EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

miércoles, 25 de enero de 2017

La Santísima Virgen explica el Apocalipsis al padre Gobbi (Parte 1)


«En estos tiempos, el querer del Padre no se cumple, y la acción del Espíritu Santo es impedida al no aceptar el Evangelio de Jesús. Con frecuencia se ofrece de él una interpretación sólo humana, que tiende a excluir cualquier intervención sobrenatural. ¡Cuántos episodios se explican cómo leyenda o géneros literarios! Nunca como hoy, se da una interpretación del gran misterio de Dios tan mezquina y banal. Como consecuencia de esto, la fe de muchos se ha apagado y cada vez se difunden más en la Iglesia errores muy graves. Permaneceréis en la verdadera fe, sólo si dais vuestro perfecto asentimiento a todo cuanto se dice en el Evangelio de Jesús. Anunciadlo a la letra; vividlo a la letra. Entonces comprenderéis los misterios del Reino de Dios que están ocultos a los grandes y a los soberbios, pero que se revelan a los pequeños y humildes.»
(la Virgen al padre Gobbi 25 de marzo de 1982)


A lo largo de la gran cantidad de mensajes que nuestra Madre Celestial ha dado al padre Gobbi, hay muchos que se refieren a su intención de llevar a sus hijos predilectos a la comprensión de la Divina Escritura. En particular, es sumamente transcendental destacar lo que aclara respecto del “Libro del Apocalipsis”, diciendo que “todo está ya predicho en él”, de donde surge el valor que tiene su estudio e interpretación, en especial a partir de la comprensión que surge de las revelaciones que nos da la Santísima Virgen en sus mensajes de 1989:

SAN HOMERO (TERAMO), 6 DE MAYO DE 1989.
Primer sábado de mes

LAS DOS ALAS DE LA GRAN ÁGUILA

“Hijos míos predilectos, hoy me veneráis de un modo especial en el primer sábado de este mes de mayo, que vosotros me dedicáis de forma especial.

Os reunís en Cenáculos de fraternidad y de oración con vuestra Madre Celeste.

¡Cuánto consuelo dais a mi profundo dolor; cuánta alegría proporcionáis a mi Corazón Inmaculado!

Porque, por medio de vosotros que me habéis respondido, la devoción hacia Mí ya está refloreciendo en toda la Iglesia.

De este modo Yo puedo ejercer, en estos vuestros tiempos, el gran poder que me ha sido dado por la Santísima Trinidad, para volver inofensivo el ataque que mi Adversario, el Dragón Rojo, ha desencadenado contra Mí, vomitando de su boca un río de aguas para sumergirme.

El río de aguas está formado por el conjunto de todas las nuevas doctrinas teológicas que han tratado de oscurecer la figura de vuestra Madre Celeste, de negar mis privilegios, de redimensionar la devoción para Conmigo, de ridiculizar a todos mis devotos.

A causa de estos ataques del Dragón, en estos años la piedad hacia Mí ha ido disminuyendo en muchos fieles y, en algunos lugares, ha desaparecido por completo.

Pero han acudido en auxilio de vuestra Madre Celeste las dos alas de la gran águila.

La gran águila es la Palabra de Dios, sobre todo la Palabra contenida en el Evangelio de mi Hijo Jesús.

Entre los cuatro Evangelios, el águila indica el de San Juan, porque él vuela más alto que todos, entra en el corazón mismo de la Santísima Trinidad, afirmando con fuerza la divinidad, la eternidad y la consubstancialidad del Verbo y la divinidad de Jesucristo.

Las dos alas del águila son la palabra de Dios acogida, amada y custodiada con la fe y la palabra de Dios vivida con la Gracia y la Caridad.

Las dos alas de la fe y de la caridad –es decir de la Palabra de Dios acogida y vivida por Mí–, me han permitido volar por encima del río de aguas de todos los ataques dirigidos contra Mí, porque han manifestado al mundo mi verdadera grandeza.

