SANTA ELENA DE CONSTANTINOPLA
250 – 330.
Festividad: 18 de
agosto.
Santa
Elena fue la madre del emperador Constantino el Grande. Influyó en la
conversión de su hijo, así como en el hallazgo de la Cruz de Cristo.
Elena significa: "Antorcha resplandeciente".
Elena significa: "Antorcha resplandeciente".
Poco
se sabe acerca del nacimiento de Santa Elena, aunque algunos han querido
encontrar en ella un nacimiento digno de una emperatriz de Roma, lo más
probable es que haya nacido en una familia humilde de sirvientes, con el
nombre de Flavia Iulia Elena. Su bajo nacimiento no impidió que el emperador
Constancio I la tomase como esposa, aunque más tarde la repudiara por casar con
Teodora, sobrina de Maximiano Augusto, para así restablecer las alianzas
necesarias entre los augustos y los césares. Santa Elena fue alejada de la
corte hasta el ascenso de su hijo Constantino, quien una vez coronado césar, le
dio un lugar destacado entre sus más cercanos, e incluso mandó acuñar monedas
con su efigie, así como nombrar la ciudad de su nacimiento como Helenópolis.
Cuentan
las crónicas, que Santa Elena, nacida pagana, se sintió fuertemente atraída por
un grupo de mujeres seguidoras del cristianismo, religión que en ese entonces
era perseguida y considerada una secta por los romanos. Sin embargo, Santa
Elena vio que esas mujeres superaban en cualidades y virtudes a las demás, por
lo que procuró acercarse a ellas y descubrir más acerca de su Fe.
Durante
la guerra entre su hijo Constantino y Majencio Augusto, ocurrió el signo
milagroso que dio lugar a la conversión de Constantino: el 28 de octubre del
312, antes de comenzar la batalla del Puente Milvio, Constantino y sus hombres
vieron como se abría el cielo, y tras una luz brillante apareció una cruz con
el monograma de Cristo (la X y la P) y en cuyo
alrededor aparecían las palabras IN HOC SIGNO VINCES, que significa
“en este signo vencerás”. En ese momento, Constantino avanzó fuertemente
hacia sus oponentes, consiguiendo una clara victoria. Tras el fin de la guerra,
en el año 313, el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán,
por el cual se otorgó tolerancia a los cristianos, dándoles
Constantino, desde entonces, un lugar especial en su gobierno y su
colaboradores más cercanos.
Siempre
se ha hablado de la influencia que Santa Elena pudo haber tenido en el
lento proceso de conversión de su hijo, incluso tras la visión milagrosa de la
batalla del Puente Milvio. Aún así, no conforme con que la Religión
Católica tuviera un lugar destacado en el Imperio, Santa Elena se entregó con
cuerpo y alma a supervisar la construcción de iglesias, y trabajó de manera muy
cercana con las autoridades eclesiales, así como con los arquitectos y
artistas.
Tras
haber tenido un sueño en el cual el Señor le pedía que encontrara su Santa Cruz
para que se le rindiera devoción, Santa Elena viajó a Tierra Santa con un grupo
de albañiles y trabajadores, para que excavasen el sitio donde se encontraba la
Cruz. Sin embargo, la tarea de encontrarla fue difícil, pues había sido
escondida por los judíos al ver la devoción que los cristianos le profesaban, y
que daba lugar a grandes conversiones. Finalmente, un judío de nombre Judas
(más tarde convertido al cristianismo, hecho obispo, y actualmente venerado con
el nombre de San Judas Ciriaco), dijo saber el lugar donde se había
escondido la Cruz, y mandó llevar ahí a la emperatriz y su cortejo. Tres cruces
fueron excavadas, las cuales correspondían a Jesús y los dos ladrones, pero no
sabiendo cuál era la Cruz Santa, se decidió llevar las cruces a una
moribunda que se encontraba afuera del sitio de las excavaciones. Al
acercarle las primeras dos cruces, la mujer no tuvo reacción alguna, y su
expresión se encontraba como la de una muerta, pero al acercarle la tercera
cruz, a la moribunda se le llenaron los ojos de vida, y gritó exclamando:
“¡’Dios mío, estoy curada!”.
Santa
Elena mandó dividir la Cruz de Cristo en tres partes para asegurar que fuera
venerada tanto en Roma, como en Constantinopla y Jerusalén, con el tiempo, la
Santa Cruz se ha ido dividiendo en pequeñas reliquias que se conservan hasta
nuestros días.
Muchas
veces se dice que el mayor milagro de San Elena fue el de influir para que
cesara la persecución a los cristianos, así como ayudar a la conversión
del emperador, y de miles de otros ciudadanos del Imperio. La propagación de la
Fe tuvo un salto milagroso gracias al trabajo que Santa Elena hizo a favor del
Evangelio.
La
devoción a Santa Elena está relacionada a la devoción con la Santa Cruz,
gracias al hallazgo que ella dirigió. Debido a su dedicación en la construcción
de iglesias, la Santa Cruz es la festividad de los albañiles.
ORACIONES A SANTA ELENA
ORACIÓN I
Amabilísimo Redentor de
mi alma, Jesús de mi corazón, que desde el cielo bajaste a la tierra, a buscar
y hallar la santísima Cruz en que padeciste tantas y tantas penas, para que por
ellas gozáramos eterna gloria; te ruego por los misterios altísimos de tu
Santísima Cruz y por la preciosísima sangre que por mí en ella derramaste, me
concedas todos los bienes que produjo aquel árbol de vida, para el bien,
provecho y remedio de nuestras almas y por este medio pueda merecer, como te lo
ruego, por todos los misterios de la Santa Cruz, vivir sin ofenderte y morir en
tu gracia, para ir a gozar al cielo los frutos de tu Santísima Cruz.
¡Oh mi Dios, mi Salvador
y Glorificador!, pues fuiste tan liberal y bienhechor en aquel madero santo,
que derramaste toda tu preciosa sangre para mi remedio, derrama sobre mi alma,
a la hora de mi muerte, una gota para que muera en tu gracia y asistiéndome
entonces nuestra protectora y abogada Santa Elena, con su intercesión, nos
alcances lo que te pedimos en esta oración, y fuere más conveniente a tu mayor
honra, gloria y provecho de nuestras almas, con cuyo patrocinio esperamos
buscar con fervor y hallar con provecho la hora de nuestra muerte, los frutos
preciosos con que nos convida tu Cruz, para morir en tu gracia y gozarte
siempre en la bienaventuranza. Amén.
ORACIÓN II
Santa Elena, tú que al abrir tu mente
y corazón a la luz del Evangelio y al encontrar el madero de la Cruz te
convertiste en modelo de todas las virtudes cristianas, ayúdanos a romper las
ataduras del pecado y volver a los brazos de Dios nuestro Padre.
Tú hallaste el tesoro del que nos habla
el Evangelio, pues hallaste la Cruz de Cristo. Haz que también nosotros
hallemos ese tesoro: CRISTO VIVIENTE EN NOSOTROS.
Que Él nos llene de paz, de justicia
y de amor, en medio de nuestras tribulaciones y que un día nos encontremos
todos en el Reino de los Cielos. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN III
Gloriosa Santa Elena,
admiramos tu vida excelsa.Dios quiso que naciera de ti aquel gran hombre que llevó al imperio romano la fe de Cristo y que un día hallaras la madera grandiosa de la Cruz en que murió Jesús.
Obtennos de Jesús fortaleza en nuestra fe y un amor grande a la Cruz.
Que ninguna contradicción nos aparte de Jesús.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
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