¿QUÉ
ES LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS?
La
devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la
Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de
donde salió sangre y agua. No hay ninguna duda que la devoción está basada
totalmente en el simbolismo del corazón. Es decir, que se da debido culto al
corazón de carne en cuanto éste simboliza y recuerda el amor de Jesús y su vida
emocional y moral.
La
devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque
veneramos al mismo Corazón de Dios. Fue Jesús mismo quien, en el siglo XVII, en
Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se
estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.
las palabras del Señor fueron:
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en
cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud,
irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor.”
Con estas
palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado
Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor
Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues
son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor,
por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias
que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.
La
característica principal de la devoción al Sagrado Corazón debe ser la
reciprocidad del amor; su objeto es amar a Jesús que nos ama tanto; pagar amor
con amor. Más aún, habida cuenta que el amor de Jesús se manifiesta al alma
devota como despreciado y airado, sobre todo en la Eucaristía, el amor propio
de la devoción deberá manifestarse como un amor de reparación. De ahí la
importancia de los actos de desagravio, como la comunión de reparación, y la
compasión por Jesús sufriente. Aunque hay que decir que ningún acto, ninguna
práctica, puede agotar las riquezas de la devoción al Sagrado Corazón.
UN POCO DE HISTORIA
La
devoción al Sagrado Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de
Iglesia. Sin embargo, hay una fecha concreta en que esta devoción pasó a
vivirse con un enfoque determinado; enfoque que lo dio el mismo Jesús a
santa Margarita María de Alacoque el 27 de diciembre de 1673.
Los
Padres de la Iglesia ya tenían una gran devoción por el Sagrado Corazón. En san
Agustín, san Ambrosio, san Juan Crisóstomo encontramos textos que se
“refieren a la Sagrada Llaga del costado de Jesús, a la Sangre y Agua que
brotaron de su corazón, de donde recibimos los sacramentos”.
Siglos
más tarde, nos encontramos ya muchas referencias a las llagas del Señor. Sin
fijar una devoción concreta, son muchos los santos y santas que se han referido
al Corazón y las llagas de Cristo: San Bernardo de Claraval, Santa Clara, San Buenaventura,
Santa Gertrudis, Santa Angela de Foligno, Beato Enrique Suso, Santa Catalina de
Siena, Santa Teresa de Ávila, San Pedro Canisio, San Francisco de Sales, Santa
Juana de Chantal.
La
propagación del culto público al Corazón de Jesús tiene su origen en las
revelaciones místicas que Santa Margarita María Alacoque comenzó a experimentar
en Paray-le-Monial (Francia) desde 1673 hasta su muerte en 1690. Entre los
primeros difusores del culto se destacan san Claudio de la Colombière, director
espiritual de la Santa, y los Padres Juan Croisset y José de Galliffe, que
escribieron los primeros tratados sobre aquella devoción. Desde el principio
fue una devoción muy ligada a la Compañía de Jesús. También muchas
congregaciones religiosas desde ese tiempo adoptaron la devoción.
El
culto al Corazón de Jesús comenzó a divulgarse lentamente en círculos
restringidos a partir de Francia. En las primeras décadas del siglo XVIII ya
había empezado a calar en el pueblo cristiano por medio, sobre todo, de la
fundación de algunas congregaciones o cofradías del Sagrado Corazón, como ya
hemos indicado al tratar el apartado de “Los Papas y la devoción”.
La
aspiración principal de santa Margarita era la aprobación pontificia del culto
público al Corazón de Jesús, sin embargo hubo que esperar al pontificado del
Papa Clemente XIII en 1765 para su aprobación, e incluso limitado a Polonia y a
Roma.
La devoción
al Sagrado Corazón de Jesús cobró auge al ser acogida como devoción propia de El
Apostolado de la Oración (fundado el 3 diciembre 1844 por el
P. Francisco Javier Gautrelet, SJ). En 1861 nació, en Francia, la primera
publicación para promover la devoción al Corazón de Jesús: El
Mensajero. Pronto publicaciones similares surgieron por todo el
mundo.
