El
Arzobispo Fulton Sheen dijo en 1950: «Estamos viviendo en los días del
Apocalipsis, los últimos días de nuestra era. Las dos grandes fuerzas del
Cuerpo Místico de Cristo y el Cuerpo Místico del Anticristo están empezando a
elaborar las líneas de batalla para el concurso catastrófico.»
También
dijo: «El Falso Profeta tendrá una religión sin cruz. Una religión sin un mundo
por venir. Una religión para destruir las religiones. Habrá una iglesia falsa.
La Iglesia de Cristo [la Iglesia Católica] será una. Y el Falso Profeta va a
crear otra. La falsa iglesia será mundana, ecuménica y mundial. Va a ser una
federación de iglesias. Y las religiones formarán algún tipo de asociación
global. Un parlamento mundial de iglesias. Vaciadas de todo contenido divino y
será el cuerpo místico del Anticristo. El cuerpo místico en la tierra hoy tendrá su Judas Iscariote, y él
será el falso profeta. Satanás lo reclutará de entre nuestros obispos.»
En
su libro titulado El comunismo y la conciencia de Occidente, el Arzobispo Fulton
John Sheen advirtió que: «El Anticristo
no será llamado así; de lo contrario, no tendría seguidores. Él
no va a usar medias rojas, ni vomitar azufre, ni a llevar un tridente ni agitar
una cola con forma de flecha como Mefistófeles en el Fausto. Esta mascarada ha
ayudado a convencer a los hombres que él diablo no existe. Cuando nadie lo
reconoce, más poder ejerce. Dios se ha definido a sí mismo como “Yo soy el
que soy”, y el diablo como “yo soy el que no soy”.
En
ninguna parte de la Sagrada Escritura hallamos justificado el mito popular de
que el Diablo es un bufón que se viste principalmente de "rojo". Más
bien se le describe como un ángel caído del cielo, como "el príncipe de
este mundo", cuya misión es que nos diga que no hay otro mundo. Su lógica
es simple: si no hay cielo no hay infierno, y si no hay infierno, entonces no
hay pecado, y si no hay pecado, entonces no hay ningún juez, y si no hay juicio
entonces el mal es bueno y lo bueno es malo. Pero por encima de todas estas descripciones, Nuestro Señor nos dice que va a ser tan
parecido a sí mismo que engañaría aun a los escogidos y, ciertamente,
ninguna imagen del diablo visto en libros jamás podría engañar aun a los escogidos. ¿Entonces cómo va a entrar en esta nueva
era para ganar adeptos a su religión?
La
creencia de la Rusia pre-comunista es que él vendrá disfrazado como un Gran Humanitario; él hablará de paz, de
prosperidad y de abundancia no como medios para llevarnos a Dios, sino como
fines en sí mismo.
La tercera tentación en la cual Satanás tentó a Cristo para adorarlo y que todos los reinos de la tierra serían suyos, se convertirá en la tentación de tener una nueva religión sin una cruz, una liturgia sin un mundo por venir, una religión para destruir la religión, o una política que es una religión: una que hace que se le dé al César, incluso las cosas que son de Dios.
En medio de todo su amor aparente para la humanidad y su verborrea de la libertad y la igualdad, tendrá un gran secreto que él le dirá a nadie: él no va a creer en Dios. Debido a que su religión será la fraternidad sin la paternidad de Dios, él engañará aun a los escogidos. Él creará una anti-iglesia que será el mono de la Iglesia, porque él, el diablo, es el mono de Dios. Contará con todas las notas y características de la Iglesia, pero a la inversa y vaciado de su contenido divino. Será un cuerpo místico del Anticristo que en todas las cosas externas se parecerá al cuerpo místico de Cristo.
Pero
el siglo XX se unirá a la anti-iglesia porque afirma ser infalible cuando su cabeza visible habla “Ex Cathedra”
de Moscú, sobre el tema de la economía y la política, y como Pastor
principal del comunismo mundial. (Arzobispo Fulton J. Sheen, el comunismo y la
conciencia de Occidente [ Bobbs - Merril, Indianapolis, 1948], pág 24-25).
Nuestra Señora dijo en La Salette que la Iglesia sería eclipsada. No empleó otro vocablo, como destruida, atacada, etc, sino que empleó "eclipsada", algo muy significativo, pues para que se dé un eclipse, un cuerpo mayor tapa al cuerpo menor. Ambos cuerpos conviven, pero uno tapa al otro. La falsa Iglesia eclipsaría a la verdadera, del que quedará un remanente fiel y oculto. También dijo que "Roma perderá la Fe y se convertirá en la Sede del Anticristo". Ambas cosas confluyen con la profecía de Mons. Fulton Sheen, la profecía de la beata Ana Catalina Emmerich, san Francisco de Asís, Fátima, Akita, las propias Sagradas Escrituras y el Catecismo de la Iglesia, numerales 675-677, entre otras muchas, todas las mencionadas están aprobadas por la Iglesia Católica.
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