“Orad, orad, orad y no
abandonéis jamás la oración:
el que ora se salva,
el que no ora, se pierde”.
(San Alfonso María de
Ligorio)
SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO
Obispo, Doctor de la Iglesia, por sus escritos sobre la moral.
Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas).
Patrón de confesores y moralistas.
Obispo, Doctor de la Iglesia, por sus escritos sobre la moral.
Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas).
Patrón de confesores y moralistas.
(1696-1787).
Fiesta: 1
de agosto
¿QUIÉN
ES SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO?
Se
le ha llamado “El más santo de los napolitanos y el más napolitano de los
santos”. Alfonso de Ligorio (1696-1787) es el fundador de los Misioneros
Redentoristas, fue proclamado “Doctor de la Iglesia” por el Papa Pío IX en
1871. Mereció este título por la santidad manifestada a lo largo de su
vida, por su amor a la Iglesia y por la riqueza de su doctrina. No únicamente,
con su Teología Moral, sino que, con sus 111 escritos —que han conocido más de
20.000 ediciones en más de 70 lenguas—, este escritor infatigable, que había
hecho el voto de no perder ni un minuto de tiempo; trabajó eficazmente en la
evangelización de mucha gente sencilla en las zonas rurales de su país y en la
renovación espiritual de toda Europa.
Sin
embargo, San Alfonso fue, sobre todo, un gran orante. Su predicación, sus
escritos su testimonio como laico, como sacerdote, como religioso fundador de
una congregación misionera, como obispo son una escuela de oración para el
pueblo cristiano. Como decía él: “Si, en una misión, no se podía predicar sino
un único sermón, este sería el de la oración”. De ahí, el por qué la Iglesia le
ha otorgado el título de “Doctor de la oración”.
Su
obra, la más conocida, a propósito de este tema es: “El Gran Medio de la
Oración”. En ella escribe:
“He
publicado diversas obritas espirituales, pero creo no haber hecho ninguna más
útil que ésta, en la que hablo de la oración, por ser medio necesario y seguro
para obtener la salvación y todas las gracias necesarias para salvarse. No
tengo poder para ello, pero si pudiera, querría estampar tantos ejemplares de
este libro, cuantos son los fieles que viven en la tierra y regalárselo a cada
uno, para que todos comprendiesen la necesidad que tenemos de rezar para
salvarnos”.
BIOGRAFIA
San
Alfonso nació en Nápoles el 27 de Septiembre de 1696. Sus padres Don José de
Liguori y Doña Ana Cavalieri eran de familias nobles y distinguidas.
Era
un "niño prodigio" con gran facilidad para los idiomas, ciencias,
arte, música y demás disciplinas. Empezó a estudiar leyes a los trece años y a
los dieciseis años presentó el examen de doctorado en derecho civil y canónico
en la Universidad de Nápoles. A los diecinueve años ya era un abogado famoso.
CONVERSIÓN
Según
se cuenta, en su profesión como abogado no perdió ningún caso en ocho años, hasta
que un día después de su brillante defensa, un documento demostró que él había
apoyado (aunque sin saberlo), lo que era falso. Eso cambió su vida
radicalmente.
Hizo
un retiro en el convento de los lazaristas y se confirmó en la cuaresma de
1722. Estos dos eventos reavivaron su fervor. Al año siguiente, en dos
ocasiones oyó una voz que le decía: "abandona el mundo y entrégate a
mi". Hizo voto de celibato y abandonó completamente su profesión. Muy
pronto Dios le confirmó cual era su voluntad.
Se
fue a la iglesia Nuestra Señora de la Misericordia a pedir ser admitido en el
oratorio. Su padre trató de impedirlo, pero al verlo tan decidido le dio
permiso de hacerse sacerdote pero con la condición de que se fuese a vivir a su
casa. Alfonso aceptó, siguiendo el consejo de su director espiritual que era
oratoriano.
Hizo
los estudios sacerdotales en su casa. Fue ordenado sacerdote en 1726 a los
treinta años. Los dos años siguientes se dedicó a los "vagos" de los
barrios de las afueras de Nápoles.
