Sor Lucía de Fátima: "El enfrentamiento final entre el Señor y el reino de Satanás será sobre la familia y sobre el matrimonio. No tenga miedo, añadía, porque quien trabaje por la santidad del matrimonio y de la familia será siempre combatido y odiado de todas formas, porque este es el punto decisivo".
El
título de este artículo puede causar asombro, ya que la mayoría conoce y da por
auténtica la versión oficial, publicada por el Cardenal Angelo Sodano en junio
del año 2000, en la que supuestamente se dio a conocer la revelación hecha por
la Santísima Virgen María a los tres pastorcitos de Fátima, Portugal, en 1917.
También se acepta que la "Hermana Lucía" validó ese texto al año
siguiente y falleció en 2005.
Sin
embargo, existen suficientes pruebas de que la verdadera Hermana Lucía murió
realmente el 31 de mayo de 1949, fiesta de María Reina, y de que la fallecida
en 2005 fue en realidad una impostora. También hay certeza de que existe una
parte del Tercer Secreto que aún no se ha querido publicar oficialmente, si
bien se ha dado a conocer ya de forma extraoficial y ofrecemos aquí una
reflexión respecto a ella.
Lucía
Dos Santos ingresó al Carmelo de Santa Teresa de Coimbra en 1948, treinta y un
años después de las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, teniendo 41
años de edad. Anteriormente, había sido religiosa de las Hermanas Doroteas, en
Pontevedra, España, en donde ingresó en 1921, a los 14 años de edad, y profesó
en octubre de 1928.
Desde
que estuvo con las Hermanas Doroteas tenía una salud muy precaria, motivo por
el que, en 1944, Mons. Da Silva le ordenó escribir el Tercer Secreto de Fátima,
temiendo que con su muerte se perdiera la tercera parte de las revelaciones de
Nuestra Señora.
Después
de ingresar al Carmelo de Porto, en Portugal, la salud de la Hermana Lucía
continuó agravándose, y murió el 31 de mayo de 1949, al año y dos meses de haber
ingresado.
Cuando,
65 años después, murió la impostora "Lucía", el 13 de febrero de
2005, en el listado oficial de monjas fallecidas de los Carmelitas Descalzos
pusieron a la Hermana "Lucía Dos Santos" en la casilla 265. Pero, por
más de un año, apareció allí la fecha real de su fallecimiento, 31 de mayo de
1949, sin que nadie se diera cuenta. Hoy día aparece ya corregido (ver
"Moniales Defunctae" de la Orden:
Con
todo, nótese que aún hoy aparece como fecha de su profesión el 3 de octubre de
1928, lo cual simplemente no pudo haber ocurrido, ya que Lucía entró a la Orden
Carmelita hasta 1948.
¿Por
qué el obituario no reproduce el 31 de mayo de 1949 como la fecha de su
profesión, como por mucho tiempo se manejó en las biografías oficiales? Por
varias razones: la primera, porque la Regla carmelita establece que la
profesión se hace hasta después de dos años de noviciado, mismos que Lucía no
había cumplido y, la segunda, porque ese fue el día en que ella murió.
El
error, que por más de un año se mantuvo en el sitio de la Orden, llevó a que un
lector preguntara ese extraño dato a los editores de Tradition in Action: (Ver
tercera conversación titulada "Death Notice in Carmel Archives":
Traducción
al español:
Pregunta:
"No
estoy a favor de las teorías de conspiración, pero a las bizarras fotos de la
Hna. Lucía a las que se refiere Ms. Hovart añádase otro asunto bizarro: al
mirar al sitio web de los Hermanos Carmelitas y ver los obituarios de monjas de
2005, dice que Sor Lucía murió el 31 de mayo de 1949. Esta lista ha estado allí
por al menos un año sin que nadie la corrija, quizá ustedes me puedan explicar
el porqué. Nuevamente: no creo en las teorías de la conspiración, pero las
fotos son raras y esta fecha de fallecimiento me parece muy extraña. Solo
quería hacer notar eso".
Respuesta
de los Editores:
"El
cuadro 265 enlista correctamente la fecha de nacimiento y de profesión: nació
el 22 de marzo de 1907 en Fátima, e hizo sus primeros votos como Hermana
Dorotea el 3 de octubre de 1928. Pero es difícil entender por qué el sitio
oficial de documentos puso como la fecha de su fallecimiento el 31 de mayo de
1949. Tal vez porque ella realmente murió en aquella fecha, y otra persona, que
falleció en 2005, haya tomado su lugar".
Tan
es cierta esa posterior corrección, que en el documento digitalizado aparece
aún, en las fuentes originales, la fecha del 31 de mayo de 1949, como se puede
observar en la parte baja derecha:
Por
otro lado, las clamorosas discrepancias entre la verdadera Lucía y la impostora
"Lucía" son la que documentan sin lugar a dudas que se trata de dos
personas totalmente distintas. Las diferencias existen al menos en tres
elementos: faciales, de caligrafía, y contenido del mensaje.
En
las fotos de la verdadera Lucía I y la impostora "Lucía" II se
destacan:
Diversa
forma de ojos:
Diversa
forma de nariz, labios y mentón:
Diversa
dentadura, boca, pómulos y mentón:
Impostora
"Lucía" de joven:
Verdadera
Lucía de joven:
La
caligrafía también es distinta, como lo revela el estudio elaborado por el
Speckin Forensic Laboratories, empresa internacional especializada en
falsificación de documentos. Las dos Lucías escriben distinto la "h",
la "N" mayúscula, el saludo personal, la "g" minúscula, y
las "S, s" mayúscula y minúscula:
Por
último, cabe señalar que después de la segunda aparición, la Virgen María le
había revelado a Lucía que sus primos, Francisco y Jacinta, morirían en breve,
y que ella, Lucía, moriría "algún tiempo" después. Ese "algún
tiempo" choca con la edad de 98 años que supuestamente tendría al morir en
2005: "Sim; a Jacinta e o Francisco levo-os en breve. Mas tu ficas cá
mais algum tempo".
Además,
hay una prueba concluyente de que estamos ante una falsa "Lucía", y
es que ésta apoyó la versión fraudulenta del 3er Secreto de Fátima operada por
el Cardenal Sodano en el año 2000. Si se tratara de la auténtica Hermana Lucía
no lo hubiera hecho, siendo ella la protagonista y principal conocedora del
verdadero Secreto.
Pero
¿quién creó a la falsa Hermana "Lucía" y por qué?
