EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

domingo, 31 de enero de 2016

Sueños de Don Bosco


¡Ay de quien trabaja esperando el pago del mundo!,
el mundo es mal pagador y paga siempre con la ingratitud.
Trabaja por amor a Jesucristo.


LA VIRGEN LO REPRENDE POR SU SILENCIO

El 4 de junio de 1887 (apenas unos meses antes de la muerte del Santo), Don Bosco narró: “He visto a Nuestra Señora la Virgen María en un Sueño y me ha reprochado mi silencio acerca del buen uso que se debe hacer de las riquezas. Entre otras cosas me dijo: que muchas almas se condenan por faltar contra el sexto y el noveno mandamiento, pero que hay también muchas que se pierden por haber hecho mal uso de las riquezas. Y se quejaba Ella de que los sacerdotes no se atrevan a hablar de este argumento desde la cátedra sagrada”. (MB 13,361).

Don Bosco había hablado mucho y muy fuertemente acerca de la gran responsabilidad de quien no les da un fin social a sus riquezas.

Claramente había dicho a los ricos en sus conferencias:

“Si ahora no dais voluntariamente parte de vuestras riquezas a los necesitados, un día las tendréis que dar obligados por el puñal que os pondrán enfrente. Dad, dad mucho, antes de que los pobres lleguen al límite de su capacidad de aguante y os vengan a exigir con violencia lo que deberíais haber repartido de buena gana”.

Y él deseaba escribir un libro acerca de la gran responsabilidad que tiene cada uno de hacer de sus riquezas algo que redunde en bien de todos. Pero muchos le decían que él era muy exagerado a este respecto, y que no convenía hablar de estos temas. Así que no se atrevió a escribir su deseado libro.

Después de este Sueño llamó al Padre Francesia y le pidió que escribiera una obra acerca de este tema tan importante. Poco después apareció un libro de dicho sacerdote, bajo el título de “Al Paraíso por medio de las riquezas”.

Don Bosco siempre creyó en la frase de Jesús: “Dad limosna según vuestras posibilidades y todo será puro para vosotros” (Lucas 11,41)

San Juan Bosco y María Auxiliadora y los famosos sueños del Santo. Pgs. 191 a 192 P. Eliécer Sálesman. Apostolado Bíblico Católico.



ACERCA DE LA OBLIGACIÓN DE DAR LIMOSNA  

El 14 de junio de 1887 habló así nuestro Santo: “Hace unas noches soñé que se me aparecía la Santísima Virgen y me reprochaba por haberme callado últimamente acerca de la grave obligación de dar limosna.

Y me dijo: “Mire, que, aunque uno sea sacerdote puede perderse por pecados contra el sexto y el séptimo mandamiento”. Y me insistió en que son muchos los que se pierden por no haber hecho buen uso de las riquezas, por hacer uso indebido de sus bienes, y no repartir lo suficiente a los pobres. Y añadió: “Si los que tienen bienes de fortuna repartieran entre huérfanos y pobres lo que no les resulta muy necesario, sería mucho mayor el número de los que lograrían salvarse. Pero desafortunadamente son muchos los que se guardan para ellos solos sus riquezas y esto será su perdición”.

NOTA: Desde hacía varios años venía Don Bosco hablando muy fuertemente a los ricos y a todos los que tenían algunos bienes de fortuna, acerca del gravísimo deber que tiene todo cristiano de compartir sus bienes con los necesitados. Muchos lo criticaban por esto y hasta lo querían acusar ante las autoridades eclesiásticas por hablar tanto acerca de los graves peligros que les esperan a los que tienen bienes si no los comparten con los necesitados. El santo repetía: “Si ahora no reparten voluntariamente sus bienes a los pobres, un día ellos vendrán con un puñal u otra arma en las manos y se lo quitarán a la fuerza”.

Y se quejaba de que a muchos sacerdotes les da pena insistirle a la gente acerca de lo grave que es la obligación de dar limosnas, y limosnas proporcionadas a lo que cada uno tiene o gana. (No migajas que no se sienten. Que eso sería un engañarse uno a sí mismo. Si lo que se da a los demás no cuesta nada, eso no es dar, es sólo un engañarse. La limosna debe empobrecer en algo al que la regala).

Repetía y repetía que el recomendar a los otros que se dediquen a dar limosnas generosas es hacerles un gran favor, porque según dijo Tobías en la Santa Biblia: “La limosna borra multitud de pecados”.

Pero lo criticaban tanto por enseñar esto, dispuso callarse últimamente. Y fue entonces cuando se le apareció la Santísima Virgen en persona a regañarlo por haberse callado y a recordarle que, aunque uno sea sacerdote puede perderse si vive pecando contra el sexto mandamiento o no reparte debidamente sus bienes a los pobres.