LA PRÉDICA SENCILLA
DESDE EL CORAZÓN
En
los comienzos del siglo XVIII combatió la prédica muy florida y el rigorismo
jansenista en los confesionarios. El predicaba con sencillez. El santo decía a
sus misioneros: "Emplead un estilo sencillo, pero trabajad a fondo
vuestros sermones. Un sermón sin lógica resulta disperso y falto de gusto. Un
sermón pomposo no llega a la masa. Por mi parte, puedo deciros que jamás he
predicado un sermón que no pudiese entender la mujer más sencilla".
San
Alfonso abandonó su casa paterna en 1729, a los treinta y tres años de edad y
se fue de capellán a un seminario donde se preparaban misioneros para la China.
En
1730 el Obispo de Castellamare, el Monseñor Falcoia, invita a Alfonso a
predicar unos ejercicios en un convento religioso en Scala. Este hecho tuvo
grandes consecuencias, porque ayudó a discernir a las religiosas una revelación
que tuvo la hermana María Celeste. El día de la transfiguración de 1731, las
religiosas vistieron el nuevo hábito y empezaron la estricta clausura y vida de
penitencia. Así comienza la Congregación de las Redentoristas.
En
1732 se despide de sus padres y vuelve a Scala, y con la ayuda y colaboración
de un grupo de laicos, a los treinta y seis años funda la Congregación del
Santísimo Redentor, cuya primera casa perteneció al convento de las religiosas.
San Alfonso era el superior inmediato y Monseñor Falcoia era el director
general.
GRANDES PRUEBAS
Al
poco tiempo comenzaron los problemas. La congregación se dividió entre los dos
superiores. Al poco tiempo la hermana María Celeste se va a fundar otra
congregación. A los cinco meses el santo se quedó solo con un hermano, pero más
tarde se presentaron nuevos candidatos y se estableció en una casa más grande.
En
1734 funda otra casa en Villa degli Schiavi y se dedica a misionar allí. Su
confesionario estaba siempre lleno. Trataba a sus penitentes como almas que era
necesario salvar.
En
1737, se divulgan rumores sobre la casa de Villa degli Schiavi y San Alfonso
decide suprimir esa fundación. Al año siguiente también cierra la casa de
Scala.
Organizó
misiones en Nápoles por dos años a pedido del Cardenal Spinelli, arzobispo.
En
1743, al morir Mons. Falcoia, San Alfonso vuelve a ocuparse de su congregación
como superior general y se encarga de redactar las constituciones. A pesar de
la oposición de las autoridades españolas, los misioneros reorganizados fundan
varias casas.
En
1748 San Alfonso publica en Nápoles la primera edición de su "Teología
Moral". La segunda edición apareció entre los años 1753 y 1755.
En
1749 el papa Benedicto XIV aprobó la congregación y a partir de eso, el éxito
fue enorme.
En
1750, los Jansenistas comienzan a divulgar que la devoción a la Santísima
Virgen era una superstición. San Alfonso defiende a Nuestra Señora,
publicando "Las Glorias de María".
SAN ALFONSO ERA
ESTRICTO, PERO A LA VEZ TIERNO Y COMPASIVO
En
el proceso de beatificación el P. Cajone dijo: "A mi modo de ver, su
virtud característica era la pureza de intención. Trabajaba siempre y en todo,
por Dios, olvidado de sí mismo. En cierta ocasión nos dijo: 'Por la gracia de
Dios, jamás he tenido que confesarme de haber obrado por pasión. Tal vez sea
porque no soy capaz de ver a fondo en mi conciencia, pero, en todo caso, nunca
me he descubierto ese pecado con claridad suficiente para tener que confesarlo'
". Esto es realmente admirable, teniendo en cuenta que San Alfonso era un
Napolitano de temperamento apasionado y violento, que podía haber sido presa
fácil de la ira, el orgullo y de la precipitación.