Ante
todo, es preciso exonerar al Papa Pio XII de este fraude. Él fue un gran
creyente de las apariciones en Fátima, al punto que obedeció el mandato de la
Virgen y consagró Rusia al Inmaculado Corazón de María el 7 de julio de 1952,
si bien no obedeció en hacerlo con los obispos de todo el mundo.
No.
Todos los indicios conducen a un personaje de alto nivel en El Vaticano, con
gran poder para influir en los superiores del Carmelo pero a espaldas del Papa,
y por motivos de una agenda política personal.
De
haberse difundido el hecho de la muerte de la Hermana Lucía en 1949, los
católicos de todo el mundo habrían reclamado la publicación del Tercer Secreto,
ya que la Virgen había pedido que éste se diera a conocer a la muerte de la
Hermana Lucía, o en 1960, lo que sucediera primero. Igualmente, la feligresía
habría pedido la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, cosa que
Pio XII no había hecho aún.
¿A
quién en Roma le interesaba impedir ambas cosas, que se publicara el Secreto y
se consagrara a Rusia? Principalmente a un personaje, al Sustituto de la
Secretaría de Estado, Mons. Giovanni Battista Montini.
En
su libro "Undermining the Catholic Church", Mary Ball detalla que en
1944 tuvo lugar una reunión de alto nivel entre Montini y Palmiro Togliatti,
líder del Partido Comunista Italiano que había vuelto de su exilio de 18 años
en la Unión Soviética. En esa reunión, documenta, se pactó un acuerdo entre
Democracia Cristiana, los socialistas y los comunistas, para obtener el control
total de Italia en cualquier gobierno de la post-guerra, y también se esbozaron
las condiciones para un acuerdo de acercamiento entre la Iglesia Católica y la
Unión Soviética. Esa reunión, subraya Ball, se hizo sin el conocimiento de Pío
XII, puesto que Montini se encargó hábilmente de ocultarle el asunto. En el
libro "¿La Iglesia eclipsada?" se menciona que Montini y Togliatti
eran amigos desde la infancia. Y afirma que no fue esa la única traición y
engaño de Montini a Pío XII.
Andreas
Böhmler explica que la gota que colmó el vaso, y evidencia que se agotó la
paciencia del Papa Pío XII, fue un desagradable incidente ocurrido en 1954, en
el que se vio salir de El Vaticano a un hombre esposado que fue subido a un
coche. Este hombre, despojado de su sotana por orden del Papa, no era otro que
Mons. Alighiero Tondi, jesuita, secretario particular de Montini. Según
trascendió, el secretario de Montini tenía acceso al Archivo Secreto Vaticano,
y de allí obtenía los nombres de los sacerdotes que eran enviados detrás de la
Cortina de Hierro. De ello le informaba a Togliatti, quien a su vez se lo
transmitía a sus camaradas rusos quienes se encargaban de martirizar y asesinar
a esos sacerdotes. En cuanto Pío XII tuvo conocimiento de estos gravísimos
hechos, expulsó a Mons. Alighiero Tondi y lo sometió a juicio, en el que
confesó ser agente de la KGB formado en Moscú e infiltrado en la Iglesia. Pio
XII se quitó de encima a Montini enviándolo a Milán como Arzobispo, pero
siempre le negó el birrete cardenalicio impidiendo así, al menos temporalmente,
que pudiera ser considerado "papabile". Este gravísimo caso hizo
enfermar a Pío XII.
No
solo al pro-comunista Montini, sino a varios modernistas y ecumenistas
espantaba la posible publicación del Secreto a la muerte de la Hermana Lucía en
1949. El Hno. Michel de la Trinité en el Cap. VIII del Tomo III de su Corpus
sobre Fátima, después citado por el P. Paul Kramer, dice que, además de
Montini, existían otros opositores a la revelación del Secreto, entre los que
destacaba el jesuita Edouard Dhanis:
"El
obstáculo estaba en Roma, y solamente en Roma. Era el clan de los partidarios
de Dhanis, o más bien, el clan anti-Fátima, del cual Dhanis meramente había
sido su portavoz. Monseñor Montini había sido trasladado, pero estaba su mano
derecha, Monseñor Dell'Acqua, el nuevo sustituto de la Secretaría de Estado. El
Padre Bea, confesor del Papa, aún estaba allí -él ya estaba secretamente
enamorado del ecumenismo y listo para hacer todas las concesiones,
especialmente en el área de la devoción mariana-. También permanecían el Padre
Janssens, Superior General de los Jesuitas y Dhanis mismo, quien se había
convertido en el experto cuasi-oficial de la Compañía -si no del Vaticano
mismo- para todo lo concerniente a Fátima.
La
ofensiva más ingeniosa, la más tenaz, y ciertamente la más efectiva contra
Fátima, fue conducida por el jesuita belga, Padre Edouard Dhanis, profesor de
Teología en Lovaina de 1933 a 1949, quien enseñó luego en la Universidad
Gregoriana de Roma, donde en 1963 fue nombrado Rector por Paulo VI. Con el paso
del tiempo, él aparece hoy, a causa de su aparente objetividad y prudente
moderación, como el más inflexible y terrible adversario de Fátima".
Además,
fue el propio Montini quien intervino para que la Hna. Lucía saliera de las
Hermanas Doroteas de España y entrara al convento de clausura del Carmelo en
Portugal. Montini se lo pidió personalmente al Obispo de Porto el 27 de agosto
de 1947.
Y
es que a Tuy y Pontevedra acudían ya numerosos peregrinos y la Hna. Lucía
estaba en el centro de la atención. Por ello urgía al grupo anti-Fátima
trasladarla a la soledad, reclusión y silencio de Porto.
En
una carta que la Hna. Lucia escribió a su confesor, el P. José Aparicio Da
Silva, el 11 de enero de 1946, le manifiesta su molestia por las maniobras que
había para sacarla de Tuy-Pontevedra y trasladarla a Portugal. Comenta:
"un padre de La Compañía de quien se sirvió el demonio, no sé qué cosas
contó a la Madre Provincial".
La
impostora Hermana Lucía apareció por primera vez en público en 1957, a los ocho
años de fallecida la verdadera Hermana Lucía. Fue en una entrevista con el P.
Agustín Fuentes, con motivo de la causa de beatificación de Jacinta y
Francisco. El Vaticano declaró que la entrevista había sido
"fraudulenta", silenciaron al P. Fuentes regresándolo a México y lo
alejaron de la causa de beatificación.
Después,
la impostora "Lucía" apareció en público en diversas ocasiones. En el
año 2001, echaron mano de ella para que avalara como verdadero el texto del
Tercer Secreto publicado por el Cardenal Angelo Sodano el año anterior. En
realidad, esa publicación había sido un fraude mayor.
