EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

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"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

martes, 20 de septiembre de 2016

Cómo dormir en paz con Dios


Una noche tranquila y un fin perfecto 
nos conceda el Señor omnipotente. Amén. 
(Bendición de la oración de Completas).


Queridos hermanos, quién no se ha ido a dormir con intranquilidad, o se ha levantado con pesadez y con ideas extrañas, o bien, ha tenido pesadillas durante la noche. Nos vamos a dormir con todo lo acontecido en el día, y muy especialmente con lo vivido unas horas antes, televisión, internet redes sociales, quizá enfados y disputas… Hemos dejado abierta una puerta al demonio. El maligno, que no duerme, entra en el sueño y nos induce a pesadillas, a cosas malas, ideas desconcertantes… También, y en especial, los niños se ven tentados en el sueño, o, antes de él, con miedos nocturnos y pesadillas.

No siempre está en nuestra mano tener un sueño reparador por las noches, porque es cuando los demonios que nos han estado tentando y acechando a lo largo del día, aprovechan para intentar batirnos. Es cuando nuestro cuerpo descansa, cuando nos atacan más duramente. ¿No sucede algunas veces, que nos levantamos con una idea retorcida que ha surgido durante la noche y desconocemos el por qué? Los malos espíritus no descansan, no necesitan dormir, están siempre vigilantes y aprovechan cualquier momento para inducirnos al mal.

¿Qué sucede durante la noche en nuestro cuerpo? Muchas veces sueños carnales, o violentos, desagradables, todo por no haber vencido la batalla de la carne, la batalla corporal durante el día. Los Padres del desierto nos han legado una importante y sabia colección de sentencias, denominadas apotegmas, es decir, dichos breves que contienen una enseñanza moral que pretende aleccionar. Veamos algunas de estas sentencias:

Es bueno huir de las cosas corporales. Pues mientras uno está enfrascado en la lucha corporal, se parece al hombre que permanece de pie junto a un lago muy profundo: el enemigo le precipitará en él fácilmente en el momento que lo estime conveniente. Pero cuando se está lejos de las cosas corporales, se parece al hombre lejos del pozo; si el enemigo le arrastra para precipitarle en él, mientras tira de él con violencia, Dios le envía su ayuda.

Esta sentencia es ilustrativa: si toda nuestra actividad y preocupación está en las cosas corporales y carnales, el alma y el cuerpo estarán durante la noche a merced de los malos espíritus. Hay que acostarse con la mente en el Señor, libre de cualquier otro pensamiento o inquietud, hay que prepararse para una noche tranquila en el Señor.

La manera de fortalecer el sueño y tenerlo en el Señor empieza desde que nos levantamos, desde el primer minuto. Si nuestro primer impulso diurno es un acto de amor a Dios, nuestra jornada empezará mirándolo a Él y depositando en el Señor toda nuestra vida. Si esas faltas de caridad contenidas, que no salieron de nuestra boca, pero dañaron nuestra alma, las llevamos de inmediato al confesionario, estaremos fortaleciendo nuestro interior. Pero, si no hemos cumplido correctamente en nuestro trabajo, si no hemos sido fieles al Señor acudiendo a la Santa Misa, a nuestra visita al Sagrario, en la oración diaria, esa inquietud ya ha quedado dentro de nosotros.

Cuántas cosas que sin darnos cuenta van entrando y ensuciando el alma, que debería ser un espejo sin mácula, todas esas faltas, por la noche, son motivo para que el maligno se cebe en ellas y las amplíe y multiplique.

¿Quién no ha llorado, quien no ha gritado, quien no se ha despertado angustiado? Es cierto que, aún siguiendo una gran disciplina diaria, la noche puede ser tormentosa, pero cuanto más entrenados estemos, menos dura será la batalla.