OBISPO
A
los sesenta años fue elegido obispo de Sant' Agata de' Goti, diócesis pequeña
con 30,000 habitantes, diecisiete casas religiosas y cuatrocientos sacerdotes
entre los cuales habían varios que no practicaban su ministerio sacerdotal o
llevaban mala vida. Algunos celebraban la misa en quince minutos. San Alfonso
los suspendió "ipso facto", a no ser que se corrigiesen, y escribió
un tratado sobre ese punto: "En el altar el sacerdote representa a
Jesucristo, como dice San Cipriano. Pero muchos sacerdotes actuales, al celebrar
la misa, parecen más bien saltimbanquis que se ganan la vida en la plaza
pública. Lo más lamentable es que aun los religiosos de órdenes reformadas,
celebran la misa con tal prisa y mutilando tanto los ritos, que los mismos paganos
quedarían escandalizados… Ver celebrar así el Santo Sacrificio es para perder
la fe".
Poco
tiempo después se desata en su diócesis una terrible epidemia que San Alfonso
había profetizado dos años antes. Se morían por millares. El santo, para ayudar
a las víctimas, vendió todo lo que tenía y La Santa Sede le autoriza a usar
fondos de la diócesis y contrae grandes deudas.
Sus
esfuerzos por reformar la moralidad pública le trajo numerosos enemigos que lo
amenazaron de muerte. Solía decir: "Cada obispo está obligado a velar por
su propia diócesis. Cuando los que infringen la ley se vean en desgracia,
arrojados de todas partes, sin techo y sin medios de subsistencia, entraran en
razón y abandonaran su vida de pecado".
Dirigió
la diócesis de Santa Ágata por diecinueve años.
Y MÁS PRUEBAS...
En
Junio de 1767, sufre un terrible ataque de reumatismo que casi lo lleva a la
muerte.
Al
terminar de celebrar la misa el 21 de septiembre de 1774, San Alfonso se desmayó
y quedó inconsciente por veinticuatro horas. Cuando regresó en sí, dijo a los
presentes: "Fui a asistir al Papa, que acaba de morir". El Papa
Clemente XIV muere el 22 de Septiembre de 1774.
En
1775 San Alfonso pidió a Pío VI que le permitiera renunciar al gobierno de su
sede. El Papa le concede teniendo en cuenta su enfermedad. San Alfonso se
retiró ciego y sordo. Fue a pedir hospitalidad a sus hijos espirituales, en
Nocera, cerca de Nápoles, pensando así acabar tranquilamente sus días.
En
1777, los Redentoristas son atacados de nuevo. El Santo sufre con paciencia
muchas humillaciones a causa de la traición de Monseñor Testa que era Capellán
del Rey. El Santo se vio excluido de la congregación que había fundado.
Dios
le reservaba una prueba aún más dura. Entre 1784 y 1785, el santo
atraviesa por un terrible periodo de "noche obscura del alma", sufre
tentaciones sobre su fe y sus virtudes. Se ve abrumado por sus escrúpulos,
temores y alucinaciones diabólicas. Le duró dieciocho meses, con intervalos de
luz y reposo. A esto le siguió un periodo de éxtasis, profecías y
milagros.
GRAN ESCRITOR
Sus
últimos doce años de vida se dedicó a escribir, aumentando así sus obras
ascéticas y teológicas. Sus más conocidos libros son: La Practica de amar
a Jesucristo, la Preparación para la muerte, las Glorias de María.
La
Teología Moralis fue una obra que influyó en la formación del clero hasta
hace pocos años.
El
santo murió dos meses antes de cumplir noventa y un años, la noche del 31 de
julio al 1 de agosto de 1787.
El
Papa Pío VI en 1796 decreta la introducción de la causa de beatificación de
Alfonso María Ligorio. La beatificación se da en 1816
Fue
canonizado en 1839.
En
1871 fue declarado Doctor de la Iglesia y propuesto como patrono de los
confesores y de los teólogos de moral.
ORACIÓN
DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
PARA
LA COMUNIÓN ESPIRITUAL
Creo, Jesús mío, que estáis
realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos.
No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.
Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos.
No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.
Nota:
La Comunión Espiritual o de deseo, consiste en orar con fe y con amor,
expresando el deseo recibir a Nuestro Señor Jesucristo en el Sacramento de la
Eucaristía y pidiendo recibirlo espiritualmente, bien porque se esté enfermo y
en ese momento no se pueda recibir físicamente, o bien ante una necesidad o
deseo de recibir al Señor.
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