Verdadera hermana Lucía en la edad adulta
El
Cardenal Angelo Sodano solo dio a conocer la primera parte del Tercer Secreto,
la visión que tuvieron los pastorcitos de Fátima, pero omitió la segunda parte,
que son las palabras explicativas de la Virgen sobre esa visión. Los niños
vieron, como bien dice el comunicado oficial, a un obispo vestido de blanco
(que temían fuera el Papa) huyendo de una ciudad en ruinas, sobre los cadáveres
de muchos sacerdotes y laicos, para posteriormente ser asesinado de forma
violenta.
Pero
en vez de dar a conocer la explicación dada por la Virgen María a los niños,
Sodano inventó una explicación falsa, afirmando que la visión se refiere al
atentado que sufrió Juan Pablo II en la Plaza San Pedro en 1981.
Eso
es simplemente absurdo. Cuando el atentado de 1981, Roma no estaba en ruinas,
el Papa Juan Pablo II no salió huyendo, no había cadáveres por las calles, y no
fue asesinado posteriormente. Es decir, no hay absolutamente ninguna
concordancia de ese hecho con la visión que tuvieron los niños.
Por
otro lado, si de verdad se refiriese a ese acontecimiento histórico, ¿por qué
esperar veinte años para darlo a conocer?
No.
La visión que tuvieron los tres pastorcitos se refiere a una situación futura
de la Iglesia que al día de hoy no ha tenido verificación. Además, cabe
mencionar, la visión que tuvieron corresponde casi textualmente con la
revelación que tuvo el Papa San Pío X en 1909: "He tenido una visión
terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de
Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna
parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel". Ese
acontecimiento claramente no ha tenido aún verificación.
El
punto medular y delicado de la cuestión es que después de la visión que
tuvieron los niños, la Virgen María les dio a conocer el significado de la
visión, explicándoles claramente lo que sucederá con la Iglesia. Esas son las
palabras que el Cardenal Angelo Sodano intencionalmente ocultó, dándole a la
visión un significado diverso.
En
dos ocasiones, durante su visita a Fátima en mayo de 2010, el Papa Benedicto
XVI corrigió las cosas y señaló que el contenido del Tercer Secreto de Fátima
tiene un significado de futuro.
No
fue la primera vez que declaró algo parecido. En el año 2003, siendo aún
cardenal, Joseph Ratzinger admitió públicamente, en una entrevista en el canal
EWTN de la Madre Angélica, que la interpretación del Tercer Secreto podría ser
diversa a la ofrecida en junio del año 2000, y también referirse a un
acontecimiento futuro. Y algo más revelador aún: a Mons. Williamson, Ratzinger
le confesó que el entonces Secretario de Estado lo obligó a aceptar la
interpretación falsa: "Sodano me torció la mano" (ver Paronama
Católico, Vol. 2, No. 14 (12/01/07).
¿Por
qué se facilitó el separar la visión de las palabras explicativas de la Virgen?
La razón está en que la Hermana Lucía escribió la visión y las palabras
explicativas de la Virgen en dos documentos diversos.
El
primer documento:
Ella
se enfermó gravemente en junio de 1943. Su superior, Monseñor Da Silva,
temiendo que pudiera fallecer por la enfermedad, le ordenó, el 15 de
septiembre, escribir el texto del Secreto. La Hermana le pidió la orden
formalmente y por escrito. A partir de que la recibió, a la monja le atacó una
extraña parálisis que ella consideró de tipo sobrenatural. Finalmente, el 2 de
enero de 1944, la misma Virgen María se le apareció nuevamente confirmándole
que esa era la Voluntad de Dios, y que le daría la fuerza y la luz necesarias
para poder escribirlo, cosa que hizo al día siguiente. Sin embargo, por el
decaimiento tan severo que tuvo, la Hermana Lucía sólo pudo escribir, en tres
páginas de su diario, la visión, pero no las palabras de la Virgen que
interpretan la visión.
El
segundo documento:
No
fue sino hasta seis días después que la Hermana Lucía volvió a tener fuerzas y
finalmente escribió, en una hoja suelta, las palabras explicativas de la Virgen
respecto a la visión. Este hecho sucedió el 9 de enero de 1944 en la Capilla
del Convento de Tuy.
Existen
varios testimonios, si bien indirectos, que confirman la existencia de dos
documentos diversos: el Cardenal Ottaviani; el Cardenal Luigi Ciappi, teólogo
personal del Papa Juan Pablo II; el Padre José Schweigl, enviado por el Papa
Pío XII a visitar a Lucía en el Carmelo de Coimbra el 2 de septiembre de 1952;
el Padre Agustín Fuentes, sacerdote mexicano postulador de las causas de
beatificación de Francisco y Jacinta. Pero el más importante es el del
Arzobispo Loris Capovilla, ex secretario particular del Papa Juan XXIII, quien
pudo leer personalmente el segundo documento.
Incluso
se sabe en qué fechas, diversas también, llegaron ambos documentos a El
Vaticano, en dónde se guardó cada uno de ellos por separado, y hasta en qué
fecha los Papas los han leído. Toda esta historia se haya compendiada en diversas
obras recientes: Andrea Tornielli (Il Segreto Svelato, Italia, 2000); la del
vaticanista Marco Tossati (Il Segreto Non Svelato, Italia, 2002), la de Solideo
Paolini (Fátima, non Disprezate le Profezie, Italia, 2005), la de Antonio Socci
(Il Quarto Segreto di Fatima, Italia, 2006).
En
el segundo documento, que escribió la Hermana Lucía el 9 de enero de 1944, se
encuentra descrito, con detalle, la verdadera explicación de la visión que
tuvieron.
Por
cuanto a la entrevista del Cardenal Bertone con la impostora Hermana Lucía,
para obligarla a afirmar que lo publicado por El Vaticano era el Tercer Secreto
auténtico y completo, sin duda constituye la fuente más desacreditada. El
relato que hace Bertone, de una entrevista que según él duró dos horas, consiste
en tan solo 44 palabras en italiano (de lo que la impostora dijo en portugués),
y de la que no hay ningún registro o grabación.
