¿Quién
será esa persona que se atreva a <<corregir>> a Dios y a su Verdad
revelada? El único que tiene esa pretensión es precisamente <<el Ángel
caído>> del cielo, Satanás (Lc 10, 18) quien engañó y sedujo con sus
mentiras a nuestros primeros padres en el Jardín, contradiciendo y corrigiendo
descaradamente las Palabras del Señor (Gen 3, 1-5), por eso el Creador lo
denunció como <<maldito>> (Gn 3, 14). Hay un comentario hermoso de
San Juan Crisóstomo de la carta a los Gálatas, nosotros ponemos la mirada en este
punto: <<Observa la sabiduría del Apóstol. Se maldice a sí mismo con el
fin de que nadie dijera que sostenía su propia doctrina por vanagloria. Ha
mencionado a los ángeles ya que recurren a personas acreditadas como a Santiago
y a Juan. No me hables -pretende decir- de Santiago y de Juan: Aunque se trate
de los primeros ángeles descendidos del cielo, si corrompe el anuncio, sea
anatema. No ha dicho sin motivo “del cielo”, lo ha especificado porque también
los sacerdotes fueron llamados ángeles -los labios del sacerdote guardarán la
sabiduría y sacará la Ley de su boca porque es un ángel del Señor Todopoderoso-
y así no creas que ahora se refiere a esos ángeles, sino que con la aclaración
“del cielo” alude a las potencias celestes. No
dijo: “Si anunciaran cosas contrarias” o “lo cambiaran todo”, sino que lo que
quiso decir es que, si anuncia algo, aunque pequeño, contrario a lo que
nosotros anunciamos, con que pervierta cualquier cosa, sea anatema>>
(ComGa 1,7).
Este es el
espíritu de la apostasía, y de acuerdo al texto inspirado y al hermoso
comentario del <<Pico de oro>>, basta que digamos algo pequeño
contra lo dicho por el Evangelio para que el peso de la maldición si no
rectificamos estaría sobre nosotros. Tengamos presente la inclusión que
mencionamos en la primera carta a Timoteo: El Apóstol abre la carta pidiéndole
a Timoteo que prohíba enseñar doctrinas extrañas (1Tm 1, 3), y la termina
ordenándole que guarde el Depósito (1Tm 6, 20), y más de manera perfecta
mencionando a los que se han apartado de la fe (1Tm 6, 21). El objetivo de la
inclusión es denunciar a los que se han apartado de la pureza de la fe, y en
sentido positivo le pide a Timoteo que guarde el Depósito, no sólo enseñando
fielmente la Verdad, sino prohibiéndoles a aquellos que se apartan de ella, y
esto es en razón del amor (1Tm 1, 5), no sólo para con el discípulo que puede
extraviarse, sino por amor a la Verdad misma, a Jesucristo de quien él ha sido
constituido en guardián, pues ese es el sentido de guardar el Depósito (Jn 14,
23-24). Esta es la manera como se combate contra el espíritu de la apostasía y
se defiende celosamente la pureza de la fe.
Este es pues
el marco que abraza toda carta, y en medio de ella encontraremos una gran
insistencia del Apóstol, casi rogándole a Timoteo que vigile como buen episcopeo la Verdad del Evangelio (1Tm
3, 1), con todo y contra todo, pues la meta es ser fiel custodio con tal de
agradar a Cristo y no al mundo: Porque ¿Busco yo
ahora el favor de los hombres o el de Dios? Si todavía tratara de agradar a
los hombres, ya no sería siervo de Cristo (Ga 1, 10). Hay una frase
del Apóstol Pablo que nos parece por una parte demasiado exquisita y por otra
una gran obligación y responsabilidad para todo auténtico discípulo: stratéue en autaís tén kalén strateían(1Tm 1, 18), la traducción que
presenta la Biblia de Jerusalén es <<Combate, penetrado de ellas, el buen
combate>>; el verbo es stratéue que
viene de strateuoque según el
diccionario griego es << prestar servicio militar, ir a la guerra, a una
expedición militar >>; es sin duda un verbo bélico, pues vivir y
defender la Verdad es una auténtica <<Batalla>>. Y lo que sigue es
verdaderamente asombroso y es la clave para entrar en esta gran Batalla
espiritual y poder hacerle frente: Conservando
la fe y la conciencia recta (1Tm 1, 19), los dos galardones del
auténtico discípulo, los dos pilares de una verdadera vida cristiana: La
sana doctrina o la pureza de la fe, que nosotros elegante diríamos la dogmática
y la moral cristiana, que el lenguaje rabínico sería cuidar <<la cabeza y
las manos >> , el pensamiento y la acción, que anteriormente hemos
hablado acerca de estos dos pilares de la fe cristiana: La doctrina y la moral,
los blancos a derribar de acuerdo al plan del misterio de la impiedad. Por
cierto, el Apóstol denuncia a dos hermanos cristianos, Himeneo y Alejandro que
naufragaron en la fe y que ahora están en las garras de Satanás en razón de sus
blasfemias, es decir quedaron excluidos de la comunión eclesial (1Tm 1, 20).