Luego he buscado mi refugio en el desierto.

El desierto en el que he establecido mi morada habitual, está formado por el corazón y el alma de todos aquellos hijos que me acogen, me escuchan, se confían completamente a Mí, se consagran a mi Corazón Inmaculado.

En el desierto en que me encuentro hoy, Yo obro mis más grandes prodigios. Los obro en el corazón y en el alma, es decir, en la vida de todos mis pequeños niños.

Así los conduzco a seguirme por el camino de la fe y de la caridad, haciéndoles acoger, amar y custodiar la Palabra de Dios y ayudándoles a vivirla cada día con coherencia y con valor.

En el silencio y el ocultamiento, es decir en el desierto en que me encuentro, obro fuertemente para que los hijos consagrados a Mí crean hoy en el Evangelio, se dejen guiar sólo por la Sabiduría del Evangelio, sean siempre Evangelio vivido.

He aquí la misión que Yo he preparado para el ejército que me he formado en todas partes del mundo con mi Movimiento Sacerdotal Mariano: dejarse transportar Conmigo sobre las dos alas de la gran águila, es decir, de la fe y de la caridad, acogiendo con amor, en estos vuestros tiempos, y viviendo la sola Palabra de Dios.

Los grandes prodigios que Yo realizo hoy en el desierto en el que me encuentro, son los de transformar completamente la vida de mis pequeños hijos, para que se vuelvan valientes testimonios de fe y luminosos ejemplos de santidad.

De esta manera, en el silencio y en el escondimiento, cada día preparo mi gran victoria sobre el Dragón con el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.


SANTUARIO DE TINDARI (SICILIA), 14 DE MAYO 1989.
Fiesta de Pentecostés

EL ENORME DRAGÓN ROJO

“Hijos predilectos, hoy adoráis e invocáis al Espíritu Santo, que descendió en Pentecostés sobre los Apóstoles y los discípulos, reunidos Conmigo en el Cenáculo de Jerusalén.

Lo seguís invocando en estos vuestros tiempos, con confianza y con perseverancia, reunidos conmigo en los muchos Cenáculos de oración que ya se encuentran difundidos por toda la tierra.

Con mi Movimiento Sacerdotal Mariano invito hoy a todos los hijos de la Iglesia a reunirse en un Cenáculo perenne de oración Conmigo, vuestra Madre Celeste.

Invito a todos los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Fieles.

Mi Corazón Inmaculado es el lugar de este nuevo, espiritual y universal Cenáculo.

En él debéis entrar con vuestro acto de consagración, que os confía para siempre a Mí, a fin de que Yo pueda unir mi voz a las vuestras en la invocación del Don de un segundo Pentecostés sobre la Iglesia y sobre toda la Humanidad.

Sólo el Espíritu del Señor puede volver a llevar a la humanidad a la perfecta glorificación de Dios.

Sólo el Espíritu del Señor puede renovar la Iglesia con el esplendor de su unidad y de su santidad.

Sólo el Espíritu del Señor puede vencer la potencia y la fuerza victoriosa del enorme Dragón Rojo, que, en este vuestro siglo, se ha desencadenado por doquier, de una manera terrible, para seducir y engañar a toda la humanidad.

El enorme Dragón Rojo es el comunismo ateo que ha difundido por todas partes el error de la negación y del obstinado rechazo de Dios.

El enorme Dragón Rojo es el ateísmo marxista, que se presenta con diez cuernos, es decir con la potencia de sus medios de comunicación, para conducir a la humanidad a desobedecer los diez Mandamientos de Dios, y con siete cabezas, sobre cada una de las cuales hay una diadema, signo de poder y de realeza, las cabezas coronadas indican las Naciones en las que el comunismo ateo se ha establecido y domina con la fuerza de su poder ideológico, político y militar.

La enormidad del Dragón manifiesta claramente la gran extensión de la tierra ocupada por el dominio incontrastado del ateísmo comunista.

Su color es rojo porque usa la guerra y la sangre como instrumentos de sus numerosas conquistas.

