A día de hoy muchos católicos se encuentran perplejos ante las actuaciones de diversos sacerdotes, religiosos y especialmente de Jorge Mario Bergoglio, pero no encuentran la valentía para negarse a seguir sus caminos heréticos.
Se sienten condicionados por la obediencia que por mandato divino debemos a las autoridades eclesiales, y de este modo viven día a día con una auténtica batalla en su interior, un tira y afloja entre dejar el camino correcto marcado por Cristo o bien pecar contra la obediencia que Nuestro Señor mismo estableció… ¿es legítimo plantearse la desobediencia en estos casos? ¿es pecado atentar contra la santa obediencia?
En este programa trataremos de responder a estas y otras preguntas explicando la obediencia junto con sus excepciones, la infalibilidad papal y sus límites, y cómo Satanás emplea dicha obediencia e infalibilidad mal comprendidas como arma para destruir la Iglesia.
Bula “Cum
ex apostolatus officio”, de Paulo IV: “Si en algún tiempo aconteciese que un Obispo… o
electo Pontífice Romano que antes de su promoción al Cardenalato o asunción al
Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, o hubiese caído en herejía,
o incurrido en cisma, o lo hubiese suscitado o cometido, la promoción o la
asunción, incluso si ésta hubiera ocurrido con el acuerdo unánime de todos los
Cardenales, es nula, inválida y sin ningún efecto…”.
Santo Tomás Cayetano, O.P. Teólogo y Cardenal señala que el famoso
axioma “Ubi Petrus, ibi Ecclesia” (Donde esta Pedro esta la Iglesia) es válido
sólo cuando actúa y se comporta como un Papa, porque Pedro “está sujeto a los
deberes de la Oficio” de otra
manera, “tampoco ni la Iglesia está en él, ni él está en la Iglesia.”
“San
Roberto Belarmino, cardenal y Doctor de la Iglesia, De Romano Pontifice, II,
30: "Un papa que se manifieste hereje, por ese mismo hecho (per se) cesa
de ser papa y cabeza, así como por lo mismo deja de ser un cristiano y miembro
de la Iglesia. Por tanto, él puede ser juzgado y castigado por la Iglesia. Esta
es la enseñanza de todos los Padres antiguos, que enseñaban que los herejes
manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción".
San Antonino
(1459): “En el caso en que el Papa se convirtiera en un
hereje, se encontraría, por ese solo hecho y sin ninguna otra sentencia,
separado de la Iglesia. Una cabeza separada de un cuerpo no puede, siempre y
cuando se mantenga separado, ser cabeza de la misma entidad de la que fue
cortada. Por lo tanto, un Papa que se separara de la Iglesia por la herejía,
por ese mismo hecho en sí, dejaría de ser la cabeza de la Iglesia. No puede ser
un hereje y permanecer siendo Papa, porque, desde que está fuera de la Iglesia,
no puede poseer las llaves de la Iglesia” (Summa Theologica, citado en Actes de
Vatican I. V. Frond pub.).
“Mas respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Debemos
obedecer a Dios antes que a los hombres”. (Hechos 5:29)
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