Así
dice el escritor y periodista Antonio Socci: "Tanto para acallar muchos
rumores y leyendas, como para proteger al Vaticano de las acusaciones de
manipulación, Bertone debería haber grabado, o a lo mejor también filmado, esos
coloquios excepcionales para dejarlos a la posteridad. O al menos transcribir
todo, preguntas y respuestas, para que la vidente pudiese al final firmarlos y
evitar futuras y previsibles contestaciones. Pero increíblemente esos tres
interrogatorios (mayo del 2000, noviembre del 2001 y diciembre de 2003), de al
menos diez horas de duración, según el prelado, no fueron ni grabados, ni
filmados, ni verbalizados. El prelado hoy nos explica que él "tomó
notas". De modo que en los documentos oficiales de Fátima solo constan
algunas pocas frases atribuidas a la monja, frases de credibilidad
controvertida y para nada exhaustivas dado que las preguntas decisivas, las que
eran adecuadas para aclarar todas las dudas, no las hizo, o al menos no son
reproducidas por Bertone. Y lo que es peor, le atribuye hoy a la monja, que
mientras tanto ya ha muerto y no puede desmentir nada, frases que no fueron
reproducidas en el informe oficial del año 2000.
Según
Bertone, la monja con el texto del año 2000 enfrente, habría dicho "éste
es el Tercer Secreto", "el único texto", y no he escrito ningún
"otro". ¿Por qué una frase tan importante no fue reproducida por
Bertone en la publicación oficial? ¿Y por qué no le preguntó el prelado a la
vidente si escribió alguna vez la continuación de las misteriosas palabras de
la Virgen dejadas en suspenso por el "etcétera" ("En Portugal el
dogma de la fe se preservará siempre, etc.") que han sido consideradas
siempre por los expertos el comienzo del Tercer Secreto? Realmente extraño. Del
mismo modo que la otra frase que ahora, y solo ahora, muerta la vidente, el
prelado le atribuye, según lo cual Lucía, cuando supo del atentado al Papa de
1981, "pensó enseguida que se cumplió la profecía del Tercer
Secreto". ¿Por qué una confirmación tan decisiva jamás se incluyó en el
informe oficial? ¿Por qué en el dossier Vaticano, que publicó el texto de la
visión, nadie, ni sor Lucía, ni los cardenales Sodano, Ratzinger y tampoco el
propio Bertone, escribió explícitamente que el atentado de 1981 fue el
cumplimiento del Tercer Secreto? ¿Y por qué dijo Ratzinger que tal
interpretación solo fue una hipótesis y no hubieron "interpretaciones
oficiales" de la Iglesia, mientras hoy Bertone pretende imponerla como
versión oficial? ¿Y por qué sor Lucía, en su carta al pontífice, adjunta al
dossier Vaticano y escrito en el 1982 (un año después del atentado), explicó
que "no constatamos todavía la consumación final de esta profecía",
pero "nos estamos encaminando poco a poco a grandes pasos"? ¿Por qué
en aquella carta al pontífice Lucía no hace mención del atentado que se había
verificado hacía muy poco tiempo, si justamente era el cumplimiento del Secreto?
Hay
quien ha sostenido que Bertone no grabó ni verbalizó los coloquios con la
vidente porque se habrían puesto de manifiesto las presiones psicológicas
ejercidas sobre la monja de clausura, para inducirla a avalar ciertas tesis. Lo
he rememorado leyendo la página del libro de Bertone donde el cardenal recuerda
que en algún punto la vidente "se irritó" y le dijo "¡no estoy
confesándome!" ¿A qué pudo contestar Lucía con esas duras palabras? ¿Quizá
alguien le recordó a la anciana monja de clausura el poder eclesiástico y le
insinuó la posibilidad de que le negase la absolución? No se sabe, porque el
prelado, que recuerda bien la respuesta, por el fastidio de la monja, dice
haber retirado su pregunta".
El
contenido de las palabras explicativas de la Virgen, a la visión que tuvieron
los niños de Fátima, y que El Vaticano ha ocultado hasta ahora es este, en
resumen: un grave cisma, un enfrentamiento entre dos Papas, y cómo la
apostasía, la destrucción de la fe, vendrá desde el vértice mismo de la
Iglesia.
Así
declaró el Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de
Pennsylvania, en 1977: "Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y
la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esas palabras hacen eco a la
versión diplomática del Tercer Secreto que, según el periódico
alemán Neues Europa, el Papa Juan XXIII hizo circular a varios jefes de
estado con movito de la crisis de los misiles: "Habrá cardenales contra
cardenales, obispos contra obispos. Satanás marchará en medio de ellos y en
Roma habrá grandes cambios".
Pero
citemos otros testimonios:
Cardenal
Luigi Ciappi, 1995: "En el Tercer Secreto se dice que la pérdida de la fe,
es decir la apostasía, saldrá de la cúpula de la Iglesia".
Mons.
Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII, 1938: "Estoy obsesionado por las
confidencias de la Virgen a Lucía, la niña de Fátima. La obstinación de Nuestra
Señora ante el peligro que amenaza a la Iglesia es una advertencia divina
contra el suicidio que supondría la alteración de la fe en su liturgia, su
teología y su alma. Escucho a mi alrededor a los innovadores que quieren
desmantelar la Capilla Sagrada, destruir la llama universal de la Iglesia,
rechazar sus ornamentos, hacer que se arrepienta de su pasado histórico. Vendrá
un día en que el mundo civilizado renegará de su Dios, en el que la Iglesia
dudará como San Pedro dudó. Estará tentada a creer que el hombre se ha
convertido en Dios, que su Hijo no es más que un símbolo, una filosofía como
tantas otras, y en las iglesias los cristianos buscarán en vano la lamparilla donde
Dios los espera y como María Magdalena gritarán ante la tumba vacía: ¿Dónde le
han puesto?".
El
Padre Joaquín Alonso, archivista de Fátima: "El Tercer Secreto habla de la
crisis de fe dentro de la Iglesia y a graves diferencias de la alta jerarquía
superior de la Iglesia".
El
Cardenal Silvio Oddi, en 1990: "La Virgen Bendita nos alertó en Fátima
contra la apostasía en la Iglesia".
La
beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: "Vi una fuerte
oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la
falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una
secta. Cuando esté cerca el reino del anticristo, aparecerá una religión falsa
que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más
grande que se haya visto en el mundo".
Si
esto es así, si ese es el contenido del segundo documento, entonces se explica
el testimonio del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo
II cuando dijo: "El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en
la Iglesia, es decir, a que la apostasía saldrá de la cúspide de la
Iglesia".
Y
se explican también las palabras del Padre Paul Kramer, "El antipapa y sus
colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del
demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada".
Al
Padre Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Virgen
María le reveló en 1979: "Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia
de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo
lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando
cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido
revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis
viendo".