Después de este sueño el santo llamó al Padre Bonetti, buen escritor, y le dijo:
-Por favor: redacte un libro acerca de la grave necesidad y obligación que tiene todo buen cristiano de dar limosnas. Y repártanlo por todas partes.

El Padre Bonetti publicó ese libro al año siguiente, unos meses después de la muerte del santo. El título del libro era: “Cómo ganarse el cielo dando limosnas en la tierra”.

Es curioso que ésta es quizás la última aparición de la Santísima Virgen a Don Bosco, y la hizo para insistirle en un tema importantísimo para la salvación: Dar limosnas. Ayudar a los pobres con toda generosidad. No hacer mal uso de las riquezas.

Ahora existe un libro muy hermoso acerca de este tema (cuya lectura recomendamos como enormemente provechosa). Su título es: “CÓMO HACERSE RICO PARA EL CIELO, DANDO LIMOSNAS EN LA TIERRA” por Sálesman. En ese bello libro está lo que San Juan Bosco enseñaba acerca de la grave obligación que cada uno tiene de dar limosnas según sus posibilidades, y además otros muchos ejemplos muy hermosos. No dejemos de leerlo, su lectura puede ser de gran provecho.

LOS SUEÑOS DE SAN JUAN BOSCO, P. Eliécer Sálesman, Apostolado Bíblico Católico, 3° Edición diciembre de 2001, Editorial Centro Don Bosco.


RICOS QUE LLEGAN A SER POBRES

El 9 de agosto de 1887 Don Bosco narró el siguiente sueño: “Vi en sueños que muchos dueños de fincas buscaban pastos para sus animales y no los encontraban. Y decían:

- ¿Qué haremos que no hay con qué alimentar los ganados?

Y otros respondían:

-Tendremos que matar el ganado y comernos la carne. Como en tiempos de José en Egipto: aquí las vacas flacas devorarán a las vacas gordas.

Luego vi unas maletas muy bien cerradas que nadie lograba abrir. Al fin pude abrir una de ellas y estaba totalmente llena de dinero. Y una voz me dijo:

-Es el dinero de los ricos que pasará a los pobres, mientras que los ricos no lo podrán emplear. Muchos ricos perderán lo que tienen y serán expropiados”.

NOTA: Había aquí avisos de sequías y veranos muy grandes que iban a llegar a los agricultores y ganaderos, y la reafirmación de una verdad que Don Bosco iba predicando en esos años de ciudad en ciudad: “Si los ricos no comparten voluntariamente con los pobres repartiendo generosamente con ellos sus riquezas, un día violentamente les quitarán lo que poseen. Lo que podrían dar por las buenas (ganando así mucho premio para el cielo) y no lo quieren dar , lo perderán un día por medio de la violencia , pero ya sin méritos ni premios para la eternidad” . Y la historia de las revoluciones y de los continuos secuestros de ricos ha venido demostrando que sí se cumple este penoso aviso.
Páginas 486-487



LOS CASTIGOS DE LOS PECADORES

El 3 de abril de 1887 habló así Don Bosco: “Anoche vi en sueños los castigos que esperan a los pecadores. Y lo que vi es tan terrible que si los que me oyen pudieran verlo, o se dedicarían a una vida santa o saldrían huyendo llenos de susto. Primero oí un estruendo y un griterío como los que se sienten cuando hay un terrible terremoto. Luego vi un enorme horno donde muchos ardían y lanzaban lastimosos quejidos. Y una voz me dijo: “Muchos se dedican en esta tierra a todos los goces y después padecerán horribles sufrimientos”.

Luego vi allí sufriendo a muchas personas horrendamente deformadas. Y eran de los nuestros. Y al verlos sufrir tanto y oírles tantos lamentos exclamé:

- ¿Pero no habrá algún modo de que paguen sus pecados y no tengan que venir a sufrir tantos tormentos? 

Y una voz me respondió:

Que paguen sus pecados con plata y oro. Con limosnas a los pobres, pero también con otra plata y otro oro preciosos: las oraciones frecuentes, las confesiones y comuniones fervorosas servirán mucho para librarse de los sufrimientos que esperan a quienes viven cometiendo pecados.

NOTA: Don Bosco se despertó muy angustiado y lloraba al narrar este sueño. Allí vio destinados a muy terribles castigos a muchos de sus amigos que manchaban sus almas con frecuentes pecados. Afortunadamente la voz del cielo le anunció unos modos prácticos para librarse de aquellos castigos: orar, dar limosnas y recibir con fervor y frecuencia los santos sacramentos, especialmente la Sagrada Eucaristía.

