. El coro estaba dividido en tres partes, de las que cada una era unos grados más alta que la otra. Por debajo había una sombría bodega llena de humo. (AA.III.104)
« (12 de septiembre de 1820). Vi construir una iglesia extraña y al revés de todas las reglas. El coro estaba dividido en tres partes, de las que cada una era unos grados más alta que la otra. Por debajo había una sombría bodega llena de humo. (AA.III.104)
«... en la primera
parte vi arrastrar un trono... en la segunda un barreño lleno de agua. El agua
sola parecía tener algo de santificado... en la más elevada una mesa...»
« No vi ningún ángel asistir a la construcción:
pero diversos espíritus planetarios (que se encargan de engañar a los hombres)
de los más violentos arrastraban todo tipo de objetos al sótano, donde personajes en pequeños mantos
eclesiales los tomaban para llevarlos con ellos. Nada venía de lo alto en
esta iglesia: todo venía de la tierra (...) y de la región tenebrosa
(...) todo en esa iglesia, era oscuro, a contra sentido y sin vida: no
había más que burla y ruina»
«Vi cerca otra
iglesia donde reinaba la claridad y que estaba provista de toda especie de
gracias de lo alto. Vi a los ángeles subir y descender, vi vida y
crecimiento... (Y también) tibieza y disipación»
«Sin embargo, la Iglesia tradicional (todo lo imperfecta u oscurecida que esté para no
saber la luz que le espera) era como un árbol lleno de sabia en comparación
de la otra que parecía un baúl lleno de objetos inanimados. Esta era como
un pájaro que planea, esta como un dragón de papel, con una cola cargada de
cintas y de letreros, que se arrastra en un rastrojo en vez de volar. Vi que
muchos de los instrumentos que estaban en la nueva iglesia, como por ejemplo
las flechas y dardos, no estaban reunidos más que para ser empleados contra la iglesia
viva» (AA.III.104)
«Ellos amasaban pan
en la bodega de abajo; pero de ello no resultaba nada y se trabajaba en balde»
(AA.III.105)
«Vi también a los
hombres con pequeños mantos llevar madera ante las graderías donde se
encontraba la sede del predicador, encender fuego, soplar con todas sus fuerzas
y producirse un dolor extremo, pero todo esto no producía más que un humo y un
vapor abominables» (AA.III.105)
«Entonces hicieron un
agujero en lo alto con una vara, pero el humo no quería subir y todo permanecía
sumergido en una oscuridad asfixiante.
«Todo permanecía en la tierra e iba a la tierra, y todo estaba muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: es propiamente una iglesia de fábrica humana siguiendo la última moda, tan bien como la nueva iglesia heterodoxa de Roma, que es de la misma especie» (AA.III105)
«Todo permanecía en la tierra e iba a la tierra, y todo estaba muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: es propiamente una iglesia de fábrica humana siguiendo la última moda, tan bien como la nueva iglesia heterodoxa de Roma, que es de la misma especie» (AA.III105)
«Me encontraba en una
gran sala. A los dos lados había delante de los pupitres, jóvenes en hábito
largo que parecían ser seminaristas. En medio un hombre grueso iba y venía. De
repente en el lugar de los hombres, ya no vi más que caballos, a los dos lados,
y en medio un gran buey rumiando que iba y venía, mientras que detrás de él los
caballos mostraban los dientes y hacían todo tipo de muecas. Esperaba que el
buey les mostraría los cuernos y que les obligaría a estar tranquilos, pero la
única cosa que hizo, fue, llegando a un lado de la sala, golpear la pared con
sus cuernos. Ya había un agujero y yo me decía que todo iba a derrumbarse sobre
ellos» (AA.III.176)
«12 de noviembre de
1820. – Viajaba a través de una comarca sombría y fría y llegue a la gran
ciudad (Roma). Vi allí de nuevo la gran y singular iglesia que se estaba
construyendo; no había nada de santo en ella; vi aquello de la misma manera
que veo una obra católica, eclesiástica, en la cual trabajan en común los
ángeles, los santos y los cristianos; pero aquí la colaboración se hacía de
otras maneras más mecánicas. (AA. III. 105)
Vi arriba dibujar
líneas y trazar figuras, y vi como, en seguida, en la tierra, un hombre había
levantado un plano, un dibujo. Vi la acción de los orgullosos espíritus
planetarios en sus relaciones con esta construcción hacerse sentir hasta en las
regiones más alejadas. Vi llegar hasta distancias inmensas el impulso dado para
la preparación de todo lo que podía ser necesario y útil para la construcción y
para la existencia de esta iglesia; vi allí concurrir a todo tipo de personas y
de cosas, de doctrinas y de opiniones. Había en todo esto, algo de orgulloso,
de presuntuoso, de violento y todo parecía tener éxito y me era mostrado en una
multitud de escenas.