Si
el segundo documento pone en descubierto la trama que altos masones clérigos
infiltrados en la Iglesia están fraguando desde la cúspide de la Iglesia, se
explican también las palabras del Cardenal Ottaviani cuando dijo: "El Tercer
Secreto tenía que ser enterrado en lo más oculto, en el lugar más profundo,
oscuro e inaccesible de la Tierra".
El
segundo documento, es decir, la parte del Tercer Secreto que el Cardenal Sodano
intencionalmente ocultó en el año 2000, y que corresponde a las palabras
explicativas de la Virgen respecto a la visión que tuvieron los niños en
Fátima, fue fotografiado en 2010 en los departamentos pontificios y transmitido
a Tradition in Action. Esta es la fotografía de ese documento:
Traducción
al español:
JMJ
Tuy
1/4/1944
Ahora
voy a revelar la tercera parte del secreto: Esta parte es la apostasía en la
Iglesia!
Nuestra
Señora nos mostró una visión de un individuo que yo describo como el
"santo Padre" frente a una multitud que lo vitoreaba.
Pero
había una diferencia con un verdadero santo Padre, la mirada del demonio, éste
tenía los ojos del mal.
Entonces,
después de algunos momentos vimos al mismo Papa entrando en una iglesia, pero
esta Iglesia era la iglesia del infierno; no hay manera de describir la fealdad
de ese lugar. Parecía como una fortaleza hecha de cemento gris con ángulos
quebrados y ventanas similares a ojos; tenía un pico en el tejado del edificio.
Enseguida
levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo: Visteis la apostasía en
la Iglesia; esta carta puede ser abierta por el Santo Padre, pero debe ser
publicada después de Pío XII y antes de 1960.
En
el reinado de Juan Pablo II la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser
removida y llevada a Fátima. Porque el dogma de la fe no ha sido conservado en
Roma, su autoridad será removida y entregada a Fátima. La catedral de Roma debe
ser destruida y una nueva construida en Fátima.
Si
69 semanas después de que esta orden se publique, Roma sigue su abominación, la
ciudad será destruida. Nuestra Señora nos dijo que esto está escrito en Daniel
9:24-25 y Mateo 21:42-44
Argumentos
que apuntan a la autenticidad del Secreto:
1-Respecto
a su contenido, es una descripción que ciertamente coincide con la realidad de
confusión que estamos viviendo en la Iglesia, con toda una serie de
transgresiones a la liturgia y a la doctrina. Si este texto se hubiera revelado
antes de 1960 sin duda podría haberse evitado gran parte de la presente crisis.
2-Respecto
a su forma, corresponde totalmente con las otras dos partes previamente
reveladas, y manifiesta una coherencia con el mensaje general de Fátima.
3-Se
trata de un texto completo en sí mismo, con una introducción, una explicación
en su parte central y una conclusión, y es de 25 líneas, tal y como el auxiliar
del Obispo Da Silva, Mons. Venancio, vio a contraluz.
4-El
sentido resulta comprensible para cualquiera que lee el texto, incluso con las
referencias meta-temporales.
5-La
grafía y el estilo corresponden a los observados en los escritos de la
auténtica Hermana Lucía en la primera y segunda parte del Secreto.
6-Concuerda
con lo expresado por las personas que han visto el verdadero Tercer Secreto de
Fátima personalmente, y cuyos testimonios hemos mencionado arriba: el Papa Pío
XII, los cardenales Alfredo Ottaviani, Luigi Ciappi y Silvio Oddi, el Arzobispo
Loris Capovilla. Todos ellos mencionan que el contenido se refiere al cisma y
enfrentamiento entre dos Papas, y a que la apostasía, la corrupción de la fe,
vendrá del vértice mismo de la Iglesia.
Por
otro lado, mencionar el traslado de la piedra angular de la tumba de San Pedro
a Fátima y la destrucción de Roma resulta llamativo ya que, cuando se reveló el
Secreto, en 1917, todavía no se sabía que los restos de San Pedro estaban allí,
lo cual avala el carácter sobrenatural, auténtico y profético del mensaje.
Con
todo, la expresión "la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser
removida y llevada a Fátima" se refiere de forma eminente a la autoridad
doctrinal del papado, y deja de ser misteriosa por cuanto apunta a la
legitimidad del sucesor de Pedro como "piedra angular" que vuelve a
sostener el "dogma de la Fe", después de que éste ha sido adulterado.
También
hay que subrayar la coherencia que tiene esta versión auténtica del Tercer Secreto
con la profecía católica en general. Dice, por ejemplo, la Virgen María en La
Salette: "Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del
anticristo". Y en el exorcismo del Papa León XIII se lee: "Donde
fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz
para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de la impiedad,
de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey". Y la famosa
profecía del Papa San Pío X que ya citamos: "He tenido una visión
terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de
Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna
parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel", misma visión que
tuvieron los pastorcitos de Fátima y El Vaticano dio a conocer en junio del año
2000.
Llama
la atención, en el auténtico Tercer Secreto de Fátima, la mención de los Papas
Pío XII y Juan Pablo II, pues en el año en que se dieron las revelaciones
gobernaba la Iglesia Benedicto XV, y después vendría Pío XI y luego otros tres
más hasta llegar a Juan Pablo II.
Pero
aquí también hay concordancia con el conjunto de las revelaciones de Fátima
respecto a la mención de Papas futuros que aún no se conocían, pues en la
segunda parte del Secreto les dijo la Virgen: "La guerra pronto terminará
(Primera Guerra Mundial). Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el
pontificado de Pío XI comenzará otra peor". Si alguien hubiera inventado
este texto no hubiera mencionado a Papas futuros, dado que esto podría haber
sido señalado como una objeción. Es decir, la impugnación misma que se puede
hacer a la autenticidad del texto se convierte en prueba de su autenticidad.
Lo
más dramático y grave del Secreto es la que se refiere a la fe: "En el
reinado de Juan Pablo II la piedra angular de la tumba de Pedro debe ser
removida y llevada a Fátima". De esto hablaremos más abajo.
Y
la parte más difícil, al menos desde el punto de vista teológico, es: "Si
69 semanas después de que esta orden se publique, Roma sigue su abominación, la
ciudad será destruida. Nuestra Señora nos dijo que esto está escrito en Daniel
9:24-25 y Mateo 21:42-44".
Las
citas nos dicen que hay una correlación entre Fátima y las profecías
escatológicas de la Biblia. La cita de Daniel se refiere a la "70
semana", faltante a las 69 semanas que se cumplieron desde Nabucodonosor
hasta el bautismo del Mesías en el Jordán. Para los judíos, la
"semana" (shabua) no son 7 días, sino 7 años. Por lo que entonces se
verificaron 483 años.