Páginas 492-493



EL CONGRESO DE LOS DIABLOS

Soñé que estaba en una gran sala donde muchos diablos celebraban un congreso para encontrar los medios con los cuales lograr acabar y destruir a la Comunidad Salesiana (y a cualquiera otra asociación religiosa).

Un diablo propuso:

-Para destruir esta asociación religiosa lo mejor será la GULA. Ella trae desgano para hacer el bien, corrupción de costumbres, malos ejemplos, falta de espíritu de sacrificio, descuido de los deberes de apostolado…

Pero el otro diablo respondió:

-Este medio no sirve para la mayoría, porque la comida de los religiosos es bastante sobria y las bebidas alcohólicas son escasas entre ellos.

Sus reglamentos mandan que la alimentación sea ordinaria y los superiores vigilan para que no haya exceso en esto. Y el que se excede en el comer y en el beber no sólo produce escándalo entre los demás, sino que atrae el desprecio de los otros. Yo propongo más bien, como medio para acabar con la Congregación al inspirarles un gran AMOR POR LAS RIQUEZAS.

Y añadió:

-Es que cuando en una asociación religiosa entra el amor a las riquezas, llega también el amor por las comodidades, y el deseo de tener cada uno su propio dinero para gastarlo en lo que se le antoje, y los religiosos empiezan ya a no pensar con caridad en los demás, sino con egoísmo, cada uno en sí mismo. Y el amor al dinero lleva a los religiosos a dedicarse a los ricos que pueden pagar altas cuotas, y se van olvidando de los pobres.

Aquel demonio quería continuar hablando, pero le interrumpió un tercero que dijo:

- ¡Qué gula, ni qué amor a las riquezas! Estos religiosos son bastante pobres y bastante sobrios. Además, se dedican a atender gentes tan necesitadas, que cualquier cantidad de dinero que les llegue, apenas sí les alcanzará para ayudar a tantos pobres que vienen a pedir su ayuda.

Yo en cambio propongo como medio para acabar con su comunidad el incitarles a una EXAGERADA LIBERTAD. Convencerlos de que no es necesario obedecer a los reglamentos de su Congregación. Que hay que rechazar ciertas preocupaciones poco brillantes que se les encomiendan. Que hay que producir movimientos contra sus superiores. Que se puede ir siempre a hacer visitas sin pedir permiso a nadie. Que pueden aceptar toda clase de invitaciones y aprovechar esas ocasiones para salir de casa… y otras cosas semejantes.

Entonces se adelantó un cuarto demonio y exclamó: 

-Esos medios que han propuesto resultan bastante inútiles, porque los superiores pueden despedir a los rebeldes. Es verdad que algunos se dejarán deslumbrar por el deseo de tener una exagerada libertad, pero ya verán que la mayor parte de estos religiosos se mantendrán fieles al cumplimiento de su deber. Yo les propongo un medio cuya peligrosidad estos hombres no serán capaces de descubrir tan fácilmente. Consiste en CONVENCERLOS DE QUE LO MAS IMPORTANTE ES LLEGAR A SER MUY INSTRUÍDOS, que su principal gloria será el lograr ser personas de mucha ciencia. Y para eso hay que convencerlos de que estudien mucho para adquirir fama, y no para lograr hacer gran bien a las almas o para ser más santos. Que se instruyan para provecho propio y no para provecho del prójimo que necesita de su apostolado. Hay que llevarlos a que desprecien a los que no son muy instruidos y que les interese la ciencia solamente, y no el ejercer el ministerio sacerdotal y el apostolado que tiene que hacer un buen religioso. Que no les guste enseñar catecismo a los niños, ni dar clases a los pobres, ni pasar largas horas en el confesionario. Que se dediquen solamente a predicaciones en las cuales puedan lucir todo su orgullo y conseguir alabanzas de las personas humanas, pero no a las sencillas predicaciones en las cuales ayuden en verdad a la salvación de las almas.

Esta proposición fue recibida con grandes aplausos por todos los diablos. Y yo me puse a pensar con tristeza que a nuestra Congregación (y a muchas otras) puede llegar el terrible peligro de que algunos crean que lo verdaderamente importante es ser muy instruidos y adquirir fama de brillantes ante los demás, y mientras tanto descuiden sus deberes de sacerdotes y de religiosos, esos deberes sencillos y humildes de enseñar catecismo, de confesar, de predicar de manera fácil al pueblo ignorante y de dedicarse a labores de apostolado que no brillan ante los ojos humanos pero que sí tienen un gran valor ante los ojos de Dios.

Y yo pensaba: ¡qué peligro tan grande el que nos puede venir: ¡que los nuestros deseen solamente la ciencia que hincha y enorgullece y que proporciona alabanzas de la gente, y que esto los lleve a despreciar los buenos consejos de aquellos a los cuales consideran inferiores a ellos en el saber!