Antes de cerrar los ojos, debemos de hacer oración y esto no se puede limitar a cinco minutos, tiene que ser una oración que brote del alma, repasando nuestro día, viendo aquello en lo que no obramos correctamente y que debemos mejorar o reparar, pidiéndole perdón al Señor de inmediato por nuestras torpezas. La noche es un momento ideal para leer un pasaje bíblico y meditarlo y dormirnos pensando en ello, en la vida de Jesús. ¿Por qué no volver a rezar el Santo Rosario antes de dormir? Apenas nos ocupa media hora, media hora que tantas veces se pierde viendo un programa de televisión que no nos aporta nada y hace que nos acostemos enfadados, acalorados, perturbados. No hay nada mejor que dormir pensando en el Señor, pensando que Él nos protege y vela por nosotros mientras descansamos. Nos presta una gran ayuda, nuestro Ángel de la guarda, al que tantas veces, al pasar a la edad adulta, se le deja de lado.

El Ángel de la guarda como buen guerrero, vigila el castillo y protege a su señor, si le hemos rezado las oraciones, no nos desasistirá. ¿Y la Santísima Virgen? Si a lo largo del día hemos puesto nuestro corazón en Ella, con el rezo de oraciones piadosas, como buena Madre acariciará nuestra cabeza mientras dormimos.

¿Qué hacer para prepararnos para una noche en el Señor? Empezar con el examen de conciencia todas las noches, pero no justo antes de dormir, bastante antes. Pensar en lo que hemos hechos mal y bien, vaciar, en una palabra, del alma todo lo que haya ofendido al Señor, con un firme propósito de confesión. Seguir con el Yo pecador –Confiteor– para pedir perdón por nuestras faltas y pecados, con el firme propósito de no volver a caer en ellos. Determinación de confesión lo antes posible, si es necesario. Poco antes de dormir, recogerse en oración con el Señor.  Leer un pasaje bíblico. Algo muy hermoso y olvidado es dar gracias a Dios por la Sagrada Comunión, si se ha asistido a la Santa Misa en el día, y pensar en el Santo Sacrificio del día siguiente. Rezar a la Santísima Virgen María y al Ángel de la guarda.

Con todo lo anterior tenderemos un sueño reparador en el Señor, habremos cerrado cualquier posibilidad al demonio de tentarnos y afectar nuestro sueño con pesadillas e ideas extrañas y perturbadoras. Es conveniente, también, tener agua bendita en casa y santiguarse con ella antes de dormir.

¿Qué ocurre si me despierto durante la noche angustiado?  Llamar al Señor para que venga en nuestra ayuda, pensar el Señor en el Sagrario o pensar en la cita bíblica leída antes de dormir. Tener el Santo Rosario en la mano, con solo tocarlo nos recuerda que el Señor está ahí con nosotros.

Queridos hermanos, si nos damos cuenta tenemos a nuestro lado toda una legión capitaneada por el Señor, que cuida nuestras almas durante el sueño, pero para ello se exige nuestro esfuerzo. Igual que el atleta se entrena para la carrera, así debemos de hacer nosotros a lo largo del día, entrenarnos para la noche.

Puede haber excepciones, porque así Dios lo dispone. Me refiero a almas especiales por su vida de santidad, o por especial designio del Señor, serán atacadas hasta el final, por el deseo del maligno de poseer las almas puras. Pero de ocurrir esto, estas almas no han de temer, no han de acostarse con miedo, sería darle la victoria antes de tiempo. Al igual que los monjes, conocedores de esto, interrumpen el sueño y se levantan en la noche para orar al Señor, impidiendo al enemigo colarse por ninguna rendija, estas almas pueden hacer lo mismo, o bien, en caso de no interrumpir el sueño voluntariamente, prestarse a la lucha en caso de ser perturbados por el espíritu maligno.

Lo que obremos, bueno o malo, en nuestra jornada, será o nuestra vitamina o nuestro sobrepeso a la hora de cerrar los ojos.

Ave María Purísima.

Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa.
Visto en: Adelante la Fe.



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