A
ese lapso falta aún la "70 semana" que corresponde a los siete años
del gobierno mundial del anticristo (denominada por Jesucristo la "Gran
Tribulación"), en que iglesia apóstata estará al servicio del orden global
anticristiano, y en que la Iglesia fiel a Dios y a la tradición será
perseguida.
Por
ello, la mención de 69 semanas es literal, no puede subyacer a la
interpretación judaica del Antiguo Testamento. Son propiamente 69 semanas
naturales a partir de un acontecimiento concreto que el Tercer Secreto no
menciona explícitamente.
La
otra cita, la de San Mateo, como explicando el que la autoridad doctrinal
petrina sea retirada al Papa y transferida a quienes son fieles a la tradición
y al mensaje revelado en Fátima, consiste en la condena lanzada por Jesucristo
a las autoridades judías farisaicas que rechazaron al Mesías: "Ahora yo
les digo, a ustedes se les quitará el Reino de los Cielos, y le será entregado
a un pueblo que le hará producir sus frutos" (Mt 21, 42).
La
"abominación" en que vive Roma actualmente es debida a la
infiltración masónico-comunista a la que se refiere el Padre Gobbi, y cuya
máxima expresión cristalizará a futuro en el gobierno mundial del anticristo
con la complicidad de la nueva iglesia. El plan es construir un gobierno
centralizado, socialista y ateo, del cual la falsa iglesia proclamará que puede
ser considerado como "cristiano".
Uno
de los mayores secretos con relación a la Iglesia y al Concilio Vaticano II es
el "Pacto de Metz". En agosto de 1962, en la ciudad francesa de Metz,
el cardenal Tisserant, siguiendo órdenes precisas de Juan XXIII, llevo a cabo
un pacto entre la Santa Sede y el patriarca ortodoxo Nikodim, enviado por el
politburó soviético. Con ese pacto, la Iglesia se comprometía a que en el
Concilio no habría ninguna condena contra el comunismo y el marxismo, a cambio
de que los rusos enviaran dos representantes al Concilio.
Ese
Pacto era una traición, ya que el Papa Pío XI, en 1937, había enseñado y
explicado ampliamente, en su Encíclica Divini Redemptoris, que "el
comunismo es intrínsecamente perverso; y no se puede admitir que colaboren con
él, en ningún terreno, quienes deseen salvar la civilización cristiana". Y
ya en su Encíclica Non Abbiamo Bisogno había condenado la masonería,
y en la Pascendi Dominici Gregis, había advertido de la infiltración a la
Iglesia: "Al presente no es menester ir a buscar a los fabricantes de
errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y esto es precisamente
objeto de grandísima ansiedad y angustia, en el seno mismo del corazón de la
Iglesia. Enemigos, a la verdad, tanto más perjudiciales, cuanto lo son menos
declarados. Hablamos venerables hermanos, de un gran número de católicos
seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes. Ellos traman la
ruina de la Iglesia no desde fuera, sino desde adentro; en nuestros días el
peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas.
No hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no
se esfuercen por corromper".
La
masonería fue creada por nueve prominentes judíos, en el año 43, en la corte
del rey Herodes Agripa, con el nombre "La Fuerza Misteriosa" y con la
finalidad de perseguir a los cristianos. En el año 1717 cambiaron de nombre y
comenzaron a llamarla "Masonería" simulando públicamente una
finalidad filantrópica. Pero el hecho de que en los grados superiores se
conservase siempre el objetivo último de destruir la Iglesia y a la
cristiandad, llevó a que los Papas, desde Benedicto XIV (1751) hayan
establecido la excomunión para quien se adhiere a cualquiera de sus ritos,
disciplinas, logias y sociedades secretas.
La advertencia
concreta del Papa Pio XI surgió porque en su pontificado se hacían contactos
ocultos para hacer una "amnistía", un acuerdo inicuo entre la Iglesia
y la masonería negra pro comunista. El primer encuentro formal se tuvo, en
1926, en Aix-La Chapelle de Aachen, en la que se reunieron los sacerdotes
jesuitas Herman Gruber y Joseph Berteloot, con los tres eminentes masones Kurt
Reichl, del Consejo Supremo de Austria, Eugen Lenhoff, gran maestre de la Gran
Logia Austriaca, y el doctor H. Ossian Lang, secretario general de la Gran
Logia de Nueva York. Otra entrevista se tuvo, poco después, entre los
sacerdotes Gruber y Mukermann, con el cabalista Oswald Wirth y el gran maestre
grado 33 Albert Antoine, del Supremo Consejo Escocés, para planear la
estrategia de crear un "socialismo global cristiano" vinculado al
marxismo.
En
1937, los dignatarios del Consejo Supremo de Francia emprendieron, con Oswald
Wirth, la tarea explícita de propiciar el acercamiento entre sacerdotes
católicos y la corriente espiritualista de la masonería negra.
Contactos
con grupos de la masonería siguieron teniendo eminentes jerarcas católicos como
los cardenales Bea, Liénar, Frings, Köning y Suenens; los teólogos Han Küng, el
dominico Schillebeckx y el jesuita Van Kolsdonk. En París, el delegado
apostólico Angelo Roncalli trabajaba por una "reconciliación" entre
la Iglesia y la masonería, ya que él mismo había sido iniciado en la logia
Rosacruz siendo delegado apostólico en Turquía. En 1953, después de haber sido
investido cardenal por Pio XII, quiso regresar a Francia para encontrar al gran
masón Vincent Auriol, ante quien se arrodilló para que éste le re-impusiera el
capello cardenalicio, ratificando así su lealtad a la masonería.
Angelo Roncali recibiendo el birrete
de manos
del masón Vincent Auriol
La
revolución había de comenzar en las mentes. En 1946 los jesuitas de Bruselas
crearon el Centro Lumen Vitae, con el supuesto de crear y diseminar publicaciones
"catequéticas". Pero el propósito de la organización era otro. Dice
Farley Clinton en The Wanderer: "Se trataba de una institución dedicada al
rechazo de las ideas recibidas y a vaciar la enseñanza religiosa de todo
contenido tradicional. Lumen Vitae tuvo un financiamiento amplísimo
desde un principio y se creó para funcionar como un movimiento mundial".
Antes
del Concilio se tuvo una reunión secreta de alto nivel, en Münich, presidida
por el pro-comunista arzobispo de Milán Giovanni Battista Montini, en la que
repasaron los planes de manipulación doctrinal liberalista al detalle. En dicha
reunión estuvieron presentes Hans Küng, Bernard Häring, Suenens, Döpfner y
Köning.