Un poco más
al interior de la carta descubrimos que el Apóstol habla claramente de la
apostasía y vaya que este texto proyecta una enorme luz a la circunstancia que
estamos viendo en el contexto actual para la fe: El Espíritu dice
claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe
para entregarse a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la
hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia (1Tm
4, 1-2). En este texto el Apóstol está previniendo a su discípulo Timoteo que
esté atento en la comunidad que él preside porque llegará el espíritu de
la apostasía, pues aparecerán falsos maestros que los engañaran con doctrinas
que son completamente diabólicas, con lo que queda confirmado que este fenómeno
se expresa a través de los seres humanos tergiversados de la mente y del
corazón y que se ponen en sintonía con la instigación de los demonios, siendo
estos últimos la raíz de todo movimiento de apostasía como rechazo y negación
de la verdad.
Nosotros
alcanzamos a ver con la gracia de Dios, que en este tiempo el número de falsos
maestros que han aparecido fuera de la Iglesia, como promotores de las más
variadas formas de doctrinas de <<sabiduría>>; son impresionantes,
como por ejemplo: La Nueva Era, el teosofismo, la metafísica trascendental, el
feng shui, el reiki, el yoga, teorías como el manejo de energías, la
imantación, los chakras, sabidurías ancestrales, el poder del control mental,
el culto a los ángeles fuera de lo que se enseña en la Iglesia, la acupuntura;
el ocultismo y su variadas formas como el vudú, el satanismo, el chamanismo, la
brujería, la santería, culto a la santa muerte, el halloween y la serie de
corrientes filosóficas, con el claro objetivo de enseñar una “sabiduría”
paralela al Evangelio, a través de un proyecto poderoso que abarca todos los
canales de comunicación: cine, radio, prensa, televisión, literatura, música,
programas escolares, laicales, etc; y vemos una enorme cantidad de bautizados
incursionar en estos espacios, cayendo en las redes de la apostasía, obra de
los espíritus malignos, puesto que todas esas doctrinas que contradicen la
Revelación divina, no pueden venir de Dios, sino de otra esfera de
<<sabiduría>>, de la mente de Satanás. Y los que han sido contaminados,
llevan la semilla a la Iglesia para que otros entren en esa dinámica, bajo el
presupuesto que no pasa nada. Como muestra de este bagaje de ataque señalamos
los libros: ”Caballo de Troya”, “El Código Da Vinci”, y “Harry Potter”, que
buscan empañar la verdad cristiana y fomentar el neo-paganismo.
El otro
ataque y el más peligroso es desde el interior mismo de la Iglesia, en donde
aparecerán falsos maestros que tergiversarán el Depósito de la fe, quitando y
añadiendo a diestra y siniestra, como si de una doctrina humana se tratara; de
todo esto el Apóstol nos previno iluminado por el Espíritu Santo: Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las
sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la
piedad, está cegado por el orgullo y no sabe nada, sino que padece la
enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las
envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas, discusiones sin fin de
gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y
que piensan que la piedad es un negocio (1Tm 6, 3-5). El Apóstol
le pide a Timoteo que se alimente con las palabras de la fe y de la buena
doctrina de la cual ha sido fiel e íntegro, rechazando todo aquello que esté en
contra de la verdad y que deberá ser catalogado como fábulas o cuentos de
viejas (1 Tm 4, 6-7).
El Rabino de
Nazaret enseño que el hombre que escucha su Palabra y la pone en práctica es un
sabio, de lo contrario, si sólo la escucha y no la vive es un necio (Mt 7,
24-27); según Santiago la fe necesariamente se mide por las obras, pues una fe
sin obras está muerta (St 2, 20). Esto pone una vez más en evidencia la
estructura fundamental de la vida cristiana: El pensamiento y la acción, la
cabeza y las manos según el rabinismo, la doctrina y la moral; y esta
estructura es perfectamente conocida por el Enemigo, por eso como ya sabemos,
son los dos blancos principales para derribar la fe cristiana maquinados por la
apostasía que conllevará a la iniquidad.
Fuente: Como Vara de Almendro
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