En
1917, en las pariciones de Fátima, el ángel y la Virgen enseñaron a los niños a
rezar y responder a los designios de los Corazones de Jesús y María. A partir
de Fátima, la devoción a los corazones de Jesús y María prendió como fuego.
En el siglo XX, Santa
Faustina (+1938) tiene unas revelaciones místicas en donde Jesús le comunicó Su
Corazón expresándole que desea derramar la misericordia de Su Corazón sobre
toda la humanidad. Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina.
PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE
JESÚS A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS DEVOTOS
1. Yo les daré todas las
gracias necesarias para su estado.
2. Pondré paz a sus familias.
3. Les consolaré en todas sus
penas.
4. Yo seré el refugio seguro
contra todas las tentaciones, pero sobre todo en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes
bendiciones en todas sus empresas.
6. Los pecadores hallarán en mi
Corazón el manantial y el océano infinito de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se
elevarán rápidamente a una gran perfección.
9. Bendeciré las casas en que
esté expuesta y sea honrada la imagen de mi Sagrado Corazón.
10. Daré a los sacerdotes el
don de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen
esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de
Él.
12. A todos los que comulguen
nueve primeros viernes de mes, continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les
concederá la gracia de la perseverancia final. (Recordar la importancia de
confesión sacramental para recibir a Jesús en estado de gracia santificante.
Invitamos a nuestros estimados
lectores a consagrarse a Jesús en este día de la fiesta del Sagrado Corazón,
para que seamos protegidos de todo mal dentro de la hoguera amorosa de este
Corazón que tanto ha amado y ama al género humano. Pueden usar, si gustan, la
fórmula que acompañamos a continuación.
Mosaico del Sagrado Corazón de Jesús
en Paray le Monial (Francia)
ACTO
DE CONSAGRACIÓN USADO POR LOS CRISTEROS. ESCRITO POR EL OBISPO TORRAS Y BAGES.
Soy
vuestro, ¡oh buen Jesús!, porque sois mi Creador, porque desde toda la
eternidad me habéis llevado en vuestro Amor e Inteligencia como una criatura es
llevada por su madre; soy vuestro, porque me habéis redimido del poder del demonio y me habéis comprado con el precio de
vuestra Sangre preciosísima; soy vuestro, como el hijo es del padre, como el
sarmiento es de la vid, como el fruto es del árbol, pues fruto de vuestra Cruz
somos todos los cristianos; y aunque me he rebelado mil veces contra Vos, vuestro
Corazón dulcísimo jamás ha dejado de amarme; habéis derramado por mí amargas
lágrimas en los días de mi prevaricación, y movido por vuestro amantísimo
Corazón, no habéis sosegado hasta hacerme recuperar la Gracia.
¡Oh Corazón que tanto me habéis
amado! ¡Oh Corazón a quien tantas veces he entristecido y llenado de amargura!
A vos me consagro, y mil veces protesto que, en adelante, no quiero ya daros
motivo alguno de aficción, sino que, por el contrario, recordando las ocasiones
pasadas en que os he llenado de amargura, propongo, en adelante, amaros por los
que no os aman, honraros por los que os desprecian, propagar vuestra gloria para satisfacer por las amarguras que a
vuestro Corazón causan aquellos, que, estando obligados a propagarla, os miran
con la mayor indiferencia. Propongo emplear todo mi corazón en amaros y
quisiera tener mil corazones para amaros más todavía; deseo que desde ahora sea
mi alma sagrario vuestro, cerrado a toda vana pasión humana; un lugar de reposo
para Vos y una viva imagen de vuestro Corazón; de manera que, dedicándose
durante toda su vida a amaros, mi último pensamiento, en la hora de la muerte,
sea un acto de amor a Vos, ¡oh Jesús dulcísimo!, que queréis glorifcar mi alma
por toda la eternidad. Así sea.
Visto en Como Vara de Almedro
Visto en Como Vara de Almedro
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