El enorme Dragón Rojo en estos años ha logrado conquistar la humanidad con el error del ateísmo teórico o práctico, que ya ha seducido a todas las naciones de la tierra.

De ese modo se ha logrado construir una nueva civilización sin Dios, materialista, egoísta, hedonista, árida y fría, que lleva en sí los gérmenes de la corrupción y de la muerte.

El enorme Dragón Rojo tiene el objetivo diabólico de sustraer toda la humanidad al dominio de Dios, a la glorificación de la Santísima Trinidad, a la plena actuación del Designio del Padre que, por medio del Hijo, la ha creado para su Gloria.

El Señor me ha revestido con su Luz y el Espíritu Santo con su Divina Potencia; así Yo aparezco como un gran signo en el Cielo, Mujer vestida de Sol, porque tengo la misión de sustraer la humanidad al dominio del enorme Dragón Rojo y de reconducir a toda ella a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad.

Por eso me formo el ejército de mis más pequeños hijos, en todas partes del mundo, y les pido a ellos que se consagren a mi Corazón Inmaculado. De ese modo los conduzco a vivir sólo para la Gloria de Dios, por medio de la fe y de la caridad, y los cultivo, Yo misma, celosamente en mi celestial jardín.

Entonces, cada día Yo me presento ante el trono de mi Señor en acto de profunda adoración, abro la puerta de oro de mi Corazón Inmaculado y ofrezco entre mis brazos a todos estos mis pequeños hijos diciendo:

“Santísima y Divina Trinidad, en el momento de Tu universal negación Yo te presento el homenaje de mi maternal reparación, por medio de todos estos mis pequeños, que cada día formo para tu mayor glorificación.”

“De este modo, también hoy, el Señor recibe por boca de los pequeños y de los niños de pecho su perfecta alabanza.”


MILÁN, 3 DE JUNIO DE 1989.
Primer sábado y fiesta del Corazón Inmaculado de María

LA BESTIA SEMEJANTE A UNA PANTERA

“Hijos predilectos, hoy os reunís en Cenáculos de oración para celebrar la fiesta del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste.

De todas partes del mundo os he llamado a consagraros a mi Corazón Inmaculado, y habéis respondido con filial amor y con generosidad.

Ya he formado mi ejército con aquellos hijos que han acogido mi invitación y han escuchado mi voz.

Ha llegado el tiempo en el cual mi Corazón Inmaculado debe ser glorificado por la Iglesia y por toda la humanidad.

Porque en estos tiempos de la apostasía, de la purificación y de la gran tribulación, mi Corazón Inmaculado es el único refugio y el camino que os conduce al Dios de la salvación y de la paz.

Sobre todo, mi Corazón Inmaculado se vuelve hoy el signo de mi segura victoria en la gran lucha que se combate entre los seguidores del enorme Dragón Rojo y los seguidores de la Mujer vestida del Sol.

En esta terrible lucha sube del mar, en ayuda del Dragón, una bestia semejante a una pantera.

Si el Dragón Rojo es el ateísmo marxista, la bestia negra es la Masonería.

El Dragón se manifiesta en el vigor de su potencia; la bestia negra, en cambio, obra en la sombra, se esconde, se oculta, para introducirse por este medio en todas partes.

Tiene las garras de oso y la boca de un león, porque obra por doquier con la astucia y con los medios de comunicación social, es decir, con la propaganda.

Las siete cabezas indican las varias logias masónicas que obran en todas partes de una manera solapada y peligrosa.

Esta bestia negra tiene diez cuernos y sobre los cuernos diez diademas, que son signos de dominio y de realeza.

La masonería domina y gobierna en todo el mundo por medio de los diez cuernos.

El cuerno, en el mundo bíblico, siempre ha sido un instrumento de amplificación, un modo de hacer escuchar más fuertemente la propia voz, un importante medio de comunicación.