Vi subir y bajar a los espíritus planetarios,
los vi enviar rayos sobre las personas que construían el edificio. Todo se
hacía según la razón humana. (AA.III.105)
No vi ni un solo ángel, ni un solo santo
cooperar en esta obra. Pero vi mucho más
lejos, en el fondo, el trono de un pueblo salvaje armado de espadas, y
una figura que reía y que decía: «Constrúyela todo lo sólida que quieras,
nosotros la derrumbaremos» (AA.III.105)
(Vi) que se mina y se asfixia la religión tan
hábilmente que no queda a penas más que un pequeño número de sacerdotes que no
estén seducidos. No puedo decir como
se ha hecho esto, pero veo la niebla y las tinieblas extenderse cada vez más.
Sin embargo hay tres iglesias en las que no pueden pertrecharse: son las de San
Pedro, la de Santa María Mayor y la de San Miguel. Ellos trabajan continuamente
para demolerlas pero no lo consiguen. Todos trabajan para la demolición,
incluso los eclesiásticos. Una gran devastación está próxima. (AA.III.122)
Vi muchas
abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y
su decadencia en el interior y en el exterior. (AA.III.159)
Vi sobre una verde
pradera muchas personas, entre los cuales había sabios, reunirse aparte...
(AA.III.156)
... y apareció una
nueva iglesia en la cual ellos estaban reunidos. Esta iglesia era redonda con
una cúpula gris y tantas personas afluían que yo no comprendía como ese
edificio podía contenerlas a todas. Era como un pueblo entero.
Sin embargo esta
nueva iglesia se volvía cada vez más sombría y negra (al comienzo solo era
gris) y todo lo que se hacía en ella era como un vapor negro. Estas tinieblas
se extendieron fuera y todo el verdor se marchitó; varias parroquias de los
alrededores fueron invadidas por la oscuridad y la sequedad, y el prado, a una
gran distancia, se volvió como una sombría ciénaga.
Vi entonces varios
grupos de gentes bien intencionadas correr hacia un lado de la pradera donde
había todavía verdor y luz.
No puedo encontrar palabras para describir la
acción terrible, siniestra, mortífera, de esta iglesia. Todo verdor se marchitaba, los árboles morían, los
jardines perdían su aderezo. Vi, como se puede ver en una visión, las tinieblas
producir su efecto a una gran distancia; por todo donde ellas llegaban, se
extendía como una cuerda negra. No sé lo que pasó con todas las personas que
estaban dentro de esa iglesia. Era como si devorara a los hombres: se volvía
cada vez más negra, semejaba totalmente al carbón de forja y se descamaba de
manera horrible.
Tras esto (tras la
horrible visión de la iglesia negra) fui, guiada por tres ángeles, a un lugar
verdeante rodeado de muros, grande aproximadamente como el cementerio que está
aquí ante la puerta;
Fui colocada allí
como en una banqueta elevada. No sabía si estaba viva o muerta, pero tenía un
gran vestido blanco. (AA.III.157)
El mayor de los tres me
dijo: «¡Alabado sea Dios! Aquí todavía queda luz y verdor» entonces cayó del
cielo, entre la iglesia negra y yo, como una lluvia de perlas brillantes y de
piedras preciosas deslumbrantes...
