EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

domingo, 26 de febrero de 2017

¡Soy tan poco amado…!


“Cuando te encuentres más apurada y más débil, ven aquí a buscar fortaleza”.
Jesús a sor Josefa, refiriéndose a su Sagrado Corazón.


Jesús a Sor Josefa Menéndez:

Vengo a descansar en ti: ¡Soy tan poco amado de los hombres!  

¡Siempre buscando amor, no encuentro más que ingratitud! 

¡Qué pocas son las almas que me aman de verdad! 

Quiero que estés dispuesta a consolar mi Corazón siempre que te lo  pida,  pues  el  consuelo  que  me  da  un  alma  fiel  compensa la  amargura  de  que  me  colman  las  almas  frías  e  indiferentes.

A veces  sentirás  la  angustia  de  mi  Corazón  en  el  tuyo,  pero  de  este modo  me  aliviarás.  No  temas;  Yo  estoy  contigo. Cuando  te  dejo  tan  fría,  tomo  tu  ardor  para  calentar  otras almas. Cuando  te  hago  sentir  tanta  angustia  es  para  no  descargar  mi cólera  sobre  las  almas… Cuando  estás  insensible  y  me  dices  que  me  amas,  es  cuando más  consuelas  mi  Corazón.

Un  solo  acto  de  amor,  cuando  te  sientas  desamparada,  repara muchas  ingratitudes  de  otras  almas.  Mi  Corazón  los  cuenta  y  los recibe  como  bálsamo  precioso. Quiero que  me  des  almas. Y  para  ello  no  te  pido  más  que  amor  en  todos  tus  actos. Hazlo  todo  por  amor:  sufre  por  amor,  trabaja  por  amor,  sobre todo,  abandónate  al  amor.

Cuando  te  hago  sentir  angustia  y  soledad,  recíbelo  por  amor. Quiero  valerme  de  ti  como  una  persona  cansada  se  sirve  de un  báculo  para  apoyarse. Quiero  poseerte,  rodearte,  consumirte  toda. 

Escucha  esta  palabra:  el  oro  se  purifica  en  el  fuego,  así  tu alma  se  purifica  y  fortalece  en  la  tribulación  y  el  tiempo  de  la tentación  es  de  gran  provecho  para  ti  y  para  otras  almas. Entra  en  mi  Corazón  y  estudia  el  celo  que  lo  devora  por  la gloria  de  mi  Padre. No  temas  sufrir  si  con  el  sufrimiento,  en  algún  modo,  puedes aumentar  mi  gloria  y  salvar  almas.  ¡Valen  tanto  las  almas!… Por  un  alma  hay  que  sufrir  mucho. ¿No  sabes  que  la  Cruz  y  Yo  somos  inseparables?  

Si  me  ves  a Mí  verás  la  Cruz,  y  cuando  encuentres  mi  Cruz  me  encontrarás  a Mí.

El  alma  que  me  ama,  ama  la  Cruz,  y  el  que  ama  la  Cruz,  me ama  a  Mí.  Nadie  poseerá  la  vida  eterna  sin  amar  la  Cruz  y  abrazarla  de  buena  voluntad  por  mi  amor. El   camino  de  la  virtud  y  de  la  santidad  se  compone  de abnegación  y  de  sufrimiento;  el  alma  que  generosamente  acepta  y abraza  la  Cruz,  camina  guiada  por  la  verdadera  luz  y  sigue  la senda  recta  y  segura,  sin  temor  de  resbalar  en  las  pendientes, porque  no  las  hay… La  Cruz  es  la  puerta  de  la  verdadera  vida  y  el  alma  que  la acepta  y  la  ama  tal  cual que Yo  se  la  he  dado,  entrará  por  ella  en  los resplandores  de  le  vida  eterna.

¿Comprendes ahora cuán preciosa es mi Cruz? No la temas…

Soy  Yo  quien  te  la  doy  y  no  te  dejaré  sin  las  fuerzas  necesarias para  llevarla. ¿No  ves  cómo  la  llevé  Yo  por  tu  amor?  Llévala  tú  con  amor por  Mí.

Este Corazón es el que da vida al mundo, pero se la da desde la Cruz. Así es necesario que las almas escogidas como víctimas para ayudarme a dar luz y vida al mundo se dejen clavar en esta Cruz, con gran sumisión, a ejemplo de su Salvador y Maestro.

La mayor recompensa que puedo dar a un alma es hacerla víctima de mi amor, de mi misericordia, porque la hago semejante a Mí que soy Víctima Divina por los pecadores.

¿Sabes cómo me puedes consolar? Amándome, sufriendo por las almas, no rehusándome nada.

No me rehúses nada, recuerda que necesito almas que continúen mi Pasión, para contener la ira divina. Yo te sostendré.

Cuando un alma ruega por un pecador con deseo ardiente de que se convierta, mi Corazón encuentra en esta súplica reparación por la ofensa recibida, y la mayor parte de las veces esta alma obtiene lo que pide aunque sea en el último momento.

De todos modos, la oración nunca se pierde, porque repara la injuria que me causa el pecador, y si no éste, otros mejor dispuestos alcanzarán misericordia y recibirán el fruto de esta oración.

Hay almas que durante su vida y también por toda la eternidad están llamadas a darme la gloria que les pertenece darme y la que me hubieran debido dar otras almas que se han perdido...; de este modo mi gloria no sufre mengua, pues un alma justa puede reparar los pecados de otras muchas.

Es tan grande el amor que tengo a las almas, que sufro como un martirio cuando se alejan de Mí, no por la gloria que me quitan, sino por la desgracia que se atraen sobre sí mismas.

Muchas almas corren a su perdición y mi Sangre es inútil para ellas; pero las almas que aman, y se inmolan y se consumen como víctimas de reparación atraen la misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo.

Busco almas que reparen tantas ofensas, pues mi Corazón se consume en deseos de perdonar. ¡Pobres pecadores! ¡Qué ciegos están!

Yo no deseo más que perdonarlos y ellos no piensan más que en ofenderme... Yo voy tras los pecadores, como la Justicia tras los criminales; pero la Justicia los busca para castigarlos, y Yo, para perdonarlos.

El mundo corre precipitadamente a abismarse en los placeres, y es tanta la multitud de los pecados que se cometen, que mi Corazón está anegado en un torrente de amargura y de tristeza.

¿Dónde encontraré alivio a mi dolor?

Ofrece todo tu ser para reparar tantas ofensas y satisfacer a la Divina Justicia. Si tu indignidad y tus pecados son grandes, ven a sumergirte en el torrente de Sangre de mi Corazón y deja que ella te purifique.

Después, acepta generosamente todos los sufrimientos que mi Voluntad te envía para ofrecerlos a mi Padre Celestial. Deja que tu alma se abrase en deseos de desagraviar a un Dios ultrajado y toma mis méritos para reparar tantos pecados.

Dime: ¿Dónde hay un corazón que ame más que el mío y que sea menos correspondido? ¿Qué corazón hay que se consuma en mayores deseos de perdonar? Y en pago de tanto amor, recibo las mayores ofensas.

¡Pobres almas! Vamos a pedir perdón y reparar por ellas: ¡Oh, Padre mío, tened piedad de las almas, no las castigues como merecen, sino tened misericordia con ellas como lo pide vuestro Hijo!


“Un llamamiento al Amor”.




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