Por eso Dios ha comunicado a su pueblo su Voluntad por medio de diez cuernos que han hecho conocer su Ley: los diez mandamientos.

Quien los acoge y los observa anda en la vida por el camino de la Divina Voluntad, de la alegría y de la paz.

Quien hace la Voluntad del Padre, acoge la Palabra de su Hijo y participa en la Redención llevada a cabo por Él. Jesús da a las almas la misma vida divina, a través de la Gracia, que Él ha merecido con su Sacrificio realizado en el Calvario.

La Gracia de la Redención es comunicada por medio de los Siete Sacramentos. Con la gracia se insertan en el alma gérmenes de vida sobrenatural que son las virtudes.

Entre ellas las más importantes son las tres virtudes teologales y las cuatro cardinales: fe, esperanza y caridad; prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Al Sol divino de los siete Dones del Espíritu Santo, estas virtudes germinan, crecen, se desarrollan cada vez más y así conducen a las almas por el camino luminoso del amor y de la santidad.

Objetivo de la bestia negra, es decir, de la masonería, es el de combatir de una manera disimulada, pero tenaz, para impedir a las almas recorrer este camino, indicado por el Padre y por el Hijo e iluminado por los dones del Espíritu.

En efecto, si el Dragón Rojo obra para llevar a toda la humanidad a prescindir de Dios, a la negación de Dios y para ello difunde el error del ateísmo, el objetivo de la masonería no es el de negar a Dios, sino el de blasfemarlo.

La bestia abre la boca para proferir blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su morada, contra todos aquellos que habitan en el Cielo.

La mayor de las blasfemias es la de negar el culto debido sólo a Dios para darlo a las criaturas y al mismo Satanás.

He aquí por qué en estos tiempos, tras la perversa acción de la masonería se difunden por doquier las misas negras y el culto satánico.

Además, la masonería obra, con todos los medios, para impedir que las almas se salven y de este modo quiere volver inútil la Obra de Redención llevada a cabo por Cristo.

Si el Señor ha comunicado su Ley con los diez mandamientos, la masonería difunde por todas partes, con la potencia de sus diez cuernos, una ley que es completamente opuesta a la de Dios.

Al mandamiento del Señor: –“No tendrás otro Dios más que a Mí”aquélla construye otros falsos ídolos, frente a los cuales hoy muchos se postran en oración.

Al mandamiento: –“No tomarás el nombre de Dios en vano”– aquélla se opone con las blasfemias contra Dios y su Cristo, de muchas maneras engañosas y diabólicas, hasta reducir a una marca comercial indecorosa su Nombre y hacer películas sacrílegas sobre su vida y su divina Persona.

Al mandamiento: –“Santificarás las fiestas” aquélla transforma el domingo en “week-end”, en el día del deporte, de las competiciones, de los juegos, de las diversiones.

Al mandamiento: –“Honrarás a tu padre y a tu madre” aquélla contrapone un modelo nuevo de familia sobre la convivencia incluso de homosexuales.

Al mandamiento: –“No matarás”– aquélla ha logrado hacer legitimar en todas partes, el aborto, hacer aceptar la eutanasia, hacer casi desaparecer el respeto debido al valor de la vida humana.

Al mandamiento: –“No cometerás actos impuros”– aquélla justifica, exalta y hace propaganda de toda forma de impureza, hasta llegar a la justificación de los actos contra natura.

Al mandamiento: –“No robarás”– ella obra para que se difundan cada vez más los hurtos, la violencia, los secuestros, las rapiñas.

Al mandamiento: –“No darás falso testimonio ni mentirás”– aquélla obra para que se propague cada vez más la ley del engaño, de la mentira, de la doblez.

Al mandamiento: –“No desearás los bienes ajenos y a la mujer de tu prójimo”– Actúa para corromper lo más profundo de la conciencia, engañando la mente y el corazón del hombre.

De esta manera, las almas son impulsadas por el camino perverso y malo de la desobediencia a la Ley del Señor, son sumergidas en el pecado y así se les impide recibir el Don de la Gracia y de la Vida de Dios.