Escribió
posteriormente Küng en la revista Concilio, Reforma y Reunión: "Todo
lo que se presentara al Concilio debía filtrarse previamente a comisiones
seleccionadas con cuidado, y luego seguir adelante, no tanto como si fuera
voluntad de los obispos, sino como por voluntad del Papa". En efecto,
algunos obispos reconocieron, años más tarde, que se les había convencido de
firmar bajo ese argumento.
Terminado
el Concilio, un grupo de sacerdotes, obispos y cardenales adheridos a la
masonería, entronizaron a Satanás en una misa negra llevada a cabo en la
Capilla Paulina de El Vaticano. El rito tuvo lugar en la fiesta de San Pedro y
San Pablo, la noche del 28 al 29 de junio de 1963. Hubo un sacrificio ritual
con un menor y cada uno de los asistentes, con su propia sangre sellada sobre
un pergamino, ofreció su alma a Lucifer y juró solemnemente trabajar por la
"Iglesia Universal del Hombre".
En
el libro de Galeazzi y Pinotti "Wojtyla Secreto", tanto el cardenal
Secretario de Estado Jean Villot como Mons. Paul Marcinkus del Banco Vaticano
IOR, son señalados como participantes en esa misa satánica, y como los
ejecutores materiales del asesinato del Papa Juan Pablo I, quien tenía el plan
de sacarlos de El Vaticano. Esto mismo lo afirma y documenta el Padre Jesús
López Sáez en su libro "El día de la cuenta". El Cardenal Villot apareció
como integrante masón de la "Lista Pecorelli" con los datos 6/8/166,
041/3 JEANNI:
En
su libro "Windswept House", el Padre Malachi Martin, exorcista, afirma
que también el Cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado de 1979 a 1990,
participó en aquella misa negra de la Capilla Paulina, y fue expuesto como
masón de la "Lista Pecoreli" con los datos 28/9/1957, 41/076 CASA. El
Cardenal Casaroli fue el principal ejecutor de la Ostpolitik, la política
de El Vaticano que costó la vida a millones de católicos que fueron entregados
al comunismo. En su libro "Atentado al Papa", el autor Ferdinando
Imposimato, quien es magistrado y juez, presidente honorario adjunto de la
Suprema Corte de Cassazione de Italia, afirma que Casaroli estuvo al tanto del
atentado contra Juan Pablo II y no hizo nada por impedirlo.
Dice
Malachi Martin en las páginas 492-493 de ese libro: "la organización de la
Iglesia Católica Romana tenía dentro de sí una permanente presencia de clérigos
que practicaban el culto a Satanás y lo apreciaban; de obispos y sacerdotes que
se sodomizaban mutuamente y sodomizaban niños; religiosas que practicaban los
ritos negros de la Wicca y que vivían en relaciones lésbicas... Cada día,
incluso los domingos y los días santos, actos de herejía y blasfemia eran
cometidos y permitidos en los sacros altares por hombres que alguna vez fueron
llamados sacerdotes. Actos y ritos sacrílegos no sólo eran efectuados ante los
sagrados altares, sino que tenían la connivencia, o al menos el tácito permiso,
de ciertos cardenales, arzobispos y obispos... Su número total era minoritario,
como del uno al diez por ciento de los consagrados. Pero de esta minoría,
muchos ocupaban sorprendentemente altas posiciones o rangos".
También
el Padre Gabriele Amorth, exorcista oficial de la diócesis de Roma, ha
declarado en diversas ocasiones que está al corriente de la existencia de las
sectas satánicas en El Vaticano y de sus actividades contra la Iglesia.
A
todo esto, es a lo que se refieren las advertencias de la Virgen María en el
Tercer Secreto de Fátima: "si Roma sigue su abominación, la ciudad será
destruida".
Llama
la atención que el destino del mundo en estos días gira entorno a Rusia. La
Virgen en Fátima avisó, en 1917, apenas unos meses antes de la Revolución
Bolchevique, llevada a cabo por eminentes judíos, que si Rusia no se convertía
y no era consagraba por el Papa a su Inmaculado Corazón, esa nación esparciría
sus errores por todo el mundo.
Y
así ha sido. La caída del Muro de Berlín facilitó que el marxismo se difundiera
más ampliamente a nivel global, y hoy nos encontramos con organismos
mundialistas como la ONU, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc…
plagados de principios socialistas y marxistas. También llama la atención la
difusión de las políticas internacionales para reducir la población, entre las
que destaca el crimen del aborto, siendo que el gobierno de Lenin fue el
primero en legalizarlo en 1920.
Por
otro lado, conviene recordar que Rusia sigue siendo un bastión de la masonería
negra -conocida como "iluminista"- cuya finalidad es establecer un
gobierno mundial centralizado y ateo a través del comunismo. "La meta
específica de los Illuminati, escribe John Robinson citando al fundador Adam
Weishaupt, es abolir el cristianismo y derrocar los gobiernos civiles".
Los
pasos para la ocupación global, de la que algunos eclesiásticos son
colaboradores, fueron claramente definidos por Albert Pike, Gran Soberano del
Antiguo y Aceptado Rito de la Francmasonería, en una carta que dirigió, el 15
de agosto de 1871, a Giuseppe Mazzini, Gran Soberano de los Illuminati después
de Weishaupt. En ese documento establecía las tres guerras mundiales que
habrían de provocar para poder implantar un Nuevo Orden Mundial bajo un
Gobierno Mundial:
La
Primera Guerra Mundial habría de destituir a los zares católicos en Rusia para
someter el vasto territorio ruso bajo el control de los Illuminati y poder
usarlo como plataforma desde la cual difundir sus objetivos.
La
Segunda Guerra Mundial se realizaría exacerbando las diferencias entre el
sionismo político y el nacionalismo germano, con el fin de consolidar y
extender la influencia rusa y establecer en Palestina el Estado de Israel.
La
Tercera Guerra Mundial se suscitaría, dice textualmente, "exasperando las
diferencias entre judíos y árabes para provocar un formidable cataclismo social
que en todo su terror demuestre a las naciones el efecto del ateísmo absoluto,
origen de la barbarie y de la más violenta confusión. Entonces, las
muchedumbres, desilusionadas con el cristianismo y no sabiendo a quién adorar,
recibirán la verdadera luz de Lucifer, en una manifestación que será resultado
del movimiento general reaccionario, siguiendo la destrucción del cristianismo
y del ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo".
Si
leemos el libro "Tragedy and Hope", del Dr. Carroll Quigley, quien
fuera historiador de la Universidad de Georgetown, vemos cómo el financiamiento
de las dos guerras mundiales vino precisamente de los Illuminati, señaladamente
de la dinastía Rothschild.
