EL CAMINO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SINO POR MÍ". (JUAN 14:6)

"BUSCAD PRIMERAMENTE EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, Y TODO LO DEMÁS SE OS DARÁ POR AÑADIDURA". (MATEO 6:33)

"Y EN NINGÚN OTRO HAY SALVACIÓN, PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE BAJO EL CIELO DADO A LOS HOMBRES, EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS". (HECHOS 4:12)

miércoles, 8 de agosto de 2018

Santo Domingo y el Santo Rosario



ORÍGENES

El rezo del santo Rosario ha tardado mucho en formarse tal y como ahora lo conocemos. No fue ideado en un momento concreto, sino que es fruto de una larga evolución.

Todo comenzó, probablemente, en el siglo X. En el año 910 se fundó la Orden Cluniacense. Ésta le dio una gran importancia a la oración coral comunitaria. Quería que sus abadías fuesen un anticipo de la Jerusalén celestial, en la que los santos y los ángeles están continuamente cantando alabanzas a Dios e intercediendo por todos los seres humanos (cf. Ap 5,9; 14,3; 15,3). Por ello distinguieron entre dos tipos de monjas y monjes: los dedicados a la oración coral (que rezaban al día unos 150 salmos, dependiendo de las circunstancias litúrgicas) y los dedicados al trabajo manual. Éstos últimos solían ser personas sencillas e iletradas que se ocupaban de la cocina, la portería, la huerta u otros oficios. Pero era preciso que también orasen. Por ello algunos de estos monjes y monjas comenzaron a rezar individualmente 150 Padrenuestros al día, en lugar de los 150 salmos que rezaban los que asistían a la oración coral. Esta piadosa costumbre se fue difundiendo no sólo entre los cluniacenses, sino también entre otras comunidades religiosas, y entre sacerdotes y laicos.

EL SALTERIO DE LA VIRGEN

En el siglo XII, la Orden Cisterciense (fundada en 1098) le va a dar una gran importancia al culto a la Virgen María. Tanto es así, que casi todas sus abadías fundadas por ellos llevan el nombre de una advocación mariana. Pues bien, en este contexto, las monjas y los monjes cistercienses van a reemplazar en el Rosario algunos Padrenuestros por Salutaciones de la Virgen María. Todavía no se había creado la oración del Avemaría, sino que se rezaba sólo su primera parte, la Salutación del ángel, tomada de Lc 1,28-33: «Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo» y algunos le añadían la segunda parte del saludo: «Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre».

Se va extendiendo la costumbre de rezar tres cincuentenas de Salutaciones, es decir, 150 Salutaciones, en lugar de 150 Padrenuestros. Se crea así el «Salterio de María». Y se va a añadir el nombre de «Jesús» al final de la Salutación del Ángel. Además, es en esta época cuando comienza a generalizarse el uso de «contadores», es decir, de rosarios, para poder llevar la cuenta de las Salutaciones que se van rezando.

SANTO DOMINGO Y EL SANTO ROSARIO

La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.

Corrían los años de principió del siglo XIII, cuando el rey de León (España) Alfonso VIII encargó al Obispo de Osma y al sub prior del Cabildo de la misma ciudad, ir a Dinamarca a negociar el matrimonio, con una princesa de aquellas tierras, de uno de sus hijos. Parten los emisarios con aparatoso séquito y rumbosas obsequios, pero al atravesar el país de Francia, lo encuentran invadido por la herejía albigense. El joven acompañante del Obispo, queda dolorido al presenciar los estragos que los herejes causan en las filas de los fieles cristianos y hace el firme propósito de retornar a Francia, después de cumplida su misión de embajador. Tras varios meses de viaje y regreso y vuelta a Dinamarca, obispo y sub prior encamínanse a Roma, donde el Papa Inocencio III, les insta a convertir a los albigenses, fallece el Obispo y queda sin guía el joven. ¿Quién es éste joven? es Domingo de Guzmán el fundador de la gloriosa Orden Dominicana y propulsor del rezo del Santo Rosario. Aquel de quien se dijo que “dominicano’’ viene de “canes del Señor” porque defendían con arrojo la causa sagrada de Dios y de su Iglesia. Aquel que vio en una visión el Papa Inocencio III sostener la basílica que se inclinaba. Aquel que en una noche vio a Nuestro Señor dispuesto a lanzar su cólera sobre el mundo y a la Santísima Virgen presentarle dos hombres qué serían garantías de la conversión del mundo y en uno de los cuales se reconoció a sí mismo y fue el otro San Francisco de Asís, que tuviera idéntica visión, y al encontrarse ambos, al día siguiente, se dieron apretado abrazo que hasta hoy une a dominicos y franciscanos.

Santo Domingo de Guzmán, propulsor insigne del Rosario, que como bien lo dice el Papá S. S. Pío V: “No sin divina inspiración”A quien la Santísima Virgen se le apareció dándole el arma contra los herejes, arma que consistía en una simple sarta de cuentas. Poca cosa a los ojos humanos, pero invencible en  la faz de la tierra. Es el Rosario, el salterio marial u otro nombre que antes haya tenido no significan nada, ni disminuye la gloria de nuestro Santo, porque es a partir del siglo XIII, como se ha probado entre los investigadores y por los escritos de la época, que el rezo del Ave María en número de 150, comienza a propagarse por toda la cristiandad y que florecen en las iglesias dominicanas la Cofradía de Nuestra Señora que bien pronto toma el nombre de Nuestra Señora del Rosario. 

LA APARICIÓN Y SUS FRUTOS
Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertir a los herejes, pero sin mucho éxito. También había factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo. Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Por medio del Santo Rosario han sido innumerables las conversiones, la liberación de ciudades sitiadas o el apaciguamiento de fenómenos naturales como terremotos, tempestades, erupciones volcánicas o tsunamis y toda suerte de Gracias. Y un arma poderosa en la Evangelización de los pueblos.
Santo Domingo es considerado gran varón a quien la Iglesia en el oficio canónico le llama: “Varón de pecho y espíritu apostólico, sostén de la fe, trompeta del Evangelio, luz del mundo; resplandor de Cristo, segundo precursor y ecónomo de las almas”:

Santo Domingo de Guzmán fue español y en España fundó por sí mismo varios de sus conventos y es en España donde las cofradías del Rosario florecieron y su rezo se propagó en el tiempo del descubrimiento de América. ¿Qué es de extrañar que España trajera su devoción a estas tierras? ¿No vemos en todas partes a los dominicanos junto a los franciscanos fundar conventos? No hay fundación española que no le destine un solar. El Rosario entró en las manos de los conquistadores:

Llevando su santo rosario
Como llave de un mundo mejor,
A través de los mares soberbios
Descubrió el Nuevo Mundo Colón.”

(“Cuadernillo de Nuestra Señora del Santísimo Rosario”
CORRIENTES – ARGENTINA. Año 1951)

Fuentes: Dominicos.org, Adelante la Fe, Aciprensa.


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