CARDENAL EIJK
MENCIONA LA PROFECÍA DEL FIN DE LOS TIEMPOS EN EL DEBATE SOBRE LA INTERCOMUNIÓN
Un nuevo
artículo de un columnista invitado, el cardenal Willem Jacobus
Eijk, arzobispo de Utrecht, Países Bajos, fue publicado hoy en el blog de
Edward Pentin en National
Catholic Register. Su artículo trata la cuestión de la
intecomunión para los esposos de los católicos de Alemania, tema que cobró
relevancia cuando una delegación de obispos alemanes — entre los cuales solo
una minoría se opuso a tales cambios en la práctica eucarística — fue enviado
de vuelta a casa por el papa Francisco y la Congregación para la Doctrina de la
Fe sin haber respondido a sus preocupaciones ni autorizar la implementación de
su plan para permitir en algunos casos la intercomunión, tras un proceso
indefinido de “discernimiento”.
Eijk escribe:
Es inexplicable
la respuesta del Santo Padre a la delegación de la Conferencia Episcopal
Alemana, a través del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
informando que la Conferencia debiera discutir nuevamente el borrador para
alcanzar un resultado unánime, de ser posible. La doctrina y práctica de la
Iglesia respecto a la administración del sacramento de la eucaristía a los
protestantes es muy claro.
Luego, Eijk se refiere al canon 844
del código de derecho canónico de 1983, el cual establece:
“Si hay peligro
de muerte o, a juicio del Obispo diocesano o de la Conferencia Episcopal, urge
otra necesidad grave, los ministros católicos pueden administrar lícitamente
esos mismos sacramentos también a los demás cristianos que no están en comunión
plena con la Iglesia católica, cuando éstos no puedan acudir a un ministro de
su propia comunidad y lo pidan espontáneamente, con tal de que profesen la fe
católica respecto a esos sacramentos y estén bien
dispuestos.” C.I.C./1983, can. 844 § 4 (cf. Catecismo de la Iglesia
Católica (CCC) no. 1400).
Eijk continúa, observando una
diferencia importante — raramente mencionada en discusiones sobre este tema —
sobre quiénes son los destinatarios de ese canon:
En principio, la
intercomunión solo es posible con los cristianos ortodoxos porque las iglesias
orientales, si bien no están en comunión plena con la Iglesia Católica tienen
verdaderos sacramentos y, por sobre todo, un sacerdocio válido en virtud de su
sucesión apostólica, y una eucaristía válida (CCC no 1400, C.I.C./1983 can.
844, § 3). Su fe en el sacerdocio, en la eucaristía y también en el sacramento
de la penitencia es igual a la de la Iglesia Católica.
[…]
Obviamente, la
doctrina luterana de la consubstanciación difiere esencialmente de la doctrina
católica de la transubstanciación que sostiene la fe de que lo recibido bajo
las especies de pan y vino, incluso administradas a quienes no creen en la
transubstanciación o incluso fuera del momento de la administración, sigue
siendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo y dejaron de ser las sustancias de pan y
vino.
Debido a estas
diferencias esenciales, la comunión no debiera ser administrada a un
protestante, ni a uno casado con un católico, porque los protestantes no viven
en comunión plena con la Iglesia Católica y por lo tanto no comparten
explícitamente la fe en su eucaristía.
La reiteración de Eijk sobre esta
diferencia teológica de la creencia luterana y la católica entre
transubstanciación y consubstanciación es importante y oportuna. También lo es
su reconocimiento de que el canon 844 está diseñado para permitir la comunión
solamente a miembros de las iglesias ortodoxas orientales — e incluso en este
caso, únicamente en circunstancias atenuantes como el peligro de muerte — por
su creencia compartida de
que la eucaristía es en verdad el Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro
Señor Jesucristo.
Eijk insiste en que “la reacción del
Santo Padre debiera haber sido lo que dicen la ley canónica y el Catecismo de
la Iglesia Católica” y “debiera haber dado directivas claras a la delegación de
la Conferencia Episcopal alemana, basadas en la clara doctrina y práctica de la
Iglesia”.
“Al fallar en proporcionar
claridad,” escribe, “se crea gran confusión entre los fieles y se pone en
peligro la unidad de la Iglesia.”
Algunos comentaristas católicos
objetaron que Francisco siempre es claro; que hace saber lo que quiere incluso
cuando lo que quiere es abdicar por completo a su deber: “No tomaré una
decisión, así que deberán resolverlo ustedes mismos.”
Pero
como dijo el obispo emérito de Corpus Christi, Texas, Rene Henry Gracida,
en una entrevista reciente,
lo que tenemos es cualquier cosa menos claridad:
Si bien Francisco
ha realizado declaraciones heréticas, también ha realizado hábilmente
declaraciones ortodoxas sobre el mismo asunto, haciendo por tanto casi
imposible definirlo como hereje.
