Porque si aquel que
se encuentra en sola impureza (y por ley sabemos típicamente la propiedad de la
impureza), está sujeto a un juicio tan terrible, ¿cuánto más grave juicio se atraerá sobre sí el que estando en pecado se
atreve a comer el cuerpo de Cristo? Limpiémonos pues de toda mancha (la diferencia entre mancha e impureza
es cosa manifiesta para los prudentes y sabios), y así acerquémonos a las cosas
sagradas, para que escapemos del juicio de aquellos que mataron al Señor, pues cualquiera que comiere el pan o
bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del
Señor (1ª Cor 11,27); y poseamos la vida
eterna. (San Basilio, Sobre el bautismo L2. cuestión 3)
Según
el concilio de Trento,
Canon
XI sobre la Eucaristía:
CAN.
XI. Si alguno dijere, que sola la fe es preparación suficiente para recibir el
sacramento de la santísima Eucaristía; sea excomulgado. Y para que no se reciba
indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y
condenación; establece y declara el mismo santo Concilio, que los que se sienten gravados con conciencia
de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar
necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno
presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también
defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado.
Canon
VII sobre el sacramento del matrimonio.
CAN.
VII. Si alguno dijere, que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y enseña, según
la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se puede disolver el
vínculo del Matrimonio por el adulterio de uno de los dos consortes; y cuando
enseña que ninguno de los dos, ni
aun el inocente que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro Matrimonio
viviendo el otro consorte; y que cae en fornicación el que se casare con
otra dejada la primera por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare
con otro; sea excomulgado.
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