A las siete virtudes teologales y cardinales, que son el fruto de vivir en Gracia de Dios, la masonería opone la difusión de los siete vicios capitales, que son el fruto de vivir habitualmente en estado de pecado.

A la fe, aquélla opone la soberbia; a la esperanza, la lujuria; a la caridad, la avaricia; a la prudencia, la ira; a la fortaleza, la pereza; a la justicia, la envidia; a la templanza, la gula.

Aquél que llega a ser víctima de los siete vicios capitales es conducido gradualmente a abandonar el culto debido al único Dios, para darlo a falsas divinidades, que son la personificación misma de todos estos vicios. En esto consiste la blasfemia más grande y horrible.

He aquí por qué sobre cada cabeza de la bestia hay escrito un título blasfemo. Cada logia masónica tiene la tarea de hacer adorar una divinidad distinta.

La primera cabeza lleva el título blasfemo de la soberbia, que se opone a la virtud de la fe y conduce a dar culto al dios de la razón humana y del orgullo, de la técnica y del progreso.

La segunda cabeza lleva el título blasfemo de la lujuria, que se opone a la virtud de la esperanza, y lleva a dar culto al dios de la sensualidad y de la impureza.

La tercera cabeza lleva el título blasfemo de la avaricia, que se opone a la virtud de la caridad, y difunde por doquier el culto al dios del dinero.

La cuarta cabeza lleva el título blasfemo de la ira, que se opone a la virtud de la prudencia, y conduce a dar culto al dios de la discordia y de la división.

La quinta cabeza lleva el título blasfemo de la acidia (o pereza espiritual), que se opone a la virtud de la fortaleza, y difunde el culto al ídolo del miedo de la opinión pública y de la explotación del prójimo.

La sexta cabeza lleva el título blasfemo de la envidia, que se opone a la virtud de la justicia, y lleva a dar culto al ídolo de la violencia y de la guerra.

La séptima cabeza lleva el título blasfemo de la gula, que se opone a la virtud de la templanza, y conduce a dar culto al ídolo tan exaltado del hedonismo, del materialismo, del placer.

El objetivo de las logias masónicas, hoy, es el de actuar con gran astucia, para llevar a la humanidad en todas partes a despreciar la santa Ley de Dios, a obrar en abierta oposición a los diez Mandamientos, a dar el culto debido al único Dios para darlo a los falsos ídolos, que son atraer exaltados y adorados por un número creciente de hombres: la razón, la carne, el dinero, la discordia, el dominio, la violencia, el placer.

De esta manera las almas son precipitadas en la tenebrosa esclavitud del mal, del vicio y del pecado, y, en el momento de la muerte y del juicio de Dios, en el estanque de fuego eterno que es el infierno.

Ahora comprenderéis por qué, en estos tiempos, mi Corazón Inmaculado se convierte en vuestro refugio y en el camino seguro que os lleva a Dios, frente al terrible e insidioso ataque de la bestia negra, es decir, de la masonería.

En mi Corazón Inmaculado se delinea la táctica usada por vuestra Madre Celeste para contraatacar y vencer la astuta trama usada por la bestia negra.

Es por esto que formo a todos mis hijos en la observancia de los diez Mandamientos de Dios:

A vivir al pie de la letra el Evangelio; a recibir con frecuencia los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Comunión Eucarística, como auxilios necesarios para vivir en Gracia de Dios; para ejercitar de una manera fuerte las virtudes y para andar siempre por el camino del bien, del amor, de la pureza y de la santidad.


De ese modo, me sirvo de vosotros, pequeños hijos que os habéis consagrado a Mí, para desenmascarar todas estas insidias disimuladas que la bestia negra os tiende y, en fin, anular el gran ataque que la masonería hoy, ha desencadenado contra Cristo y su Iglesia. Y al final, sobre todo, con su mayor derrota, aparecerá en todo su esplendor el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.



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