El
impacto de las "nuevas ideas" propagadas por la masonería
eclesiástica está a la vista de todos. En conversaciones con católicos, muchas
veces se escucha decir, por ejemplo, "el comunismo es algo bueno, aunque
su puesta en práctica haya fallado", "el comunismo es parecido al
cristianismo, porque se preocupa por los pobres", "si el mundo entero
fuera comunista habría justicia social y todos viviríamos mejor", etc,
etc.
Son
pocos los que reparan en que el comunismo, como bien dijo el Papa Pio XI, es
"intrínsecamente perverso". Y lo es porque va en contra de la
dignidad humana, al reducir la persona a una mera pieza dentro de un engranaje
social que busca el bienestar material en este mundo con independencia de Dios,
porque niega el derecho a la propiedad privada y a la posesión legítima del
fruto del propio trabajo, porque persigue la igualdad mediante el odio de
clases, porque no busca el Reinado Social de Cristo en este mundo, sino que
trata de tergiversarlo y abiertamente lo persigue.
En
este sentido, no pocos católicos se han alarmado, y con razón, de que el Papa
Francisco vuelva a introducir la Teología de la Liberación en la Iglesia,
después de que a Juan Pablo II y a Benedicto XVI les costó grandes sufrimientos
combatirla por las amenazas que implica contra la fe. En efecto, recién electo
Papa, Francisco anunció que trabajaría por una "Iglesia de los pobres para
los pobres" (cuando en realidad la salvación debe ser para todos), y en su
Exhortación Evangelii Gaudium hizo una relectura marxista de la economía
al criticar la libertad del mercado (misma que deriva de la libertad de la
persona humana). En febrero de 2014 recibió en El Vaticano, con bombo y
platillo, a Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación, a quien
Juan Pablo II había condenado por sus errores doctrinales. Por ende, le prologó
su libro "Pobre y para los pobres". Todo esto no hace más que abonar
en pro del gobierno mundial socialista que persigue la masonería.
Gustavo
Gutiérrez postuló una revolución de carácter violento: "El amor universal
cristiano no se contradice con la lucha de clases, porque al rico se lo ama
combatiéndolo". ¿Es eso realmente cristiano?
El
marxismo está hoy más presente que nunca, pero bajo el ropaje del ecologismo,
el culto por el planeta, los derechos humanos y la falsa paz. No se habla del
pecado del aborto, del pecado del homosexualismo o la contracepción. Solo se
habla de las transgresiones contra la Tierra, el medio ambiente o la
democracia. Se proclama que todos debemos estar unidos a favor de la causa
verde y de los nuevos "valores" del naturalismo marxista: el amor al
planeta, la tolerancia interreligiosa, la igualdad social. Estos nuevos
"valores" lograrán el sueño socialista de que todos lleguemos un día
a ser "iguales" bajo un orden mundial unificado. Lo que no se
dice es que la Tierra y la civilización están en desorden por el pecado de Adán
y por el pecado personal de cada uno.
Para
preservar los tesoros que Dios ha creado es preciso que primero cada uno
respete y preserve su alma del pecado, de la ofensa a Dios. Si no se enseña la
existencia del pecado original y si no se dice claramente qué cosa es pecado,
la veneración por el planeta y los derechos humanos se convierten en una nueva
herejía. Para amar la creación se necesita la gracia divina. Para usar lo
creado de forma que sirva para la salvación del alma es necesario estar en
gracia, hacer penitencia y oración, mortificarse usando de lo creado con
mesura, respeto, cuidado y amor. Y se necesita reconocer que por encima de los
derechos humanos están los derechos de Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
La
Iglesia es santa. Lo sigue siendo, a pesar de la infiltración masónica,
marxista y satánica que ha sufrido en la alta jerarquía. Y es santa porque su
fundador es Santo; porque sus medios, los sacramentos, son santos; y porque
muchos de sus miembros han alcanzado la santidad. No debería escandalizarnos el
tema de la infiltración que se ha dado y se sigue dando en nuestros días. Si
nos fijamos detenidamente, en El Vaticano es donde se encuentra el mayor
satanismo, sí, pero también donde se encuentra la mayor santidad. Es el lugar
en donde el bien y el mal libran la batalla suprema antes del establecimiento
del Reino de Cristo.
El
mensaje de Fátima es una invitación a la conversión, a volver a Dios mediante
la penitencia, la oración y la caridad. Pero también es un llamado a defender
la fe contra cualquier relectura marxista del Evangelio que se nos quiera
imponer. Y en este sentido es preciso volver a leer la Encíclica Divini Redemptoris del
Papa Pio XI condenando el marxismo ateo, pero teniendo en mente las nuevas
versiones del marxismo: la tolerancia, la falsa paz, el ecologismo, la
democracia y el igualitarismo:
Tal
vez todo esto es la razón por la que algunos en El Vaticano no quieren que se
conozca el auténtico Tercer Secreto de Fátima ni la historia de la verdadera
Hermana Lucía. Quieren alargar la mentira lo más que se pueda, para así lograr
la confusión y la perdición del mayor número de almas posible. Pero Jesús ha
prometido el triunfo de su Iglesia y estar con nosotros "todos los días
hasta la consumación del mundo". Hay que rezar para que los pobres
satanistas, masones y neo-marxistas recapaciten. Y para que la misericordia
infinita de Dios toque sus corazones y se conviertan, evitando así la
condenación eterna de su alma y que sigan dañando a la Iglesia. Todo es posible
para aquel que cree.
Concluyamos
estas reflexiones resaltando la relación que existe entre el Tercer Secreto
(que más bien es un Cuarto Secreto, con una visión propia, fotografiado en
2010, sobre todo por lo que se refiere a la apostasía que proviene del vértice
de la Iglesia, el Papado, con la imagen de un templo grande y grotesco,
demoníaco) y la revelación que tuvo la beata Ana Catlina Emmerick, religiosa
Agustina, en 1820: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas
serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será
socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo,
aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su
Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo.
Vi
que muchos pastores se habían dejado seducir por ideas que eran peligrosas para
la Iglesia. Estaban construyendo una iglesia grande, extraña y extravagante.
Todos debían ser admitidos en ella para estar unidos y tener los mismos
derechos: evangélicos, católicos y sectas de cualquier denominación. Así tenía
que ser la nueva iglesia. Pero Dios tenía otros proyectos”.
Fuente: Últimos Tiempos. org
Fuente: Últimos Tiempos. org
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