Y uno de mis compañeros (uno de los tres ángeles) me ordeno recibirlas.
Después se fueron. No sé si partieron todos; me acuerdo solamente que, en la gran ansiedad que me causaba la iglesia negra, no tuve el coraje de recibir las piedras preciosas. Pero cuando el Ángel volvió a mí, me preguntó si las había recogido y le respondí que no; entonces me ordeno hacerlo en seguida.
Y uno de mis compañeros (uno de los tres ángeles) me ordeno recibirlas.
Después se fueron. No sé si partieron todos; me acuerdo solamente que, en la gran ansiedad que me causaba la iglesia negra, no tuve el coraje de recibir las piedras preciosas. Pero cuando el Ángel volvió a mí, me preguntó si las había recogido y le respondí que no; entonces me ordeno hacerlo en seguida.
Entonces me incliné
hacia delante y encontré todavía tres pequeñas piedras con las caras talladas
como cristales. Estaban situadas por orden: la primera era azul, la segunda de
un rojo claro, la tercera de un blanco brillante y transparente. Yo las llevaba
a mis dos otros acompañantes que eran más pequeños que el primero, y, siempre
marchando de aquí para allá, ellos las frotaban unas contra otras e hicieron
surgir de ellas los más bellos colores y los más bellos rayos de luz que se
extendieron por todo.
Allí adonde llegaban,
el verdor renacía, la luz y la vida se propagaban. Vi también a un lado a la
iglesia tenebrosa que se degradaba.
Después, de golpe, una gran multitud se extendió por el prado verdeante e iluminado, dirigiéndose hacia una villa luminosa.
Después, de golpe, una gran multitud se extendió por el prado verdeante e iluminado, dirigiéndose hacia una villa luminosa.
Por el otro lado de
la iglesia negra todo permanecía todavía en una noche sombría. (AA.III.156)
Quieren ellos ser un
solo cuerpo en algo diferente que el Señor.
Se formó un cuerpo,
una comunidad fuera del cuerpo de Jesús que es la Iglesia: una falsa Iglesia
sin Redentor, en la que el misterio es no tener misterio. (AA.II.89)
Es cuando la ciencia se ha separado de la fe
cuando nade esta Iglesia sin Salvador, las pretendidas
buenas obras sin la fe, la comunión de los incrédulos teniendo la apariencia de
virtud, en una palabra la anti-Iglesia cuyo centro está ocupado por la malicia,
el error, la mentira, la hipocresía, la laxitud, los artificios de todos
los demonios de la época. (AA.II.89)
LA COMUNIÓN DE LOS PROFANOS
Todo es (en esta «falsa iglesia»)
fundamentalmente malo; es la comunión de los profanos.