De pronto uno de los diablos me vio escondido allá en un rincón escuchándoles y entonces todos ellos se lanzaron contra mí tratando de destrozarme. Yo empecé a gritar: ¡Auxilio! ¡Auxilio! y… me desperté muy emocionado y muy cansado.

Páginas 465-468


SECRETOS PARA OBTENER TRIUNFOS:
REVELADOS POR LA VIRGEN EN EL SUEÑO DEL ROSAL

Cuenta Don Bosco: “Un día del año 1847 se me apareció la Reina del Cielo y me condujo a un jardín encantador; era un inmenso rosal. Para no dañar las rosas me quité los zapatos, y empecé a andar. Pero las rosas tenían terribles espinas que me destrozaban los pies. Viendo que no podría continuar así, Nuestra Señora me aconsejó que me volviera a poner el calzado. Así lo hice. Muchas personas me seguían, pero apenas empezaban a sentir las fuertes punzadas de las rosas, se devolvían. Había rosas a la derecha, a la izquierda, en el suelo, y sobre la cabeza de los que caminábamos. Pero todas con espinas muy agudas y algunas nos daban punzadas tan terribles que producían espasmos.

La gente desde la orilla del rosal decía: “Mire qué sabroso viaja Don Bosco: caminando sobre rosas y todo es fácil para él”, pero no sabían qué tan dolorosos pinchazos estaba yo sintiendo en los pies, en la cabeza, en los brazos y en las espaldas.

Muchos religiosos que me habían seguido, al sentir tantos dolores exclamaban: “Nos engañaron, esto es muy duro”. Y yo les contestaba: “el que sólo desea gozar, sin sufrir, que se devuelva. Pero los que desean triunfos a costa del propio sufrimiento, que me sigan”. Muchos abandonaron la vía y se devolvieron.

Algunos me seguían todavía. De vez en cuando alguien se desanimaba y se devolvía, pero unos cuantos valientes seguían por el camino de rosas aguantando las dolorosas heridas.

Al final nos encontramos en un precioso jardín. Todos íbamos heridos, sudorosos y sangrantes. Pero luego sopló un suave viento y quedamos curados.

Vi que los que me acompañaban pertenecían a muchas naciones y muchas razas.

Luego llegamos a un edificio de una hermosura inenarrable. Allí nos esperaba la Virgen María, la cual nos dio esta explicación:

El rosal es el camino que debe seguir quien se dedica a educar la juventud. Las espinas son los muchos sufrimientos que hay que soportar para poder educar bien: Las rosas significan que para ser buen educador hay que tener mucha caridad. El ponerse el calzado para atravesar el rosal significa que hay que usar el “calzado de la mortificación”.

Mortificar las simpatías y las antipatías. Porque quien se deja llevar de las simpatías o antipatías paraliza su apostolado y no logra conseguir los debidos frutos para la vida eterna”.

“Hay que recordar a todos que después de un poco de tiempo de sufrimientos educando a la juventud, se llegará a la Casa del Padre en el Cielo, donde cada uno recibirá su premio, según hayan sido sus obras”.

“Con mucha caridad y mucha mortificación se llegará al cielo, en donde ya no habrá sino rosas, sin espinas”.

“Apenas la Santísima Virgen terminó de hablar, me desperté”. MB 3,32.




ESTE SUEÑO LO TUVO DON BOSCO
EN UNA ÉPOCA MUY DURA PARA ÉL

Ya llevaba seis años tratando de conseguir colaboradores para educar a sus jóvenes, pero todos se le iban: sacerdotes, seminaristas, profesores: todos se cansaban: la vida del Oratorio de Don Bosco era muy dura: la comida mala.

El trabajo mucho. La pobreza grande, y los jovencitos, por ser de las clases más abandonadas, eran toscos y groseros (sobre todo al principio). Pero desde que la Virgen le hizo las revelaciones de este Sueño, ya Don Bosco aprendió el REMEDIO PARA OBTENER TRIUNFOS: recordar sin cesar a sus colaboradores el gran premio que les esperaba en el cielo. “Un pedacito de cielo lo arregla todo” le había dicho San Benito Cotolengo.

Y a base de hacer presente el futuro maravilloso que les esperaba en la eternidad, se fue consiguiendo colaboradores fijos, que, a pesar de tantas espinas de la vida, perseveraron en su compañía y llegaron a formar la poderosa Comunidad Salesiana, que tantos jóvenes educa en el mundo.

Las espinas no han dejado de atormentar, pero la esperanza en el Reino Eterno del Cielo tampoco ha perdido su fuerza maravillosa de animación.


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