Para Gracida, esto significa que nos enfrentamos con
otra pregunta: ¿Fue
Francisco elegido de manera válida? Esto es, por supuesto, un
agujero negro potencialmente peligroso porque los cónclaves están regidos por
el secreto y casi no hay manera de demostrar cosa semejante, pero Gracida plantea lo
que todos — a cada lado del debate sobre la validez papal — pueden ver con sus
propios ojos:
Acusar de herejía
a un hombre que es el supuesto Papa, acusar a un supuesto Romano Pontífice de
error material en declaraciones sobre la fe o la moral, sugiere y presenta la
intervención de una pregunta previa sobre su autenticidad en el augusto oficio
de sucesor de Pedro como jefe de los apóstoles, es decir, ¿fue este hombre
elegido válidamente por un cónclave auténtico de la Santa Iglesia
Romana? Esto sucede porque cada sucesor de San Pedro goza del don de la
infalibilidad.
Por lo tanto,
antes de hablar sobre la excomunión de tal prelado uno debe examinar
lógicamente si esta persona exhibe el fruto uniformemente bueno y seguro de la
infalibilidad. Si parece caer repetidas veces en error material, alza antes que
nada la pregunta sobre la validez de su elección, porque uno espera que un
Romano Pontífice elegido de manera auténtica sea milagrosamente y uniformemente
incapaz de afirmar errores en materia de la fe y la moral.
Como
dije antes, no estoy convencido por los argumentos en favor de la
invalidez de la elección de Francisco en base a interpretaciones dudosas
de Universi Dominic Gregis.
Dicho esto, pienso que sería un error descartarlos del todo — especialmente
después de la investigación para The
Dictator Pope que reveló que el cardenal Bergoglio pudo haber
estado más involucrado de lo que se creía en la conspiración que planeó su
elección. Y tal como afirma el obispo Gracida, la inconsistencia entre las
protecciones del oficio papal tal como las entendemos y la realidad del
pontificado actual de Francisco alza preguntas para las cuales no tenemos
respuestas satisfactorias.
Sea
cual fuere la verdad — y tal vez pueda faltar tiempo antes de llegar a saberla
— todos los católicos estamos obligados a lidiar con la tremenda gravedad de
esta situación. Una gravedad que el cardenal Eijk deja en claro en la
conclusión de su obra:
Al observar que los obispos y sobre
todo el sucesor de Pedro fracasan en mantener y transmitir fielmente y en
unidad el depósito de la fe contenida en la sagrada tradición y la sagrada
escritura, no puedo sino pensar en el artículo 675 del Catecismo de la Iglesia
Católica:
“La última prueba
de la Iglesia
Antes del
advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que
sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su
peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la
forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución
aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.”
Si
bien Eijk no menciona el significado más profundo de este pasaje, una ojeada al
Catecismo muestra que #675 tiene una oración final de gran importancia – una
oración que pone un broche a la cita del cardenal: “La impostura religiosa
suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el
hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías
venido en la carne.”
Luego, la #675 tiene notas al pie de
página con múltiples referencias bíblicas sobre la persecución del fin de los
tiempos, la apostasía, y la venida del anticristo – ocho, para ser exactos. Son
las siguientes, en orden de aparición:
-Lucas
18:8 – Yo os digo que ejercerá la venganza de ellos prontamente. Pero el
Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?
-Mateo
24:12 – y por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se
enfriará.
-Lucas
21:12 – Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a
las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa
de mi nombre.
-Juan
15:19-20 – Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no
sois del mundo – porque Yo os he entresacado del mundo– el mundo os
odia. Acordaos de esta palabra que os dije: No es el siervo más grande
que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si
observaron mi palabra, observarán también la vuestra.
-2
Tesalonicenses 2:4-12 – el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se
llama Dios o sagrado, hasta sentarse el mismo en el templo de Dios,
ostentándole como si fuera Dios –¿No os acordáis que estando yo todavía con
vosotros os decía estas cosas?– Y ahora ya sabéis qué es lo que (le) detiene
para que su manifestación sea a su debido tiempo. El misterio de la iniquidad
ya está obrando ciertamente, sólo (hay) el que ahora detiene hasta que aparezca
de en medio. Y entonces se hará manifiesto el inicuo, a quien el Señor Jesús
matará con el aliento de su boca y destruirá con la manifestación de su
Parusía; (aquel inicuo) cuya aparición es obra de Satanás con todo poder y
señales y prodigios de mentira, y con toda seducción de iniquidad para los que
han de perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor
de la verdad. Y por esto Dios les envía poderes de engaño, a fin de que crean
la mentira, para que sean juzgados todos aquellos incrédulos a la verdad, los
cuales se complacen en la injusticia.
-1
Tesalonicenses 5:2-3 – Vosotros mismos sabéis perfectamente que, como ladrón de
noche, así viene el día del Señor. Cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces
vendrá sobre ellos de repente la ruina, como los dolores del parto a la que
está encinta; y no escaparán.
-2
Juan 7 – Porque han salido al mundo muchos impostores, que no confiesan
que Jesucristo viene en carne. En esto se conoce al seductor y al Anticristo.
-1 Juan
2:18 – Hijitos, es hora final y, según habéis oído que viene el
Anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que
es la última hora.
Estos no son pasajes de poco peso. Y
si la situación actual hace que un cardenal piense sobre estas realidades al
punto que llega a escribir sobre ellas en público, las cosas se están poniendo
muy serias de verdad.
Steve Skojec
(Traducido
por Marilina Manteiga. Artículo
original)
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