No sé decir hasta dónde
todo lo que ellos hacen es abominable, pernicioso y vano. (AA.II.89)
¡Quieren ser uno solo
cuerpo en algo diferente que el Señor! (AA.II.89)
Tuve una visión en la que vi a los otros en la falsa iglesia, edificio cuadrado, sin campanario, negro y sucio, con una cúpula elevada. Ellos estaban en gran intimidad con el espíritu que reinaba ahí. Esta iglesia está llena de inmundicias, de vanidades, de necedad y de oscuridad. Casi nadie de ellos conocía las tinieblas en medio de las cuales trabajaba. Todo es puro en apariencia: pero no es más que vacío. (AA.II.88)
Tuve una visión en la que vi a los otros en la falsa iglesia, edificio cuadrado, sin campanario, negro y sucio, con una cúpula elevada. Ellos estaban en gran intimidad con el espíritu que reinaba ahí. Esta iglesia está llena de inmundicias, de vanidades, de necedad y de oscuridad. Casi nadie de ellos conocía las tinieblas en medio de las cuales trabajaba. Todo es puro en apariencia: pero no es más que vacío. (AA.II.88)
(La falsa iglesia) está llena de orgullo y de presunción, y con eso
destruye y conduce al mal con toda clase de buenas apariencias. Su peligro
está en su inocencia aparente (AA.II.89)
Ellos hacen y quieren cosas diferentes: en ciertos lugares su acción es inofensiva: además
trabajan para corromper a un pequeño número de sabios, y así todos juntos
desembocan en un centro, en una cosa mala por su origen, en un trabajo y en una
acción fuera de Jesucristo por el cual únicamente toda vida es santificada y
fuera del cual todo pensamiento y toda acción permanecen como el imperio de la
muerte y del demonio. (AA.II.89)
Me encontraba en un
navío agujereado y estaba tumbada en el fondo, en el único lugar que estaba
intacto: las personas estaban sentadas en los dos bordes del navío. Yo oraba
continuamente para que no fueran precipitados a las olas: sin embargo ellos me
maltrataban y me daban patadas. Veía a cada instante el navío a punto de
hundirse y estaba muerta de miedo. (AAA.III.147)
Finalmente ellos
fueron obligados a conducirme a tierra donde mis amigos me esperaban para
llevarme a otro lugar.
Yo rezaba siempre
para que estos desdichados desembarcasen también...
... pero a penas estaba sobre la orilla que el navío se hundió y ninguno de los que allí estaban pudo salvarse, lo cual me llenó de tristeza. En el lugar donde fui había una gran abundancia de frutos. (AA.III.147)
... pero a penas estaba sobre la orilla que el navío se hundió y ninguno de los que allí estaban pudo salvarse, lo cual me llenó de tristeza. En el lugar donde fui había una gran abundancia de frutos. (AA.III.147)
Cuando miraba debajo
de mí, vi muy distintamente, a través de un velo de color sombrío, los errores,
extravíos y los pecados innumerables de los hombres, y con qué necedad y que
maldad ellos actuaban contra toda verdad y toda razón. Vi escenas de toda
especie: volví a ver el navío en peligro, llevando a estos hombres
convencidos de su inmenso mérito y admirados también por muchos otros,
pasar cerca de mí sobre un mar peligroso y yo esperaba que en cualquier momento
perecerían. Vi entre ellos a sacerdotes y sufrí profundamente para ayudarles a
volver al arrepentimiento. (AA.III.149)
¡Vi tantos traidores! Ellos no soportan que se
les diga: «esto va mal». Todo está bien ante sus ojos con tal de que puedan
glorificarse con el mundo. (AA.III.184)
EL PAPA TRAICIONADO
Vi al Papa en oración; estaba rodeado de falsos
amigos que a menudo hacían lo contrario de lo que decía. (AA.II.203)
Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia que afectaba a la Iglesia. Le vi muy rodeado de traiciones. (AA.II.414)
¡Ellos quieren quitar al pastor el prado que le es propio! ¡Quieren imponer otro que deja todo en manos de los enemigos! Entonces, tomada por la cólera, ella elevaba el puño cerrado diciendo: ¡alemanes Bribones! ¡Escuchad! ¡No lo conseguiréis! ¡El pastor está en una rocalla! ¡Ustedes, sacerdotes, no se mueven! ¡Dormís y la granja arde por todos los lados! ¡No hacéis nada! ¡Cómo lloraréis por eso un día! (AA.III.184)
Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia que afectaba a la Iglesia. Le vi muy rodeado de traiciones. (AA.II.414)
¡Ellos quieren quitar al pastor el prado que le es propio! ¡Quieren imponer otro que deja todo en manos de los enemigos! Entonces, tomada por la cólera, ella elevaba el puño cerrado diciendo: ¡alemanes Bribones! ¡Escuchad! ¡No lo conseguiréis! ¡El pastor está en una rocalla! ¡Ustedes, sacerdotes, no se mueven! ¡Dormís y la granja arde por todos los lados! ¡No hacéis nada! ¡Cómo lloraréis por eso un día! (AA.III.184)
EL FALSO ECUMENISMO
Vi, bajo una imagen de varios jardines formando un círculo alrededor mío, la relaciones del Papa con los obispos. Vi al Papa mismo sobre su trono, colocado como en un jardín. Vi en diversos jardines, los derechos y los poderes de estos obispos, bajo forma de plantas, flores y frutos, y vi relaciones, corrientes, influencias, como hilos o rayos yendo de la sede de Roma a los jardines. Vi sobre la tierra, en estos jardines, la autoridad espiritual del momento: vi en el aire, encima de ellos, la cercanía de nuevos obispos. Así, por ejemplo, vi en el aire (en el futuro), encima del jardín donde se encontraba el severo superior (el obispo de entonces, severo porque era firme en la fe), un nuevo obispo mitrado, la mitra y todo lo demás. Vi alrededor de él protestantes que querían hacerle descender en el jardín, pero no con las condiciones que el Papa había exigido. (AA.III.128)
Ellos buscaban infiltrarse por toda clase de medios: desordenaban ciertas partes del jardín donde plantaban malas semillas. Les vi tanto en un lugar, tanto en otro, cultivar, o dejar en baldío, demoler y no quitar los escombros, etc. todo estaba lleno de trampas y de ruinas. Les vi interceptar y desviar las vías que iban al Papa. (AAA.III.128)
Vi a continuación que cuando ellos introducían el obispo de la manera que se habían propuesto, él era intruso, introducido contra la voluntad del Papa y que no poseía legítimamente la autoridad espiritual. (AA.III.128)
Vi, por lo que creo,
casi todos los obispos del mundo, pero un pequeño número solamente perfectamente
sano. (AA.III.136)
Vi todo lo que
respecta al protestantismo tomar cada vez más poder, y la religión caer en
decadencia completa. (AA.III.137)
Había en Roma, incluso entre los prelados,
muchas personas de sentimientos poco católicos que trabajaban para el éxito de
este asunto (la fusión de las iglesias).
Vi también en Alemania a eclesiásticos mundanos
y protestantes iluminados manifestar deseos y formar un plan para la fusión de
las confesiones religiosas y para la supresión de la autoridad papal. (AA.III.179)
¡... y este plan tenía, en Roma misma, a sus
promotores entre los prelados! (AA.III.179)
Ellos construían una gran iglesia, extraña y
extravagante; todo el mundo tenía que entrar en ella para unirse y poseer allí
los mismos derechos; evangélicos, católicos, sectas de todo tipo: lo que debía ser una verdadera comunión de los
profanos donde no habría más que un pastor y un rebaño. Tenía que haber también
un Papa pero que no poseyera nada y fuera asalariado. Todo estaba preparado
de antemano y muchas cosas estaban ya hechas: pero en el lugar del altar,
no había más que desolación y abominación. (AA.III.188)
Vi muy a menudo a Jesús mismo cruelmente inmolado sobre el altar por la
celebración indigna y criminal de los santos misterios. Vi ante los sacerdotes
sacrílegos la santa Hostia reposar sobre un altar como un Niño Jesús vivo que
ellos cortaban en trozos con la patena y que martirizaban horriblemente. Su
misa, aunque realizando realmente el santo sacrificio, me parecía como un
horrible asesinato. (CC.89)
... la devoción al Santísimo Sacramento caería completamente en decadencia y el
sacramento mismo en el olvido. Ella decía esto aplicándolo particularmente a esa
parte de la Iglesia en la que vio todas las cosas desecarse y morir ante el
progreso de las luces y bajo el régimen de la libertad, de la caridad y de
la tolerancia. (AA.III.164)
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